Ha sido un fenómeno en sostenido crecimiento durante algunos años y favorecido por acontecimientos puntuales. La criminalidad y la violencia de los delitos en nuestro país ha ido configurando un panorama que angustia a los ciudadanos y preocupa a las autoridades y especialistas. Aunque se replica en los principales centros urbanos del país, lo que pasa en Santiago sirve de ejemplo. En la capital, la criminalidad se ha extendido siguiendo claros patrones. El 11 de diciembre, en su reportaje “Las calles letales de Santiago centro”, en La Tercera Domingo, el periodista Andrew Chernin ofrece una contundente crónica del problema.
El texto da cuenta de cómo el casco histórico de la capital es desde hace al menos tres años la comuna con más homicidios del país. Además -en algo común al resto de Chile- los asesinatos cometidos por bandas organizadas son cada vez más frecuentes. Son crímenes que muchas veces tienen que ver con la lucha por el control de territorio de los grupos criminales.
Las bandas extranjeras ha aumentado la violencia no sólo por sus propias acciones sino por el efecto que tienen en sus pares chilenas. La inmigración descontrolada, de hecho, es uno de los elementos que los expertos señalan como un factor determinante en este fenómeno, sumado a otros como el estallido social y la pandemia. Y los especialistas advierten que a medida que el poder del crimen organizado va creciendo su capacidad corruptora del Estado -que ya hemos constatado a nivel municipal- va a ir también aumentando.
¿Cómo llegamos a esto? ¿De qué manera pueden y deben actuar las autoridades para evitar llegar a un punto de no retorno? Sobre esto conversamos en El Café Diario con Matías Garretón, académico de la Universidad Adolfo Ibáñez especializado en análisis de criminalidad y territorio.