
Elizalde-Cordero: la soterrada pugna de poder en la recta final del gobierno
Mientras el jefe de gabinete aboga por un rol más político y efectista para enfrentar la crisis de inseguridad, el ministro de Seguridad Pública -el primero en asumir este cargo- intenta poner distancia entre su agenda y la campaña electoral.

El pasado 23 de agosto el aviso de un grave atentado en Victoria, en la Región de La Araucanía, interrumpió bruscamente la noche sabatina del Presidente Gabriel Boric y sus ministros del Interior, Álvaro Elizalde, y de Seguridad Pública, Luis Cordero, quienes se comunicaron rápidamente entre ellos.
La información preliminar de Carabineros indicaba que desconocidos habían disparado contra una camioneta en que se desplazaban dos guardias de seguridad de la CMPC, lo que provocó la muerte de uno de ellos y heridas graves en el otro.
La violencia en la Macrozona Sur volvía a instalarse de golpe y porrazo en la recta final del gobierno y en plena campaña presidencial y parlamentaria -donde La Araucanía, un bastión de la derecha, es una de las circunscripciones donde se podría definir la mayoría del próximo Senado-.
Era, además, el primer asesinato a sangre fría que el gobierno enfrentaba en esta zona con el nuevo Ministerio de Seguridad Pública, el que inició sus funciones el 1 de abril tras una larga discusión política y legislativa.
La emboscada se producía en pleno estado de excepción constitucional, lo cual agregaba un ingrediente político adicional, y en medio de la polémica consulta indígena, recomendada por la Comisión Presidencial para la Paz y el Entendimiento, para encauzar el conflicto territorial con el pueblo mapuche, que coordina Interior.
Todos estos antecedentes fueron expuestos rápidamente esa noche por Elizalde y Cordero al Presidente, en una especie de competencia, para que definiera el plan de acción, mientras la información continuaba llegando a goteo a los chats de las tres autoridades.
Tal como había ocurrido la semana anterior, tras los graves hechos de violencia entre los barristas de Independiente y Universidad de Chile -que terminó con cientos de hinchas nacionales detenidos y una veintena heridos-, el Presidente tenía dos opciones: dejar a cargo a Elizalde, con “muñeca” política y un perfil más efectista, o a Cordero, con su actuar pausado, riguroso y jurídico.
Esta vez Boric optó por su ministro de Seguridad. Por él pasarían las primeras decisiones, entre ellas, enviar inmediatamente a los jefes de los departamentos de Criminalística de Carabineros -Labocar y O.S.9- al lugar de los hechos y la postura ante la aplicación o no de la Ley Antiterrorista que, sin duda, sería el tema al día siguiente.
Elizalde, cuyo rol político como enviado de Boric a Buenos Aires había sido muy bien evaluado por el gobierno (se reunió con la ministra de Seguridad argentina, Patricia Bullrich, y logró en tiempo récord la rápida liberación de los hinchas chilenos), esta vez se quedó sin voz ni voto. Es más, hasta el cierre de esta edición el jefe de gabinete no se había referido a la emboscada ocurrida en la ruta del sector Selva Oscura, en Victoria.
A inicios de la semana Cordero tomó el control de la crisis e hizo su rayado de cancha. “Aquí hay un crimen alevoso (…) Yo en particular, como ministro de Seguridad, no voy a transformar un hecho de estas características en una estrategia comunicacional, porque aquí lo que importa son los resultados”, señaló el martes a primera hora, en una entrevista en Tele13 Radio.
Consultado si viajaría a la zona, el abogado no dijo si lo haría, pero también aseguró que no estaba descartado. “En este cargo he aprendido que las autoridades deben contribuir y no estorbar. Cuando un ministro asiste a una región, en un contexto de una investigación, uno tiene que tener mucho cuidado en no distraer la atención”.
Horas después, Cordero suspendió una actividad en la comuna de Independencia y partió rumbo a Temuco para participar en el velatorio del trabajador asesinado, Manuel León Urra, y otras actividades sin prensa y con un estricto bajo perfil.
La mañana del miércoles Cordero -junto al director general de Carabineros, Marcelo Araya- partió desde de Temuco rumbo a una actividad en Coquimbo, a bordo del avión BE 20 -el mismo que hace poco menos de un año hizo conocido el exsubsecretario Manuel Monsalve, al viajar a Concepción en medio del escándalo político y judicial que hoy lo tiene en arresto domiciliario-.
“Lo ocurrido en Victoria es un tema de seguridad, pero tiene muchas variables políticas, porque estamos hablando de terrorismo. Por ello, uno hubiese esperado que el ministro del Interior, a lo menos, dijera algo, diera una pauta o viniera para acá”, señala el diputado de la zona Andrés Jouannet (Amarillos) e integrante de la Comisión de Seguridad de la Cámara Baja.
“No se nota una coordinación entre ambos ministros y observo que Cordero siempre termina copando todos los espacios y siendo el ministro del Interior”, agrega.

