Enrique Bassaletti (Maipú): “Al gobierno le sale de la guata esa desconfianza, esa mirada crítica a Carabineros”

Enrique Bassaletti
05 Septiembre 2024 Entrevista Enrique Bassaletti, ex oficial de Carabineros, candidato a alcalde por el Partido Republicano Foto: Andres Perez

El general (R) -pieza clave del alto mando de la policía durante el estallido social- dice que no le cree al gobierno su giro en torno a la valoración de esa institución ni los gestos de arrepentimiento por las críticas que plantearon durante el 18-O. Convertido ahora en la carta de los republicanos a la alcaldía de Maipú, asegura que la comuna "está en la UCI" en materia de seguridad. Y reconoce que vencer al actual edil, Tomás Vodanovic (FA), "no es fácil".


“Yo hoy lo puedo reconocer, porque cuando uno es carabinero, en verdad que el tema de ser apolítico y obediente está marcado muy a fuego”, dice de entrada Enrique Bassaletti, general (R) de Carabineros y candidato a alcalde por el Partido Republicano por Maipú. ¿Y qué es lo que reconoce? “Yo sí miraba con atracción lo que representa este partido en orden a ser del sector de la derecha”, relata, y agrega que sobre todo a su fundador, José Antonio Kast. “Es una persona que a mí me resulta atractiva, es decir, es choro, es consecuente”.

El anuncio de que su nombre estará en el voto de octubre sorprendió a Chile Vamos, en ese momento enfrascado en una difícil negociación con los republicanos. Pero la carta presidencial de esa coalición, la alcaldesa de Providencia, Evelyn Matthei, le dio rápidamente su respaldo. Bassaletti dice que estima a Kast y a Matthei por igual. “Los quiero a los dos, pero votaría por Kast, porque tengo un concepto de lealtad puesto en mi corazón a fuego”, confiesa.

No se trata de cualquier excarabinero. Durante el estallido social de 2019, Bassaletti -de 56 años- fue director nacional de Apoyo a las Operaciones Policiales y estuvo a cargo de la Zona Metropolitana Este, conocido como el anillo Plaza Italia, en la comuna de Providencia. Siempre defendió el actuar de la policía durante el 18-O. Sin embargo, junto a otros seis generales, fue sumariado por Contraloría, que los acusó de responsabilidad de mando por irregularidades en tareas de control de orden público. Los generales recurrieron a tribunales, donde presentaron una demanda de nulidad de derecho público, la que fue acogida en 2023. Contraloría y el CDE apelaron, pero ello aún se encuentra sin resolución.

Pasó a retiro en 2021, tras lo cual se desempeñó como director de seguridad de La Reina y asesor de Kast en estos temas. Hoy enfrenta al alcalde Tomás Vodanovic (FA), quien corre con ventaja en estos comicios. El general (R) critica con fuerza la aproximación que el oficialismo tiene a los temas de orden público y duda del giro que ha tenido el gobierno en estos años.

¿Es sin retorno este ingreso a la política?

No lo sé. Estoy muy concentrado y me atrae mucho el tema de la alcaldía, porque vengo de una. Encontré que hay un mundo de oportunidades que desconocía, en verdad.

Hay muchos alcaldes que se escudan en decir “el tema de la seguridad no es mío, es de Carabineros, o es del Ministerio Público”. Pero yo descubrí en La Reina que hay cosas que si uno hace distintas, puede cambiar la vida de las personas. Así que cuando Kast me hace esta invitación, fue una sorpresa, y luego pensé en el desafío enorme. Por la persona que está, por el apoyo que tiene, pero además por la dimensión de la comuna, por lo fregada que está. El riesgo es muy alto. Yo creo que lo que me atrae precisamente es que es un desafío. Y mi vida personal, profesional, ha estado marcada siempre por desafíos.

De perder, ¿le gustaría emprender una candidatura parlamentaria?

Me lo han preguntado y, para ser sincero, no lo tengo decidido. Soy un hombre que cree mucho en el presente y mirando el futuro, naturalmente. Y estoy con toda la energía en esto. Lo que creo saber hacer bien es tomar decisiones en el ámbito local. Las diputaciones, las senadurías tienen otro relato. Que yo no lo descarto, pero ni siquiera me he puesto a pensar.

Usted viajó a El Salvador y a Hungría, con Kast. ¿La política de seguridad salvadoreña es una experiencia que en Chile no se debiera descartar?

Esta búsqueda de ir a mirar modelos -El Salvador, Hungría, Inglaterra- pretende hacer un análisis comparado. Y la palabra comparada no es casualidad, porque las circunstancias, por ejemplo, en las que se encontraba El Salvador eran otra cosa a la crisis que hay en Chile. Estábamos frente a un Estado fallido. Entonces, las soluciones disruptivas funcionan de acuerdo a esas realidades. Pero ¿sabes lo que recogimos? Son los conceptos.

