Johannes Kaiser no quiere mirar hacia atrás
El diputado libertario fue muchas cosas antes de entrar a la política: el hijo de una madre declarada interdicta, un escolar desesperado por reglas, un universitario irresponsable y un youtuber rabioso. Todas esas piezas ayudan a entender quién es el hombre que las encuestas alzan como la amenaza por la derecha de Evelyn Matthei y José Antonio Kast.
La primera decisión en la vida de Johannes Kaiser fue de ella. Rosemarie Barends, citando la memoria de algún pariente lejano, le dio ese nombre, a pesar de que su marido, Juan Kaiser, sentía que era demasiado rimbombante. La pareja se había conocido dos años antes, en una fiesta en la casa de un amigo en común. Él era un abogado de 25 años que trabajaba en un juzgado de familia y ella una secretaria de 23, formada en Alemania, que había vivido en una de las comunidades que surgieron a partir de las protestas estudiantiles de mayo del 68.
–En mi familia conservadora fue un poco chocante mi elección –admite Juan Kaiser–, pero yo la encontraba tan linda, tan fascinante, que no había defensa contra eso.
Johannes Maximilian fue el primero de los seis hijos del matrimonio. Sus recuerdos más incipientes, dice, son de estar moviéndose. Los Kaiser se fueron de El Golf a Vitacura y de Vitacura hacia el extremo oriente de Las Condes.
–En esa época no había restricciones para las chimeneas, entonces nos fuimos moviendo hacia arriba para evitar el esmog. En el Cantagallo, por lo menos bajaba la corriente de la cordillera de noche y se despejaba un poco. Porque en otras partes no se veía una cuadra. Los niños estaban permanentemente enfermos con bronquitis –recuerda Juan Kaiser–.
La decisión, empujada por Barends, fue uno de los tantos giros que comenzó a tener durante esa época.
Hay un documento judicial de años posteriores que la describe así: “Desde la muerte de su madre en el año 1985, su conducta se fue deteriorando, manifestándose esta actitud extraña de diferentes formas”.
–Mi mamá era como la adelantada vegana de su época –dice Vanessa Kaiser–. “El agua tiene flúor”, “la carne tiene hormonas”, “el aire tiene esmog”. Las gallinas sufren, las vacas sufren. No se podía comer nada.
En el verano de 1987 los Kaiser fueron a veranear al campo familiar, a 25 kilómetros de Villarrica, pero nunca regresaron a Santiago. El único que volvió, para seguir trabajando en la fábrica de secado de madera que tenían, fue el padre. Johannes tenía nueve años.
–No me gustó para nada –cuenta él–. Nos fuimos a una casa en el lado sur del lago. Estaba en medio de un bosque, entonces era bastante helada. La mayoría de las casas ahí eran de veraneo, entonces no había muchos niños. Los caminos no estaban pavimentados y para tomar el bus para ir al colegio teníamos que caminar kilómetros. Cuando llovía no era agradable.
Con su padre lejos, en un lugar que no conocían, los hermanos Kaiser tuvieron que presenciar cómo la salud mental de su madre se deterioraba.
“Baste señalar su delirio de origen divino y real, encontrando su ‘linaje’ con Carlo Magno –señala un documento judicial de la época–. Sosteniendo para ello un mandato de su difunta abuela para redimir este linaje. Tan así es que, sin consultar a nadie, procedió a rectificar su partida de nacimiento y la de sus hijos. Cambiando su nombre de Rosemarie Angélica Barends Haengsen por el de Rosemarie Angelika Barents von Hohenhagen Haengsen y a los hijos de apellido Kaiser Barends por Kaiser Barents von Hohenhagen”.
Alejandro Martini fue compañero de los hermanos en el colegio de Villarrica:
–Los cabros pasaron casi que por desnutrición. Johannes era muy, muy delgado. La mamá no los dejaba comer casi nada.
Era tanto que su hermana Vanessa se reía de él.
