DC con primera chance de presidir la Cámara, pero PC no se baja

En un café céntrico aledaño a La Moneda, se reunieron el jueves los diputados Cristián Tapia (Independiente-PPD), Alejandra Placencia (PC) y Alberto Undurraga (DC) para comenzar a trazar un posible pacto administrativo que permita elegir una nueva mesa directiva de la Cámara Baja.

Esta cita luego fue complementada por una ronda de reuniones en La Moneda con más diputados oficialistas que también son parte de las negociaciones.

En esos encuentros en Palacio, en los que participó el ministro secretario general de la Presidencia, Álvaro Elizalde (PS), sin embargo, se restó Undurraga, dado que la DC no es parte de las fuerzas gubernamentales.

Si bien las conversaciones aún no están cerradas, varios participantes de estas reuniones sostienen que había una mayoría inclinada por adjudicarle a la DC la presidencia de la Cámara hasta marzo del próximo año. A cambio se está tratando de convencer al PC que asuma en el período siguiente, entre marzo y octubre de 2024.

Esta decisión, en todo caso, debe estar lista antes de la sesión de esta tarde, oportunidad en que los miembros de esta rama del Congreso deben elegir al nuevo presidente de la corporación y a sus dos vicepresidentes.

El desenlace de estas tratativas sigue en manos del Partido Comunista, que ya tuvo que ceder su cupo en noviembre pasado, en vista del veto que se levantó en contra de la diputada Karol Cariola (PC). Por ahora, la colectividad de izquierda aún no ha bajado formalmente sus aspiraciones de liderar la corporación en el próximo período.

Hasta este domingo, las negociaciones aún no se cerraban. De hecho, el jefe de bancada de la DC, Eric Aedo, sostuvo sobre el acuerdo que “esto se va a decidir cinco o diez minutos antes de la votación”.

Eso sí, el diputado Aedo dice que su partido está convencido de su postura, porque tomar otro camino, advierte, sería un error: “Presidir ahora la Mesa le corresponde a la DC. Creemos que quebrar ese acuerdo es propinarle una derrota política al gobierno, que puede perder el control de la agenda en la Cámara y regalarle gratuitamente un triunfo a la derecha”.

Para el PC, que en sus 111 años de historia nunca ha encabezado una de las ramas del Congreso, tendría un valor simbólico adicional: sería un acto reivindicatorio encabezar la Cámara para las actividades conmemorativas del próximo 11 de septiembre con motivo de los 50 años del Golpe Militar.

Si bien el PC tampoco ha resuelto quién es su abanderado(a), precisamente para no repetir la contracampaña personificada que se levantó el año pasado, existe una prelación evidente de quienes encabezan hoy la bancada: Luis Cuello (jefe de comité) y Alejandra Placencia (subjefa), aunque desde el oficialismo no descartan que la misma Karol Cariola resurja como alternativa si se garantizan los votos.

El viernes, en Radio Nuevo Mundo, el secretario general del PC, Lautaro Carmona, dijo que si el PC no ocupa la presidencia de la Cámara sería un nuevo incumplimiento del acuerdo administrativo que los partidos suscribieron.

El factor de los 50 años del Golpe, en tanto, es un tema de doble filo para la Democracia Cristiana.

A favor de la DC juega el hecho de que una presidencia de un comunista para las actividades conmemorativas podría ser un aliciente para que la derecha endurezca su discurso y eleve la crispación del Congreso, afectando la discusión de reformas sensibles para La Moneda, por ejemplo, la previsional. Pero, por otro lado, también pesa en contra que el aniversario del Golpe aumenta la sensibilidad en la izquierda por el rol que desempeñaron los legisladores democratacristianos hace 50 años.

Aunque la DC no ha definido oficialmente al miembro de sus filas que podría liderar la corporación, el diputado Ricardo Cifuentes tiene cierta preferencia, pero tampoco se descarta que el comité falangista opte finalmente por Eric Aedo (actual jefe de bancada) o Alberto Undurraga (presidente de la DC).

Según afirman personeros de la DC, Cifuentes es una carta firme para la presidencia. Reúne apoyo transversal por ser un nombre que facilita conversaciones. Además, tiene historia pasada con algunos parlamentarios, por su rol de subsecretario de Desarrollo Regional y Administrativo (Subdere) entre 2014 y 2018, en el segundo gobierno de Michelle Bachelet.

La mayoría que adquirieron las fuerzas oficialistas para retener el control de la Cámara es una de las secuelas políticas que tuvo el rechazo a la acusación contra el ministro de Educación, Marco Antonio Ávila, el pasado 12 de julio. Por 78 en contra y sólo 69 votos a favor el libelo fue desestimado, lo que se convirtió en una muestra de la mayoría que podría conseguir el oficialismo cuando tenga que elegir a la nueva mesa.

Incluso, esos números debieran ser mayores, ya que el día de la acusación hubo situaciones anexas que mermaron los votos en favor de Ávila. De partida, hubo ausencias por motivos de fuerza mayor y los cuatro diputados del PDG se han comprometido a votar junto al oficialismo en la elección de la mesa.

Las bancadas del oficialismo parten de una base de 64 diputados, que podrían crecer a 68 si se les añaden los votos de los cuatro independientes asociados a sus bancadas (Camila Musante, Mónica Arce, Félix González y Viviana Delgado).

Si a ellos se les suman los cinco diputados DC, el piso del oficialismo sube a 73.

Con los cuatro legisladores del PDG, el universo de votos escala hipotéticamente a 77.

Adicionalmente, la bancada del Centro Democrático Unido (CDU, integrada por exmilitantes DC, algunos de ellos hoy afiliados al recién creado Partido Demócratas) dieron una señal importante al rechazar el libelo contra Ávila. Si bien en el pasado el CDU compitió junto a la derecha en el anterior proceso para renovar la mesa de la Cámara, en esta ocasión todas las señales indican que ahora estarán junto al oficialismo.

Un punto de inflexión, en el giro del CDU, fue la reciente elección del vicepresidente de la Cámara, Cristián Tapia (Independiente PPD), el pasado 3 de julio. Si bien esa votación no tenía mayor trascendencia -pues Tapia sólo asumió por un par de semanas en reemplazo del renunciado Carlos Bianchi-, ese día obtuvo 78 votos, es decir, la mayoría absoluta de la Cámara. Esa votación se transformó en un apronte, en la primera medición de fuerzas entre el oficialismo y la oposición.

A partir de ese resultado, uno de los líderes de la bancada CDU, Miguel Ángel Calisto, notificó a la derecha que su comité no estaba dispuesto a correr nuevas aventuras testimoniales y públicamente comenzó a hacer un llamado para lograr un acuerdo amplio que dé gobernabilidad a la Cámara.

Por lo tanto, es altamente probable que el CDU esta vez apoye al candidato del Ejecutivo para presidir la corporación, más aún en vista de los roces que generó en la derecha la decisión de esa bancada de apoyar al ministro Ávila. Con este grupo de diputados, ligados al Partido Demócrata, el oficialismo contaría con una base hipotética de 81 votos.

Si a ello se le suman los respaldos que aportarían el legislador de Amarillos, Andrés Jouannet, y los independientes René Alinco, Pamela Jiles y Carlos Bianchi -quienes aparentemente estarían inclinados en votar por la carta gubernamental-, el oficialismo podría llegar incluso hasta los 85 votos de un total de 155.