Ricardo Lagos, expresidente: "Aylwin fue creciendo en el poder"
El 14 de diciembre de 1989 fue un día paradójico para el exmandatario socialista: siendo el personero más influyente de la centroizquierda, perdió su candidatura al Senado. Su derrota obligó a ajustes de último minuto al equipo de gobierno de la transición y dejó una sensación amarga en la victoria presidencial de Patricio Aylwin.
Cuenta el expresidente Ricardo Lagos que solo una vez vio enojado a Patricio Aylwin. Fue durante las negociaciones por las reformas constitucionales de 1989. Lagos no estaba conforme con el rumbo de las conversaciones y así lo hizo saber en una reunión de los líderes de la Concertación. Más aún, propuso una pequeña "diablura", como él la define: "La Constitución de Guzmán tenía un solo vacío, pedía quórums muy altos para cambiar la Constitución y esos quórums estaban en un capítulo que tenía un quórum muy bajo, entonces la solución era... cambiar los quórums que establecía la propia Constitución para poder hacer las reformas que queríamos". Él mismo recuerda que se fue quedando solo en su posición, pero que lo sorprendió la reacción airada de Aylwin, quien golpeó la mesa y rechazó de plano el argumento, señalando que había un acuerdo pactado con Renovación Nacional. "Entonces le dije: 'Oiga, Patricio, pa' qué se molestó tanto, yo estaba preguntando nomás'. Fin del cuento", remata.
¿Cómo recuerda ese 14 de diciembre, hace 30 años, en que Aylwin derrotó a Hernán Büchi ? Para usted fue -sin embargo- una jornada agridulce…
Primero estaba la alegría de saber que se concretaba lo que sabíamos: que Patricio Aylwin iba a ser el Presidente de Chile y que se iniciaba una nueva etapa. Es cierto que, en lo personal, yo era candidato a senador, y aunque ya me había dado cuenta de que podía perder, hubo -como dices bien- un sabor agridulce.
¿Qué recuerda de Aylwin en esa jornada?
No concurrí a saludar a Aylwin cuando triunfó. Y fue porque en ese momento ya podía ir a la televisión. Apenas un año antes ningún canal me había invitado a ninguna parte, porque había una prohibición, el señor Lagos estaba prohibido en los canales. Pero ese día me fui informando que había perdido cambiándome de un canal a otro, y cuando terminé mi jornada -debe haber sido tipo una y media o dos de la mañana-, lo que tuve que hacer fue ir a mi comando y, claro, no había ánimos de alegría. Pero pude confortarlos y decirles que la vida continuaba.
Aylwin terminó incorporándolo a su gabinete…
Al día siguiente de la victoria se hizo una pequeña reunión y ahí vi a Aylwin. Recuerdo que me dijo: 'Si no es senador tendrá que estar en mi gabinete'. Y yo le contesté 'bueno, ahora se puede hablar con usted'. Eso fue porque meses antes en un paseo por la playa Mirasol él me planteó una conversación sobre el gabinete y le dije que esas cosas se hablan cuando los presidentes son electos, porque me planteó si yo podía ser canciller. Terminé como ministro de Educación.
¿Cuál era la sensación que prevalecía más allá de la alegría, ese 14 de diciembre, había expectación, preocupación por lo que venía?
Nuestro pensamiento inicial siempre fue 'cómo se va Pinochet'. Pero a partir de ese momento ya era 'no hagamos tonteras, tenemos una responsabilidad respecto del país, vamos a gobernar, tenemos que ver el futuro de Chile' y esta mente que está dedicada a pensar 'cómo echo a Pinochet', ahora es 'cómo colaboro en el proceso hacia adelante', es la responsabilidad de gobernar. Después del triunfo de Aylwin la responsabilidad se hacía realidad.
La medida de lo posible…
Los amigos españoles para hacer la transición de la dictadura de Franco esperaron a que Franco se muriera, cosa que, a veces, tengo que recordar yo, y nosotros la hicimos con Franco vivo...
