Philippe Sands, autor de Calle Londres 38: “La capacidad humana de reproducir horrores del pasado es notable”

El investigador británico aborda en su último libro la relación de Pinochet con el jerarca nazi Walther Rauff. Además, a través de documentos y una serie de entrevistas, revela un acuerdo explícito entre el gobierno de Tony Blair y el de Eduardo Frei para devolver al general a Chile, y la responsabilidad de Augusto Pinochet con el caso Caravana de la Muerte.
Es el primer día de primavera en su casa en Londres. Nos conectamos por Zoom mientras él prepara su viaje al otoño chileno, la próxima semana, a lanzar su libro Calle Londres 38. Dos casos de impunidad: Pinochet en Inglaterra y un nazi en la Patagonia (Anagrama). Philippe Sands, destacado escritor, profesor y abogado de derecho internacional, investiga en esta obra la relación entre el jerarca nazi Walther Rauff (creador de las cámaras de gas ambulantes, quien vivió y murió en Chile) y el dictador Augusto Pinochet.
Sands conoció el caso Pinochet de primera fuente, pues representó a Human Rights Watch en ese juicio. Pero en este libro va mucho más allá de recordar: entrevista a los protagonistas, reportea en terreno y hace importantes revelaciones. Establece así la relación de Rauff con la DINA, por una parte, y obtiene testimonios de primera fuente sobre un acuerdo explícito entre el gobierno de Tony Blair y el de Eduardo Frei Ruiz-Tagle para devolverlo a Chile. Sands también escribe sobre un documento, hasta ahora desconocido, que revelaría la responsabilidad de Pinochet con el caso Caravana de la Muerte, y que fue esencial, asegura el libro, para este acuerdo con el gobierno británico.
El libro será lanzado primero en Chile por el propio Sands. “Es la historia de ustedes”, asegura. Estará en la Cátedra Abierta en Homenaje a Roberto Bolaño en la UDP, en Santiago (3 de abril, 19:00, BNP), también visitará Punta Arenas y participará en Valparaíso en charlas en la Cátedra Puerto de Ideas - UV (7 abril, 12:00, en U. de Valparaíso).
Este libro partió por una intuición, cuenta Sands, tras leer una carta de Rauff. No sabía que había vivido en Chile, y empezó a indagar si había un vínculo con Pinochet. “Pronto descubrí que se conocieron en Ecuador y que se conocían bien. Y la siguiente pregunta fue: ¿Estuvo él involucrado después del 11 de septiembre en Chile? Y hubo muchos rumores, pero no había pruebas contundentes. Y soy un litigante en la corte, quiero pruebas contundentes”, dice.
¿Cuál fue la primera pista sobre la participación de Rauff con la DINA?
Es el testimonio de León Gómez (que declaró haber sido interrogado por Rauff en Londres 38, donde fue torturado). Fue muy claro, pero yo quería corroboración. Y luego, a través de otro investigador, Carlos Basso, me presentan a Samuel Fuenzalida, y abre la puerta, y luego conozco a El Mocito (Jorgelino Vergara, quien fue mozo de Manuel Contreras). Después de hablar con ellos, no tengo dudas. Con El Mocito es aún más claro porque lo ve muchas veces. Y me lleva a los lugares donde lo vio. Y fue una prueba ir allí, y fue un match perfecto: todos los lugares a los que fuimos coincidían exactamente. Y luego varios jueces me dijeron: de Jorgelino Vergara se pueden decir muchas cosas, pero es honesto y certero. Y todos los fiscales dijeron lo mismo también. A partir de ahí puedo decir con un alto grado de certeza: él estaba involucrado. Estuvo involucrado con la Pesquera Arauco (N. de la R: empresa controlada por la DINA, que utilizaba sus camiones frigoríficos). No sabemos exactamente qué hizo en la Pesquera Arauco, pero claramente estuvo involucrado en ello. Al final de la investigación hablé con el juez Mario Carroza. Le di todo lo que tenía y me dijo: ‘Sí, está claro, hay una presunción de que estuvo involucrado’.

¿Cuál fue el papel exacto de Rauff, según la evidencia que usted obtuvo?
Tengo 100% certeza de que él estaba involucrado. Lo que no sé es qué hizo exactamente. Fue gerente de Pesquera Camelio, conoce la industria y tiene conexiones en ese rubro. Creo que es una historia profundamente impactante que un hombre que comenzó en 1941 con furgonetas de gas ambulantes, continuara con furgonetas refrigeradas en 1973 (usadas por la DINA). Creo que conocía a estas personas (de la DINA), lo llamaban, les daba consejos, le daban cierta seguridad, sabía cómo hacer los interrogatorios, sabía cómo lidiar con la inteligencia. Creo que su papel probablemente fue el de consultor formal o informal.
