Preguntas de test
Los "test rápidos" son una herramienta que podría servir para la salud pública, pero también a la reactivación de la economía. Y ahí es, en cierta medida, donde el asunto se complica. ¿Cómo se pueden y deben usar correctamente estos tests? ¿Cuánto podemos valernos de ellos para lograr el “retorno seguro” que ha diseñado el gobierno?
La perspectiva de la aplicación de los llamados “test rápidos” para detectar a personas contagiadas por el coronavirus SARS CoV-2 está tomando vuelo tanto a nivel de autoridades centrales como de empresas particulares. La idea de poder reintegrar con seguridad a un grupo de personas a sus actividades, ya sea porque tuvieron el virus y se recuperaron o porque no han sido contagiadas, parece central para reactivar la economía y, en el más amplio sentido, recuperar alguna dosis de normalidad.
Pero en el camino hay muchas cosas que no sabemos: desde el grado de inmunidad que desarrollaría un paciente recuperado y la duración de la misma, hasta la fiabilidad de los todos los tests que ofrece el mercado. Lo que sí sabemos es que el grado de error es alto, y la posibilidad de entregar falsos negativos también lo es. También sabemos que la subsecretaría de salud y más de medio centenar de municipalidades están comprando tests rápidos, emitiendo órdenes de compra por más de $1.500 millones.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.