Podría ser una historia más sobre millones de fans de una artista pop desolados por no haber podido conseguir una entrada para ver en vivo a su ídola. Pero lo que sucedió con la venta de los tickets para ver a Taylor Swift en su primera gira en cinco años no se trata sólo de eso. El fiasco que dejó a millones de personas sin opción de comprar su entrada dejó en evidencia la fragilidad de una industria dominada por una empresa que en Estados Unidos tiene una posición monopólica: Ticketmaster.
Después de vender más de dos millones de entradas el primer día, el sistema de la empresa se vio colapsado a tal punto que, después de hacer esperar por varias horas a los fanáticos, se cayó del todo. Ticketmaster terminó anunciando que suspendería la venta de las entradas, y la artista declaró su comprensible indignación con todo esto. El fiasco tuvo consecuencias: dos senadores de Estados Unidos anunciaron una reunión del subcomité encargado de libre competencia y derechos del consumidor para analizar el caso y el Departamento de Justicia anunció la apertura de su propia investigación.
¿Pero cómo llegó la industria a depender a tal punto de una sola empresa? ¿Y qué opciones tienen los artistas de romper sus relaciones con Ticketmaster? Es lo que hoy conversamos en El Café Diario con el periodista y crítico musical Claudio Vergara, editor de espectáculos de La Tercera.