¿Fin del eje DC-PS? La alianza que sostuvo la transición democrática sufre su golpe más duro
Tras una compleja relación de más de 33 años que parecía inquebrantable, en las próximas semanas ambos partidos podrían tomar caminos separados. Elizalde comprometió de inmediato el apoyo socialista en segunda vuelta, lo que podría allanar el camino para ser parte de un futuro gobierno frenteamplista. La DC, en tanto, se prepara para definir su postura ante el balotaje, en medio de voces que piden ser oposición a un eventual gobierno de Apruebo Dignidad.
Durante más de tres décadas, la alianza entre el Partido Socialista (PS) y la Democracia Cristiana (DC) ha sido la columna vertebral de la centroizquierda, sobreviviendo a crisis, tensiones y hasta rupturas. Hoy, sin embargo, el paso de Gabriel Boric (25,50%) a segunda vuelta en desmedro de su carta presidencial, Yasna Provoste (11,77%) la deja en su momento de mayor incertidumbre.
Tal como estaba previsto, Álvaro Elizalde comprometió ayer en la tarde el apoyo del Partido Socialista al diputado frenteamplista, en segunda vuelta. “Queremos llamar a todos los chilenos y chilenas a votar en la segunda vuelta en favor del candidato Gabriel Boric, sin ambigüedades”, dijo muy temprano.
Pero la DC y otros partidos que conforman Nuevo Pacto Social -heredero de la Concertación- mantuvieron el suspenso. De hecho, la propia Provoste evitó entregar un respaldo directo al diputado frenteamplista, aunque reiteró varias veces que “uno no puede tener actitudes neutras”, precisando que “vamos a ser oposición a su gobierno, pero estaremos muy atentos a sus declaraciones en las próximas horas”.
En la misma línea, la presidenta de la DC, Carmen Frei, señaló que “no daremos un cheque en blanco”, junto con convocar a una Junta Nacional extraordinaria para definir la postura del partido en el balotaje.
Un alto dirigente socialista adelanta que la decisión formal de apoyo al candidato de Apruebo Dignidad (AD) se oficializaría en la comisión política de mañana martes y marcará una gran diferencia con la actitud que tuvo el Frente Amplio -cuya abanderada de entonces era Beatriz Sánchez- en 2017, cuando “se demoró casi cuatro semanas en apoyar a (Alejandro) Guillier y terminó ganando (Sebastián) Piñera”.
En efecto -en esa oportunidad - tras un largo proceso de discusión interna, Beatriz Sánchez leyó un comunicado en que se señaló que “no les daba lo mismo quien gobierne” y que “Piñera representa un retroceso”. Sin embargo, no respaldaron directamente a la carta de la Nueva Mayoría. El episodio fue recordado anoche por Provoste.
Hasta la jornada de hoy en Nuevo Pacto Social y particularmente en el PS evitaron abrir un debate formal sobre los apoyos de cara al balotaje. En primer lugar porque no querían debilitar la opción de Provoste y -en buena parte- porque entienden que el conglomerado que respalda a Boric -el Frente Amplio- no tendrá mayorías en el Parlamento y deberá buscar respaldos.
Al igual que Elizalde, su par José Miguel Insulza también estima que el apoyo del socialismo a Boric debe ser inmediato: “Nosotros somos de izquierda y no votaríamos jamás por un candidato de derecha, por lo tanto, no se trata de empezar a poner condiciones para lo que vayamos a hacer en segunda vuelta. No soy partidario de entrar en largas negociaciones para ver si apoyamos o no apoyamos, porque si no estamos en el mismo sector político, somos colindantes”.
En el PS recalcan que no tienen interés en debatir la inclusión a un eventual gobierno frenteamplista. “Si él (Boric) nos quiere en su (eventual) gobierno, nos tendrá que invitar formalmente y ahí tomaremos una decisión colectiva. De repente, quedarse afuera puede ser mucho más cómodo para nosotros”, advierte un dirigente socialista.
La duda es si la coalición de partidos que respaldó a Provoste actuará en bloque o no cuando Apruebo Dignidad los convoque.
Una historia que partió a fines de los 80
En la década de los 80´ las relaciones entre las bases del PS y la DC comenzaron a recomponerse a partir del trabajo conjunto en contra de Pinochet, pero a medida que se acercaba el plebiscito de 1988, se mantenía cierta desconfianza entre ambas colectividades, a raíz del choque entre ambas fuerzas durante el gobierno de la Unidad Popular.
Como está escrito en varias crónicas –y libros sobre la transición- la amistad entre Patricio Aylwin (1918-2016) y el histórico dirigente socialista Clodomiro Almeyda (1923-1997), fue clave para lograr la articulación del socialismo con DC, que permitió configurar la oposición política que desembocó en el épico triunfo del No y la posterior victoria de Aylwin.
“La sabiduría política de don Clodomiro y don Patricio pudo más que sus ideas y que sus preferencias. Ambos tenían una convicción común de que en Chile tenía que haber democracia y subordinaron muchas cosas a ese propósito, que generó una herencia perdurable para el país”, recordaba Enrique Correa (el primer socialista en expresar su apoyo a Aylwin) en una entrevista el 20 de abril de 2016, al día siguiente de la muerte del expresidente, de cuyo gobierno fue portavoz.
A partir de ese entonces, la DC y el PS fueron la matriz de cuatro períodos presidenciales consecutivos entre 1990 y 2010 -Aylwin (1990-1994), Eduardo Frei (1994-2000), Ricardo Lagos (2000-2006) y Michelle Bachelet (2006-2010)-, hasta el triunfo de Sebastián Piñera en 2010.
