Muchas veces pareció que caía, pero de alguna manera Boris Johnson lograba evitarlo. Esa resiliencia quedó incorporada a su personaje y su leyenda política: su capacidad para torcer la mano de un destino político que para otros habría sido inevitable, esa desfachatez para negar lo evidente y seguir ganando, al menos tiempo en el poder. Pero para el Primer Ministro británico sumar tiempo era sumar escándalos y ayer comprobó que él también podía rebalsar el vaso. Boris Johnson finalmente vio cómo la realidad de la rebelión dentro de su propio partido derribó un liderazgo cada vez más ficticio, y presentó su renuncia.

Para el Partido Conservador queda el desafío de nombrar a un sucesor o sucesora capaz de superar los escándalos y mantener al partido en el poder. Al otro lado, el Partido Laborista se verá forzado a cambiar de estrategia, dependiendo de quién sea la persona a la cual deberán hacer oposición. Para el propio Boris Johnson, por su lado, el destino parece más incierto. Mientras él define los próximos pasos para una carrera en la duda después de haber alcanzado su peak, la historia ya empieza a procesar la pregunta sobre su legado.

¿Cómo terminó por caer Boris Johnson? ¿Qué viene para el destino político del Reino Unido? Hoy en El Café Diario conversamos con Javier Sajuria, profesor de ciencia política en Queen Mary University of London. Nos habla justamente desde la capital británica.