Andrés Allamand, senador RN: "La derecha no jugó el rol que debería haber desempeñado para evitar las violaciones a DD.HH."
Senador también valora que Piñera se haya involucrado en los últimos días para poner orden en el sector. "Cuando el Presidente resuelve intervenir en el debate, lo que hace es poner arriba de la mesa su capital político", dice.
"El Presidente es siempre responsable de lo bueno y lo malo que pase en su gabinete", dice en esta entrevista el senador Andrés Allamand (RN), consultado por lo que en el oficialismo han calificado como "apuestas personales fallidas" del Mandatario Sebastián Piñera en algunas designaciones, como Gerardo Varela, Mauricio Rojas y Alejandra Pérez, exministros que, al ser nombrados, no tenían mayores vínculos con los partidos de Chile Vamos y que, incluso, algunos fueron vistos con recelo por las colectividades.
El parlamentario, en todo caso, aclara que su frase no es una crítica a Sebastián Piñera. Así, agrega que "en política la perfección no existe" y que, a su juicio, "el balance es positivo".
Además, aborda el debate instalado al interior de su coalición sobre los derechos humanos y la intervención de Piñera en medio de las críticas cruzadas que había en el oficialismo. "Esta última semana se reafirmó el liderazgo presidencial", afirma, en relación con las entrevistas que dio el Mandatario y con la reunión extraordinaria a la que citó a los timoneles de Chile Vamos y a los ministros del comité político.
A principios de mayo usted decía que Chile Vamos está más madura y distinta a lo que era la Alianza en el primer gobierno de Piñera. Estos días pareciera que eso se ha difuminado o desordenado…
Chile Vamos tiene muy clara la película: el éxito del actual gobierno, y sobre todo su proyección, depende de la cohesión del conglomerado y de su buena relación con La Moneda. Además, estos días se ha visto un hecho de gran importancia: el liderazgo del Presidente Piñera en términos de capacidad para ordenar tanto al gobierno como a la coalición.
¿A qué atribuye eso? Piñera citó a una reunión extraordinaria con los ministros del comité político y los presidentes de Chile Vamos, dio varias entrevistas en la prensa. Se ve ahí un diseño un poco distinto a lo que se veía al inicio del gobierno, que era darles más espacio a los ministros supuestamente…
Yo creo que el Presidente Piñera estimó que las circunstancias políticas hacían necesaria su participación directa en el debate. Y eso es un activo tanto para el gobierno como para la coalición.
¿Qué riesgos ve en que el Presidente se involucre tanto en ordenar al sector? ¿Y qué evaluación hace usted de Chile Vamos que provoque que Piñera, recién a cinco meses del gobierno, tenga que involucrarse para poner orden?
La intervención del Presidente, para mí, no involucra riesgo alguno. Todo lo contrario: implica una tremenda ventaja y refleja también un rasgo de su carácter. El capital político está para utilizarse, no para guardarse en un cajón. Y cuando Piñera resuelve intervenir en el debate, lo que hace es poner arriba de la mesa, precisamente, su capital político tanto respecto del gobierno como respecto de la coalición. Ahora, sin duda será tarea de la coalición hacer todo lo posible para que estas intervenciones puedan evitarse.
Estos días ha habido críticas de diputados de RN al gobierno, al segundo piso; enfrentamientos públicos entre Evópoli y la UDI-RN por el Museo de la Memoria, por los derechos humanos, etc.
Son gajes del oficio, episodios menores. Lo que veo hacia el futuro es una determinación muy a firme en los dirigentes de Chile Vamos de no continuar ventilando las diferencias por los diarios y terminar con el "fuego amigo".
¿Comparte el diagnóstico que se ha planteado de que falta una estrategia comunicacional y política más clara en el gobierno?
Para nada. En estos meses el gobierno, cumpliendo el mandato de la elección presidencial, hizo que el país retomara el rumbo, apartándose de la fracasada fantasía refundacional de la desaparecida Nueva Mayoría; ha empezado a recuperar el principio de autoridad que estaba muy debilitado; ha retomado una política de acuerdos y ha asumido problemas candentes que el gobierno anterior simplemente había ignorado. Ahí está, por ejemplo, lo que se ha hecho en materia migratoria y en La Araucanía. Ahora viene el despliegue del programa de gobierno. Son muchos avances para pocos meses. Y eso es producto de que existe una estrategia bien pensada.
¿A usted realmente le queda clara la estrategia y objetivos del gobierno?
Por supuesto. Los objetivos del gobierno son avanzar hacia el desarrollo integral, fortalecer la clase media, poner a los niños primero en la fila y abordar el envejecimiento positivo. En esos cuatro campos hay avances objetivos.
