Aunque aún no se declara un resultado oficial, todo parece indicar que la segunda vuelta de las elecciones presidenciales peruanas del pasado domingo tendrán como ganador a Pedro Castillo. El candidato de Perú Libre, un desconocido en la política de ese país hasta hace muy poco, hizo campaña como un outsider, apelando a un voto de rechazo contra la clase política y con un discurso de izquierda. De confirmarse su triunfo, en todo caso, será uno muy estrecho. La pelea con Keiko Fujimori ha sido casi voto a voto. Y aun cuando la candidata de Fuerza Popular lograra revertir la tendencia, el voto de Castillo seguiría siendo un fenómeno importante a considerar. Se trata de una elección que se mira con especial interés desde Chile, no sólo por la gran cantidad de peruanos en nuestro país ni por las inversiones de empresas chilenas en Perú. Hay algo en ese país vecino, azotado por escándalos de corrupción y por una gran inestabilidad política, que puede servir como ejemplo, advierten algunos, o como una distopía, dicen otros. Perú, el país que alguna vez se propuso ser como Chile para superarlo, ha visto temblar en los últimos años su estantería institucional. Y Chile, que alguna vez se creyó modelo, u oasis, ha visto a su propio modelo implosionar, en algún grado.¿Qué podemos aprender del destino político peruano desde Chile?Le preguntamos a un experto que entiende como pocos de este paralelo.