Hace unas semanas, por primera vez desde el inicio de la pandemia, los escolares de Chile volvieron a clases con la presencialidad como obligación. Con el regreso, comenzaron a conocerse también varios incidentes de violencia entre alumnos, hacia profesores e incluso entre apoderados. El 23 de marzo, un profesor de religión del Liceo Industrial Las Salinas de Talcahuano fue apuñalado por la espalda. Antes, dos estudiantes de 14 y 16 años también resultaron con heridas cortopunzantes, en diferentes incidentes en Talca. Además, ayer se suspendieron las clases en el Liceo Benjamín Franklin de Quinta Normal, luego de que se difundiera un video con amenazas de “masacre” en ese establecimiento.

En respuesta a estos incidentes, el ministro de Educación, Marco Antonio Ávila, junto a los subsecretarios de Prevención del Delito, de la Niñez, de Justicia y de Redes Asistenciales, se reunieron ayer lunes con la defensora de la Niñez, Patricia Muñoz, y la Asociación Chilena de Municipalidades. Al terminar la reunión, el MINEDUC anunció un plan de trabajo al respecto, e informó de un alza evidente en el número de denuncias de hechos violentos ante la Superintendencia de Educación.

Aunque es prematuro establecer una causalidad, varios especialistas distinguen un vínculo entre el largo encierro y la agudización de conductas que, advierten, siempre se han producido. De hecho, la violencia escolar, y particularmente el bullying, es desde hace años materia de preocupación de autoridades y las diferentes comunidades educacionales.

Hoy en El Café Diario conversamos con un experto que lleva años preocupado de la convivencia en las comunidades escolares. El profesor Óscar Guerra es fundador de la ONG Observa Ciudadanía y co-creador de la plataforma “Nadie se queda atrás”, diseñada específicamente para combatir el bullying, lanzada hace algunos días.