Luego vino el segundo mandato de Bachelet, apoyada por la Nueva Mayoría –alianza en que los partidos de la Concertación incluían por primera vez al Partido Comunista- donde el eje de su gobierno volvió a ser el PS-DC. “Sin duda, el eje DC, PS, y PR, es el que le da estabilidad a la Nueva Mayoría, estos tres partidos tienen una responsabilidad que es ser definitivamente el eje articulador de la coalición, el que tiene que darle gobernabilidad”, señalaba el entonces vicepresidente de la DC, Matías Walker, a mediados de 2015.
El tortuoso matrimonio político del PS y la DC ha resistido también el alejamiento o paso a segundo plano político de quienes fueron sus principales impulsores históricos, con Gutenberg Martínez y Soledad Alvear fuera de la DC, Camilo Escalona con menos poder interno en el PS, y un puñado de exsocialistas fuera del partido, como Jorge Arrate, Carlos Ominami, Alejando Navarro y el mismo Enrique Correa.
La agonía de un pacto que parecía inquebrantable
El pasado 19 de mayo el PS estuvo a punto dejar de lado a su histórico socio y pactar primarias con el Frente Amplio. Y aunque la idea fracasó esa misma tarde (el PC vetó el apoyo del PPD y Nuevo Trato a Paulá Narváez por no considerarlos “antineoliberales”), el intento de los socialistas por desmarcarse de la DC quedó como una cicatriz imborrable en el pacto que volvió a restablecerse para apoyar la candidatura de Provoste.
En esa oportunidad no había mucho tiempo para lamentos y la presidenta de la DC, Carmen Frei, fue pragmática e invitó a tomar el té a Elizalde. “El bien de mi país y de su gente va más allá de poner o no la otra mejilla. Hemos trabajado muchos años, reconquistamos la democracia con heridas mucho más profundas que las que podamos tener ahora”, señaló Frei. Y así como ha pasado muchas veces, el matrimonio se volvió a reconciliar.
Por este y otros episodios recientes, varias personas estiman que el eje DC-PS se encuentra agonizando desde hace mucho rato.
“Mi impresión es que esta alianza está quebrada. Se fue diluyendo lentamente, en parte porque ambos partidos están muy fraccionados, y porque con el nuevo sistema electoral los incentivos políticos están mucho más puestos en una disgregación a que en un actuar en conjunto”, señala Mariana Aylwin (exDC).
“El haber construido una alianza de la DC con el PS que le dio estabilidad al país en las últimas décadas, fue uno de los grandes legados de mi padre y de toda esa generación que recuperó la democracia desde la oposición a Pinochet”, agrega la exministra.
En la misma línea, el columnista y rector de la UDP, Carlos Peña, afirma que “el eje DC-PS fue la clave de la transición y la modernización, pero ya languideció como consecuencia de la incapacidad de sus cuadros para comprender el Chile que habían logrado crear. (El resultado de esta elección) simplemente confirma lo que ya venía ocurriendo: que esa alianza carece de afecto societatis y de ideas y diagnósticos que la amalgamen. Podrá unirla por algún tiempo la desolación que produce la derrota, pero nada más”.
La rearticulación de la centroizquierda
Hoy muchos dirigentes ya se preparan para el fin del pacto DC-PS y apuestan por una rearticulación del mapa político en la centroizquierda.
“Los resultados de este domingo pueden desparramar esquirlas en muchos sentidos y no creo que sea bueno adelantar un juicio el día mismo de la explosión”, advierte el exministro DC, Genaro Arriagada, consultado sobre los rearmes políticos que pudieran venir en las próximas semanas.
Sergio Bitar (PPD), uno de los históricos dirigentes de la exConcertación, señala que muchas tesis apuntan hoy “a reorganizar una socialdemocracia nueva donde converjan fuerzas que vienen de la centroizquierda histórica y de los nuevos sectores vinculados al FA”.
“Hace tiempo que estamos conversando en distintas esferas, especialmente la gente más sensata de las nuevas generaciones y los más abiertos de las antiguas generaciones, quienes les han hecho ver que el impulso reformador tiene que ir acompañado de gobernabilidad democrática para no retroceder”, agrega.
Guido Girardi (PPD), quien dejara el Senado en marzo, también buscará impulsar un nuevo referente: “La centroizquierda tiene que regenerarse para los nuevos desafíos que vienen y creo que cada vez está más vigente mi idea de construir una gran fuerza progresista de izquierda que dispute la modernidad a la derecha, que se centre en los temas de la ciencia y la tecnología y que ofrezca un proyecto estratégico para el Chile del siglo 21″.
“Yo he dicho que aquí hay que construir una alianza política de centroizquierda que vaya desde el laguismo hasta Evópoli, que sea la convergencia de tres familias: por socialismo democrático, Democracia Cristiana y social liberalismo”, afirma el expresidente de la DC Ignacio Walker.
Precisando que está fuera de la contingencia, el dirigente exDC Gutenberg Martínez cree que la reordenación de fuerzas es inminente: “Se producirá un reajuste de las correlaciones, con fracturas, nuevas fuerzas y la percepción de que llegar al gobierno pueda ser un rápido debut y despedida. El desafío de una fuerza central y plural se hará evidente”.
Sin embargo, hay una opinión transversal por mantener vivo Nuevo Pacto Social en el Parlamento, especialmente en el Senado, que al cierre de esta edición sumaba 17 senadores. “Yo creo que permanecerá”, dice Insulza.
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