–Yo le cantaba ‘mira cómo baila tu esqueleto’.
Kaiser lo confirma. Pero no mucho más.
–La verdad es que esa etapa de mi vida no me gusta comentarla.
![Vanessa y Johannes Kaiser](https://www.latercera.com/resizer/v2/AFOGNNNS5ZERDGHZ3ZJJWIVSWM.jpeg?quality=80&smart=true&auth=79949495fa3c51dab1d1157ee18990ea033fc33026a4399fff2c0846c8dde03b&width=790&height=580)
Durante tres años, Juan Kaiser estuvo yendo y viniendo. Trabajando en Santiago y manejando a Villarrica los fines de semana. Su primogénito dice que esa ausencia lo marcó.
–Yo creo que me hizo falta –admite–. Los padres son los que ponen límites y también ayudan a disciplinar a los hijos. Es decir, que uno haga sus tareas, sus trabajos. Cuando eso falta, después es muy difícil recuperarlo en la vida.
Johannes Kaiser, en esa casa sin televisión, encontró cierto orden y tranquilidad en los libros de la biblioteca familiar y en los soldados de plomo con los que jugaba a que Alemania derrotaba a Estados Unidos.
–Yo no soy especialmente ordenado, pero necesito un entorno ordenado para funcionar, porque me molestan los entornos desordenados. Todo orden requiere de ciertas resistencias contra el orden, porque te mantiene libre. Pero cuando cae el mismo orden, entonces la resistencia se hace inútil, nada funciona y la vida se vuelve un infierno.
En octavo, Johannes Kaiser tuvo que mudarse al internado del Colegio Alemán de Temuco para continuar con su educación, porque en Villarrica sólo había ciclo básico. Volvía los fines de semana arriba de un bus a un hogar cada vez menos estructurado.
–Mi esposa se volvió, digamos, un poco más festiva –recuerda Juan Kaiser.
Un documento judicial de años posteriores repara en el “consumo habitual” y la “permanente adicción a la marihuana y la apología de este consumo” que Rosemarie Barents von Hohenhagen hacía delante de sus hijos.
–Estaba bastante en crisis todo el sistema familiar, porque no había rituales, que son fundamentales para la educación –se lamenta Juan Kaiser–. Fueron mucho seis niños para una mujer sola. Ella no daba abasto y no me quedó otra que liquidar todo lo que tenía en Santiago y mandarme a cambiar para allá.
En Villarrica, el abogado abrió una oficina, hizo corretaje de propiedades y ayudaba en el negocio maderero de su madre para sostener el hogar.
En 1991, Juan Kaiser Wagner pidió la tuición de sus hijos. Según el fallo, en el expediente “se registran antecedentes suficientes que permitieron al tribunal privarla de la tuición de los hijos, para entregársela a su padre. Ya que en aquella época la demandante debió estar en manos de un psiquiatra, el cual después de varias sesiones de evaluación le propuso un tratamiento al cual esta se negó rotundamente”.
El informe psiquiátrico de Barents von Hohenhagen fue demoledor: “Psicopatología psiquiátrica sugerente de trastorno psicótico delirante de tipo megalomaníaco”.
En ese momento, Johannes Kaiser era un alumno de internado de 15 años:
–Trataba de no verlo y de no pensar en ello.
Su solución fue aislarse en la política. Compitió por el centro de alumnos del internado con la certeza de que hacerse cargo de lo que estaba viviendo no lo haría sentirse mejor:
–Esa cuestión de andar hablando las cosas –dice– no ayuda para nada.
Un ser caído
Juan Kaiser fue quien les enseñó a sus hijos todas las cosas que a su familia le habían quitado. Arriba de su Land Rover azul, sobre una huella de piedra y barro, iba mostrando los predios que, aseguraba, les habían expropiado la Corporación de Reforma Agraria.
