Felipe Alessandri: “Santiago no es una carrera corrida, enfrento a candidatos sumamente competitivos”
Confía en que el inicio del proceso constituyente terminará con la violencia en su comuna y, de lograr un segundo periodo, iniciar una megarreconstrucción del centro de la capital, la cual ya delinea.
Hace cuatro años, tras dos períodos como concejal de Santiago, Felipe Alessandri Vergara (46) luchó por ser el candidato a alcalde de Chile Vamos en esta comuna. Defendió su mejor derecho contra las encuestas, contra su propio partido, Renovación Nacional, e incluso contra Joaquín Lavín.
Esta vez, en su reelección, no tuvo competencia interna y la oposición tampoco puso competidores con tonelaje político, quizás entendiendo que sería una batalla perdida.
En el papel, sus contendores más fuertes son dos actuales concejales de Santiago, el mediático abogado Alfredo Morgado, quien representa al PPD, y la joven economista del Partido Comunista Irací Hassler, quien fue proclamada por varias organizaciones sociales. Los otros competidores son Helmut Kramer (PH), Danilo Ramírez (P. Ecologista Verde) y Boris Araos (Unión Patriótica)
¿Qué pasó con ese anhelado balcón que mira a Plaza de Armas y que en elecciones anteriores era el premio principal de las municipales? ¿Qué pasó con la otrora “madre de todas las batallas”?
Sentado en la oficina que fue de su padre, el abogado y político Gustavo Alessandri -en la esquina de Agustinas con Morandé-, el alcalde responde: “A mí siempre me dio pudor esto de que Santiago fuese la madre de todas las batallas, esto del balconazo o la antesala de la presidencial. Por eso, la noche que gané, habiendo podido celebrar en aquel balcón, porque era concejal, me fui a celebrar a un cité de la calle Viel, y al día siguiente, a tomar desayuno donde La Luchita, en el Matadero Franklin, donde he ido siempre. Nunca he pensado en esta alcaldía como un trampolín político, jamás he querido ser diputado, senador, ministro ni nada. Entonces creo que ese sello ciudadano que le he dado a mi gestión desde el día uno le fue quitando este protagonismo exacerbado que tenía Santiago”.
Para muchos, esta elección en Santiago es carrera corrida. ¿Por qué cree que esta vez la oposición no puso candidatos fuertes?
No, yo discrepo de eso. Esta no es una carrera corrida, es una batalla que está abierta. Van cinco candidatos de la oposición sumamente competitivos, dos concejales -un PPD y una comunista- y eso te habla de que la política ya no aguanta estos dedazos de antes donde ungían candidatos sin tener conocimiento del territorio. Los concejales que compiten, a mí me consta, están en la calle. Y los otros tres son dirigentes sociales de territorio. No hay que mirar en menos a los concejales. Yo hace cuatro años era un simple concejal que hizo la pega y dejó en el camino a varias figuras de mi sector y luego a una exministra que se perfilaba como la sucesora política de la Presidenta Bachelet, como fue con la señora (Carolina) Tohá.
Quizás también no hay interés en dirigir una de las comunas del país más afectadas por la violencia tras el estallido social...
La tónica en Santiago es que nadie se ha reelegido, salvo (Jaime) Ravinet, porque es una comuna muy compleja y en mi período se demostró una vez más. He tenido que enfrentar marchas de estudiantes, el estallido social, la pandemia y este nuevo Santiago que, desde el último censo del 2017, ha aumentado su población en 200 mil nuevos vecinos y vecinas. Somos la comuna con más migrantes en Chile, con casi la mitad de nuestros residentes, que son un gran aporte. Somos la comuna con más millennials, con más niños en edad preescolar y, todos los días, vienen dos millones y medio de personas. Además, tuvimos la cuarentena más larga del mundo, con 143 días.
¿Cuál ha sido el momento más complejo en estos cuatro años?
Sin duda, cuando ha habido violencia y destrucción. Habíamos llenado de color el Paseo Bandera, creado el Festival de la Luz, recuperado las finanzas de un Teatro Municipal que recibí en quiebra, disminuido el comercio ambulante; se habían abierto nuevos locales, como el Castillito del Forestal, nuevos restoranes y emprendimientos, habían vuelto oficinas des abogados al centro, y el 2019 el metro cuadrado más caro de Latinoamérica era la esquina de Ahumada con Puente, donde no había ningún local disponible. El centro estaba vibrante, lleno de color, y vino el estallido social y hasta la fecha estamos en un centro gris y frío, pero que vamos a recuperar.
