José Miguel Insulza (PS): “La confianza en la política de los dirigentes de antes era mayor que ahora”
El senador, quien fue uno de los protagonistas del acuerdo de 2003 que buscó regular la relación dinero-política en medio de los casos Coimas y MOP-Gate, cuestiona la “actitud defensiva” de sus pares frente a las crisis, a La Moneda que “reacciona muy partidariamente en los temas políticos” y conmina a acelerar la reforma al sistema político. “Tenemos que mostrar que hacemos algo”, sentencia.
En enero de 2003 el gobierno de Ricardo Lagos atravesó uno de sus momentos más duros sumido en una crisis derivada de los casos Coimas y MOP-Gate. La situación era tan compleja que en ciertos sectores se comenzó a comentar que el Presidente no terminaría su mandato. El entonces líder de la UDI, Pablo Longueira, tomó cartas en el asunto y llegó a La Moneda a ofrecer un pacto de regulación de la política y el dinero que permitió superar la crisis.
Como ministro del Interior le correspondió negociar con la entonces oposición un acuerdo para encauzar los casos coimas y MOP-Gate. ¿Qué recuerda de ese momento?
El caso era complicado. Gobierno y oposición ya habíamos concordado algunas leyes importantes, como la de rentas municipales. Pero fue muy sorpresivo para mí ese día en que me llamó el Presidente Lagos y me dijo: ‘Está aquí Pablo Longueira, hemos conversado la posibilidad de hacer una reforma del Estado con un conjunto de ideas para superar los problemas que tenemos hoy día’. O sea, esto tuvo protagonistas. No solamente Longueira, sino que también el presidente de RN Sebastián Piñera, que al día siguiente dijo que también estaba disponible. Lo que quiero decir con esto es que estas cosas pueden empezar en un clima complicado, porque estábamos en una situación difícil. O sea, había muchos problemas con lo del MOP-Gate, muchos líos. Estaba la jueza, doña Ana Chevesich, en la investigación. Pero se hizo un buen acuerdo.
Ese caso golpeaba al entonces oficialismo. ¿Cuál fue el incentivo de la derecha para sentarse a conversar?
Los dirigentes de la derecha de entonces, que eran Longueira, Andrés Chadwick, Juan Antonio Coloma y Sebastián Piñera, como digo, coincidían en la idea de que ellos tenían que demostrar que estaban en condiciones de gobernar, de tomar decisiones para mover adelante el país.
Los críticos a este tipo de acuerdo -que derivó en una batería de proyectos para regular la relación de la política y el dinero- sostienen que estos implican un halo de impunidad... Acá se regulaba para el futuro perdonando lo que había pasado...
Regulaba para el futuro, pero no había nada en la ley que dijera ‘mire, todo lo que pasó para atrás está olvidado’. No. A lo mejor ese entendimiento existió, pero no hay ningún artículo en la ley que diga ‘no se trata esto’. Más bien hubo voluntad de hacerlo.
Lo que se plantea ahora a propósito de la crisis en el Poder Judicial y la injerencia de los políticos es que estos tiempos no resisten lo que se podría entender como perdonazo...
Vengo llegando del Chile Day. La verdad es que el diálogo ahí con empresarios y con gente de la política creó la sensación de ‘¿por qué no se ponen de acuerdo?’. O sea, cuando uno ya se sienta a conversar sobre una cantidad de temas, creo que se puede llegar a acuerdos. Ahora estamos en elecciones, es cierto. Los acuerdos de 2003 eran a mitad de camino del gobierno, quedaban tres años de gobierno y de oposición. Yo había tenido un buen diálogo ya con la oposición. Cuando empezó el gobierno de Lagos, el clima era tal que yo fui el primer invitado a un consejo nacional de la UDI. Y recuerdo que me preguntaron que ‘con todas estas cosas que usted dice que tenemos que hacer, ¿qué ganamos nosotros?’. Y yo dije, ‘a lo mejor, si lo hubieran hecho antes de la elección de diciembre, habrían ganado las elecciones’. Tengo la impresión de que la derecha estaba destinada a mostrar que tenía disposición a pensar en el país y en acuerdos nacionales para poder ser gobierno.
