Cambio de gabinete: Piñera privilegia a partidos para enfrentar “tercera y última etapa”

Foto: Mario Téllez

Presidente busca retomar el control de su gobierno con un nuevo diseño político, cediendo poder a la UDI y a RN en La Moneda y sumando a dirigentes de las distintas tendencias internas.


Eran las 15.40 de ayer y Gonzalo Blumel salió de La Moneda, entre aplausos, junto a Claudio Alvarado. Ambos habían dejado hacía dos horas sus cargos de ministros del Interior y Segpres, respectivamente, y se subieron juntos a una camioneta blanca conducida por el jefe de asesores del Ministerio del Interior, Andrés Sotomayor. Blumel -a quien antes de subirse al vehículo el exjefe de prensa del Presidente Sebastián Piñera Juan José Bruna le pidió sacarse una selfie- se subió de copiloto, mientras Alvarado, con los ojos llorosos, se sentó atrás, desde donde se despidió por la ventana.

De esta manera, Blumel y Alvarado sellaban su salida del gobierno tras haber estado juntos en la primera administración de Piñera y de haber estrechado lazos en esta segunda. Y, de paso, salía el último integrante del círculo de colaboradores que acompañó al actual Mandatario los cuatros años del exgobierno de Bachelet en la fundación Chile Avanza.

A ambos el Presidente les pidió quedarse, ofreciéndoles distintas alternativas, pero se negaron. No obstante, jugaron un rol clave en el diseño del quinto cambio de gabinete del Mandatario que se concretó ayer, con modificaciones en el comité político y en algunas carteras sectoriales, con lo que Piñera apuesta a una “tercera etapa”, como les comentó a los flamantes ministros, tras la ceremonia del cambio. Así, terminó arribando a Interior Víctor Pérez (UDI); a la Segegob, Jaime Bellolio (UDI); a Defensa, Mario Desbordes (RN) en reemplazo de Alberto Espina; a Cancillería, Andrés Allamand (RN) en lugar de Teodoro Ribera y un enroque entre Cristián Monckeberg (RN), que pasó de Desarrollo Social a la Segpres, y Karla Rubilar, desde la Segegob a Desarrollo Social.

Un diseño con el que el Mandatario apostó para sortear la crisis en Chile Vamos, que se consagró con la derrota que sufrieron la semana pasada en el Congreso con el despacho del proyecto de ley que permite el 10% del retiro del fondo de pensiones, y un malestar que se había originado, principalmente, por la decisión de no vetar la norma que establece el límite a la reelección de autoridades.

En medio de la crisis oficialista, el 8 de julio -cuando se aprobó la idea de legislar del retiro de fondos de pensiones-, el comité político en su totalidad había puesto sus cargos a disposición ante el Jefe de Estado, sin embargo, en esa oportunidad, Piñera entregó señales de apoyo y apostó a revertir el escenario, incluso, interviniendo él mismo en las tratativas, lo que finalmente fue infructuoso y terminó con recriminaciones cruzadas entre el gobierno y los dirigentes del bloque.

En este contexto es que, tras el despacho de esa iniciativa del Parlamento, Blumel se dio cuenta de que su continuidad en el cargo del Interior no se podía sostener debido a un desgaste personal y a que creía que su relación con la UDI, particularmente, no se iba a arreglar debido a que ese partido había puesto el foco de las críticas en él y presionaba por una modificación. Sin embargo, el ahora exjefe de gabinete tenía la convicción de que no iba a renunciar y dejar “botado” a Piñera, por lo que trabajó junto a él y Alvarado en un esquema en que el Presidente pudiera recuperar la gobernabilidad en el bloque para los 20 meses que le restan de su administración.

Esto, pese a que, en un inicio, el comité político se resistía a la idea de una modificación y la mayoría le transmitió al Gobernante que un cambio en el gabinete no iba a resolver el tema de fondo, ya que éste radicaba en los partidos. Una postura que, incluso, tenía el jefe de asesores del Segundo Piso, Cristián Larroulet. No obstante, la presión fue mayor y terminaron cediendo a la idea de que era necesario un ajuste.

