Coloma, Ossandón, Elizalde, De Urresti, Órdenes y Araya, las primeras cartas para la nueva mesa del Senado
Tras la primera vuelta, los parlamentarios acordaron una serie de criterios para configurar a la testera que se inicia en marzo de 2022. Uno de ellos es que las bancadas con más representantes (RN, la UDI, el PS y el PPD) tengan prioridad para encabezar la Cámara Alta. La gran duda es cómo serán incluidos en las conversaciones los senadores entrantes del PC, el FREVS y del Frente Amplio.
Dos años de presidencia del Senado para el bloque de derecha-centroderecha y otros dos para las antiguas fuerzas de la Concertación es uno de los criterios preacordados en las primeras conversaciones que se han dado en el Congreso con miras al próximo período parlamentario (2022-2026).
La gran apuesta es convertir al Senado en un espacio de diálogo en momentos de polarización, que ayude a la templanza y la gobernabilidad del país, independiente de quién sea el ganador en la elección presidencial.
El acuerdo que se está construyendo tiene reminiscencias del llamado pacto Guzmán-Valdés, concretado en 1990, entre Jaime Guzmán (UDI) y Gabriel Valdés (DC), que permitió a este último convertirse en el primer presidente del Senado tras el retorno de la democracia. Ese pacto, además, se transformó en la piedra angular de la llamada “política de acuerdos” que predominó en la época de la transición.
Aunque la negociación oficial aún no comienza -según recalcan varios senadores-, en las tratativas informales y las primeras señales públicas, que comenzaron a darse tras las elecciones del 21 de noviembre, se configuró una opinión mayoritaria de que el empate de fuerzas en la Cámara Alta obligará a actuar con realismo político.
Según confirman senadores de ambos sectores, existe consenso de que es mejor buscar un entendimiento entre bloques en vez de apostar a alianzas “efímeras” con díscolos o independientes. Un senador comenta que la idea es evitar que se potencien los extremos o senadores descolgados como Karim Bianchi, cuyo padre negoció indistintamente con la derecha y la Concertación, lo que le permitió ser vicepresidente del Senado en dos ocasiones.
Un UDI, un RN, un PS y un PPD
Por ahora, en las conversaciones -realizadas en pasillos y rincones del hemiciclo- se ha preacordado que las bancadas con más representantes tienen la prioridad para encabezar el Senado. Con ese esquema preliminar, los comités de RN (12 senadores), la UDI (ocho integrantes), el PS (siete miembros) y el PPD (seis escaños) tendrían derecho a un año de presidencia.
En el caso del comité RN (que incluye a tres independientes), el senador José García Ruminot (quien es parlamentario desde 1990) es uno de los que mencionan sus pares por trayectoria. No obstante, en el partido dan por descontado que Manuel José Ossandón también buscará presidir el Senado debido al mayor peso que tendrá en la bancada con la llegada de dos senadoras afines: María José Gatica y Paulina Núñez. Con menos opciones, otros señalan a Francisco Chahuán, pero ello lo obligaría a abandonar su responsabilidad como presidente de partido, cargo en el que aún ni siquiera cumple seis meses.
En la bancada UDI el panorama está más claro. Juan Antonio Coloma es la carta indiscutida por ser el último “coronel” (fundador de partido) activo políticamente y por su trayectoria parlamentaria que culminaría en 2026 debido a la norma que limita la reelección.
En el PS hay nombres fuertes: Alfonso de Urresti (cuyo principal aval son las altas votaciones personales que ha obtenido en la Región de Los Ríos) y el actual presidente del PS, Álvaro Elizalde, quien tendría más apoyos dentro de su bancada. Si bien la jefatura partidaria puede ser una complicación, a diferencia de Chahuán, el mandato de Elizalde en el PS culmina en mayo de 2022, tras cinco años en el cargo.
En la bancada del PPD -donde ya ejercieron la presidencia de la corporación Ricardo Lagos Weber y Jaime Quintana-, según un dirigente de la tienda, ahora correspondería el turno a Ximena Órdenes y Pedro Araya, ambos independientes, pero elegidos en cupo del partido. También es una carta la recién electa Loreto Carvajal, pero en contra de ella juega el hecho de que lleva solo ocho meses en el Senado, al asumir en marzo de este año en reemplazo de Felipe Harboe.
¿Quién pone la banda al próximo Presidente?