Cuando se habla de acuerdos amplios como lo fue el de modernización, se supone que hay una clase política dispuesta a alcanzar este tipo de acuerdos. ¿Cómo ve el escenario hoy?
Eso no lo veo tanto, francamente. Cuando se produjo el trágico accidente del Presidente Piñera, recordé eso. Él se subió a un acuerdo en el que no había estado en la negociación inicial. Sin embargo, la asumió de inmediato. A veces es más difícil meterse, porque todo el mundo hablaba de los acuerdos de Lagos con Longueira o Insulza con Longueira. Y, sin embargo, RN se sumó. Eso fue decisivo, la voluntad de las fuerzas políticas fue absolutamente decisiva.
Quizás antes era más fácil ponerse de acuerdo, al fin y al cabo eran sólo dos grandes bloques. Ahora tenemos un sistema político fragmentado, con fuerzas políticas que hicieron de la impugnación su valor agregado...
Hay una cierta diferencia importante: la confianza en la política de los grupos dirigentes de antes era mayor que ahora. Ahora el mundo político tiene una actitud defensiva. A cualquiera que se acuse, inmediatamente, lo que hacen sus partidarios o su sector es pedirle explicaciones. Decirle, ¿por qué no explicas esto? En ese tiempo existía más sentido de cuerpo y de grupo.
¿En qué nota que hoy no existe ese clima a nivel de partidos?
Es el clima. Está todo negativo... Cuando estábamos en el estallido social, y se inventó este dicho de los 30 años, yo decía ‘para mí son 20 nomás’... Me atrevería a decir que los años de Piñera y Bachelet II fueron relativamente transitorios hacia un clima político mucho más negativo. Y en parte es responsabilidad nuestra también. O sea, a mí me resulta particularmente fuerte cuando algunos nos critican a nosotros, a mí mismo, haber sido poco razonables en los gobiernos de Piñera. Puede ser... Hay dos ondas aquí que son parecidas. Cuando ganó Bachelet, que ganó bien, algún senador nuestro dijo que ‘antes hacíamos lo que podíamos, ahora vamos a hacer lo que queramos’. Y cuando ganó Piñera, la segunda vez, también hubo muchos llamados de gente que le exigía a Piñera que gobernara como quisiera nomás y se olvidara de todos los de oposición. Ese clima se fue creando después de 20 años de Concertación.
¿Cree que en el Congreso actual hay ánimo de alcanzar acuerdos? A propósito de esta crisis.
Hay alguna posibilidad en la medida en que nos pongamos de acuerdo en algunas cosas acotadas. No en dictar entre todos la nueva Constitución. Hay que abordar el mal sistema de partidos que tenemos ahora. Lo que se habla es el sistema alemán: para participar en el Congreso tienen que haber sacado por lo menos el 5% de los votos. Yo no digo que tenga que ser 5%, podemos hablar de otras cifras, pero tiene que tener un mínimo.
Fue el Presidente Boric quien puso en pausa la reforma al sistema político por falta de acuerdo en el oficialismo...
Hay que buscar tener el acuerdo. El senador De Urresti hizo un esfuerzo y el Presidente dijo que él se iba a hacer cargo del tema, pero eso no ha ocurrido. Mi opinión es que es bueno que lo haga el gobierno. Pero si en el periodo que queda el gobierno no lo hace, ya no se va a hacer. Entonces, yo soy partidario de hacerlo pronto.
¿Esa es la forma de encauzar esta crisis?
Esto que está ocurriendo es como un dominó: se cae un poder y después otro poder, ¿no? Primero se cayó el Congreso, la presidencia tambaleó, pero creo que se ha afirmado bien, y ahora hay un situación en el Poder Judicial. Yo creo que es importante que entendamos que las crisis no se produce solas y que de alguna manera mostremos que hacemos algo. Y para mí el algo que hay que hacer, lo mejor, es la reforma del régimen de partidos. Esto es un tema estrictamente de voluntad política y tiene que ver con la otra cosa que ocurre hoy día, que es el inmediatismo, ¿no? Aquí lo importante no es lo que pase el próximo año, lo importante es lo que pasa este año.
A nivel legislativo quizás juega en contra que sea un año electoral tras otro: los plebiscitos, ahora la elección municipal...