¿Como cuáles?

Como, por ejemplo, el tratamiento diferenciado de criminales que tienen un país tomado, como eran las maras en ese caso. Aquí no tenemos maras, tenemos crimen organizado, otras expresiones de crimen. Pero tan dañino como aquel, que sugieren que ya está bueno que se eche una revisada a la reforma procesal penal, que fue muy buena. Pero han pasado 20 años y no nos hemos detenido a hacer una evaluación. Y yo digo, y aquí lo engancho con El Salvador, que una de las cosas que hay que cambiar es reconocer que se pasó la mano en lo garantista.

¿Y eso qué tiene que ver con El Salvador?

Tiene que ver con que cuando hay criminales que tienen una conducta que está muy por encima de la criminalidad, amerita tener medidas muy rigurosas, por ejemplo, a la hora de que tengan medidas cautelares efectivas. Y eso requiere valentía y voluntad, porque se empieza a mezclar con los derechos humanos, ¿no? Yo adhiero absolutamente a los derechos humanos. Lo que me pasa es que, a veces, en un paquete meten diferentes derechos y los caratulan de humanos y ese es un problema.

¿Cuáles, por ejemplo?

Por ejemplo, cuando un delincuente común y corriente asalta un banco y arranca. Y va la policía e interactúa con esos delincuentes, usa la fuerza y le produce la muerte, o alguna lesión gravísima, a no ser que se demuestre que hubo un dolo en la policía, que actuó con ganas de producir ese daño y lo pudo haber evitado, que es la excepción. La regla es que el Estado, a través de la policía, usa la fuerza para mitigar, controlar un delito. Si esa acción común y corriente siempre tiene una mirada de desconfianza hacia que hay una violación de los derechos de esas personas que delinquieron, estamos en un problema.

Volviendo a El Salvador, ellos construyeron una política pública. La cárcel es el efecto. La recuperación del Estado era el objetivo. Volver a tener el control.

Según una encuesta de la UDP, la gente está prefiriendo gobiernos más autoritarios a la democracia para poder combatir la delincuencia.

Precisamente ese es el riesgo. Porque uno podría decir lo que necesitamos es un líder fuerte y que vaya violentamente contra los criminales. Pero no, yo digo que para evitar eso, el Estado se tiene que poner las pilas y tiene que ser capaz de distinguir, tiene que sacarse los fantasmas del pasado. Y eso amerita transformaciones.

¿Esas transformaciones implican cambiar la mirada de los derechos humanos en Chile?

Sí, derechamente lo digo, sí. Porque no existe una persona normal que pueda avalar, por ejemplo, la tortura con el objetivo de lograr la confesión. Estoy hablando como cuando era carabinero. Hay que ser capaz de desagregar los aspectos que realmente son intolerables desde el punto de vista de la violación a los derechos humanos y, por otro, generar la convicción de que hay ciertos castigos razonables que tienen que caerles a los delincuentes, como por ejemplo, que estén presos los años de la condena.

Y no como hoy, que existen 30 mil mecanismos diferentes para que se cumpla la mitad, si se porta bien, si se vuelve cristiano. Hay que tomar decisiones disruptivas dentro del marco de un Estado de Derecho, la protección de los derechos humanos no está en discusión. Pero cuando te envuelven en una misma olla de grillos todas las cuestiones, nos perdemos.

La seguridad es el eje de la candidatura. ¿Es una promesa alcanzable para un alcalde? ¿O es algo que reditúa en campaña?

Sí, reditúa, porque si no estuviera el clima de inseguridad y Maipú no estuviera en la UCI, mi discurso no tendría ningún sentido. Pero la realidad, cruda y dura, es que hoy tenemos una crisis global y con focos en ciertas comunas como Maipú.

¿Qué es lo que yo observo? Que las autoridades nunca se hacen cargo en términos de su responsabilidad. Los alcaldes, es verdad que no tienen una determinación vinculante con las policías, con el Ministerio Público, por ejemplo. No les pueden dar órdenes. Pero ¿qué es lo que sí pueden hacer? Trabajar en las causas. Y son múltiples: la falta de educación, de oportunidades laborales, la inmigración irregular, el espacio público. ¿Y de quién es responsabilidad el espacio público? Es de los alcaldes.

Y en ese sentido, ¿cómo evalúa la gestión de Tomás Vodanovic?

