El debate por el rol de las élites, los cambios y el retorno del malestar

iNFORME pnud 2024
El 14 de agosto, el Presidente Gabriel Boric, recibió oficialmente el texto del último infrome del PNUD sobre Chile. Fotografía, Fernando Ramírez, Presidencia.

A tres semanas del lanzamiento del último informe del PNUD sobre Desarrollo Humano en Chile, crece la discusión en torno al diagnóstico y las conclusiones del estudio que, en parte, La Moneda ha buscado plasmar en un relato anti "poderosos".


El 20 de junio de 2022, tres meses después de asumir el gobierno, el Presidente Gabriel Boric se reunió en La Moneda con el administrador del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, el brasileño Achim Steiner. Fue en el marco de ese encuentro cuando el Mandatario le pidió hacer un nuevo Informe de Desarrollo Humano específico sobre Chile.

Siete años habían transcurrido para entonces desde el último diagnóstico global del PNUD sobre la sociedad chilena. En 2015, con “Los tiempos de la politización”, el organismo dependiente de las Naciones Unidas había cerrado el ciclo que se inició en 1996 y que se tradujo en 11 investigaciones sobre cómo los chilenos perciben el desarrollo, las relaciones entre ciudadanía y élites y las demandas de cambios.

Documentos que generaron amplios debates y controversias -como el de 1998, titulado “Las paradojas de la modernización”, que instaló el concepto del malestar en la sociedad y dejó en evidencia la fractura entre “autoflagelantes” y autocomplacientes”, que dividió profundamente a la Concertación, que fuera calificada como la coalición de gobierno más exitosa en la historia de Chile.

Y aunque en 2017 el PNUD había decidido no volver a hacer estudios de esta envergadura referidos a Chile, en junio de 2022, Steiner acogió la solicitud de Boric.

Para el gobierno se trata de un insumo clave para dar un sustento teórico a una administración que asumió en una situación adversa, con un programa transformador, pero sin ninguna capacidad de llevarlo a cabo al no contar con mayorías en ninguna de las cámaras del Congreso. Con un país que había vivido pocos años antes el mayor estallido social de las últimas décadas y una pandemia. Y que, para ese entonces, ya avizoraba -en parte- el fracaso que se materializaría unos meses después, el 4 de septiembre de 2022, cuando fue rechazada por más del 62% de la ciudadanía la propuesta de nueva Constitución redactada por sectores progresistas. Lejos la derrota más significativa de la izquierda chilena desde el Golpe de Estado, a la cual La Moneda había apostado todo, y sobre la cual aún hay distintas aproximaciones en el oficialismo.

No es de extrañar, entonces, que el gobierno financiara la impresión y diseño del nuevo informe del PNUD 2024 y se hiciera cargo de organizar el acto de lanzamiento del documento en una ceremonia oficial en el GAM, encabezada por el propio Presidente Boric. O que el 23 de agosto pasado, sólo una semana después del lanzamiento del informe, la jefa de estudios del Segundo Piso, Luna Follegati, y el jefe de asesores del Presidente, Miguel Crispi, ambos militantes frenteamplistas, expusieran en detalle por más de 15 minutos los resultados y las principales conclusiones del informe a los presidentes y secretarios generales de los partidos oficialistas.

Y es que la reciente investigación del PNUD, que buscó responder ¿por qué nos cuesta cambiar? y ¿por qué se entrampan los cambios largamente demandados por la ciudadanía y cuya necesidad avala el conocimiento experto?, señala que en una amplia mayoría de los chilenos, pese a una creciente decepción frente al estancamiento del país, persiste en su deseo de cambios profundos, pero graduales.

El estudio alerta también sobre la mayor polarización política y el creciente distanciamiento entre la ciudadanía y las diferentes élites -política, económica, simbólica y social-, a las que acusa de ser los principales responsables de la obstrucción de los cambios, al atrincherarse en sus posiciones e impedir así los acuerdos y avances. A su vez, la élite es crítica de la ciudadanía, a la que califica de individualista y con falta de interés por los proyectos colectivos.

La conclusiones y recomendaciones del informe han generado debate y controversia. Desde que se dio a conocer, el 14 de agosto pasado, su contenido ha sido mencionado en a lo menos 400 artículos de prensa, entre ellos 70 editoriales y columnas de opinión, afirman en la oficina de PNUD en Chile. Y la cuenta recién comienza. En la última semana, los equipos a cargo de la elaboración del estudio han tenido una intensa agenda de encuentros con centros de estudios, universidades y académicos para presentarles el informe e intentar responder inquietudes.

Entre los críticos al informe hay consenso en la alta calidad de la data obtenida, como asimismo en la metodología empleada históricamente por el PNUD. No así respecto de cómo se llega a determinadas conclusiones y recomendaciones, las que -afirman algunos- no concuerdan en algunos casos con las cifras que levanta la misma encuesta.

Es ahí donde algunos investigadores y académicos acusan eventuales sesgos de izquierda.

“Este informe ilumina sesgadamente a cualquier persona que quiera hacerse una idea de Chile y solo alimentará a la ola de opinión publica que lleva años deslegitimando las recomendaciones de la ONU y el PNUD. Sostener que este es un informe descriptivo o que no tiene una agenda política muy izquierdista es algo lamentablemente indefendible”, señaló el director ejecutivo de la Fundación Progreso, Fernando Claro.