Reconozco que es un problema. Por eso es que es importante hacerlo luego. Para abreviar la historia, si no tenemos un preacuerdo ya pronto, a fines de año, es difícil sacarlo.
¿Cree que el gobierno es consciente de esa urgencia?
Yo creo que no está consciente de su urgencia, francamente. Creo que se trata a ratos entre los tiempos para discutir el problema. Pero que no es el tema central de ella. Esa es mi crítica principal: yo creo que el gobierno no está consciente de que el sistema de partidos es el primer problema que tenemos. Si vamos a fortalecer el régimen democrático, lo primero que tenemos que hacer es legislar sobre la multiplicidad de partidos que tenemos en el gobierno.
¿Qué rol le corresponde al gobierno en esta crisis?
Debería jugar un rol. El problema es que el gobierno, para jugar un rol, tiene que ponerse por encima de los temas. La forma en que generalmente el gobierno reacciona es más bien respecto, no en todos los temas, pero en los temas propiamente políticos reacciona muy partidariamente. Muy partidariamente.
¿Falta una mirada de Estado?
Exacto, una mirada de Estado. No es un problema que el gobierno tenga que quedarse callado sobre esto. Siempre tiene que mirar. Y en eso el ministro de Justicia eso es lo que trata de hacer, que esto discurra por vías institucionales. O sea, perdón, si la Corte Suprema de Justicia, cosa que no hace casi nunca, abre un cuaderno de remoción a una ministra, ¿por qué le quieren hacer acusación constitucional? Esperemos primero. Se puede hacer acusación constitucional después, ¿pero por qué buscamos vías paralelas? En eso tiene razón el ministro. Yo creo que falta una mirada de poquito mayor tranquilidad.
¿Y qué le pasa a usted cuando dicen ‘caiga quien caiga’, que pase lo que tenga que pasar, que antes las cosas se arreglaban como con un acuerdo y que ahora eso no va a pasar?
Estamos en un tema inédito. Lo que está en crisis hoy día no es ni más ni menos que una institución que la cual la gente puede decir ‘la justicia es clasista’, sí, pero no se había hablado nunca de corrupción dentro del sistema. O sea, que los que llegaron a la cúspide del sistema vayan más allá de lo que está permitido. Y es otra razón por la cual necesariamente tenemos que crear consensos políticos, para buscar reformas a eso. Mire, la selección de los jueces es como perfecta, porque participa la Corte Suprema formando una quina. El Presidente de la República nombra uno de los cinco y el Senado lo aprueba. Entonces, ¿cómo se producen estos negocios? Yo nunca he entendido muy bien.
¿A usted le ha tocado conversar con candidatos a la Suprema como con candidatos a la Fiscalía, ¿o no?
Pero yo converso siempre, fundamentalmente para conocer los datos de las personas, para saber qué es lo que hacen... A lo mejor esta especie de comparecencia que hace el supremo que va ante una comisión del Congreso se ha ido transformando en algo demasiado formal. En el fondo, las decisiones ya están tomadas cuando pasan por la comisión.
¿Con Hermosilla tuvo chats? ¿Lo conoce?
Lo conozco, de cuando fui ministro del Interior. El Hermosilla que yo conocí no me imaginé nunca que fuera a ser acusado de las cosas que está siendo acusado.
¿Usted cree que Andrés Chadwick, por lo que representa para su sector, tiene que hablar y explicar su relación con Hermosilla?
Yo pienso que Andrés Chadwick tenía decidido no volver a la política. El hecho de que haya participado en las pompas fúnebres de Sebastián Piñera fue más por razones familiares. Entonces, entiendo que él quiere mantenerse al margen. Y si le van a decir algo, que se lo digan los tribunales o los fiscales. Ahora, si él piensa en volver a la política cuando terminen sus cinco años, yo creo que sí debería hablar. Pero tengo la impresión de que él no tiene mucha intención de volver a la política. Todo el mundo sabe que Andrés Chadwick fue compañero de curso en la universidad y que desde entonces se conocen con Hermosilla. Nadie le ha preguntado cosas concretas, porque se habla de cantidades de dinero, cosas así, pero cosas como ‘usted se metió en este negocio y debería explicar’... Quienes lo acusan deberían ser un poquito más concretos respecto de qué lo están acusando.
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