¿Y es bueno que el propio Piñera haya reabierto un debate sobre la idea del Museo de la Democracia? Eso vuelve a poner el foco en la agenda de derechos humanos, y la agenda del gobierno es otra: economía, seguridad, inmigración, infancia…
El gobierno tiene que tener también una mirada sobre los temas de derechos humanos. Para mí, el Museo de la Democracia no busca ningún empate. Lo veo como un complemento a otras expresiones sobre nuestro pasado.
¿Qué comparte y qué no de los cuestionamientos que ha habido al gobierno?
A veces el panorama grueso no es advertido por algunos, y para ellos algunos aspectos menores adquieren una relevancia que no tienen. Cada acción del gobierno encaja en esos cuatro objetivos. El Ministerio de la Familia y Desarrollo social y la sala cuna universal apuntan a los niños primero; el pago a 30 días, a darle un respaldo a la clase media emprendedora; la modernización tributaria impulsa el desarrollo, y la reforma previsional se alinea con el envejecimiento positivo.
¿Cómo vio la discusión que se generó en Chile Vamos sobre los derechos humanos? Hubo diferencias en la coalición y el Presidente Piñera pasó de hablar de "cómplices pasivos" -en su primer gobierno- a decir que se debe considerar el panorama completo, lo que pasó antes del quiebre democrático, etc.
Cada vez que se acerca septiembre renace el debate histórico y político. Sin embargo, como tantas veces he afirmado, hay hechos objetivos que no se pueden soslayar. Las graves violaciones a los derechos humanos no tienen justificación, pero es igualmente cierto que desde la década de los 60 -en gran parte por el influjo de la Revolución Cubana- la izquierda asumió la vía armada y justificó la violencia revolucionaria. A su turno, durante el gobierno militar la derecha -quizás porque orgánicamente estaba autodisuelta- no jugó el rol que debería haber desempeñado para evitar tales violaciones. Esa es la verdad, y cualquier análisis desapasionado debiera reconocerlo. Yo creo que fue un grave error que los partidos políticos de la centroderecha, y en particular el Partido Nacional, que había jugado un rol muy destacado en la oposición a Allende, hayan resuelto disolverse y simplemente desaparecer del mapa político. Yo estoy convencido de que si los partidos de centroderecha hubieran mantenido su organización, podrían haber influido mucho más en el devenir de los acontecimientos que tuvieron lugar durante el gobierno militar.
¿Y es un problema solo de esa "autodisolución" que usted menciona o es también un problema del liderazgo de los representantes de la derecha de no haber defendido con firmeza que se evitaran las violaciones a los derechos humanos?
No hay duda que podrían haberse defendido los derechos humanos con mucha mayor fuerza.
¿Y eso incluye a la gente que está actualmente en la derecha?
Los partidos de la centroderecha surgieron hacia el final del régimen militar. Y al menos en el caso de Renovación Nacional, tuvieron siempre una posición crítica respecto a las violaciones a los derechos humanos. Incluso, parte importante de la centroderecha participó en el Acuerdo Nacional de 1985, cuya condena a las violaciones a los derechos humanos fue explícita y particularmente dura.
Para usted, ¿las violaciones a los DD.HH. requieren ser puestas en contexto?
Las violaciones a los derechos humanos tienen un contexto, no se produjeron en el vacío. El punto es que ese contexto jamás puede ser utilizado como justificación de las mismas.
¿Cómo ve la decisión de haber nombrado a Mauricio Rojas y, después, su salida?
Después de que el Presidente Piñera dijo que no compartía sus declaraciones sobre el Museo de la Memoria, su salida era inevitable.
En el oficialismo apuntan a lo que denominan "apuestas personales fallidas" de Piñera por los nombramientos de Rojas, Alejandra Pérez en Culturas y Gerardo Varela en Educación. ¿Lo comparte?
El Presidente es siempre responsable de lo bueno y lo malo que pase en su gabinete. Y en política la perfección no existe.
Usted dice que él es el responsable de lo bueno y malo del gabinete. ¿Ha habido más cosas buenas o más cosas malas?
Sin duda que el balance es positivo. Creo que el diseño general del gabinete formulado por el Presidente Piñera ha sido muy adecuado, ya que refleja un importante equilibrio entre los elementos que siempre deben conformar un gabinete. Los gabinetes deben tener elementos políticos y elementos técnicos.
Hasta ahora, nadie ha criticado, en público, directamente al Presidente Piñera. ¿Él no tiene ninguna responsabilidad en esos episodios que terminaron opacando la agenda del gobierno; o en el resultado en empleo, que no ha cumplido las expectativas de las personas que se plantearon en campaña, etcétera?
Yo lo veo al revés. Esta última semana se reafirmó el liderazgo presidencial. Un Presidente que, en medio de semanas difíciles, da la cara en todos los programas de televisión y se abre a los medios es un gran activo a la hora de gobernar y retomar la agenda. Y en cuanto a las expectativas de empleo, corresponde un poco de paciencia. Aquí hay una secuencia: primero se gatilla el crecimiento y la inversión, luego crece el empleo y aumentan las remuneraciones.
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