La “maldición” de Santiago

La “maldición” de Santiago

La última vez que un alcalde fue reelecto en la comuna de Santiago fue hace 28 años. Un karma que apuesta a revertir Irací Hassler, mientras el RN Mario Desbordes -su principal contendor- confía en que su proyecto para recuperar Santiago inclinará la balanza. Ambos, a su vez, son protagonistas de la medición de fuerzas entre el oficialismo y la oposición, ante otro antecedente: desde hace 16 años la comuna ha tenido un carácter predictor frente a la presidencial.


Desde el regreso de la democracia, solo un alcalde -Jaime Ravinet (1990-2000)- ha logrado ser reelecto en la Municipalidad de Santiago. Un codiciado sillón -para muchos predictivo de la presidencial-, que no han podido retener candidatos a La Moneda, ministros ni tampoco connotadas figuras del oficialismo y de la oposición, entre las que se cuentan Joaquín Lavín (UDI), Raúl Alcaíno (indep. Alianza por Chile), Pablo Zalaquett (UDI), Carolina Tohá (PPD) y Felipe Alessandri (RN).

El jueves, Irací Hassler (PC)-quien va por su segundo período- cerró su campaña con dos “metrazos”, con la esperanza de revertir el designio. Lo propio hizo su principal contendor, el RN Mario Desbordes, en una reunión con vecinos, junto a Evelyn Matthei, la candidata presidencial mejor posicionada en las encuestas. Pero todo indica -según los últimos sondeos- que será una llegada estrecha, de infarto.

Una incógnita que aumenta aun más con el factor del voto obligatorio, que por primera vez se aplica en esta municipal, y por el desbalance que puede provocar el voto migrante. Esto, porque -según datos del Servel- el padrón comunal cuenta ahora con 378.363 electores, de los cuales 120.666 (32%) son extranjeros. En 2021 sufragaron 119.476, con voto voluntario.

La apuesta de Hassler apunta a romper la “maldición” de Santiago, que desde hace 28 años -desde 1996- no registra una reelección. “No creo en maldiciones. Sé que es un desafío grande y que lo vamos a lograr. Hay mucho cariño de los vecinos y vecinas y una gestión que nos respalda”, dice la candidata.

Desbordes tampoco cree en los karmas. “Confío en el respaldo que me han entregado los santiaguinos en cada una de las visitas que he hecho a todos los barrios, ante una gestión de Hassler que ha sido desastrosa, que tiene destruida a nuestra capital y a sus habitantes sumidos en el temor ante la falta de seguridad”, sostiene el exministro de Defensa.

Jaime Ravinet fue el primero y el último alcalde en ser reelecto en Santiago, desde el regreso de la democracia.

Uno de los partidarios del exministro de Defensa es Ravinet -hoy independiente de derecha-, quien se convirtió en el primer alcalde designado de Santiago entre el ‘90 y el ‘92, tras el regreso de la democracia. En ese tiempo militaba en la DC y había sido secretario ejecutivo del comando presidencial de Patricio Aylwin. Su gestión -que apuntó a recuperar Santiago luego de los estragos que sufrió con el terremoto del ‘85- le permitió ganar la alcaldía en 1992, con un 38%, oportunidad en que se impuso a figuras históricas de la derecha como Herman Chadwick y Arturo Alessandri Cohn. Un cargo que retuvo en 1996, al derrotar por un 45,3% a Nicolás Monckeberg y Miguel Allamand, entre otros, ambos de la entonces Unión por Chile.

Fue la última vez que hubo reelección. Y, también, celebraciones en el balcón.

“El balconazo se da cuando gana el alcalde o la alcaldesa que va a la reelección. Pero como todos han perdido, han terminado en la Plaza de Armas nomás. Ahora, sin duda, Santiago marca un símbolo político. De ahí que espero un triunfo de Desbordes. No solo por los efectos en la presidencial, sino que para recuperar una comuna que se encuentra destruida en términos de infraestructura y de seguridad”, sostiene Jaime Ravinet.

Su salida del municipio -al que no repostuló- marcó, también, el inicio de los cambios a nivel de signos políticos.

“Madre de las batallas”

Ese 2000 llegó a ocupar la alcaldía el UDI Joaquín Lavín, quien venía con vuelo electoral. Su despegue lo había logrado el ‘96, cuando salió reelecto en Las Condes con un 86,7%, cifra que lo ubicó en el sitial de los presidenciables. Ello le permitió competir en 1999 con Ricardo Lagos por La Moneda, oportunidad en que perdió en segunda vuelta. Al año siguiente disputó Santiago. Debía ganar -para sus próximos pasos- una comuna que no fuera un bastión de la derecha. Y lo logró, con el 73% de los votos.

