Todo adulto con suficiente experiencia de vida sabe qué cosas son necesarias para pasar un buen día de playa. A pesar de eso, a la mayoría se nos olvida alguna o no conseguimos a tiempo un ejemplar apropiado. ¿Quién no ha improvisado de quitasol un par de palos con una toalla? ¿O de toalla la misma polera? Todo se puede salvar con ingenio, es cierto, pero mejor sería ocupar esa inteligencia en la previa, teniendo buenos implementos playeros para no pasar momentos incómodos, vergonzosos o demasiado húmedos.
Hay quienes solo necesitan de su traje de baño —y ni siquiera— para ser felices en la bahía: bien por ellos. Pero para el resto de los mortales bañistas, hay una lista de artículos indispensables en cualquier bolsa de playa. Y no: en ella no se incluye ningún parlante.
1. Toalla de playa
Difícil disfrutar de una tarde sobre la arena sin una de ellas. No solo para secarse después de un gélido chapuzón en el Pacífico, sino también para protegerse del suelo caliente y al mismo tiempo tomar sol con tranquilidad. La diferencia entre las toallas de playa y las de ducha no son los colores ni que una pueda tener la foto de Felipe Camiroaga y la otra nada: su grosor y su tamaño, ambos más grandes, hacen que la de playa sea más cómoda, resistente y seque con más rapidez.
¿Cuál es la toalla veraniega ideal? Una bien ancha y larga, para que en ella quepa tu cuerpo, quizá también el de tu pareja, un libro, una baraja de naipes, una porción de churros y una botella con agua. Ojalá de algodón, para que sea suave y absorba harta agua, y sin un “pelo” muy grueso, ya que así no retiene tanta arena. Esta Benetton reúne todas esas características y además es muy bien valorada por sus usuarios en Falabella: “es un placer secarse con ella por su absorción”, dice una de ellas, que en promedio tiene una calificación de 4,6.
Toalla de playa Benetton 100x180 100% algodón
2. Quitasol
Los más jóvenes e intrépidos suelen prescindir de él, pero los años y el calentamiento global enseñan que ir a la playa sin quitasol es un error fatal. Primero, porque el diabólico bronceado Cruz Johnson ha quedado felizmente pasado de moda; segundo, porque exponerse directamente a la radiación solar por varias horas seguidas es una bomba nuclear para las pobres células de tu piel; y tercero porque es necesario tener un lugar con sombra tanto para descansar uno del sol como para proteger las cosas que se pueden dañar con el calor, como los celulares, los alimentos o los bebestibles.
Es cierto que siempre se puede improvisar comprando o arrendando un quitasol en la misma playa, una transacción que nunca sale barata y que sumada al estacionamiento, los helados, los dulces de la Ligua y el tatuaje temporal para tu hijo adolescente, hace que la tarde en el litoral termine siendo tan cara como un día en un resort.
Quitasol National Geographic 190 cm
3. Bolsa
En rigor, cualquier bolsa que sea cómoda y resista peso es útil para llevar a la playa. Pero si no quieres volver con dos kilos de arena a cuestas cada vez que regreses de la orilla, entonces necesitas una bolsa que ojalá tenga cierre y una tela por la que no pueda entrar ningún grano.
Mejor es que tenga bolsillos —y no tener que dar vuelta todo en búsqueda de las llaves o el celular— y que sea fácil de acarrear. Este modelo Reisenthel, con diseño de cebra, tiene 6 bolsillos interiores, una correa para llevarlo del hombro y dos asas para manipularlo con las manos. Tiene 18 litros de capacidad y sus paredes y fondo son acolchados.
Bolso de viaje Reisenthel Allrounder Zebra 18 litros
4. Botella
Sin agua no hay playa. Si lo que se quiere es pasar una buena jornada a la orilla del mar, no puede faltar una buena, hermética y térmica botella para llevar líquido. Ojalá más de una, ya que para evitar la insolación —además de no exponerse directamente al sol— el mejor antídoto es mantenerse hidratado.