–Los niños me preguntaban y cuando pasábamos por un campo yo les decía ese era de tu tío, por ejemplo. A mi familia le quitaron cinco mil hectáreas.
Kaiser Wagner había sido uno de los fundadores del Partido del Sur en 1987, una colectividad nacionalista y regionalista de derecha que desapareció en 1998. Su primogénito, que leía sobre estrategia militar con una linterna luego de que se apagara el generador en la casa familiar, siguió esa tradición política y militaría en las juventudes de la UDI. Hablar sobre política se convirtió en una forma de encontrar su lugar en el mundo. Discutía con los demás pasajeros del bus JAC que lo llevaba entre Temuco y Villarrica, y cuando el profesor de Castellano les encargó la lectura de La Casa de los espíritus, de Isabel Allende, Kaiser, que él ya había leído, argumentó “que no correspondía dar una descripción parcial de lo que había sido un proceso histórico en Chile, más aún basado en un relato de ficción”.
Ese fue el Johannes Kaiser que en segundo medio se paró en el gimnasio de su colegio como candidato al centro de estudiantes.
Dice que no prometió nada, sólo que iba a trabajar:
–Me demoré exactamente 45 segundos en el discurso. Y ganamos.
Javiera Mora era su compañera de escritorio y parte de la directiva.
–Parece que todo lo que el papá le decía era ley para él. Entonces siempre recitaba ‘mi papá dice’, ‘mi papá no encuentra bueno eso’, ‘mi papá me pidió’. De la pobre mamá no hablaba nunca, era como que no estaba.
Pero Kaiser nunca dejó de verla. Antes de regresar a la casa de su padre el fin de semana, iba a visitarla.
Mora recuerda una kermesse escolar de esa época. Mientras todos estaban con sus familias, Kaiser, que era flaco, pálido y, según ella, algo débil, daba vueltas solo, preguntando en distintos stands si podía ayudar. Quizás por eso el rector del colegio alemán de Temuco le dijo a Juan Kaiser que era un error llevar a su hijo a completar su educación a la Escuela Militar de Santiago. Sólo que esa, dijo el padre, no había sido su decisión, a pesar de que él también se había formado ahí antes de estudiar Derecho en la Universidad de Chile.
–A mí me interesaba la política y yo creía que una persona que estaba metida en política tenía que haber pasado por el sistema de la guerra –explica Johannes Kaiser–. Porque si no entiendes cuáles son los riesgos en que incurren las personas que están encargadas por parte de la sociedad de aplicar la fuerza, no deberías gobernar.
A los 16, después de buscar durante años algo de orden y estructura, Kaiser llegó al lugar donde pensó que lo encontraría. Pero con los demás cadetes, dice, aprendió otras cosas: a fumar, pasarlo bien y a golpear a quien le gritara milico culiao en la calle.
![Johannes Kaiser militar](https://www.latercera.com/resizer/v2/EELTWR2EHVDUPKTBMV3YORG5ZA.jpeg?quality=80&smart=true&auth=15b916569137a5e52a1d46f788d8611d43db24f5c2e74f9bf9876b6eaf1d4686&width=790&height=1034)
Al final del primer año quiso retirarse:
–Si una sociedad se transforma en enemiga del mundo militar, la motivación por dar la vida por la patria se debilita. Eso, por un lado. Pero, por el otro, las señoritas estaban en las universidades –explica Johannes Kaiser.
Después de terminar cuarto medio, dejó la escuela y dio la PAA, dice, sin tiempo para prepararla. Se matriculó en Derecho en la Universidad Finis Terrae. No es que le fascinara la carrera, sino que más bien era una forma de huir del mundo militar y, también, la posibilidad de una plataforma política.
Durante cuatro años vivió en una residencial para alumnos de colegios alemanes en Providencia, a pasos de su facultad, se dejó el pelo largo y, admite, se desordenó bastante:
–Había bastante cerveza, bastante fiesta.