Joaquín Lavín solo estuvo un período en Santiago. Su delfín fue Raúl Alcaíno. Foto: Mario Tellez/La Tercera.

Terminado el cuatrienio, Lavín -cuya gestión fue cuestionada por una serie de medidas efectistas, como la instalación de vigías en sillas tipo salvavidas en el Paseo Ahumada para controlar la delincuencia, o la playa en el río Mapocho- no repostuló. Su foco fue tratar de conquistar La Moneda y, luego, un escaño en el Congreso, por lo que apoyó en 2004 a Raúl Alcaíno, como su delfín.

Ese año la derecha pasó susto, en la que se llamó la “Madre de las batallas”. En medio de una guerra de cómputos, Jorge Schaulsohn (entonces PPD) -quien era visto como el más probable ganador- se adelantó y se declaró vencedor, episodio que ha pasado a la historia como uno de los grandes chascarros a nivel municipal. “Las proyecciones que han hecho las radioemisoras y otros centros de cómputos nos dan ganadores por cerca de un 50% de los votos, una diferencia de más o menos 5 puntos con el candidato de la derecha”, dijo esa noche. Pero faltaban votos por escrutar y, al final, el conductor de televisión -quien tampoco optó por repostular- se impuso por un 53% contra un 49,5%.

Pablo Zalaquett asegura que el municipio de Santiago es predictor de la presidencial. Foto: Juan Farías / La Tercera.

Para 2008, el UDI Pablo Zalaquett saltó de La Florida a Santiago. Y se impuso a Ravinet, quien intentaba de nuevo llegar a ese sillón, apelando a su marca registrada. El resultado fue 47,3% contra un 35,9%. Todavía hay quienes recuerdan que un año antes de esa contienda Zalaquett empezó a posicionar su nombre con la “Z”, la que marcaba en los sitios más insólitos.

Carolina Tohá (PPD) no pudo retener el municipio capitalino.

Pero cuatro años más tarde, en 2012, fue vencido por Carolina Tohá (PPD), quien se impuso por un 50,6%, contra un 43,8%.

“No creo en las maldiciones. Sí en que, de todas las elecciones, Santiago es la más política y la más predictiva. Es más, cuando yo gané Santiago, ganó Piñera. Y así sucesivamente, con Tohá-Bachelet, Alessandri-Piñera y Hassler-Boric. Ha habido una sincronía entre la alternancia en la alcaldía y la alternancia del poder político de gobierno. Y por eso creo que ahora Desbordes tiene una gran posibilidad de ser elegido, porque la tendencia indica que el próximo gobierno va a ser de derecha o de centroderecha”, dice Pablo Zalaquett.

Siguiendo esa lógica, admite que sería un golpe duro para el sector perder Santiago, con miras a la presidencial, aunque advierte que hoy hay otros factores en la baraja, entre ellos las gobernaciones y la cantidad de población gobernada a nivel municipal.

Felipe Alessandri (RN) sostiene que -desde hace 16 años- el sector que gana Santiago, gana la presidencial.

A su turno, Tohá tampoco logró retener el cargo. En 2016 fue derrotada por Felipe Alessandri (RN) por un 46,7% contra un 36%. Y Alessandri -quien fue el alcalde que más duró en este siglo, porque su período debió ser extendido por la pandemia- perdió ante Irací Hassler en 2021 por un 38,6% contra un 35,2%.

“Desde los últimos 15 años o 16 años, el sector que gana Santiago gana la próxima presidencial. Eso ha sido así. Y por eso estoy seguro que Desbordes va a ganar, porque es la tendencia y porque es urgente recuperar el rostro de la capital, como centro cívico, financiero, comercial y cultural. Hoy es una pena ver decenas y decenas de locales vacíos, en sectores que antes eran de alta plusvalía. Y también es triste ver que hoy la gente vive con temor, con niveles de delincuencia nunca antes vistos y con un comercio ilegal que se ha tomado las calles”, sostiene Alessandri, quien fue sondeado para Santiago y hoy es candidato a alcalde por Lo Barnechea.

En los cálculos de Chile Vamos está que el 30% duro de Hassler se va a netear con el voto migrante. Y que los adultos mayores -que es un voto más conservador y que se quedó en la casa para la pandemia- ahora va a salir a sufragar y va a marcar la diferencia, junto a exconcertacionistas desencantados.

