La fría “cohabitación” entre el nuevo presidente de la Cámara, José Miguel Castro (RN), y los vicepresidentes Aedo y Rivas
Para el 15 de abril estaba prevista la renuncia de los integrantes de la anterior mesa que presidía Karol Cariola. Sin embargo, Eric Aedo (DC) ya anticipó que, de no haber un nuevo acuerdo entre las fuerzas oficialistas, se mantendrá en la testera.

La sesión de la sala de la Cámara de este miércoles se extendió más allá de lo presupuestado.
Tras la ronda de votaciones, el nuevo presidente de la corporación, José Miguel Castro (RN), se quedó solo en la testera junto a los funcionarios para dirigir el tramo final de la sesión, la llamada “hora de incidentes”, en la que los parlamentarios hacen uso libre de la palabra para abordar problemáticas locales o sus inquietudes, en general.
Por tradición ese espacio, en el que varios diputados abandonan la sala para ir a almorzar, era dirigido por algunos de los vicepresidentes de la Cámara para permitir que el presidente subiera a su despacho para definir asuntos administrativos.
Sin embargo, ante la ausencia de los otros miembros de la mesa, solitariamente, Castro tuvo que quedarse escuchando discursos que no concitan mayor interés político ni mediático.
El segundo vicepresidente, Eric Aedo (DC), había presentado un permiso para acompañar al Presidente Gabriel Boric en una actividad, y el primer vicepresidente, Gaspar Rivas (indep.), salió de la sala por otros compromisos. Tampoco diputados del oficialismo, que ejercieron en el pasado como autoridades de la Cámara, aceptaron quedarse para reemplazar al presidente.
Aunque el mismo Castro le restó dramatismo al hecho, entre sus aliados interpretaron estas actitudes -que también se dieron al inicio de la sesión- como un intento de hacerle un “vacío” al presidente la Cámara, quien se impuso en una reñida e inédita elección a la diputada Camila Rojas (Frente Amplio), que se resolvió mediante sorteo tras un empate a 74 votos.
Si bien en el oficialismo intentaron explicar que las ausencias de Aedo y Rivas -al inicio y al final de la sesión- tenían un justificativo, en privado diputados aliados del gobierno admiten que causaron molestia las últimas declaraciones de Castro en las que atribuyó su victoria a una suerte de anticipo de lo que podría pasar en la elección presidencial, en la que la abanderada de Chile Vamos, Evelyn Matthei, aún corre con ventaja en la encuestas.
Las palabras de Castro, de hecho, se alejaban del tono republicano que adoptó su antecesora, la diputada Karol Cariola (PC), y con el que asumió el nuevo presidente del Senado, Manuel José Ossandón (RN), quien si bien ratificó que su candidata era Matthei, dio garantías de que su mandato iba a ser ecuánime y que no pretendía contaminar su gestión con la contienda electoral.
En el pasado, a la misma postura se ciñeron los expresidentes de la Cámara Alta José García (RN) y Juan Antonio Coloma (UDI), quienes, por lo general, en sus intervenciones en el ejercicio del cargo evitaban hablarle a su “tribu” electoral y preferían dar mensajes al país y al mundo político, en general.
La ley del hielo
Por tal razón, todas estas señales han ido configurando un clima tenso en la Cámara.
De hecho, recién ayer en la tarde, Castro y Aedo pudieron sostener una conversación sincera respecto de cómo será esta “cohabitación”, concepto que se usa en la ciencia política, especialmente por el fenómeno que se da en Francia, en que dos rivales están obligados a convivir en los principales cargos de una institución.
Esta cohabitación tiene su origen en la renuncia anticipada a la que se vio obligada a presentar Cariola, debido a las presiones de la derecha -por una investigación contra la legisladora comunista por presunto tráfico de influencias-, a pesar de que estaba en período de posnatal. Incluso, la oposición presentó una censura contra la mesa, lo que obligó a Cariola a concurrir a la sala con su bebé de solo ocho días.
Ello generó un descuadre, ya que Castro se impuso con una base de apoyos de la oposición más algunos independientes, a diferencia de Aedo, Rivas y Cariola, que llegaron a la mesa con un acuerdo construido con votos oficialistas, de la DC y de algunos independientes. Ese pacto consideraba, además, que ellos renunciaran el 15 de abril.
Sin embargo, la encrucijada se agrava porque además existe un amarre. La única forma que tienen las bancadas para forzar la salida de Aedo y Rivas, por un lado, o de Castro, por otro, es presentar una “censura”, una reclamación de la conducta de la mesa para pedir su destitución. Esa acción no puede ser dirigida solo contra una autoridad, por lo tanto, si se llega a aprobar, caerían el presidente y sus dos vicepresidentes.