En Villarrica su padre, que en 1995 consiguió anular su matrimonio con Rosemarie Barents von Hohenhagen, veía cómo esa vida lo terminaba llevando a fiestas en Viña del Mar:
–Y resulta que, bueno, empezó a pololear y embarazó a una señorita. Me dijo que sólo le faltaba un ramo para pasar a quinto. Le pregunté qué iba a hacer y quería mandar todo al carajo. Yo le pedí, por favor, que no lo hiciera. Que cuando uno empieza algo, lo termina. Pero bueno, no hubo acuerdo.
La pareja de Kaiser era tres años mayor que él. El parto fue en Viña del Mar en abril de 1997. Él, de 21 años entonces, no estuvo ahí:
–Es algo que lamento hasta el día de hoy y que no ocurrió con mis otros dos hijos. No estuve porque sentí mucha rabia hacia ella. Uno tiende a responsabilizar a otros por los errores propios, porque asumirlos es una forma de hacerse adulto. Yo me negué a hacerme adulto durante muchísimo tiempo.
Johannes Kaiser se fue al sur, a trabajar como vendedor.
–Eso me generó cierta depresión. Sentía que toda mi planificación se había venido abajo.
Su padre le escribió a un amigo austríaco, que tenía una empresa de turismo en Innsbruck.
–Yo, bastante desesperado, le pregunté: ¿No necesitas un gallo que te ayude a lavar los platos?
Kaiser partió, solo, a trabajar en eso.
–La chica también se fue con el niño para allá un tiempo, pero no duró mucho. Después ya regresó a Chile –cuenta Juan Kaiser.
La salud de la madre del hijo empeoró. En 1999, cuando el menor tenía dos años y ella 26, la internaron en el Hospital del Salvador por un trastorno bipolar clase IV rango alto, según consta en un fallo de la Corte de Apelaciones de Valparaíso.
–El ser humano es sencillamente un ser caído –cree Johannes Kaiser–. Tendemos a ser egoístas. Muchas veces incluso tendemos a dañar a terceros en beneficio propio. Por eso tenemos las leyes.
En el nombre de la rabia
Estos fueron los años que Johannes Kaiser sí ha contado: cuando trabajó como garzón, vendedor de cigarros, guía de turismo, administrador de restorán o recepcionista nocturno de hotel. Los años en que, mientras trabajaba, regresó a la universidad en Innsbruck, probando suerte en Historia, Derecho y Ciencias Políticas. Estuvo matriculado entre 2001 y 2019, pero nunca logró graduarse. Dice que en Ciencias Políticas fue donde más avanzó, porque sólo le habría faltado Política Internacional 1 y la tesis.
Para completar ese ramo había que entregar un ensayo.
Lo intentó tres veces. Cada vez con un texto provocador que hablaba sobre el islamismo en temas relativos a Turquía, el conflicto en Medio Oriente y la guerra en Kosovo.
–Me dijeron que si quería escribir sobre el islam, que me fuera a la Facultad de Teología.
Luego de otros malentendidos, Kaiser no pudo terminar la carrera. Sintió que la razón de su fracaso se debía a la corrección política de ciertos profesores y eso le hizo sentir mucha rabia.
Tener un futuro con certezas parecía aún más relevante luego de que en 2004 naciera su segundo hijo, con una pareja que tuvo allá.
Aunque en esa oportunidad, dice, “no sólo estaba dispuesto a asumir la responsabilidad, sino que estaba feliz de asumirla”.
Juan Kaiser no lo podía creer.
–Me quejé con mi madre y ella me dijo: ‘No es culpa de él, porque es como el David, de Miguel Ángel. No hay ninguna mujer que se va a resistir a eso’.
El hijo mayor de Johannes, en tanto, crecía en Quilpué con su madre. Fue a un colegio privado y, luego, a la UTFSM, donde fue dirigente estudiantil.