Para los sondeos de opinión, el resultado -sin embargo- es incierto.

La última encuesta Signos -del 11 de octubre- reveló que Desbordes superaría estrechamente a Hassler, con un 33,4% versus un 31,9%, respectivamente, lo que está en el margen de error. Y que hay un 15,7% que “no sabe/no responde”, que podría inclinar la balanza. Más nebuloso fue el resultado -de fines de septiembre- del Panel Ciudadano UDD, que dio a conocer un empate exacto, de 32%, entre ambos candidatos.

Los dos comandos -sin embargo- aseguran contar con cifras que les permiten augurar un triunfo.

Una campaña compleja

La repostulación de Hassler no fue fácil. Uno de los golpes más duros -aparte de los cuestionamientos que ha recibido por el tema de seguridad y el comercio ambulante- fue el escándalo que provocó la fallida adquisición de la Clínica Sierra Bella, cuyo sobreprecio de tasación fue objetado por la Contraloría. El caso casi la dejó fuera de competencia. Y esta semana la tragedia en el INBA-por la explosión de una bomba molotov que dejó 34 heridos, 17 de ellos graves- reavivó las críticas de sus detractores, por la resistencia de su administración a aplicar Aula Segura, que fortalece las facultades para la cancelación de matrícula y expulsión de alumnos involucrados en graves hechos de violencia. Aunque sí ha aplicado otras herramientas.

Para reentusiasmar a los santiaguinos, la edil -quien ha realizado un fuerte trabajo en terreno- cuenta en su equipo con el apoyo del experto electoral Pablo Monje-Reyes (PC) y con las vocerías de los diputados Gonzalo Winter (FA) y Helia Molina (PPD).

“Queremos seguir avanzando y no partir de cero. Tenemos 3 años y 3 meses de gestión. Con avances concretos en seguridad, como la recuperación de 85 casas que estaban tomadas por la delincuencia y el narcotráfico, el cierre de un sector del Parque de los Reyes o el destacamento Santiago Seguro, que le ha cambiado la cara al casco histórico”, dice. Y añade que quiere seguir avanzando. “Hemos desplegado una campaña en los 26 barrios, todos los días, tocando puertas, escuchando y hablando con vecinos y vecinas. No estuvimos encerrados en un comando haciendo videos”, sostiene Hassler.

Su contendor, el exministro de Defensa, Mario Desbordes, se impuso después de varios nombres, entre ellos el de Sebastián Sichel, quien terminó siendo candidato por Ñuñoa. “RN ya comunicó la decisión de Chile Vamos, hay otra opción legítima decidida: Mario Desbordes (…) Todo mi apoyo para él”, dijo Sichel en abril en su cuenta X, cerrando la polémica.

Detrás de la campaña del exministro -que ha tenido como “fórmula” el trabajo en terreno- hay dos mujeres clave: Evelyn Matthei y Cecilia Morel. Su brazo derecho es el exsubsecretario de Agricultura José Ignacio Pinochet y uno de sus consejeros es el asesor en campañas Pablo Matamoros.

Su eje está en la seguridad, siguiendo la teoría de “Las ventanas rotas”, de James Q. Wilson y George L. Kelling, que sostiene que los signos visibles de la delincuencia crean un entorno urbano que fomenta la delincuencia y los delitos graves.

“Y, por lo tanto, la seguridad de Santiago también la vamos a abordar recuperando el espacio público, limpiando, ordenando, pintando, iluminando, enfrentando las incivilidades y sacando al comercio ilegal. Y en esto quiero ser claro. No va a haber autorización para los comerciantes ilegales. Y esto corre para el toldo azul que está en el barrio Meiggs, hasta el que está haciendo fritangas, en este momento, en un carro ilegal sin permiso sanitario. Al mismo tiempo, vamos a abordar los temas de salud, que están fuertemente cuestionados por los vecinos ante el colapso que hay en la salud municipal. Y, por cierto, vamos a trabajar para recuperar el comercio, porque la cantidad de locales cerrados que tenemos hoy constituye un mal récord histórico para la comuna, lo que ha impactado fuertemente en el empleo de miles de santiaguinos”, sostiene Desbordes.

A horas de los resultados de estos comicios, solo resta esperar si se cumplirá o no el vaticinio de la “maldición” de Santiago. Y si esta comuna -donde oficialismo y oposición medirán fuerzas- seguirá siendo una suerte de predictor de la ruta a La Moneda.

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