Hace menos de un mes, las estimaciones decían que el desempleo podía llegar hasta el 18 por ciento debido a la crisis del coronavirus. Esas predicciones ya se están convirtiendo en realidad: en la Región Metropolitana, la zona del país más golpeada por el virus, la cesantía llegó al 15,6 por ciento en marzo —cuando recién comenzaban las cuarentenas—, su nivel más alto desde 1985.
Muchos han perdido su trabajo y es probable que muchos más lo pierdan también. ¿Cuánto durará esto? “Es complicado hacer pronósticos y anticipos”, responde Michèle Labbé, economista jefe de Dominus Capital, “pero definitivamente todo el 2020 será muy duro, y seguramente el próximo año también”.
Si la economía fuera un reloj, explica esta exasesora del Ministerio de Economía, a éste no solo se ha detenido, que ya es un escenario complejo, sino que se le están empezando a romper los engranajes. “Hay empresas que están quebrando, negocios que tienen que cerrar, y eso hará más lenta y difícil la recuperación”.
Para aquellos trabajadores y empleados cuyas empresas se han acogido a la Ley de Protección del Empleo, y que hoy reciben el seguro de cesantía, Labbé recomienda —como lo hacíamos nosotros acá— revisar los gastos y buscar métodos para generar ahorro. “Es algo que todos saben, pero siempre es bueno recordar que el fondo de cesantía no es infinito”, dice. “Hay que cuidar cada peso”.
Como ha bajado el consumo, muchas tiendas están ofreciendo sus productos en promoción, con amplios descuentos. “Por muy tentadoras que sean las ofertas, no es momento de comprar. Hay estudios que demuestran cómo mucha gente, cuando está deprimida o angustiada, tiene una tendencia a comprar más. Pero aquí es lo contrario: hay que tratar de coordinarse familiarmente, echar mano a las redes para disminuir al máximo los gastos”.
Y si alguien lamentablemente resultó despedido, o perdió su empleo, lo que la economista aconseja es rebajar las expectativas respecto al trabajo que se busca. “Lamentablemente, una cantidad gigantesca de personas está quedando desempleada, y con seguridad le pasará a más en las próximas semanas. Va a ser difícil, por lo tanto, encontrar un trabajo que tenga el mismo perfil del anterior”.
“No habrá mucho espacio para ponerse quisquilloso”, agrega. “Si llega una oportunidad, será bueno tomarla, asegurarse ese ingreso y, ya teniendo esa certeza, buscar algo que se adecúe más a nuestras pretensiones profesionales”.
Esa oportunidad quizá solo llegue emprendiendo. No son pocos los que se han visto obligados a echar mano al ingenio para poder activar su economía doméstica. “En ese caso, recomiendo no buscar financiamiento a través de la banca. No porque sea mala, sino porque los tiempos no son los más adecuados para endeudarse”, dice Labbé. Si se puede, ella sugiere asociarse con familiares o conocidos que posean algo de capital —”y que tengan los mismos valores que uno”—, y comenzar con ellos el emprendimiento.
Puede sonar cliché en estas circunstancias, pero no deja de ser verdad que “la mayoría de los emprendimientos exitosos surgieron en momentos de necesidad”, como dice la economista.
Y si ya se tiene una pyme —que no requiera, por supuesto, de la presencia física de sus trabajadores o clientes—, la crisis está ofreciendo una posibilidad para abaratar costos fijos que antes parecían ineludibles.
“Muchas pymes han visto que no es imprescindible que sus trabajadores estén todos los días sentados en sus oficinas”, cuenta. “El teletrabajo demuestra varias cosas: primero, que en muchos casos se puede producir desde la casa, que no hace falta tener a la gente vigilada para que sea productiva”.
“Segundo”, continúa Labbé, “que tener una costosa oficina, con todos los gastos que implica —y que muchas veces terminan hundiendo a las pymes— ya no es tan necesario. Y tercero, que una empresa de Santiago puede perfectamente contratar el servicio de alguien de Coyhaique o Copiapó. “Son barreras que por fin están cayendo y que podrían beneficiar a mucha gente”.
Mientras las autoridades sigan intentando ponerse de acuerdo para resolver la crisis, para los trabajadores no quedará mucha más opción que apretarse los dientes y gestionar con la mayor eficiencia posible las finanzas domésticas.