Las suspensión de las clases en todo Chile por causa de la pandemia del coronavirus SARS CoV 2 dejó en sus casas a más de 5 millones de estudiantes, entre preescolares, escolares y universitarios. Ha pasado en todo el mundo, donde el total confinado es cercano a los 1.500 millones de alumnos.

Y como en todo el mundo, el recurso al que han recurrido las escuelas y universidades ha sido la educación online. O mejor dicho, las clases por internet. Porque hay una diferencia: una educación online implica un entrenamiento distinto para los profesores y una metodología distinta de enseñanza. Así lo advierten los expertos en la materia: no se trata simplemente de poner a cada alumno frente a una pantalla y a los profesores del otro lado.

La advertencia es pertinente: el encierro para prevenir los contagios ha hecho que hasta los más resistentes a la pantalla deban recurrir a ella. Si la tendencia hacia la educación online se iba acrecentando, con el Covid-19 se puso una inyección de esteroides. La experiencia ha sido traumática para muchos estudiantes, apoderados y profesores.

Y hay otros datos que complican el panorama: Chile que tiene un 36% más de horas anuales en aula que el promedio de la OCDE, y al mismo tiempo es uno de los países de ese grupo con peores resultados. Y según mediciones de la misma organización, el 12% de la población en Chile no tiene conexión a internet. ¿Qué tan online puede ser nuestra educación en un futuro post Covid-19?