Hasta fines del año pasado, las diferentes plataformas de teleconferencia existentes sólo contaban con un puñado de usuarios que efectivamente las utilizaban. Y principalmente, con fines laborales. Google, Microsoft y Apple, entre muchas otras, tienen sus propios servicios nativos de video a distancia, pero ninguno de ellos logró acumular la impensada popularidad que consiguió amasar Zoom en los últimos meses. Es como si, casi por defecto, el mundo se hubiese puesto de acuerdo en utilizarla. Hoy la plataforma es sinónimo de reuniones y prácticamente se ha transformado en un adjetivo o también en un verbo. “Peguémonos un Zoom y veamos”, “Me toca zoomear hoy. “Tuve tres Zoom y me quedan dos más.” Y así.
Un poco de historia previa. Zoom Video Communications nació como una compañía de tecnología fundada en abril del 2011, por el empresario y multimillonario chino-americano Eric Yuan (ex Cisco), en San José, California, pleno Silicon Valley. Él lanzó el software al público el 2013, inspirado en el libro infantil Zoom City. Originalmente, el foco fueron las teleconferencias, la educación a distancia y las relaciones sociales. A partir de una buena recepción por parte de la comunidad, que alababa su sencilla interfaz y su facilidad de uso, Zoom tuvo un crecimiento agresivo, hasta que el 2017 logró una capitalización de mil millones de dólares, lo que transformó a la start-up en una apetecida compañía “unicornio”. Dos años después, Zoom ya comenzaba a acumular ganancias —solo durante el 2019, la empresa generó más de 6.222 millones de dólares—, y en abril del 2020 se abrió a la bolsa. La pandemia recién comenzaba a pegar fuerte. Y ahí sí que la cosa explotó de verdad.
Ante la creciente demanda por utilizar el software, que ya venía con un positivo boca-en-boca, Zoom comenzó a ganar más y más usuarios con los consecuentes problemas de un crecimiento no planeado. Así, inicialmente y más allá del gusto y la buena recepción, el servicio comenzó a mostrar algunas fallas de privacidad y de transmisión, junto a algunas dudas respecto a qué parte de su fuerza de trabajo se encuentra asentada en China. Pero rápidamente la compañía se encargó de pulir y planchar los múltiples problemas técnicos que se fueron encontrando, como también de evitar la censura y la vigilancia. Eso, sumado a varias mejoras en seguridad, le devolvieron nuevamente el gusto al público.
En pocos meses, utilizar Zoom se ha vuelto una tarea más que cotidiana y difícilmente dejaremos de hacerlo en el mediano plazo. Lo interesante es cómo el uso de servicios de teleconferencia ha generado todo un cambio de hábito, en el que ya no basta estar con “buena cara” a la hora de presentarse a alguna reunión o conferencia. La irrupción de estos sistemas ha obligado a preocuparnos por múltiples detalles, que van desde la luminosidad de la habitación, las imágenes de fondo e incluso lo que hacemos mientras otras personas están hablando en alguna reunión. Es sólo cosa de preguntarle al exparlamentario argentino Juan Emilio Ameri.
Por lo mismo, poco a poco nos hemos tenido que ir acostumbrando a esta “nueva normalidad” a la hora de conectarnos a distancia con amigos, compañeros de trabajo, alumnos o desconocidos. Y ya se han ido estableciendo algunos protocolos y sugerencias para que la experiencia de estar frente a una cámara no sea tan engorrosa ni vergonzosa. Aquí van algunos consejos de utilidad:
Cambio de fondos: Si no se cuenta con un bonito jardín, un cuadro vistoso o una biblioteca que ostente nuestra capacidad literaria, Zoom ofrece múltiples fondos “falsos” para poder “sorprender” a los asistentes: desde ambientes que emulan el espacio exterior hasta playas tropicales, prados bucólicos y fotos de ciudades. Poner fondos falsos es una buena alternativa pero hay que saber en qué contexto utilizarlos. En una reunión de trabajo, por ejemplo, no generará la mejor de las impresiones. Y ojo, que la utilización de los fondos de Zoom está supeditada al poder de procesamiento y memoria del computador o dispositivo móvil, y para activarlos hay que ir a ajustes, donde aparecen con el rótulo de virtual background.
Entrar a reunión sin cámara y sin audio: Es una sugerencia especialmente útil para principiantes. Si bien el sistema permite hacer pruebas de audio y sonido previas, uno nunca sabe con qué se va a encontrar al momento de entrar a una conferencia. Lo sugerido para novatos es entrar con el micrófono y la cámara pagados, y una vez que uno ya esté en sus anchas dentro del contexto de la reunión, ahí sí encender el audio y el video. Pero atención: nada más bochornoso que saludar a todos y que te respondan “estás ‘muteado’ y no se te escucha nada”.
Mutear/No mutear: Especialmente si uno se encuentra en un ambiente doméstico familiar, lo más recomendable para evitar filtraciones de audio de niños, mascotas y demases es estar con el micrófono apagado o “muteado”. Además del ícono del micrófono en la interfaz, la misma acción se puede realizar fácilmente sólo pulsando la barra de espacio del teclado. Y derechamente, si uno va solamente a escuchar una presentación, lo correcto —salvo para un saludo o despido final— es estar siempre con el micrófono en mute.
Reacciones: ¿Cómo pedir la palabra sin pasar a llevar a la persona que está hablando? ¿O que el administrador sepa que quiero hacer una pregunta sin que el resto de los asistentes se entere? Zoom ofrece la posibilidad de postear reacciones en cámara. Básicamente, se trata de emoticones sencillos que sirven para ilustrar una reacción, sin tener necesidad de encender el micrófono e interrumpir a quien tenga la palabra. Siempre es bueno tener ese botón a mano.
Vista de galería: Zoom, por defecto, ofrece una vista “editada” de los participantes, en la que la plataforma destaca en la pantalla a quien está hablando, cosa que tiene todo el sentido del mundo. Sin embargo, también ofrece múltiples vistas y personalizaciones para no marearse o distraerse entre los participantes que están con o sin cámara, por ejemplo. Para el caso de poder ver a todos los que están presentes, la vista de galería puede dar una visión general de los asistentes.
Mejora facial: Entre los múltiples factores que existen para comparecer a una reunión en Zoom con la pantalla apagada, está el detalle de que mucha gente no quiere mostrarse. Por pudor o porque simplemente se vienen levantando. Y es válido. Pues bien, en sus ajustes, Zoom posee una herramienta de mejora facial que suaviza el rostro para que éste se vea un poco mejor y con menos “ruido”. Junto a ello, Zoom también incluye un arsenal de filtros (tipo Instagram) para otorgarle un carácter más lúdico a las reuniones. Siempre y cuando no sean de trabajo, claro está.