El viernes pasado, en una reunión que sostuvo cerca del mediodía Piñera con Blumel, el ahora exministro del Interior le entregó una propuesta de diseño al Mandatario. A esa cita se sumó Alvarado, en la que discutieron el tema bajo una premisa: privilegiar la presencia de los partidos en el gabinete, poniendo figuras consideradas fuertes de cada colectividad y que representaran a las distintas facciones internas, con miras a establecer un esquema que, en la práctica, hubiese “responsabilidades compartidas” para evitar el fuego amigo y neutralizar los cuestionamientos al interior de la coalición. De esta manera, la prioridad más que la relación con la oposición, sostienen en el gobierno, fue ordenar las filas internas.

De ahí en adelante, la historia es conocida y los nombres que empezaron a surgir como alternativas también: la alcaldesa de Providencia, Evelyn Matthei; los senadores Víctor Pérez y Andrés Allamand; el diputado Jaime Bellolio y el hasta ayer presidente de RN Mario Desbordes estaban entre las opciones para arribar al gabinete. Si bien, sostienen en Palacio, que en un inicio se barajaron militantes RN para Interior, se zanjó que ese cupo tenía que ser UDI debido a que, dicen, era un partido “más disciplinado” que RN y podría contribuir más a ordenar el bloque.

Bajo esa premisa es que Piñera durante el fin de semana se contactó con Desbordes y la presidenta de la UDI, Jacqueline van Rysselberghe, para escuchar los pros y contras de un cambio, recibir propuestas de nombres y pedirles su compromiso para establecer un “nuevo trato” en Chile Vamos.

Las conversaciones continuaron lunes y martes. Incluso, el lunes en la tarde Piñera cerró con Desbordes y Allamand su llegada al gabinete en Defensa y Cancillería, respectivamente. Lo mismo hizo con Pérez en Interior -ya que era el favorito de Van Rysselberghe y Matthei descartó asumir-, mientras que a Bellolio en los días previos lo llamó el mismo Blumel para preguntar por su disponibilidad, sin decirle ningún puesto en específico, y Piñera lo contactó ayer, cerca de las 9.30, para ofrecerle el cargo de la Segegob.

En el caso de Rubilar, el Mandatario se lo comunicó presencialmente y, lo que más demoró, reconocen en Palacio, fue quién asumiría en el Ministerio de la Segpres, en el que terminó Monckeberg luego de que Espina y Ribera lo rechazaran.

En Palacio destacan que el diseño contempló que estuvieran representadas las distintas facciones de la UDI y RN. Por ejemplo, se incorporó a Pérez, que es cercano a la timonel UDI, mientras que Bellolio es afín a la disidencia. En el caso de RN, Allamand era crítico de la conducción del gobierno y con él adentro del gabinete detienen ese flanco y, además, los cuestionamientos de su esposa, Marcela Cubillos.

De igual manera, con Desbordes en Defensa, sostienen las mismas fuentes, “neutralizan” el estilo de liderazgo del extimonel de RN, quien fue él quien abrió la puerta a la discusión del retiro del 10% del fondo de pensiones. Es decir, sostienen en el gobierno, a dos personajes polémicos “los mantienes ni tan cerca para que te quemes, ni tan lejos para que hieles”.

A muchos les llamó la atención que Desbordes terminara aceptando ese cargo, debido a que, de esa manera, desecha sus pretensiones para competir en las elecciones senatoriales y de ir a la reelección en la presidencia de RN. En el gobierno aseguran que Piñera se lo pidió con miras a mantener la unidad en la coalición y que él aceptó porque era un cargo que siempre le gustó.

Luego de que se concretara el cambio de gabinete en el Patio de Los Cañones, a las 13.30, Piñera se reunió con los nuevos secretarios de Estado, a quienes les transmitió que este gabinete buscaba iniciar “una tercera y última etapa”, apuntando a que aspira a que sea su último ajuste.

Asimismo, el Mandatario les pidió buscar la unidad al interior de la coalición y no abandonar el diálogo con la centroizquierda. De igual manera, al igual como lo señaló en su discurso, definió seis prioridades: enfrentar la pandemia, fortalecer la red de protección social, recuperación económica, impulsar acuerdo en reforma previsional, resguardo de orden público y garantizar la realización de las elecciones que vienen, poniendo énfasis en que se realice con éxito el plebiscito.

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