“A nosotros no nos sorprendió”, dice el diputado de Convergencia Social, Gabriel Boric, respecto del estallido social del 18 de octubre. Según relata el parlamentario por Magallanes, ese día, el Frente Amplio hizo un punto de prensa en calle Bandera para pedir que se revirtiera el alza del metro y, también, para que no se condenara una manifestación social que venía de un “malestar” que como bloque, dicen, ya habían diagnosticado en el programa presidencial de Beatriz Sánchez.
Pese a esto, el legislador es claro y reconoce que los hechos de ese mes y del acuerdo por una nueva Constitución los golpearon. A él y al Frente Amplio. “No soy ciego de los costos que generó”, sostiene el legislador.
¿El FA fue parte de las manifestaciones o también fueron impugnados?
No tengo ninguna duda de que el FA también fue parte de los impugnados. Porque, si bien no éramos responsables de las políticas de 30 años, sí éramos parte de la institucionalidad. Pero, en la marcha del 25 de octubre que fue la gigante, estuvimos todos en la calle, pero estábamos conscientes que había una impugnación y a mí me paraban permanentemente en ese momento.
Y si hace la balanza. ¿En qué lado están?
No soy ingenuo y tengo claro de que para un sector de la población todos quienes estemos en política institucional, y hablo de política con orgullo, soy político y defiendo el oficio, nos hace ser parte de los impugnados. Ahora, el FA no es solo Giorgio Jackson, Camila Rojas, Gabriel Boric, Vlado Mirosevic y Catalina Pérez, y los militantes del FA son sin lugar a dudas partícipes de las movilizaciones.
El estallido también golpeó al FA. ¿Cómo los afectó en particular?
El principal elemento de unidad en un comienzo del FA era justamente la impugnación a los últimos 40 años. Sin embargo, ni la novedad ni la juventud son elementos suficientes para asegurar virtud ni unidad. Y, por lo tanto, en momento críticos donde había que tomar decisiones hubo diferencias. Ahí hubo compañeros como el PH, Igualdad y Jorge Sharp que decidieron dar un paso al costado porque nosotros entendíamos que para terminar con esa Constitución se requería un acuerdo institucional en que no se subestimara el poder fáctico que tiene la derecha.
¿Esos sectores se entusiasmaron con ver el gobierno caer y no poner esfuerzos en tener una salida institucional?
Es que nunca estuvo sobre la mesa en la discusión del acuerdo, nunca nadie planteó si no se hace esto Piñera va a caer. Jamás se pensó que el acuerdo era para salvar a Piñera, que es algo que uno escucha. Espero que con los compañeros que se salieron del FA, tal como con el PC, logremos recomponer y tener una lectura conjunta de los desafíos que se vienen ahora para adelante.
Su firma en el acuerdo constitucional generó quiebres en el bloque. A casi un año de eso, ¿qué costos políticos y personales le trajo?
Soy consciente de que hay críticas al acuerdo, no creo que eso se pueda evadir ni mirar para el lado, pero la participación del FA en el acuerdo constitucional consiguió cuestiones que fueron esenciales para la legitimidad futura del proceso, que son en particular que haya plebiscito de entrada y la hoja en blanco que es fundamental.
Pero sobre usted. ¿Esa firma afirmó o afectó su liderazgo dentro del FA?
Durante mucho tiempo me tocó estar en una posición de permanente impugnación, y esa posición nos dio, a mí y a Giorgio en particular, una legitimidad que era relativamente cómoda. Eso hizo que tuviéramos un alto capital político, teníamos buenos resultados en general en las encuestas. Y hay un momento, en particular en mi caso, en el acuerdo constitucional, que arriesgué mi capital político para terminar con la Constitución de Pinochet, algo que tengo la convicción de que valía la pena. Pero no soy ciego ante los costos que generó.
¿No te arrepientes de nada de ese momento?
Hay cosas que se podrían haber hecho mejor. La negociación fue durísima, duró cerca 24 horas seguidas, pero se podría haber hecho de mejor manera. Tratamos de tener rondas de conversaciones esa noche con Unidad Social, pero nos faltó tiempo. Pero no me arrepiento de haber colaborado a empujar ese proceso.
“Esa condena moral a la violencia desde el privilegio no contribuye a detenerla”
Ya volvieron las manifestaciones del estallido. ¿Tiene sentido manifestarse a menos de una semana del plebiscito?
La manifestación tiene diferentes modos de expresarse. Entonces, bienvenida.
¿Y qué pasa cuando ocurren hechos de violencia? Usted sostuvo que compartía la postura del Presidente del PC, Guillermo Teillier, de que no iba a condenar la violencia porque se hacía un sinónimo con las manifestaciones…
Que salga cualquiera de los que estamos en política desde nuestro privilegio a decir “yo a usted lo condeno”, yo me pregunto ¿sirve eso para detener esa violencia? solo genera más rabia. No quiero que haya violencia, no contribuye a la solución de los problemas, pero esa condena moral desde el privilegio no contribuye a detenerla. Tenemos que ser un poquito más humildes y entender cuáles son las circunstancias que llevan a esa violencia y tratar de enfrentarla en conjunto, no desde una postura de paternalismo.
¿No harías el llamado a condenar la violencia en las manifestaciones, entonces?
Eso está implícito en la respuesta que dije.
¿Y la violencia no podría afectar la participación en el plebiscito?