El pacto Frei-Blair
Otra revelación del libro es la corroboración de la existencia de un pacto entre Reino Unido y el gobierno chileno para traer a Pinochet de vuelta a Chile, y que incluía fingir que no estaba apto para ser juzgado, como afirma Cristián Toloza en el libro. Toloza fue director de Comunicación y Cultura y asesor de Frei y contraparte de Jonathan Powell, jefe de gabinete de Tony Blair en ese momento.
“Acordaron que Pinochet no era apto para ser juzgado, que regresaría y que el gobierno chileno se aseguraría de que perdiera su inmunidad ante los tribunales. Y el único tema que fue un punto conflictivo, y que es muy interesante, fue que los británicos querían pruebas de que la parte chilena tenía evidencia (en contra de Pinochet)…”.
Ese es el documento del que escribe usted, sobre la implicación de Pinochet en la Caravana de la Muerte, que tenía el general Izurieta, según dice su libro, y que desapareció…
Pero el documento existía. Y ningún juez en Chile lo ha visto jamás. Carroza me dijo que nadie lo ha visto. Pero lo que esto sugiere es que en algún lugar del sistema chileno existen documentos que aún no se han hecho públicos. Y creo que eso es una historia para que los periodistas investiguen. Toloza me dijo que fue (a Londres) con una copia del documento, se la dio a Powell y él la aceptó. Y que en la base de ese documento, con una “mosquita” -como se le llama a la firma en el escrito-, pensaron que eso era una confirmación, y esa fue la base del acuerdo. Lo que sucede después es que regresa, pierde su inmunidad, es procesado y sigue exactamente el mismo camino. Creo que siempre asumimos que había habido un acuerdo, pero no había pruebas. Ahora la hay.

Como abogado de derechos humanos, ¿cómo juzga este acuerdo, que incluía cómo Pinochet debía comportarse para ser declarado no apto para ser juzgado?
El acuerdo que permitía a Augusto Pinochet regresar a Santiago -basado en el documento de la Caravana de la Muerte- preveía que se le retiraría la inmunidad, se le investigaría y se le procesaría. Eso sucedió, pero nunca tuvo que comparecer ante el tribunal. No fue juzgado ni condenado, como podría haber sido si hubiera aterrizado en España. En tales circunstancias, ¿debieron haberlo enviado a Madrid? Sí, como me dijo el propio Jack Straw. Claro, el regreso de Pinochet catalizó cambios en Chile, pero es difícil evitar la conclusión de que con respecto a sus crímenes el sistema de justicia falló y floreció la impunidad. Los gobiernos de Gran Bretaña, Chile y España -y Carmen, Laura Soria, Erica Hennings y las familias de todos los desaparecidos y todas las demás víctimas- tienen que vivir con esa realidad.
¿El caso de Pinochet cambió las cosas?
No puedo evitar sentir que incluso si el caso no llegó tan lejos como muchas personas decentes y razonables querían llegar, fue un momento revolucionario y transformador. Y el mundo nunca ha sido el mismo desde entonces. Incluso si no llegó tan lejos como algunos querían, los efectos a largo plazo han sido dramáticos en Chile y en el resto del mundo. Debido al caso Pinochet, muchos exlíderes ahora no viajan. Y eso es más que nada. Por lo que no se puede decir que no haya tenido consecuencias. Pero creo que, en general, todos obtuvieron algo de esto. Y, para ser honesto, mi perspectiva es que el gran perdedor es Pinochet, cuya reputación en el tribunal de la opinión pública de todo el mundo está efectivamente dañada para siempre. Cuando se le pide a la gente que recuerde lo que piensa sobre Pinochet, serán dos cosas: el golpe de Estado y su arresto en Londres.
¿Cree usted que el gobierno del Presidente Frei cometió un error al hacer este acuerdo?
Creo que probablemente sobreestimaron el riesgo de un retorno del poder militar. Pero mucha gente dijo que estaba preocupada por esto. Y Toloza utilizó ese argumento con Jonathan Powell, quien me dijo que ese fue uno de los argumentos que tuvieron un gran impacto. La democracia era frágil en Chile, ¿querían apagarla? Entonces creo que probablemente sobreestimaron el riesgo, pero para un gobierno esta es una gran decisión. Sobre el gobierno británico, probablemente soy un poco más crítico. En las memorias de Tony Blair no se menciona a Pinochet en Londres, y ese es el momento más importante para la justicia penal internacional desde el juicio de Nuremberg. Y no lo menciona. Y por esto entiendo que está avergonzado. Se siente incómodo. No quiere preguntas al respecto. Y esto me lleva a sentir que hay un problema en el lado británico.
Jonathan Powell ahora es asesor de seguridad nacional de Keir Starmer. ¿Cree que se arrepiente de lo que hizo? Fue una farsa, según su libro...
