Loreto Daza y Bernardita del Solar, las biógrafas de Piñera: “Es difícil buscar un heredero de su legado”
A punto de cumplirse ya un año de la muerte del expresidente, las autoras de la biografía no autorizada de Sebastián Piñera ponen en perspectiva su figura y cómo su valoración ha ido cambiando en el trayecto. Dicen que la política lo humanizó y que aprendió a entender su valor. Que ni en su familia se ve a alguien capaz de encarnar su figura. Y ambas plantean que, al momento de su accidente, él seguía pensando en La Moneda.
El año 2010, las periodistas Loreto Daza y Bernardita del Solar publicaron la primera edición de la única biografía no autorizada que hasta ahora se ha escrito de Sebastián Piñera. Piñera, historia de un ascenso, indagó en su infancia, la relación con sus papás y cinco hermanos, su carácter inquieto, competitivo y avasallador, y los detalles de su carrera política hasta antes de su primer gobierno. En 2017, ambas lanzaron la edición actualizada del libro, que titularon Piñera, biografía no autorizada, en la cual relataron en detalle la campaña que lo llevó a La Moneda por primera vez y los avatares de su gobierno, que estuvo marcado por el terremoto del 27/F, el rescate de los mineros, un gobierno que partió con un gabinete de técnicos y terminó con uno de políticos, y las movilizaciones estudiantiles de 2011.
A punto de cumplirse un año de la sorpresiva muerte de Piñera, ambas autoras ponen en perspectiva su figura y cómo el tiempo ha provocado que -según ellas- se dejen “atrás las caricaturas” y se empiece “a entender más en toda su complejidad”. Las periodistas, además, describen cómo su carácter marcó la impronta actual de Chile Vamos y plantean una interrogante sobre la herencia de su legado.
A un año de su muerte, ¿cómo ha cambiado la imagen del expresidente?
Bernardita del Solar (BS): Efectivamente, ha habido un cambio en la percepción tanto del personaje como de su gobierno, y eso lo empezaron a reflejar las encuestas desde principios del año pasado, antes de que él muriera. Me tocó entrevistarlo en abril de 2023 y él tenía la sensación de que se estaba haciendo un poco justicia con lo que había sido su gobierno.
Y creo que hay un efecto importante en la percepción de la gente que también hace contraste con el gobierno actual. En términos de que el gobierno de Piñera se empieza a ver como un gobierno mucho más eficiente. Entonces empieza a subir, yo creo, su figura como un gobernante mucho más eficiente, mucho más efectivo. Y obviamente su muerte, trágica, también tiene un impacto, sin duda.
Loreto Daza (LD): Yo creo que uno de los logros de esta biografía es que muestra a Piñera en todas sus facetas. Piñera el amigo, Piñera el trabajador, porque siempre había habido una caricatura de este personaje, ¿verdad? Entonces lo muestra en toda su complejidad. Yo creo que el paso del tiempo ha logrado perfilar con mayor reflexión una mayor comprensión de ese personaje, que es más complejo, y que se comienza a validar y valorar. Se dejan atrás las caricaturas de Piñera y se empieza a entender más Piñera en toda su complejidad.
Entonces, no es que la imagen de él se haya ido desdibujando con el tiempo, sino que se ha ido adquiriendo una percepción más global.
LD: Por supuesto, porque yo no creo que se han olvidado de Piñera, el que iba a mil kilómetros por hora, el Piñera con sus luces y sus sombras. Yo creo que se ha entendido más el Piñera en su complejidad total.
BS: También tiene que ver con que Piñera fue cambiando. El Piñera del primer gobierno no es el mismo del segundo gobierno, y el Piñera que sale es también de alguna manera distinto, y tengo la percepción -y es lo que dice un poco su secretaria, Sarita-, que efectivamente el personaje se fue humanizando. Eso tú lo ves en la relación con el resto de la gente, en el reconocimiento de otras personas. Y creo que hay una diferencia notable entre el primer y el segundo gobierno en su relación con Cecilia, como una figura que para él significaba mucho más... Era menos él, digamos, sino que más bien él con ella.
Sarita Larraguibel, su secretaria histórica, dice que la política lo humanizó. ¿Ustedes comparten eso?