¿Teme que en marzo pueda recrudecer la violencia?
Ya hay marchas anunciadas y para uno es un tema difícil, porque una vez que se retiran los violentistas y la policía, quien entra a apagar las fogatas y a intentar devolverle la ciudad a los vecinos es la municipalidad.
Por esto que usted cuenta, el trabajo de alcalde, a ratos, pareciera ser una pega ingrata, sin embargo siempre hay un gran interés de candidatos en ser alcaldes y alcaldesas...
Porque es una pega súper gratificante en que puedes cambiar vidas. En qué sentido. Estamos reponiendo las luminarias en toda la comuna, entregando en Santa Rosa y en Maturana departamentos de 60 metros cuadrados... Tengo 44 colegios y cómo no va a ser gratificante poder influir, aunque sea con un granito de arena, en la educación de las generaciones del mañana para que este sea un país en que la cancha esté un poco más nivelada... Efectivamente, en materia de orden público (los alcaldes) no tenemos ninguna facultad. Yo no puedo ordenar que se desplieguen las policía de tal o cual forma, o hacer cierres perimetrales o impedir una marcha. Pero sí tengo que administrar el desastre que queda, contener a los vecinos que, en mi caso, muchos han optado por emigrar, lo que me produce dolor e impotencia.
La ministra Karla Rubilar dijo que es vital hacer una “refundación” de Carabineros. ¿Está de acuerdo?
Si alguien conoce bien la calle es la ministra Rubilar, pero Carabineros es una institución que tiene 92 años y uno no puede borrarla. Sí actualizarla. Yo veo el compromiso de los cabos, tenientes y carabineros en general, que están ahí intentando defender Santiago y finalmente defender la República. He visto vocación y compromiso y no podemos manchar una institución por los errores de algunos.
Pero hay un consenso en que Carabineros no estaba preparado para enfrentar el estallido social.
No sólo Carabineros, nadie estaba preparado. ¿Estaba preparado el Estado para los niveles de violencia que vivimos en las calles? Claramente, no. Yo todavía estoy esperando las sentencias a los violentistas que han saqueado el centro, mientras algunos parlamentarios de izquierda piden que los dejen libres por ser presos políticos.
Entonces, ¿cómo se puede frenar la violencia que aparece todos los viernes?
Yo creo que cuando parta el proceso constituyente va a terminar la violencia, porque ya no habrá legitimación y estos grupos van a ir quedando cada vez más arrinconados. Espero que la propia izquierda también condene con fuerza la violencia. Aquí tenemos ocho diputados, todos genios y figuras, y a mí me ha faltado que algunos de ellos, como Giorgio Jackson y Maya Fernández, condenen la violencia que vemos los viernes, y ojalá se aparezcan por aquí, ojalá alojen una noche en San Borja para que vean lo que se siente. Estamos navegando por aguas tormentosas, pero vamos a reconstruir Santiago. Habrá nuevos paseos, como el de Bandera, nuevos restaurantes en Lastarria, la comunidad San Borja volverá a brillar, el Hotel Crowne Plaza y la galería de los músicos abrirán sus puertas, vamos a recuperar las iglesias de Carabineros y de la Veracruz.
Hoy hay tres alcaldes que buscan ser presidentes (Matthei, Lavín y Jadue). ¿En un futuro, le gustaría ser candidato presidencial?
No tengo ninguna aspiración presidencial y valoro mucho que la política se haya alcaldizado, es decir, que se haga desde la calle hacia arriba y no impuesta. Como militante de RN mi candidato es Mario Desbordes y me siento completamente identificado por esa derecha social que representa. Él ha demostrado que tiene las competencias para cruzar el cerco de la centroderecha y unir voluntades. Logró unir a RN cuando fue su presidente y fue uno de los gestores del acuerdo constitucional, donde cruzó a conversar con los del frente para buscar un salida en un momento muy difícil de nuestra historia política reciente.
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