Llevar una botella de casa, además, permite generar menos basura y provocar algo de ahorro en las cada vez más caras vacaciones. Es un implemento que si es bueno, como el que proponemos abajo, debería mantenerse útil por muchos veranos más.
Botella de aluminio Quechua 1,5 litros
5. Sandalias
¿Comodidad o estilo? En los últimos años, y más aún durante la pandemia, el confort le ha ganado la mano a la estética, con el buzo transformado en prenda elegante y cotizada, mientras los jeans y zapatos van en retirada. Para la playa debería correr el mismo criterio, pues lo único más desagradable que sacarse la arena de cada uno de los dedos de los pies para luego ponerse las zapatillas es tener que esperar a que lo haga el amigo o familiar que decidió ir sin sandalias al balneario.
Ir con zapatillas a la playa, a menos que sea de improviso, es una tontera. Las hawaianas no son para todo el mundo —al menos no para mí, que odio el chancleteo— y hay mucha gente —donde también me incluyo— a la que no le gusta exponerle sus patas al público. Para nosotros, mañosos de los pies, fueron creadas las crocs, unas sandalias al comienzo resistidas por su horrible diseño, pero que hoy defiendo por su gran comodidad y amplitud de uso.
Las originales son por supuesto mejores pero bastante caras, por lo que aquí sugerimos una buena alternativa, probada por nuestro equipo: Bamers, marca que también cuenta con tecnología antimicrobiana, que previene la aparición de hongos y malos olores. Feas pero cómodas.
Sandalia Bamers Airline
6. Paletas
Las paletas son el deporte playero por excelencia. Qué volley, qué surf, qué fútbol playa: esta versión arenera del tenis, que no tiene puntos ni reglas, es la más democrática de las actividades. Mientras tengan la fuerza suficiente para golpear la pelota, la pueden jugar niños, adultos y ancianos. Algunos musculitos gustan hacer alarde de las horas invertidas en el gimnasio paleteando con fuerza desmedida entre la multitud, pero también se puede practicar discretamente, de cerca, sin mayor ambición que la de pasarlo bien.
En los balnearios no es difícil encontrar un par de paletas, pero suelen ser incómodas y frágiles: a los pocos días se les desprende el mango, sin contar con las ampollas que dejan en las manos. Las pelotas tampoco suelen ser de tenis, apenas unos plásticos peludos que no rebotan bien. El consejo, para ser realmente felices en la playa, es adquirir unas buenas paletas en el comercio, como estas Sandever, que sin ser muy sofisticadas sí prometen durar harto tiempo y entregar un juego cómodo y fluido.
Set de paletas de tenis playa Sandever Experience
7. Protector solar
Dígale así, protector solar, y no bloqueador —porque no bloquean la radiación del sol— ni mucho menos bronceador. Estas cremas o esprays hacen eso, proteger por un tiempo limitado a la piel de los rayos UV, evitando las quemaduras y los daños a largo plazo, pero no son la armadura de Iron Man, como muchos piensan. Ponerse protector solar una sola vez, en especial si vamos a la playa, solo tendrá efecto durante una o dos horas, eso si es que nos nos metemos al mar. Para que de verdad tenga efecto, y no terminemos el día como salchicha sureña a la parrilla, hay que aplicarse cada 90 minutos o siempre que nos sequemos después de tirarse al agua.
Aunque todos los protectores cumplen su cometido, hay algunos cuya textura no penetra adecuadamente en la piel y otros que al contacto del sudor o el agua se transforman en un gel viscoso y cae por las cejas. Este de La Roche-Posay está aprobado por el equipo, ya que su textura líquida se impregna rápidamente y no se desprende con la humedad.
Protector solar La Roche-Posay Anthelios FPS50+ 50 ml
*Los precios de los productos en este artículo están actualizados al 18 de enero de 2022. Los valores y su disponibilidad pueden cambiar.