La delgada línea
La gran apuesta de Boric y del oficialismo era que el flamante ministerio sacara de La Moneda la crisis de inseguridad y, de paso, revirtiera la pésima percepción ciudadana ante este tema. Se tenía la expectativa de que quien fuera su primer titular, además, no solo echara a andar la nueva cartera, sino que también tuviera a la vista la relevancia política de este tema en un año electoral. Junto con ello, la apuesta era que el nuevo Ministerio del Interior -con un rol 100% político- sería el eje del poder. Nada de ello ha ocurrido y, para varias fuentes de gobierno, el poder comunicacional de ambas instituciones se ha ido diluyendo.
Desde el gobierno, sin embargo, aseguran que todos los indicadores de seguridad han mejorado en este gobierno y que “pensar que con la creación del nuevo ministerio se iba a resolver este problema de la noche a la mañana es una estupidez”.
En las últimas semanas, la golpiza a los hinchas de la U en Avellaneda, el crimen del empleado de la CMPC y una serie de otras tensiones internas entre ambas carteras cristalizaron una soterrada pugna de poder entre Elizalde y Cordero.
Desde veredas diferentes, ambos secretarios de Estado se han ido ganando la confianza de Boric. Hoy -junto con la ministra Camila Vallejo; el jefe de gabinete del Presidente, Carlos Durán, y el director de la Secom, Pablo Paredes- son parte del “comité de crisis” de La Moneda, donde se toman las decisiones estratégicas más relevantes del gobierno. Y a pesar de tener el mismo domicilio político -el Socialismo Democrático- poseen estilos diferentes.
En estos meses ha quedado expuesta la delgada línea que divide a ambos ministerios. Aunque el tema de la seguridad quedó a cargo de la nueva cartera, el titular del Interior sigue siendo el jefe de todo el gabinete, incluido Cordero.
“Es evidente que el ajuste en las competencias de seguridad ha necesitado de harto diálogo y definiciones. Ni Elizalde es sólo político ni Cordero es sólo académico”, señala una fuente de La Moneda.
También hay una serie de temas que ambos comparten, como la inmigración ilegal, donde han chocado un par de veces. El pasado 29 de julio Elizalde anunció un comité interinstitucional para coordinar la gestión de fronteras, en una pauta de prensa desde el complejo Chacalluta, a la cual no fue invitado Cordero. Esto, según fuentes de La Moneda, habría molestado a las autoridades de Seguridad.
También comparten la responsabilidad de la concreción en el Parlamento de las leyes de inteligencia, infraestructura crítica y seguridad municipal, contenidas en el fast track legislativo acordado entre La Moneda y la oposición. Las tres están rezagadas en el Congreso y podrían quedar en carpeta.
“No vemos que el gobierno, a través de Elizalde y Cordero, le imprima un sentido de urgencia para aprobar estas leyes. Da la impresión que tiraron la toalla y están preocupados de otras cosas”, señala el presidente de la Comisión de Seguridad de la Cámara de Diputados, el republicano Cristián Araya.
Aunque cercanos a los dos secretarios de Estado aseguran que se llevan bien, tienen una relación cordial, profesional y hablan varias veces al día, desde el Congreso no los ven como una dupla afiatada.
“No se ven juntos, como se veía, por ejemplo, a (Mario) Marcel y (Jeannette) Jara todas las semanas durante la tramitación de la reforma previsional”, cuenta un diputado.

El difícil reacomodo de Elizalde
Por el lado de Elizalde, fuentes oficialistas advierten que no ha logrado llenar el vacío que dejó en su ministerio la salida de seguridad pública. Tampoco -agregan- ha logrado tomar las riendas de un equipo político debilitado tras la salida de Tohá, Jara y recientemente Marcel.
El diputado Jorge Alessandri (UDI), quien participó en la tramitación de la nueva cartera de Seguridad, dice que ello era esperable: “A los primeros ministros del Interior les va a costar asumir esta nueva función y espero que los presidentes, este y los que vengan, le den ese espacio para apoyar en lo que más le cuesta al Estado, que es la coordinación de todo el aparato público y la descentralización. No podemos estar luchando contra el crimen organizado con un Estado desorganizado”.
Sin embargo, muchos dirigentes responsabilizan al expresidente del PS de la imposibilidad de alinear a todo el oficialismo para que compitiera en una sola lista parlamentaria y la falta de decisión para avanzar en una reforma al sistema político que terminara con los llamados partidos “callampas” (término que se ha utilizado para calificar a las colectividades que tienen menos de un 5% de intención de voto).
Tampoco ha logrado sacar lustre a su rol de Vicepresidente de la República -como en su momento lo hicieron José Miguel Insulza en el gobierno de Ricardo Lagos, Edmundo Pérez Yoma en Bachelet 1 y Andrés Chadwick en Piñera 1 y 2- y aminorar que el Mandatario caiga en el síndrome del “pato cojo”.
Desde el PPD le reprochan, además, no habérsela jugado por la opción presidencial de Tohá.
Todo ello, en medio de una campaña electoral cuesta arriba, donde el candidato del Partido Republicano, José Antonio Kast, hoy es el favorito para llegar a La Moneda, según indican las encuestas.

