Una de las actividades cotidianas que pueden causar un desagrado general es el planchado. Muchos malacostumbrados —como esta periodista— solo se vieron obligados a enfrentar esta situación una vez que abandonaron el nido.

Por más que se intente hacerle el quite, la necesidad de planchar acecha. Como cuando la ropa aparece tiesa después de secarse al sol: no son pocos que, al momento en que aparecen esas arrugas, suspiran y extrañan a su mamá.

Hay muchas prendas que al secarse ya están listas para usarse, pero también hay muchas otras que duele la guata con solo mirarlas después del lavado, porque significa que tienes que usar la plancha.

Si eres de las personas que evita a toda costa usar este instrumento, tenemos una buena noticia: hay formas de poder eludir el planchado. Dos especialistas en lavado y secado, además de un diseñador, nos dan sus consejos.

Pero antes hablemos de telas

Sergio Arias es un reconocido diseñador nacional, especializado en moda masculina, que durante su larga carrera ha trabajado con diversos materiales, textiles y fibras.

“Lejos, la tela que más se arruga es el lino, porque es una fibra natural”, comenta el director de Arias Atelier. En esa odiosa lista, dice, le siguen la seda y algodón.

“En cambio la lana, si bien tiene la característica de arrugarse un poco más, también se desarruga con facilidad, por lo que vuelve a tomar la forma original una vez que la debas de ocupar”.

Si una tela no se arruga es porque “tiene poliéster, que es una fibra plástica, como el rayón o el elastano. Son artificiales”, apunta. “Cuando es una tela que tiene algodón y además poliéster, se tiende a arrugar menos porque parte de la fibra es plástica”.

Lucía Valenzuela, dueña del lavaseco New England —que cuenta de una tradición de 71 años en las ñuñoína esquina de Sucre con Villaseca— explica justamente que las prendas que menos arrugas son aquellas compuestas “por fibras combinadas, como por ejemplo el spandex con poliéster”.

Paula Aliste, dueña de Lavandería Castillo, en Providencia, analiza que hoy en día se fabrican telas cada vez menos planchables. Lo que más reciben en este lugar son camisas de algodón, porque son las más complejas de planchar, en cambio parte importante de las prendas femeninas “tienen unas telas sintéticas o vegetales que no se planchan de frentón”. Muchas de ellas, después de lavarlas y secarlas aparecen sin arrugas.

“Las mujeres sueles preferir las poleras y vestidos que son más elasticados, y que van a requerir solo un poquito de vapor”, explica la dueña de este local, que cuenta con más de 20 años de experiencia. Por eso, ella se inclina por las planchas a vapor verticales, “que son bien prácticas en el día a día, sobre todo si tienes un clóset con prendas muy tupidas. Son ideales para las arrugas fáciles”.

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Pero si quieres eludir el planchado en cualquier formato y a toda costa, a continuación dejamos un listado de consejos que seguro servirán, sin dejar de mencionar, eso sí, que estas técnicas van a depender del contenido de tu armario. Es por eso que es fundamental que identifiques los materiales y fibras previo al lavado.

1. Conoce a tu máquina y calcula el volumen apropiado

“Llegar a que una prenda no necesite plancharse va a depender del proceso de lavado y secado”, dice Paula Aliste. Por eso mismo, algo básico es conocer bien a tu máquina lavadora y/o secadora. “Si yo tengo una que lava diez kilos y la lleno con esa cantidad de ropa, créeme que las prendas saldrán todas arrugadas”. ¿Por qué pasa eso? Como estos electrodomésticos funcionan a varias revoluciones por minuto durante el centrifugado, dentro de sus cavidades se produce un torbellino de ropa que gira y gira de forma compacta. A mayor volumen, más será la ropa se comenzará a tupir y por ende aparecerá en forma de repollo.

“El primer consejo es conocer bien la máquina y saber cuánto peso de ropa puedes poner en ella para conseguir tanto un lavado eficiente como el espacio suficiente para que ésta se mueva sin que se hagan esos lulos”, agrega Aliste.


2. Cuidado con la etiqueta

Algo que la dueña de Lavandería Castillo nos mencionó en un anterior artículo sobre lavado y secado de ropa fue saber interpretar lo que hay en cada etiqueta. “Muchas veces no miramos la etiqueta de las prendas. Si a un artículo que dice 30 grados le ponemos 60, se va a deteriorar, a desteñir, a encoger y por supuesto a arrugar”.

Por si no sabes interpretar una etiqueta, puedes fijarte en este artículo sobre la simbología y lo que requiere cada lavado.


3. Usa la secadora a favor, no en contra

Aliste nuevamente menciona el fenómeno repollo, ya que una vez que se saca la ropa y se pasa a la secadora, éste seguirá igual de enrollado y, por ende, se mantendrá así en la otra máquina. ¿El resultado? Una trenza seca que de solo mirarla, y por el tiempo que gastarás planchando cada arruga, te empezarán a doler los brazos.