En los ratos libres de sus múltiples trabajos, Kaiser empezó a ver videos en YouTube del exdiputado libertario norteamericano Ron Paul.
–Le daba como caja al Banco Central, a la Reserva Federal de los Estados Unidos. Explicaba cómo se estaba abusando de la gente a través del sistema monetario. De cómo a través de la creación artificial de dinero se iban concentrando la riqueza del mundo en las manos del sistema financiero y eso a costa del bienestar de todos los ciudadanos.
Kaiser, que había peleado y sucumbido ante al establishment universitario, sintió simpatía por la contienda que planteaba Paul, hoy de 89 años.
En Villarrica, en tanto, la batalla familiar era otra: declarar interdicta a Rosemarie Barents von Hohenhagen para proteger su patrimonio. El tribunal local falló a favor y durante tres días de marzo de 2010, el diario comunal Correo del Lago publicó un aviso legal informando que la mujer, de 59 años entonces, quedaba privada de la administración de sus bienes. Todo el mundo pudo leerlo.
El 24 de septiembre de 2013, casi por aburrimiento en un turno nocturno de hotel, Kaiser creó un canal de YouTube. Le puso Ivan Czar, dice, porque era la traducción eslava de su nombre. Luego lo cambió a El Nacional Libertario y comenzó a subir videos que grababa en su oficina. Criticaba la agenda progresista. Sobre todo en su aspecto migratorio.
–Mientras la prensa y los partidos políticos le decían: ¿Sabe qué más? No es cierto lo que usted ve. No sea racista, no sea xenófobo, no sea homófobo, si usted piensa de tal forma es malo, yo les estaba diciendo lo que nadie más les decía, explicándoles lo que ellos mismos observaban.
La audiencia de Kaiser sólo creció. En 2017 su alcance ya le daba acceso a entrevistar largo a José Antonio Kast. Sin embargo, su crecimiento más agresivo se dio dos años después, cuando volvió a Chile durante tres semanas en medio del estallido.
–Ver a tu país en llamas, incendiado por sus propios ciudadanos, donde una parte de la población humillaba a la otra con cosas como El que baila pasa, me causó una rabia muy, muy profunda. Quizás fue bueno que yo haya regresado más maduro. De otra manera te puedo asegurar que habría respondido con violencia.
La rabia, en cambio, se transformó en un mensaje.
–Empezamos a hacer videos, porque no había resistencia, no había contradiscurso. Nosotros no teníamos la calle, pero teníamos las redes. Ahí nos articulamos. Antes del 18, yo tenía 30 mil suscriptores. Después llegué a 90 mil.
Ese fue el momento decisivo, cree su amigo Alejandro Martini.
–No sólo empezó a ganar plata con YouTube. También comenzó a sentirse escuchado.
Revolver el pasado
Hubo una crítica que comenzó a ser recurrente en el canal El Nacional Libertario.
–Los suscriptores –sostiene Johannes Kaiser– me decían que hablaba mucho, pero que no hacía nada.
Su respuesta fue competir en la parlamentaria de 2021 por el distrito 23, que cubre 16 comunas de La Araucanía, como candidato del Partido Republicano.
–Yo venía de vacaciones, no a hacer campaña. Pensaba armar un pequeño escándalo, conseguir más adherentes para mi canal de YouTube y después regresar a Austria.
Alejandro Martini, dueño de una radio de Villarrica y presidente regional de republicanos, le pasó su emisora para que tuviera un programa diario. La idea era que estuviera al aire durante seis meses, para familiarizarlo con los votantes de la provincia de Cautín.
En eso estaba el 27 de mayo.
Ese día le dijeron que la casa de su madre se estaba quemando.
–Fue un accidente doméstico –explica Kaiser–. Mi mamá tenía una de esas estufas con tubo y parece que se cayó un cubrecama encima. La casa se quemó completa. Yo llegué cuando aún estaban las llamas. Ella estaba sola y salió herida de eso. Hasta el día de hoy no se ha recuperado completamente.