Las conversaciones comenzaron días después de las elecciones entre los respectivos jefes de bancada: Ossandón y Rodrigo Galilea por RN; Coloma por la UDI; José Miguel Insulza por el PS; Francisco Huenchumilla por la DC y Guido Girardi por el PPD, además de la actual presidenta de la corporación, Ximena Rincón (DC). En esta ronda de contactos, que se han ido ampliando a otros legisladores en ejercicio y electos, también han participado Elizalde y Chahuán, en su calidad de jefes partidarios.
Una idea que promueven algunos senadores es que la mesa de la Cámara Alta sea integrada en forma cruzada. Por ejemplo, un presidente de derecha y un vicepresidente de la actual oposición, y viceversa. Ese esquema, sin embargo, no convence a algunos senadores electos, que prefieren que ambos bloques mantengan una distancia.
Otro criterio que sí está asentado es que el primer año de presidencia de la corporación sea asumido por un senador afín a quien sea elegido Presidente de la República. Si triunfa José Antonio Kast en las elecciones del 19 de diciembre, por ejemplo, la idea es que el Senado sea conducido en 2022 por un UDI o un RN. En caso de que gane Gabriel Boric, debiera ser un senador de la centroizquierda. Esta modalidad tiene una razón. En vista de que el titular del Senado es quien pone la banda presidencial al ganador, el objetivo es evitar una escena incómoda, por ejemplo, que un socialista tenga que otorgarle la investidura a Kast.
Otro punto que está preacordado es repartirse equitativamente y en forma alternada las dos comisiones estratégicas: Hacienda y Constitución.
Por ejemplo, si a la derecha se le concede la mayoría (tres de cinco senadores) y la presidencia de la Comisión de Hacienda, las fuerzas de la ex Concertación se quedarían con la jefatura y el control de Constitución. Al año siguiente, no obstante, cambiarían papeles: Hacienda pasaría a manos de la actual oposición y Constitución a la derecha.
Una vez resuelta la composición de ambas instancias, se definirá la integración de las comisiones de segundo orden estratégico, como Relaciones Exteriores, Defensa, Gobierno, Economía, entre otras.
Desde marzo de 2008 que las principales coaliciones no conformaban este tipo de pactos de gobernabilidad. Desde entonces, los dos bloques optaron por competir, apostando al apoyo de independientes y descolgados para lograr mayorías transitorias con el fin de presidir la testera y las principales comisiones del Senado. Debido a esa rivalidad, que también se acentuó en la Cámara de Diputados, el bando derrotado quedaba relegado a un rol secundario.
Ese fenómeno también provocó que, en varios años, la presidencia del Senado fuera ejercida por un opositor al gobierno de turno. Así ocurrió en las dos administraciones de Sebastián Piñera y en los últimos dos años del primer mandato de Michelle Bachelet.
DC y Evópoli en minoría
En las conversaciones también está pendiente cómo serían compensada las bancadas minoritarias: la DC, que mantendrá cinco senadores, y Evópoli, que subirá a tres representantes.
“Seguimos negociando”, advierte un senador de uno de estos comités, no dando por perdida la posibilidad de que uno de los suyos encabece el Senado en el próximo período.
Otros lo ven más difícil y explican que la compensación a la DC y a Evópoli podría darse en alguna comisión estratégica o en un par de vicepresidencias.
En el PPD, en todo caso, tampoco descartan la posibilidad de hacer un gesto a Yasna Provoste (DC), quien no alcanzó a culminar su año de presidencia del Senado por lanzarse a la carrera presidencial.
Bancada de Boric afuera del acuerdo
Si este acuerdo prospera, es probable que el senador electo del Partido Republicano, José Manuel Rojo Edwards, sea incluido dentro del bloque de derecha-centroderecha.
Sin embargo, la situación es distinta para la eventual bancada que conformarán las fuerzas políticas detrás de la candidatura de Boric: los PC Daniel Núñez y Claudia Pascual, los FREVS Alejandra Sepúlveda y Esteban Velásquez y el RD Juan Ignacio Latorre. A ellos podría sumarse la independiente Fabiola Campillai, quien hasta el momento no ha decidido cómo se articulará en el Senado.
Ese eventual grupo de cinco o seis senadores podría crecer a siete, incluso, si suman a Karim Bianchi, según especula un integrante de ese comité.
El problema es que la marginación de esa bancada de las negociaciones podría transformarse en un punto de tensión dentro de la convivencia en el Senado, en vista de que, además, el Frente Amplio y el PC han sido críticos de la lógica de consensos que predominó en los últimos 30 años.
Un senador de un antiguo partido de la Concertación señala que no es el ánimo marginar a la bancada de Apruebo Dignidad, no obstante, advierte que no ve espacio para que ellos puedan adjudicarse un año de presidencia en la Cámara Alta.
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