Desde hace un tiempo, parques, plazas y otros espacios públicos de las ciudades de Chile se han transformado en emplazamiento de carpas y otras estructuras para dar cobijo a personas en situación de calle. Es un fenómeno fuertemente ligado a la inmigración masiva, principalmente de venezolanos que escapan de la crisis humanitaria en su país. Quizás la postal más elocuente de esto es el bandejón central de la Alameda en Santiago, que pasa frente al palacio de La Moneda.

Un reportaje del periodista Gianluca Parrini publicado en La Tercera Domingo da cuenta de que, según un catastro de la Municipalidad de Santiago, un poco menos de 500 personas viven en las carpas emplazadas en este eje. El reciente anuncio del gobierno sobre la reactivación del plan para remodelar la principal avenida de la capital les ha agregado incertidumbre a estas personas, pero ese parece ser el menor de los problemas.

Según una investigación de la Fundación Gente de Calle durante el invierno, un poco más de la mitad de quienes viven en esas carpas son migrantes, la gran mayoría de ellos venezolanos. Dado de muchos están en una situación migratoria irregular, no figuran en los conteos oficiales y no acceden a ningún tipo de ayuda. Además, más de cien menores de edad se cuentan entre quienes “acampan” en la Alameda.

Para conocer más de esta realidad hoy conversamos en El Café Diario con la autora del mencionado estudio, la trabajadora social Karina Bravo Montero, especialista en migración, desarrollo y derechos humanos.

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