Juan Kaiser la recibió en una casa en la que alojaba a sus visitas en su fundo. Nunca se atrevió a ir a verla:
–Yo me quedo con la mujer que conocí. No quiero ver lo que quedó.
Los hijos, en tanto, tuvieron que hacerse cargo de los gastos, ampliaciones de la vivienda y las remuneraciones de las dos mujeres que la asisten.
“Ella necesita que le preparen la comida, se preocupen de su higiene personal y, sobre todo, que no la dejen sola para evitar accidentes”, declaró una de ellas en un juicio civil.
“La carga emocional para los hijos es enorme, ya que al ver a su madre en esas condiciones es súper difícil, pese a que ya llevan hartos años en la misma situación, que lamentablemente es irreversible”, dijo la otra en la misma instancia.
Con todo eso pasando, Kaiser no lograba conectar según las encuestas que manejaba Martini.
El 25 de junio de 2021, incluso, llevaron a José Antonio Kast a la radio para que su nombre tomara fuerza.
![Johannes Kaiser y José Antonio Kast en Villarrica](https://www.latercera.com/resizer/v2/FBN3URT3P5DB5OCQTOZPEJQKJA.jpeg?quality=80&smart=true&auth=4ed41397ab0a43700de5c2320668027a62deb26dc0980282cee821e98be80861&width=790&height=591)
–Un sábado lo invité al Cassis –recuerda Martini–. Creo que fue en julio. Le dije ‘pucha, Jou, no prendes aquí. No vas a salir acá, no tienes ninguna posibilidad. Él me dijo que cómo, que su apellido era conocido en Villarrica, y yo le admití que su discurso no pegaba en este electorado. Porque él era un youtuber y ese era un distrito rural que no veía internet.
Martini le sugirió que probaran en el distrito 10 de Santiago, porque tenía un perfil parecido al de Teresa Marinovic. Eso significaba, entre otras cosas, alejarse de su padre, sus hermanos y su madre convaleciente.
–Lo peleó harto. Me decía ‘puta, llevo seis meses aquí, todo el trabajo que he hecho’. Compramos un pasaje a Santiago para el martes, tuvimos una reunión en el centro con José Antonio y Antonio Barchiesi. Ahí aceptó a regañadientes ir por el 10.
El argumento que le dieron era que de los 100 mil suscriptores que tenía, 25 mil vivían en el 10. El plan, entonces, era convertir esos likes en votos.
En la elección del 21 de noviembre de 2021, Kaiser consiguió uno de los ocho cupos del distrito con 26.709 preferencias. Terminó tercero, detrás de Gonzalo Winter (FA) y Jorge Alessandri (UDI), gracias al universo principalmente compuesto por hombres mayores de 30 que conectaron con su discurso antiprogresista.
![Johannes Kaiser](https://www.latercera.com/resizer/v2/XK3GL2SNIRFWDIBTP5CW7FGVKU.jpg?quality=80&smart=true&auth=717e4bae25972a9463e7088ae5194c551d3e350dee487f85bd43b3e21842da2d&width=790&height=420)
El 11 de marzo de 2022 asumió como diputado vistiendo traje, humita y haciendo una reverencia. En ese momento, Rosemarie Barents von Hohenhagen estaba en la casa que le acondicionaron, con lesiones, conectada a oxígeno, atendida por enfermeras y, como dice su exmarido, “esperando el desenlace que en algún momento se va a producir”.
Pero esa, repite el diputado Kaiser, que renunció a republicanos en enero de 2024, que cinco meses después fundó el Partido Nacional Libertario y hoy, según las encuestas, está convertido en una carta presidencial, no es una parte de su vida en la que quiera detenerse:
–En vez de andar revolviendo todo el rato en el pasado, prefiero arreglar las cosas hacia el futuro. Esa es una máxima que he hecho propia. ¿Me explico?
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