LD: Desde el 2010 él estuvo más consciente de sus debilidades y sus fortalezas. Y como era muy inteligente, trabajó en sus debilidades. Los golpes le mostraron que la inteligencia, la rapidez, la fortuna, no eran suficientes para navegar en la política. Que necesitaba sentarse a escuchar a las personas que iban más lento que él. Él fue trabajando en sus debilidades. Y como dice la Berni, empezó a valorar esta gran virtud que tiene la Cecilia Morel de empatizar, conectar con la gente.
Una encuesta de Criteria arrojó que Piñera -con un 49%- es el Presidente mejor evaluado de los últimos 35 años. Llama la atención, porque a él le importaba mucho ser querido. ¿Por qué buscaba eso?
BS: No lo sé, pero puede ser por una forma de victoria. De “lo logré”, ¿me entiendes? Porque en el día a día, él no evadía las peleas, iba de frente, no era una persona de consensos. Pienso que tal vez es porque ya lo otro de alguna manera lo había logrado. Independiente de que tú puedas ser crítico, se le reconocieron sus habilidades intelectuales, la inteligencia, la eficiencia... De alguna manera, eso estaba logrado. Lograr que te quisieran era un desafío distinto, porque efectivamente fue un personaje resistido por muchos. Claro que la gente que estaba cerca de él, y eso siempre lo comentamos, lo quería mucho.
Él tuvo un grupo de amigos que lo acompañó toda la vida. Incluso, en el accidente en que muere iba con uno de sus amigos más cercanos, Ignacio Guerrero. Pero si hay algo que cambió fue su entorno político: la gente con la que ingresó a RN y que fue clave en su candidatura del 2005, del 2009, cambia completamente y termina con Andrés Chadwick y Gonzalo Blumel. ¿Cómo ven ustedes ese cambio y a qué fue respondiendo?
LD: Piñera se dio cuenta y aprendió rápidamente que el gabinete de los mejores, los técnicos, todos con títulos de Harvard, no era suficiente. Y que necesitaba abrirse al mundo político. En su primer gobierno fue aprendiendo que tenía que tender puentes a los sectores políticos, mientras más diversos mejor.
¿Y el cambio en el elenco es una muestra de eso?
BS: Absolutamente, absolutamente. Un poco tiene que ver con la circunstancia, pero también con la personalidad. En el primer gobierno él era de gobernar solo y le importaba nada el resto de los partidos políticos. Fue un gobierno mucho más solitario.
LD: Yo creo que es interesante hacer la evolución de Sebastián Piñera, no solamente desde el 2010 a su segundo gobierno, sino que durante toda su carrera en la política. Y cuando entra a la política, en el 90, él apuesta por una derecha mucho más liberal. Entonces, este Piñera eficiente, que va a mil kilómetros por hora, se aleja de los políticos tradicionales porque hay que dejar ese Chile atrás. Ese Piñera de los 90 hasta el Piñera de 2024 ha evolucionado muchísimo en términos de manejo político. Sigue con el mismo ADN de que va rápido, pero ha crecido de verdad mucho en términos de manejarse en la política. Y ese aprendizaje ha significado que se ha abierto, que ya escucha al político, porque siempre decía él que se aburría con los políticos porque contaban muchas historias muy largas. Empieza a entender el valor y la importancia de establecer vínculos con esa gente.
BS: Él se da cuenta de que no puede hacerlo todo solo. Que, de alguna manera, necesita al otro, a los partidos. Porque, en el fondo, uno de los problemas que tuvo en el primer gobierno es que no escuchaba nada a los partidos, en cambio en el segundo gobierno está mucho más conectado y de alguna manera esa conexión está dada por la elección de Chadwick, que era un tipo muy distinto a Hinzpeter. Era un político tradicional total.
Al momento de morir, muchos quedamos con la duda de si él quería volver a La Moneda por tercera vez o no.
BS: Yo estoy convencida de que sí. Yo apuesto que sí habría ido, o sea, si se daban las circunstancias, obviamente. Porque, en definitiva, no pudo hacer en ninguna de las dos administraciones lo que él quería hacer: en la primera le tocó el terremoto y en la segunda le tocó el estallido y la pandemia.
LD: Yo dejé de ver a Piñera, pero por el nuevo reporteo que estoy haciendo, que implica hablar con gente que conocía, mucha gente cree que sí.
BS: En una entrevista que le hice en abril de 2023 me dijo: “No tengo intención de jubilarme ni como chileno ni como ciudadano”. Yo le pregunté en esa oportunidad y me dijo no voy a ser de nuevo candidato. Pero no tengo intención de jubilarme... Entonces, yo creo que sí. O al menos coqueteaba con la idea.
