Esta es una de esas historias donde todo parece estar en regla pero algo grita sin disimulo que el sistema no está funcionando. Peor aún, que alguien ha estado favoreciéndose de una manera por lo menos llamativa a costa de fondos públicos. Específicamente, de presupuestos municipales. Es una historia de semáforos: de cómo una empresa tuvo luz verde durante treinta años para correr con considerable ventaja, mientras otras quedaron en una eterna luz roja. Hasta que alguien al fin hizo una denuncia.