Yo creo que está muy al debe. Yo evito ser odioso y hablar mal de las personas y no quiero dudar de las intenciones que él tiene o tuvo. De hecho, uno las puede ver en su programa de gobierno local, en su cuenta pública. Y ahí hay una distancia muy grande entre lo que comprometió y lo que pasó. Y segundo, decisiones erráticas. Esto se deja ver en los resultados, o en la carencia de indicadores, por ejemplo.

O sea, ¿no ha sido una prioridad del alcalde el tema de la seguridad?

Él señalaba que sí, pero los resultados han sido pobres y se podría hacer mucho mejor. Pero no tan solo la seguridad. Porque ninguno de los otros ejes, como la salud, la educación, los espacios públicos, va a arrancar si no eres capaz de cambiar las cosas en materia de seguridad. Hoy día hay estado de sitio en Maipú.

Si es así, ¿cómo Vodanovic está tan bien en las encuestas? No es un candidato fácil de ganar.

No, es un tipo que está muy proyectado. Él tiene condiciones personales bien valorables. Es un profesional, hizo un magíster en Georgetown. Todo eso proyecta una imagen construida desde el buenismo. Pero también creo que está muy inflado. La carencia de liderazgo dentro de la izquierda es evidente. O sea, tienen una presidenta que no quiere ir y es la que aparece en las encuestas como la competidora de la derecha. Y los nombres que había se cayeron con el caso convenios. Creo que su popularidad es desde afuera. No necesariamente de Maipú. Él tiene mucho de esa construcción un poquito artificial de un tipo joven, idealista, que quiere cambiar. Pero ya vemos dónde terminamos con los idealistas. Porque no hay que olvidar que Tomás Vodanovic pertenece a un partido que hace alianzas con el Partido Comunista.

¿Le da para ganarle?

Yo creo que sí. No es fácil, tengo una tarea gigantesca.

Vodanovic fue de los primeros en el FA en plantear un giro respecto de la valoración de Carabineros, al que luego se sumó todo el gobierno. ¿Les cree?

No les creo. Es súper interesado. ¿Por qué ahora? ¿Por qué no en el momento del estallido delictual? Aquí hubo inventos como el centro de tortura de Baquedano. La ministra vocera de gobierno junto con la presidenta de la Cámara de Diputados lo dieron por hecho cierto. ¿Y dónde está la disculpa del corazón? Jamás he visto un reconocimiento desde el arrepentimiento. Sino que es bastante interesado.

¿No ve una disculpa genuina?

Claro. ¿Qué pasa con las acciones concretas de este arrepentimiento? ¿Cuáles son? ¿El guiño por la prensa? ¿O realmente estamos empujando normas en el Congreso? Ahí está la incoherencia. Cuando se discutió la Ley Nain-Retamal ¿qué dijo la ministra Tohá? “La ley de gatillo fácil”. O sea, al gobierno le sale de la guata esa desconfianza, esa mirada crítica a Carabineros. Me faltan las acciones concretas de arrepentimiento.

¿Usted cree que, como acusa la derecha, el FA y el PC debilitaron a la institución de Carabineros?

Sí, absolutamente. Yo lo viví, no lo creo. Yo era un general de la República. ¿Sabes lo que pasaba en la noche? Que pensaba que había una falta de comprensión. Pensaba: ¿Qué hace que nos odien tanto? No lo podía creer. Después lo comprendimos. Son los costos de un fin, como dijo el difunto Presidente Piñera, que era un intento de golpe de Estado. Y para eso tienes dos alternativas. O vences a la fuerza que está preocupada de mantener el Estado de Derecho, Carabineros típicamente, o los corrompes.

Yo en algún momento temí que pudiera desaparecer la institución como la conocíamos. Los mismos personeros que estamos conversando lo decían en sus redes: “Hay que refundar esa institución de gorilas”. Yo creo que hizo mucho daño.

Por otro lado, la justicia ha acreditado que funcionarios de Carabineros cometieron delitos en esta época. ¿Hace un mea culpa por la actuación de la institución en esos meses?

Los grandes mea culpas no existen por lo que ocurrió, sino por lo que uno pudo haber advertido antes para prepararse mejor.

¿En qué sentido?

Por ejemplo, en tener la cantidad de herramientas disuasivas suficientes. Porque nunca, lo confieso, me representé una crisis de la magnitud, la perdurabilidad, la simultaneidad de que esto se trató.

Usted fue sumariado por la Contraloría por su responsabilidad de mando. ¿Le va a salpicar el tema de los derechos humanos en la campaña?

Esa es otra historia y es re buena para mí, porque tú sabes cómo terminó. Pero espero que no, porque en verdad duermo muy tranquilo en la noche, porque no tengo ningún flanco en mi honorabilidad, ni en el tema del delito por omisión. Yo era parte del alto mando y no estoy querellado, no estoy imputado en nada.

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