¿Qué impronta dejó Piñera en la dirigencia de la derecha?
LD: No puedo responder específicamente sobre la actual dirigencia, pero a lo largo de los años, Sebastián Piñera contribuyó a que la derecha se abriera. No solamente para dejar atrás los años de la dictadura y mirar al futuro, sino que también a que se abriera esta derecha más conservadora a visiones más liberales. No solamente apoyó la reforma tributaria, cuando empezó la democracia, que era negociar con (Alejandro) Foxley, que eran nuevos límites para la derecha en esos años. Era una locura negociar con el bando enemigo. En eso Piñera era visionario, de ir abriendo camino más que cerrarse por la misma senda. Y eso lo hizo a lo largo de todos sus años como senador, y después como presidente de RN, pero siempre con una mirada más liberal, de una derecha más abierta, de correr las barreras de esta derecha tan conservadora.
¿Y hoy es eso lo que se ve?
LD: Es que lo que pasa es que cambió la sociedad. Pero el llevó a la derecha a correr las barreras, los límites, las fronteras. En el fondo, contribuyó a construir una derecha mucho más moderna, más acorde a los nuevos tiempos. Creo que ese fue su gran aporte. Y hoy ese camino que abrió hacia una derecha más moderna se ve amenazado por una derecha más tradicional, más dura.
¿Existe el piñerismo?
LD: Sí, hay una corriente que lo mira con mucha admiración y al final del día Sebastián Piñera fue el candidato a la derecha que logró llegar dos veces a La Moneda desde el regreso a la democracia. Entonces amerita que el personaje que lo logró tenga sus seguidores fieles.
¿El piñerismo es una forma de ver la política o es una cuestión generacional que tiene que ver con gente que trabajó con él?
LD: Yo creo que tiene que ver con lealtad y tiene que ver con la gente que trabajó con él, que incluso frente a una realidad tan adversa se reforzó aún más, porque vivieron tiempos difíciles, lo pasaron mal.
BS: Estoy de acuerdo con lo que dice la Loreto, pero uno podría hablar de piñerismo en términos de la manera de enfrentar la política, de buscar acuerdos, porque mal que mal Piñera buscaba acuerdos, buscaba la forma de lograr metas concretas, era capaz de negociar y siempre dentro del marco institucional. En el estallido podría haberse ido por otro lado y no lo hizo. Esta manera de mirar la política, de enfrentar la institucionalidad, es un legado muy importante.
Hubo, después de que murió, toda una discusión respecto de si había alguien que pudiera asumir este legado. Se habló de Andrés Chadwick, que no quiso. Todos buscando quién es el heredero. ¿Lo hay?
LD: Es difícil buscar un heredero del legado. Yo creo que primero es necesario ver cuál es el legado, qué es lo que queda para la historia de todos esos años, y buscar un heredero de eso. Creo que el heredero del legado de Piñera es Sebastián Piñera.
BS: Piñera fue un personaje demasiado fuerte en la historia política de los últimos 40 años, que estuvo prácticamente en todo el proceso e influyó en todo el proceso de la transición y después. Entonces, cuesta ver hoy a alguien capaz de encarnar la figura de Piñera. Yo creo que no hay ni en la familia.
LD: Sí, el concepto es muy difícil. Porque mira a Frei Montalva, y cuando ponen a Eduardo Frei Ruiz-Tagle, un poco también con la idea de que son dos personajes totalmente distintos, con distintas cualidades, distintas características, distintas circunstancias. Entonces, ¿es Ruiz Tagle heredero de Frei Montalva? No. No veo a un personaje que sea el heredero de Piñera.
¿El legado del Presidente es un legado en construcción?
LD: Totalmente, sí. Yo creo que para construir un legado se necesita cierta distancia. Ahora hay cosas que son tan fuertes que son evidentes, lo que fue su gestión en la pandemia, los mineros, todos esos éxitos, pero se necesita cierta distancia y reflexión para construir un legado.
BS: A propósito del tema del monumento, fue un poco prematuro como lo plantearon, porque uno ve los tiempos que se demoraron en hacer las otras estatuas y creo que habría sido menos resistido por algunos si hubiera sido en unos años más. Para tener una noción de los legados hay que tener la dimensión del tiempo, pero claramente está en su legado, su valoración a la democracia, a una democracia moderna, a un sistema económico liberal.
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