Fue una farsa. Fue instrumentado con mucho cuidado. (Pero) no creo que Jonathan se sienta avergonzado. Es una persona extraordinaria. Fue el principal responsable de resolver el conflicto en Irlanda del Norte y de lograr el Acuerdo del Viernes Santo. Y para mí y para mucha gente, tiene casi un papel heroico. Y ahora tendrá que afrontar cuestiones muy similares en relación con Ucrania y Rusia. ¿Qué hacemos con los crímenes cometidos en Rusia? ¿Qué hacemos con el crimen de agresión? Y el tribunal especial para el crimen de agresión, que se está negociando ahora mismo. ¿Simplemente decimos, olvídalo, termina con paz pero no justicia? ¿O dejas la puerta abierta? Y es el principal intermediario entre Starmer y Trump. Y creo que lo equilibrará con mucho, mucho cuidado. Y creo que probablemente siente que el regreso de Pinochet a Chile abrió la puerta a cierto grado de justicia en los tribunales chilenos. Y eso era algo bastante bueno dadas las circunstancias.
¿Se puede tener paz sin justicia?
Lo único que he aprendido en mi vida es que no se pueden ignorar estas cosas. Lo sabemos por Chile, Irlanda del Norte. Lo sabemos por Nuremberg. Lo sabemos por Ruanda y Yugoslavia. Tienes que lidiar con ellas de alguna manera. Pero esta es la complejidad. Creo que hay muchas maneras diferentes de abordar la justicia. Los tribunales son una. La verdad y la reconciliación son otra vía. Hay una tercera vía que me interesa cada vez más y es el lugar de la literatura.
¿Qué encuentra en la literatura?
Encuentro cosas destacables. He vuelto a leer a Pedro Lemebel y Alia Trabucco, y Pablo Neruda y Bolaño, e incluso Bruce Chatwin. En En la Patagonia, Chatwin está señalando la conexión entre la Alemania nazi en Punta Arenas y los selk’nam y el genocidio, y así sucesivamente. Y luego, si lees Nocturno de Chile, Bolaño conecta a Rauff con Pinochet a través de la literatura. Es increíble. Todo se hizo antes en la literatura. Y creo que esto ha tenido un impacto muy significativo, al menos para quienes lo han leído, en el cambio de conciencia sobre ese período. Y esto me ha llevado a hacerme cada vez más la pregunta: si tuvieras que elegir entre la sentencia de un tribunal o una maravillosa obra literaria para contar la historia de un crimen, ¿qué elegirías?
¿Qué elegiría usted?
No sé. Pienso cada vez más que si tuviera una elección binaria entre Bolaño y una sola sentencia de un tribunal chileno, tal vez elegiría a Bolaño. Pero mis amigos literatos dicen que eso está mal. Debes tener enjuiciamiento. Pero creo que no ha habido silencio y no ha habido impunidad en Chile gracias a esta maravillosa comunidad de escritores.

Su libro se publica en un momento en el que la extrema derecha gana posiciones en Alemania, y la ultraderecha está ascendiendo en Chile, con un discurso de apoyo a Pinochet. ¿Cómo ve este momento?
Es evidente que algo está pasando. Y ocurre lo mismo en el contexto europeo donde la gente pensaba que después de 1939 a 1945, nunca más. Y sin embargo muchas personas regresan diciendo que, en realidad, no estuvo tan mal. Está sucediendo incluso en Estados Unidos, donde hemos tenido este extraordinario giro lejos de Europa y hacia Rusia. Así que la conmoción en Chile se refleja en múltiples conmociones en otras partes del mundo. Y creo que la única manera de entender esto es que la vida transcurre en ciclos. Y volvemos a un momento en el que abrazamos aspectos de ese pasado. En algún momento la burbuja explotará, cruzarán una línea. Pero me temo que lo que nos enseña la historia es que para que la burbuja explote tiene que suceder algo verdaderamente terrible. Y eso incluye la muerte de muchas personas... La capacidad humana de reproducir horrores del pasado es notable. Y creo que nos dirigimos hacia la guerra, probablemente en el contexto europeo. Y luego habrá desastre. Y entonces la gente dirá: ¿Cómo hicimos esto? Y creo que lo que está sucediendo ahora es una especie de esfuerzo por derribar las construcciones del momento de 1945: derechos humanos, acceso a los tribunales, no uso de la fuerza, etcétera. Y creo que podría tener éxito. Pero si analizamos una narrativa histórica más larga, veremos que siempre que hay un período de construcción, va seguido de uno de destrucción.
¿Y luego?
Y luego hay una reconstrucción. Y la reconstrucción siempre parte de lo que vino antes. Entonces, para mí, es una serie de ciclos. Y por eso, a mucho más largo plazo, conservo mi optimismo indomable. Pero a corto plazo, ya sea en Chile o en Gran Bretaña, Alemania, Francia o Italia, creo que se avecinan tiempos muy difíciles.
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