Ese 14 de diciembre más que candidato a senador, pudo ser el candidato a Presidente. A la sazón, era la figura de izquierda más reconocida. Se ha señalado que no pudo ser candidato por su condición de socialista...
He contado por ahí que 10 días después del plebiscito, me invitan del PPD de Las Condes. La actividad era en un colegio, había unas 300 o 250 personas. Cuando llego me reciben con el grito de 'se siente, se siente, Lagos presidente'. Me fui para adelante, los hice callar y les dije: 'Yo no seré candidato a Presidente, todos ustedes qué pensaban hace días atrás, ¿van a reconocer o no la derrota? A las 3 de la mañana respiraron tranquilos. Yo también, la reconocieron. Y ahora quieren jugarse al cara y sello el futuro'. Tal vez es una petulancia mía, pero ¿y si por llevar a Lagos candidato hay una vuelta atrás y un golpe de Estado?, hay que pensar en el interés de Chile, otra vez puedo ser candidato.
¿Habló con Aylwin alguna vez este tema?
Con Aylwin hablamos, claro. Cuando él estaba de Presidente electo conversamos de educación. En una de esas reuniones me preguntó cuál creía que era la primera medida que él debía tomar cuando asumiera. '¿Cómo parto mi gobierno, me dice'. Bueno, le digo… le pido la renuncia a Pinochet. Pero ¡cómo!, me dice. 'Sí, la primera medida que yo tomaría sería pedirle la renuncia a Pinochet'. 'Es que eso es muy complicado, me dice', 'pero Presidente, el primer día es cuando más poder va a tener, ese es su momento de más poder, y si Pinochet le dice que no, usted dice que va a pedir un cambio a la Constitución'. Empezamos a discutir, cada uno estaba en su posición, hasta que le dije 'Presidente, dejemos la discusión hasta aquí nomás, y por qué, me dice, está entretenida esta discusión. No le dije, todavía no me ha dado el argumento más importante, ahí imité su tono de voz y le dije: mire, Ricardo, yo con mi modo de ser llegué a Presidente, usted, en cambio, ministro nomás'. Nos reímos y hasta ahí llegó la discusión.
Aylwin, quien estuvo a favor del golpe, fue el primer Presidente de la transición, un ciclo histórico que no deja de ser paradójico…
A Aylwin lo entrevistaron el año 1986 y le preguntan ¿qué piensa del golpe de Estado? Y él responde: fuimos todos responsables. Y yo pienso que mi generación, que fuimos todos responsables de perder la democracia, no iba a jugar ningún papel en recuperar la democracia. La vida es insólita.
Me imagino que más que a Aylwin usted hubiera preferido a otro candidato DC, como Gabriel Valdés…
Yo tenía una relación en ese tiempo, hasta su muerte, muy cercana con Gabriel Valdés y, por lo tanto, para responder tu pregunta, claro, uno mirando desde fuera…, pero la política es así.
¿Cuánto de la personalidad de Aylwin tuvo la transición, cuánto las características personales de un Presidente marcan un derrotero?
Aylwin fue, mi impresión, quién soy yo para juzgar, ¿no?, fue creciendo, entendió lo importante de la coalición. Él comenzó pensando en la coalición chica, sin los socialistas, y después, ironías de la vida..., la verdad es que Alywin fue creciendo, te diría en el sentido de que era generoso. A Aylwin lo conocí cuando yo tenía 16 años y él me hacía clases, en el Instituto Nacional, de Economía. Lo veía como el viejo de economía. Era un señor muy serio, no tenía sentido del humor. En ese tiempo no había graduaciones, teníamos plata para pagarnos una comida entre todos y a esa comida invitábamos a los profesores. Ahí había chipe libre: hicimos cantar a un profesor que le gustaba el canto, y así, que cada uno hiciera una gracia. Llegamos a Aylwin y dijimos 'bueno, y usted haga alguna gracia', se puso muy serio, se puso de pie y dijo: 'Yo solo puedo hablarles de la responsabilidad que ahora tienen hacia adelante', y nos mandó un discurso de 10 minutos, ese era Aylwin.
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