Por si fuera poco el problema, hoy ambos bloques están en un empate perfecto. Prueba de ello fue el equilibrio a 74 votos de Castro y Rojas en la elección del lunes. Incluso, si a ellos se suman las cuatro ausencias y pareos de ese día, la igualdad se mantiene a 76 votos.
Con ese escenario, si se llega a realizar una nueva ronda de votaciones para elegir vicepresidentes o al presidente, nuevamente operaría el azar. Hasta ahora se repetiría el desempate, fijado por reglamento, mediante sorteo.
Aedo no renuncia
Por ello, las misma bancadas del oficialismo acordaron pedirle a Aedo y Rivas que no presenten su renuncia el 15 de abril, como gesto de molestia, ya que -a juicio de legisladores aliados del Ejecutivo- el entrampamiento actual de la Cámara sería culpa de la misma derecha, que presionó para que renunciara “una mujer después un parto”.
“Yo soy parte de un acuerdo administrativo con el oficialismo, sectores independientes y la Democracia Cristiana, y a ese acuerdo me debo, en ese acuerdo fui elegido por votación para estar en la vicepresidencia. Y si ese acuerdo aún se mantiene, a través de las vicepresidencias, mientras no haya una opinión contraria de los partidos que conforman ese acuerdo vamos a permanecer en las vicepresidencias”, admitió el vicepresidente de la Cámara, Eric Aedo (DC), ya dando por descartada la posibilidad de renunciar el próximo martes 15 de abril.
Una alternativa para salir de esta traba institucional es hacer un acuerdo y repartirse equitativamente las vicepresidencias, una para cada bloque. Esa idea no desagrada al gobierno en el ánimo de bajar la tensión en la Cámara. Sin embargo, ni las bancadas de izquierda ni de derecha hoy quieren una mesa de unidad.
Esa posibilidad ha sido descartada por el mismo Castro, además que existen compromisos para que las vicepresidencias sean otorgadas a otras bancadas opositoras, como la UDI, republicanos o socialcristianos, a modo de compensación por haber apoyado al postulante de RN para la presidencia.
Puzle en la derecha
Ganada la elección por la presidencia, los partidos de derecha tienen que resolver un rompecabezas para tratar de descontarle un voto al oficialismo, haciendo el costo de que tendrían que censurar a la mesa y tratar de volver a elegir a Castro con dos nuevos vicepresidentes. Todo ello en el supuesto de que logren una mayoría, que hoy se ve difícil.
Si es que llegan a contar con esa mayoría se genera un problema adicional en la derecha, dada la cantidad de pretendientes para las dos vicepresidencias.
Por ejemplo, Jorge Alessandri es la carta de la UDI para asumir en un cargo en la testera. Los republicanos tienen en la banca esperando a Sofía Cid, mientras que Roberto Arroyo es el nombre de los socialcristianos. Por su parte, Demócratas aspira a tener una vicepresidencia con Erika Olivera.
Sin tener resuelto ese puzle, al menos ya comenzó una fuerte presión para que Aedo y Rivas renuncien.
Ayer en la sala, al ver que ambos vicepresidentes no estaban acompañando a Castro al inicio de la sesión, el jefe de la bancada de RN, Miguel Mellado, dijo que “si ellos no quieren venir a trabajar temprano, que renuncien, porque tienen que dar un ejemplo, la mesa tiene que estar completa. Se eligió un nuevo presidente y ellos tienen que cumplir sus funciones hasta el último día. Si no están los vicepresidentes al inicio de la sesión mejor que renuncien”.
Sorpresivamente, un reclamo similar realizó el independiente René Alinco, quien si bien votó a regañadientes con el oficialismo el lunes pasado, tiene una conocida amistad con Castro. “En estricto rigor, creo yo, que el primer y segundo vicepresidente ya deberían haber puesto su renuncia a disposición, porque se eligió a un nuevo presidente; con mucha fanfarronería nos tratamos de honorables, entonces lo honorable, lo ético, es que presenten su renuncia para que la sala elija democráticamente al primer y segundo vicepresidentes”, sostuvo Alinco.
Ante las quejas, el secretario general de la Cámara, Miguel Landeros, tuvo que salir a explicar el marco reglamentario y dijo que los asientos en la testera responden a “pactos que hacen entre las bancadas y son ellas las que tienen que exigir su cumplimiento, la secretaría no tiene esa capacidad”.
Por su parte, el jefe de bancada de la DC, Héctor Barría, señaló que el acuerdo entre las fuerzas de centroizquierda para las vicepresidencias es hasta el 15 de abril, “por lo tanto, aún hay plazo, para no alborotar ningún proceso”.
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