No creo que hechos que en este momento son episódicos puedan poner en riesgo la participación de millones de habitantes en Pitrufquen, Puerto Natales, La Florida, qué se yo, Visvirí, para que se realice el plebiscito.
En otro tema. La presidenta de su partido ha liderado acercamientos del FA con el PC. ¿Esa es la línea que debe seguir el bloque?
Desde el FA debemos hacer el esfuerzo de tener una lectura común con el PC de lo que ha sucedido, pero hay que hacer un esfuerzo de la máxima unidad posible. O sea, no quemar puentes que después vamos a tener que volver a cruzar y, por lo tanto, pese al fracaso de las negociaciones en gobernadores, hay que abrir de nuevo las conversaciones y hacer el esfuerzo por la máxima unidad posible con todos los sectores de la oposición. Lo que algunos pretenden de excluir al PC, es algo que no estoy de acuerdo.
Pero lo que están impulsando algunos partidos del FA es que se cree un polo de izquierda, donde esté el FA más el PC. ¿Eso sería bueno?
Existe un camino posible de unidad, que es estrecho, pero que todos estamos dispuestos a hacer el esfuerzo por transitarlo.
¿No es partidario de que se cree un bloque del FA y el PC?
La prioridad hoy tiene que ser la máxima unidad posible. Si eso no funciona, habrá que ver alternativas. Hay que tener una lectura común con el PC, pero para avanzar en la máxima unidad posible. Mi punto es que no se aísle.
Beatriz Sánchez dijo que el FA tiene que construir mayorías. ¿No es eso contradictorio con impulsar un polo de izquierda?
La política de alianzas se tiene que formar en torno a ideas compartidas. La experiencia de la NM es muy instructiva en ese sentido.
¿Su tesis entonces, es lograr la máxima unidad de la oposición?
Mi tesis es hacer el máximo esfuerzo por tener la máxima unidad en torno a contenidos comunes y si esa unidad táctica no fuera posible, busquemos cuáles son los mejores escenarios electorales, pero sin romper lazos.
“Convergencia Social no podría estar en una alianza con Andrés Velasco, Fuad Chahin, Heraldo Muñoz y el PC fuera porque se le excluyó. Eso no me haría sentido.”.
Entonces, ¿sería un error que el FA se arrinconara hacia a la izquierda con el PC?
Es una pregunta difícil porque soy una persona de izquierda, con convicciones de izquierda y parte importante del FA es de izquierda. No se puede renegar de la identidad de izquierda del FA, por lo tanto, no se puede estar alianzas que subordinen y que aplasten esa posición. Por lo tanto, para estar en una alianza todos tienen que querer estar.
¿Tender puentes con la exConcertación sería subordinar a la identidad de izquierda del FA?
No. La gracia de los puentes es que se cruzan de un lado a otro, por lo tanto, no son escaleras donde cuesta mucho más subir que bajar.
Pero por esa identidad algunos miran al PC…
No puedes matar la identidad de nadie, de nadie. Cualquier alianza que hagamos no puede pretender anular esa identidad. Para ponerlo más en claro: Convergencia Social no podría estar en una alianza con Andrés Velasco, Fuad Chahin, Heraldo Muñoz y el PC fuera porque se le excluyó. Eso a mí no me haría sentido.
Pero si se llegan a juntar con el PC, arriesgan la pérdida del PL. ¿El FA puede sobrevivir sin el PL?
La historia de la política de alianzas en Chile demuestra que los partidos que logran consolidarse sobreviven más allá de las alianzas circunstanciales de un momento u otro. Dicho esto: hay que hacer todos los esfuerzos para que el PL se mantenga dentro del FA.
Beatriz Sánchez dijo que el camino propio del FA fue el 2017 y que hoy tienen otro desafío. ¿Comparte ese análisis?
Estoy totalmente de acuerdo con Beatriz. El desafío de la gobernabilidad pasa no solo por tener camino propio y, por lo tanto, tener un marco de alianza entorno a contenido para no repetir la experiencia frazada de la Nueva Mayoría, pero además significa reconectarse con el territorio.
¿Hay margen aún para que el FA pueda buscar alianzas con la Unidad Constituyente?
No tengo ninguna duda que sí (hay margen para buscar alianzas con la Unidad Constituyente), en la medida en que no se pretenda excluir a otros sectores como el PC.
“No tengo intenciones ni aspiraciones presidenciales”.
Sobre el tema presidencial, usted había dicho que podría apoyar a Daniel Jadue eventualmente. ¿Él puede aglutinar a toda la oposición?
Hace poco le preguntaron a una senadora DC si en una segunda vuelta entre Lavín y Jadue votaría por Jadue, y dijo que por ningún motivo. Yo no tengo ninguna duda de que en un escenario de esas características votaría por Daniel. Ahora, espero que el FA tenga una candidatura propia para esa primaria y eso se va a definir después del 25 de octubre y vamos a tener dos semanas de discusión muy intensa donde vamos a tomar esa definición.
Si Sánchez dice que no, algunos lo han nombrado a usted para una posible primaria. ¿Es posible esa opción?
Uno tiene que ser consciente de sus límites, debilidades y momentos. No tengo esa ambición personal y, claro, si es que hay una discusión de cómo colaborar quizás se podría conversar, pero no tengo intenciones ni aspiraciones presidenciales. Me falta mucha experiencia todavía para asumir un desafío de esas características.