El primer punto, entonces, es separar la ropa lavada antes de ingresarla a la secadora. Y el segundo es usar a favor las características de esta máquina, aunque para eso hay que estar atentos y presentes una vez que el ciclo finaliza y es momento de sacar las prendas.

“Cuando retiras la ropa de la secadora, puedes ir doblando altiro”, sugiere Lucía Valenzuela, dueña del lavaseco Newcastle. “Ahí las cosas te pueden quedar estiradas sin necesidad de planchar”, porque al plegarlas con calor las arrugas no alcanzan a asomarse.

“La secadora cumple también una función de estirar las fibras con la temperatura que le aporta a la tela”, cuenta Aliste.


4. Estirar antes de secar al aire

Cuando llega el momento de colgar la ropa lavada, mi abuelita, una persona que tiene poca movilidad de su brazo derecho debido a la polio —enfermedad contagiosa que, en su forma más grave, provoca lesiones a los nervios que causan parálisis—, solía estirarla antes con sus manos, usándolas como una prensa humana, en especial con los pantalones. Esta técnica, aunque cueste creerlo, funciona.

Así lo confirma Aliste: “con el lavado, las costuras tienden a recogerse. Pero si sacas una camisa de la lavadora, por ejemplo, es recomendable estirar la parte de arriba del cuello y los puños, ya que así será menos necesario plancharla”.

La ropa suele lavarse, centrifugarse y luego secarse. Es en el proceso intermedio donde la ropa tiende a arrugarse debido al veloz movimiento de la máquina. Si se lo evita, también se eludirán las arrugas. “A mí me gusta que la ropa se oree, como en el campo”, reconoce Valenzuela, quien al momento de colgarla sugiere usar perchas o ganchos. “Como hoy en día varias telas tienen nylon y poliéster, cuando la ropa se seca colgada es como si estuviera planchada, porque la fibra en esa posición se estira”, dice. “Además se sequa rápido”.

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5. El viejo truco de la ducha

Este puede ser conocido por las personas que viajen mucho o que suelen pasar en hoteles. Arias cuenta que “cuando tú viajas, y tienes una prenda que se arruga, la cuelgas en el baño cuando te duchas y así le aplicas el vapor del agua”.

“Es como cuando usas estas planchas que están de moda”, dice, refiriéndose a las populares planchas de vapor verticales. Esta misma técnica la sugiere para “una chaqueta, un traje o un pantalón”. Basta con que lo cuelgues en una zona de tu baño donde reciba harto vapor, ya que este es justamente el que desarruga el material.

Lucía Valenzuela recuerda que ella solía siempre andar con su pequeña plancha cada vez que salía de viaje con sus amigas, las que, en cambio, eran usuarias fieles de esta técnica, sobre todo para estirar los vestidos antes de salir a bailar.


6. Si usas camisas, prefiere las que non-iron

Una de las soluciones para aquellas personas que usan camisa —pero odian planchar— es elegir aquellas con tecnología non-iron, término que en español significa “sin plancha”. “Es una variedad reciente, a la que le hacen un proceso al algodón para que la tela no se arrugue tanto”, explica Sergio Arias.

“Ha tenido un éxito rotundo, porque las camisas de los hombres, cuando son 100% algodón, se arrugan muy fácil”, dice el diseñador. “Con este proceso del non-iron, las camisas duran mucho más durante el día, sin tanta arruga ni necesidad de plancharlas”.

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7. La secadora no es compatible para…

“Si es lana y lo metes a una secadora, se achica”, advierte la timonel del lavaseco New England. “Una prenda de talla 40 te puede quedar en 34”, ejemplifica, en un cambio que puede ser simplemente dramático.

“Lo ideal es que las lanas las pueda lavar siempre un experto, porque si no la puedes estropear”, expresa. “Mucho menos se te ocurra meterlo a la secadora”.

“En el caso de los trajes que son 100% lana, yo recomiendo que no los laven tanto”, sugiere Sergio Arias. “Estas prendas hay que lavarlas en seco y la lana nunca se puede lavar en agua, jamás”. Pero tampoco se trata de tenerlos siempre en la tintorería, “porque al final aplicar tanto calor desgasta la fibra”, comenta.

En cuanto al lino, Lucía Valenzuela dice que “si lo metes a una secadora se te puede apretar y quedar como repollo. Tratar de planchar eso puede ser agotador”.

Este modelo que sugerimos a continuación contiene una función de protección antiarrugas y además incluye unos sensores de humedad y temperatura, por lo que consigue el grado de secado adecuado ajustando la temperatura con máxima precisión. Así, se protege a la ropa de sobrecalentamientos y roces innecesarios. También posee una función especial tanto para lanas como para chalecos.

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*Los precios de los productos en este artículo están actualizados al 25 de junio de 2021. Los valores y disponibilidad pueden cambiar.