
¿Qué pasó con la DC? De ser el partido más grande en los 90 a estar en una encrucijada para sobrevivir
Exdirigentes, exmilitantes y analistas apuntan a una serie de factores que vienen generando el declive de la Democracia Cristiana.

Corría 1989, se terminaba la dictadura, el candidato democratacristiano Patricio Aylwin ganaba la elección presidencial y la DC se convertía en la colectividad con mayor votación, obtenía 38 diputados de 120 (31,67 %) y 13 senadores de 47 (34,21 %). Eran tiempos buenos para la tienda creada en 1957.
35 años después el escenario es absolutamente distinto: 4 diputados de 155 (2,58%) y 3 senadores de 50 (6%); 23 alcaldes de 345 (6,6%); cero gobernadores; y un candidato presidencial -quien además es presidente del partido-, Alberto Undurraga, marcando muy mal en las encuestas. Además, por el momento, aislados del resto de la centroizquierda.
En sus 67 años de vida la DC ha pasado por muchas crisis y situaciones complejas. La colectividad sobrevivió a tres grandes quiebres: en 1969, un grupo formó el Mapu; en 1971, otra facción creó la Izquierda Cristiana y en 2007 Adolfo Zaldívar fundó el PRI.
En los últimos años las fugas no se han detenido. Una de ellas, por ejemplo, fue la ocurrida en 2018, liderada por Mariana Aylwin junto a un grupo de dirigentes del entonces movimiento Progresismo con Progreso que rechazaron apoyar la candidatura de Alejandro Guillier en segunda vuelta. Luego, seguirían el mismo camino otros dos referentes: Soledad Alvear y su marido Gutenberg Martínez, quienes junto a Jorge Burgos, Sergio Micco, Andrés Jouannet y otros, iniciaron la creación del movimiento Amarillos.
Más adelante, ocurrió la salida de los hermanos Walker: Patricio, Ignacio y Matías. Este último junto a Ximena Rincón y Fuad Chahin lideraron la opción Rechazo a la propuesta de nueva Constitución emanada desde la Convención Constitucional, contraviniendo la disciplina partidaria. Con ellos también otros dirigentes como el gobernador Claudio Orrego y los exministros René Cortázar, José Pablo Arellano y Alejandro Ferreiro dieron un paso al costado.
El declive de la DC ha sido paulatino, pero constante y los tiene en una posición muy preocupante. ¿Lo último? La opción de bajar a Undurraga y negociar, para no tener una derrota aún más estrepitosa en las parlamentarias.
Los factores del declive
“Este es un proceso que se acarrea hace tiempo. Tiene componentes personales, de un clima interno de descomposición, de rivalidad, de rencillas, de intriga. Y por otro lado, una pérdida de identidad, una confusión política y una desesperación por tratar de mantenerse en el Estado a toda costa. Es el cóctel perfecto para que la DC esté hoy día a punto de eclosionar”, señala a La Tercera, el expresidente del partido, Fuad Chahin.

Asimismo, para el exdiputado “el error histórico de haber apoyado la primera propuesta constitucional y luego de estar en una situación de ambigüedad total respecto del actual gobierno de Gabriel Boric, donde por momentos parece ser parte del oficialismo, recibe uno que otro cariñito por aquí por allá, de quinto nivel y el gobierno parece tener los votos asegurados, lo que hace es que la gente no entienda qué rol quiere jugar la DC".
Otra exmilitante DC, que prefirió no aparecer en esta nota, sostiene que el declive comenzó con el segundo gobierno de Michelle Bachelet y la decisión de compartir conglomerado (la Nueva Mayoría) con el Partido Comunista. “En ese gobierno la DC no hizo ninguna diferencia”.
“Hoy quedó en la irrelevancia, porque no ejerció ningún rol de liderazgo. No defendió lo que se había hecho en los gobiernos anteriores. Todo esto sumado a un clima interno muy irrespetuoso, donde no se supieron resolver las diferencias”, añade.

Para el exministro y exmilitante DC, Jorge Burgos, el estado actual de la DC “es un proceso que lleva más de dos décadas. Se fue instalando una disminución de adhesión ciudadana, y no fue asumido a tiempo, una que otra elección mejor que la anterior, dio la sensación errónea que la baja se detenía, pero no ocurrió así”.
Además, coincide en que “la decisión de poner término a la Concertación y reemplazarla por una coalición con el PC fue fatal para la DC, también se miró esa decisión sin analizarla. Más tarde vinieron otros errores graves, subirse al carro de la aceptación de la revuelta en sus inicios, subirse a la desprolija e irracional propuesta constitucional también".
Para el filósofo político y académico de la Escuela de Gobierno UAI, Cristóbal Bellolio, “la gente que está haciendo la autopsia recién ahora, llega muy tarde. La DC hace por lo menos unos 25 años ha experimentado un declive tanto a nivel ideológico, electoral, como generacional”.
En esa misma línea, el analista político y director del Centro Democracia y Opinión Pública de la Universidad Central, Marco Moreno, explica que “la DC comenzó a declinar por tres razones clave: perdió su anclaje territorial y social, se tornó ideológicamente ambigua y sufrió una profunda fragmentación interna. Sus intentos por diferenciarse del eje progresista solo generaron confusión estratégica. Hoy enfrenta una crisis de identidad y representación, con una bancada menguada y sin liderazgo presidencial visible”.
¿Cómo sobrevivir?
La visión que tiene Chahin respecto del futuro de su expartido no es alentadora: “Si terminan pactando con la izquierda se mueren y si no lo hacen se suicidan, porque llevar una candidatura que no marca en las encuestas a primera vuelta y tener una lista debilitada a primera vuelta puede ser un suicidio”.
Para Moreno la única salida viable para la DC “pasa por redefinir su identidad, reanclarse territorialmente y renovar liderazgos. No puede aspirar a ser lo que fue, pero sí a ser un actor desde una posición coherente, moderna y socialmente conectada. Sin claridad estratégica y sin nuevos rostros, su declive puede volverse irreversible”.
En tanto, para Bellolio este es el momento de la DC “de conseguir un espacio de relativa influencia, un poco lo que ha hecho el Partido Radical últimamente en la candidatura de Carolina Tohá de lo contrario te expones a una humillación, porque Alberto Undurraga no marca ni un poco. Cuando uno está muy encima, como le pasa al PS con el ridículo que está haciendo ahora, uno ve las cosas con una perspectiva distorsionada. Cuando tú ves de afuera las cosas te das cuenta que es irrisorio promover como candidato presidencial a alguien que no suma ninguna mención espontanea como Alberto Undurraga”.
En tanto, Burgos reflexionó: “Saludo los difíciles intentos de Alberto Undurraga, me parecen dignos, pero veo que parte de la dirigencia se acostumbraron a lo que les den. Una pena por el país”.
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