Hace un buen rato que el televisor, la infame caja idiota que se popularizó después de la Segunda Guerra Mundial —y que hasta hace solo hace algunos años estaba presente en cerca del 75 por ciento de los hogares en el mundo—, se transformó en un aparato inteligente. Históricamente se nutrió de contenidos que solo podían ser ofrecidos por señales abiertas o por el cable, pero en años recientes ha tenido una serie de transformaciones que la han acercado a ser más un aparato multipropósito que una simple caja con pantalla para ver las noticias o la teleserie del momento.

Dejando de lado toda la evolución técnica que tuvo la industria de los televisores con el cambio de siglo —enfocada en el paso del análogo a lo digital—, donde los monitores con “poto” fueron desapareciendo, las posibilidades de acceso a contenido se han multiplicado drásticamente desde que las teles comenzaron a tener la posibilidad de conectarse a internet o, incluso, de insertar un pendrive. Era obvio, tenía que pasar.

Hoy es cosa de pensar en las alternativas que ofrecen plataformas de streaming de contenidos, como Netflix o Amazon, o la posibilidad de descargar aplicaciones y acceder a cualquier contenido de YouTube con solo apretar dos botones. Incluso, se puede transmitir o “castear” lo que se esté viendo en el celular directamente al televisor desde la misma red wifi doméstica. Una nueva generación que logró la convergencia entre la computación y lo que ofrecen los dispositivos móviles junto al nuevo mundo digital: las llamadas smart TVs o televisores inteligentes.

El avance ha sido relativamente rápido en estas dos décadas. Las últimas generaciones de smart TVs no solo permiten conectarse a internet, sino que, apenas se sacan de la caja, ya vienen con todo lo necesario de manera precargada. Acceder a aplicaciones como YouTube, Spotify o HBO Go —sí, tal como en un celular— es algo que literalmente está a dos clicks del control remoto.

Sin embargo, aún existe un importante limbo de usuarios que, por distintas circunstancias, aún mantienen sus “viejos” televisores digitales. Es decir, de esa primera generación. Desde esos días, aún persisten dispositivos complementarios que ayudan a que la tele se conecte a internet y ofrezca contenidos a sus usuarios. Y si consideramos que éstos son ostensiblemente más baratos que un televisor nuevo —solo basta contar con un puerto HDMI en el aparato—, van acá algunas recomendaciones de los tres sistemas más populares disponibles en el mercado.

Google Chromecast

El conector de Google debutó hace siete años, en julio del 2013. Desde entonces, el modelo ha evolucionado y hoy va en su tercera generación. Utiliza una versión comprimida de su sistema operativo Chrome OS (no muy distinto a Android) y, por supuesto, puede ser controlado desde la app para móviles, Google Home. En otras palabras, no cuenta con un control remoto tradicional, así que la reproducción de contenidos hay que hacerlo desde el celular o dispositivo móvil. Incluso, desde el mismo navegador Chrome.

Evidentemente, si se cuentan con otros productos de la compañía, todos ellos pueden ser vinculados a la app Google Home y, por ende, hacia la tele. A la larga, Chromecast funciona más bien como una especie de puente, un conductor de contenidos hacia la pantalla del televisor, incluso si se tiene un dispositivo Apple. Se conecta a través de uno de los puertos HDMI y los contenidos son administrados desde el celular.

En ese sentido, es menos funcional que la competencia, pero es el más básico y el más democrático. Por cierto, es el más barato, con un valor que va desde los 35 dólares.

$32.990 enPC Factory

Apple TV

Al igual que el Chromecast, Apple TV se define como un reproductor multimedia que además permite la posibilidad de hacer streaming de contenidos a partir de múltiples apps disponibles para el usuario. Debutó originalmente el 2007 y desde entonces ha ido evolucionando en sus posibilidades. Actualmente —va en su quinta generación— permite visionado en 4K (si se tiene una TV ad hoc) y sonido Dolby, además de toda la programación de su recientemente lanzada plataforma AppleTV+, con múltiples contenidos originales, aunque aún no disponible en Latinoamérica.

Además, a diferencia de su principal competidor, el diseño del Apple TV es distinto: es una pequeña caja rectangular negra, con bordes redondeados, que utiliza su propio control remoto. En ese sentido, funciona de manera mucho más rápida, fluida y, claro, no es necesario tener el celular a mano para programar contenidos.

Como siempre con esta marca, el Apple TV tiene mucha más gracia para los usuarios que se muevan dentro del ecosistema de Apple. Así, el dispositivo le saca mejor provecho a todos los contenidos y apps de la empresa, como iTunes u otras plataformas, y mucho más a sus otros dispositivos, como un iPhone, iPad o un Mac. Vincularlos entre ellos es sencillo y fluido.

En definitiva, el Apple TV otorga una mejor experiencia, especialmente si se poseen otros productos de la manzana. Pero claro, también es diametralmente más caro que su competencia: su precio es cercano a los 150 dólares.

Apple TV 4K 32GB

$174.590 enPC Factory

Roku TV

Roku es una marca de productos electrónicos fabricados en Estados Unidos. Y tiene su propio sistema de streaming, el que desarrollaron originalmente junto con Netflix, por allá por el 2008. La marca se mantuvo principalmente en los confines de Norteamérica, hasta que saltó fronteras y, desde hace algunos años, sus productos están también disponibles en Chile.

Actualmente en su octava generación, el Roku tiene más similitudes con Chromecast que con Apple TV, a pesar de que sí cuenta con un control remoto integrado. De hecho, Roku fue pionero en estos sistemas tras el cambio de siglo. Al igual que todos, se instala en el televisor vía HDMI, y su diseño se asemeja al de un pendrive. Una vez conectado a la red de internet doméstica, se crea una cuenta de usuario y listo: se puede acceder a variados canales gratuitos, de pago o suscripción y contenido on demand.

Desde el 2017, los productos Roku están disponibles en nuestro país en las mejores tiendas del ramo. Hay disponibles dos modelos: el Roku Express, el modelo básico para contenidos en alta definición, a un valor aproximado de $40.900; y el Roku Streaming Stick, que permite transmitir contenidos en 4K, con un precio de $69.990.

Roku TV Express +

$36.990 enRipley