Algo en lo que concuerda el antropólogo social y columnista Pablo Ortúzar, quien esta semana, en el programa Terapia Chilensis, de Radio Duna, alertó: “Creo que este informe del PNUD hay que mirarlo muy de cerca y construir una reflexión inteligente a partir de él. Creo que está sesgado, porque parte de una élite de izquierda que trata de explicarse por qué fracasamos hace dos años, porque todas estas personas estaban esperando hace dos años el Apruebo (al primer texto de propuesta constitucional) y se les cae la estantería y, por lo tanto, requieren explicar eso y salvar el proyecto”.

Como causa de esos “relevantes sesgos ideológicos” del informe, Ortúzar señala que “están presentes en la composición y en los prejuicios del equipo de investigación, el que además interpreta los datos”.

En ese sentido, llama la atención la participación del sociólogo Pedro Güell en el equipo investigador, pese a que el actual presidente del directorio de la Fundación Horizonte Ciudadano, creada por la expresidenta Michelle Bachelet, no es desde hace muchos años funcionario del PNUD.

Güell es sindicado como uno de los artífices del diagnóstico del malestar ciudadano que sustentó el segundo gobierno de Bachelet y el proceso de transformaciones que intentó llevar adelante el gobierno de la Nueva Mayoría.

Sobre el criterio de selección de los investigadores que elaboraron el informe, Giorgiana Braga-Orillard, representante residente de la Oficina del PNUD Chile, explicó que “los profesionales involucrados en el informe, ya sea personal del PNUD a nivel nacional y regional, con colaboradores en el mismo, son personas seleccionadas por su alto nivel académico, y conforman un equipo multidisciplinario y diverso. Algunas de estas cuentan, además, con una dilatada experiencia en publicaciones anteriores del Informe de Desarrollo Humano en Chile”.

Ese sería precisamente el caso de Güell, cuya experiencia previa en al menos 10 de los informes del PNUD en Chile, tanto como consultor y coautor, avalaría su nueva convocatoria.

Boric
El 14 de agosto pasado, en el GAM, se realizó la ceremonia de presentación oficial del Informe de Desarrollo Humano en Chile 2024 del PNUD, con la presencia del Presdiente Gabriel Boric. Fotografía, Fernando Ramírez, Presidencia.

“El último informe del PNUD nos invita a reflexionar sobre las dinámicas sociales que han cruzado al país en los últimos años. Sin embargo, patologiza los procesos de subjetivación de los chilenos, asignándoles, además, demasiada responsabilidad en la dificultad del país para concretar los cambios. Hasta qué punto este diagnóstico habla más de quienes lo redactaron es objeto de otra discusión”, señaló hace unos pocos días el investigador del CEP Mauricio Salgado, en una columna donde deja en evidencia sus diferencias con algunas de las conclusiones del informe.

Según fuentes del CEP, Salgado escribió dicha columna al término de una extensa reunión del equipo de trabajo de ese centro de estudios, donde se analizó precisamente el informe del PNUD, por lo que reflejaría el parecer de sus colegas.

Para el sociólogo y académico, experto en educación y exministro de Estado José Joaquín Brunner, algunas de las críticas que se hacen al informe del PNUD son “las típicas reacciones que tenemos a estas alturas en una sociedad altamente polarizada, que tiende a leer cualquier cosa desde la óptica militantemente política”.

Brunner valora el informe del PNUD, calificándolo de un “muy buen insumo para el debate y la deliberación pública, especialmente en el momento en que nos encontramos, es decir, hacia la mitad de una administración, con un ciclo electoral de dos años y preparándonos para una discusión programática en el futuro”.

No obstante, al igual como fue crítico del informe del PNUD de 1998, que planteó la tesis del malestar social, Brunner también marca diferencias respecto de este último documento. “Creo que sí hay un diagnóstico equivocado, muy reduccionista y simplificador de la realidad chilena actual, donde hace aparecer como eje de toda la resistencia supuesta al cambio a la actuación del liderazgo político y el empresariado, a los cuales unidamente les llama ‘los villanos’. Es una especie de lectura posmoderna de la lucha de clases, donde lo que se hace parecer, por un lado, es el pueblo impoluto, con grandes motivaciones y anhelos, y por otro lado, a estos villanos que serían contrarios a cualquier modificación de la sociedad”, señala.

Más allá de la caricatura, reconoce Brunner, ese diagnóstico equivocado es, a su juicio, más bien propio del populismo contemporáneo, que “hace parecer esta polarización entre pueblo y la élite, y la élite como un monstruo todopoderoso, como dijo el Presidente el otro día, oscuro e instintivamente dedicado a frenar y hacer imposible los cambios anhelados por la sociedad”, dice.

Alguien que conoció de cerca el proceso de elaboración de este informe -que se extendió por casi dos años- es Hernán Larraín Matte. El extimonel de Evópoli y actual director del Proyecto Constitucional del Centro de Estudio Horizontal fue parte del Consejo Consultivo del Informe, defiende la seriedad del estudio, aun cuando, señala, eso no significa que comparta ni suscriba todo su contenido.

“Por la experiencia que yo tuve estamos frente a un trabajo que ha sido serio. Que tiene un punto de vista que responde a códigos que son más bien de izquierda, es una realidad, que creo tiene más que ver con una tradición de lo que son los informes del PNUD”, señala.

“Algunas de las conclusiones del informe, como consignar la necesidad de cambio, de que estos sean graduales, que se vuelva a valorar el crecimiento económico, que la democracia tiene apoyo, que los partidos políticos son instituciones importantes, que los líderes políticos que buscan acuerdos son valorados por la ciudadanía, me parecen cosas positivas y que no son parte de un ‘ideario de izquierda”, remarca Larraín Matte, al pedir que se dejen a un lado también los sesgos ideológicos en un debate que recién comienza.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.