Mundos (casi) opuestos
Elizalde (55) y Cordero (53) se conocen desde hace más de 30 años, cuando ambos estudiaban Derecho y militaban en la Juventud Socialista, en los movidos años del inicio de la transición. “Aunque nunca fueron amigos, siempre se respetaron el uno al otro”, señala un dirigente del PS. “Tienen muchos amigos en común”, agrega otra persona cercana a los dos.
Tras salir de la universidad tomaron caminos distintos. El actual jefe de gabinete hizo una exitosa carrera política al interior del PS, siendo presidente de la colectividad, ministro en Bachelet 2 y presidente del Senado.
Su par de Seguridad, en cambio, dejó la militancia para dedicarse a la academia. Fue profesor de Derecho Administrativo de la Universidad de Chile e investigador del Centro de Regulación y Competencia desde su creación, y lo más cercano a la política fue su cargo de director del Centro de Estudios Espacio Público y columnista en medios de comunicación.
Tras la repentina salida de Marcela Ríos del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, por su responsabilidad en el caso Indultos, Boric designó a Cordero como su sucesor, tras ser recomendado por la entonces ministra del Interior, Carolina Tohá, el 11 de enero de 2023.
De la mano de Tohá, Cordero comenzó a ganarse la confianza de Boric y convivir con el equipo político, al cual se sumaría Elizalde. El 19 de abril de 2023 el líder del “tercerismo” en el PS renunció al Senado para asumir como ministro secretario general de la Presidencia (Segpres), en reemplazo de su compañera de partido Ana Lya Uriarte, quien dimitió por problemas de salud.
Sus cercanos cuentan que el titular de Justicia se sentía como pez en el agua en las oficinas de Morandé 107, alejado de la trinchera política, pero requerido constantemente como “asesor jurídico” en las distintas crisis que golpearon al gobierno.
Pero el escándalo protagonizado por el subsecretario del Interior Manuel Monsalve, en septiembre de 2024, cambió sus planes bruscamente. Contra su voluntad, pero tras la insistencia de Boric, asumió en reemplazo del cuestionado exhombre fuerte de la seguridad.
Debió trasladarse a La Moneda, aprender especialmente del manejo de las policías, pero lo más complicado para él -señalan sus cercanos- fue entrar al mundo de la política, donde nunca se ha sentido cómodo.
Pero no sería todo. La caída de Monsalve dejó vacante el cargo de ministro de Seguridad y Boric volvió a recurrir a Cordero.

Una de sus primeras definiciones en medio de la agitada llegada a las nuevas dependencias de calle Teatinos 220 fue hacer alianzas políticas con alcaldes oficialistas, pero también con los de oposición para mejorar la coordinación policial.
Cordero se ha reunido y realizado actividades públicas con los alcaldes Jaime Bellolio (UDI, Providencia), Paula Gárate (UDI, Melipilla), Max Luksic (ind. UDI, Huechuraba), Camila Merino (Evópoli, Vitacura) y Agustín Iglesias (ind., Independencia), entre otros, lo que algunos en Palacio no han visto con buenos ojos. Más aun, una de las críticas más recurrentes a Cordero del mundo frenteamplista es que no se enfrenta a la derecha.
Una fuente cercana a Cordero reconoce que le cuesta moverse en las arenas políticas, pero “él no va a cambiar su manera de ser, porque no es un político. No se va a meter en política. Él no va a estar haciendo sumas y restas políticas chicas, como darle preferencia a un alcalde de izquierda por sobre uno de derecha. Y esa línea Boric jamás la ha pauteado”. Es más, cercanos a Cordero señalan que así se lo dejó claro a Boric cuando le pidió asumir el desafío.
En cambio, sí ha establecido una relación estrecha con los jefes de Carabineros y la PDI. Cercanos al ministro cuentan que todos los fines de semana visita en privado a los funcionarios policiales hospitalizados y va a distintas comisarías y retenes policiales, donde comparte con el personal.
“No recuerdo otro momento en democracia en que Carabineros, PDI y el gobierno hayan estado tan coordinados entre sí”, señalan un personero de gobierno.
El abogado experto en Derecho Público también ha estrechado la relación con Vallejo y quien la reemplazó en el cargo durante su pre y posnatal, Aisén Etcheberry.
Algunos señalan que el esfuerzo de Cordero podría tener una recompensa. Boric tiene hasta el fin de su mandato para llenar el cargo de consejero del Consejo de Defensa del Estado (CDE) que quedó vacante tras la salida, por jubilación, de Jaime Varela. De ahí que el nombre del abogado haya sonado como una de las posibles salidas del último cambio de gabinete.
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