Actualizado el 29 de julio de 2022.

Cuando creces, tiendes a valorar más las experiencias positivas que viviste en la niñez, como cuando jugabas Carioca o Uno en la playa. Lo mejor era cuando le ganabas limpiamente a personas más grandes, en especial a tus padres. Te daba como un jolgorio interno derrotar a tu tía en las cartas o cuando le cobrabas renta a tu hermano en La Gran Capital.

Con la pandemia, recurrir a los juegos de mesa como un espacio de relajo familiar volvió a ser una gran alternativa, retomando el protagonismo que esta actividad perdió frente a los videojuegos, el streaming o las pantallas en general.

Un punto a favor de los juegos de mesa es que, según un estudio de la Universidad de Edimburgo hecho el 2019, las personas que juegan a las cartas o a otros títulos tienen más probabilidades de mantenerse mentalmente sanas cuando lleguen a una edad avanzada. Esto se comprobó porque quienes jugaban regularmente a juegos no digitales obtuvieron mejores resultados en las pruebas de memoria y pensamiento a los 70 años.

No es azar, ni tampoco un fenómeno raro, que el confinamiento nos haya afectado la memoria. Una encuesta realizada por la Sociedad del Alzheimer registra que la mitad de los parientes con esa enfermedad dijeron que los recuerdos de sus seres queridos habían empeorado después de que comenzaron a vivir vidas más aisladas. Aún es muy temprano para evaluar y determinar los cambios de nuestro cerebro provocados por la pandemia, pero lo que queda claro es que a la cabeza, como a cada músculo del cuerpo, se le debe ejercitar para que se mantenga sana.

Y en medio de todo este preocupante panorama quedaron los niños y niñas, quienes no pudieron jugar libremente en un mundo en el que para protegerse debieron alejarse físicamente de los demás. Por eso los juegos de mesa causaron tal furor este último tiempo, un protagonismo que no deberían perder ahora que el confinamiento quedó atrás. Son siempre una gran excusa para juntar a la familia y los amigos, una buena instancia para compartir y divertirse, y una excelente forma de aprender sobre vivencias clave de la vida, como saber aceptar las derrotas, disfrutar las victorias, seguir reglas y normas y respetar turnos.

Lo que debes buscar en un juego

Gloria Cárdenas, del podcast especializado El Entreturno, nos definió tres parámetros que todo comprador de un juego para niños debiese tener en mente antes de llegar y agregar un título al carrito de compras.

  • Buscar juegos colaborativos o de memoria: La idea es que “de frentón el niño pueda interactuar mucho con el azar, y que sea lo suficientemente competitivo con el papá o con el adulto que esté jugando.Nunca hay que subestimarlos”. Ellos se van a dar cuenta si los están dejando ganar.
  • Fijarse en la edad: Parece una recomendación común, pero es algo en lo que las personas no siempre se fijan. Un ejemplo gráfico que explica Cárdenas es el de un juego de cartas que dice 8+, pero que se compra para un niño de cinco años. De partida, lo más probable es que no le quepan las cartas en la mano. “Lo mejor es no saltarse edades y disfrutar el momento. Ya habrá tiempo para juegos más complejos”, afirma.
  • Buscar un juego que todos disfruten: Si la consigna es jugar en familia, la idea es que todos los intereses converjan en un juego. Tomando en cuenta esto, “siempre es necesario involucrar al niño en el proceso. Si no les gustan las cartas, por ejemplo, no conviene insistir en un juego de naipes”.

Recomendados para familias con niños pequeños

Hace más de diez años que Ketty Galleguillos fundó “Jugando con Ketty”, el primer canal de YouTube en castellano sobre juegos de mesa. Es una pionera en este campo y por lo mismo tiene varias recomendaciones. Como consejo, sugiere “empezar con juegos que ayuden a entender cuáles son las normas, que hay turnos y actividades por hacer a medida que avanzas”. Para los adultos responsables del niño, ella sugiere mantener siempre el siguiente mantra: “lo importante es entretenerse”.

Juguemos + cerca (Devir)

Ketty lo define como el mejor juego de iniciación. Es obra de la diseñadora chilena Carolina Baltra y se puede jugar con niños y niñas desde los 2 años. “Tiene tarjetones grandes con distintas actividades simples que se pueden llevar a cabo, como abrazarse, encontrar un objeto determinado o bailar”, explica. “Establece las bases de los juegos de mesa, como respetar turnos y también fomenta el apego”.

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El laberinto mágico (Devir)

El laberinto mágico es para niños desde los 5 años. La youtuber cuenta que “es un juego de memoria, con un tablero en el que hay ‘muros invisibles’ y unos pequeños magos deben tratar de recorrer el laberinto para alcanzar determinada ficha”. El problema es que si pasan por un muro invisible, deben comenzar desde el inicio. “Es un juego de memoria muy particular, en el que los niños pueden ser tan competitivos como los adultos”, opina.

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Rhino hero (Haba)

“En general siempre recomiendo juegos que sean de corta duración”, dice Daniel Guzmán, terapeuta ocupacional que ha utilizado los juegos de mesa en ambientes educativos. Esto quiere decir que, idealmente, los niños menores de seis años debiesen jugar partidas de ojalá no más de 20 minutos, porque “sus períodos de atención y concentración suelen ser más breves. En cambio, si les gusta pueden repetir muchas veces el mismo juego”. Dentro de sus recomendaciones para los más pequeños nombra a Rhino Hero (desde 4 años), un juego que también menciona Gloria Cárdenas.

La premisa de Rhino Hero es deshacerte de las cartas en mano de una manera muy sencilla: construyendo un edificio. “Es un juego competitivo, porque tienes que poner las paredes de un edificio y colocar una carta encima que va a determinar qué forma de pared tiene que tener el siguiente juego”, relata Cárdenas. Este rinoceronte está personalizado por medio de una escultura en madera que “te va a ir obstaculizando la construcción del edificio”. La persona que pierde es a quien se le cae el edificio y la que gana es la que se deshace de las cartas antes que el resto, sin derribar la torre.

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Dobble (Zygomatic)

Dobble es otra de las sugerencias de Daniel Guzmán y de Catalina Rioja, creadora de Umatu, un espacio en el que se habla sobre las actividades con niños. El juego tiene más de 50 símbolos y 55 cartas, con solamente un símbolo idéntico entre cada una. El objetivo es ese: buscar el símbolo que coincide entre dos cartas, gritarlo, robar cartas y repetir la operación. “Se puede jugar desde los 3 años, aproximadamente, y con la cantidad de personas que uno quiera”, dice Rioja.

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Carcassonne Junior (Devir)

Carcassonne, en su versión junior, es otro recomendado por Jugando con Ketty. “Es un juego de estrategia. En cada turno hay que colocar una loseta sobre la mesa, las que se van conectando, permitiendo puntuar dependiendo de dónde coloquemos a unas pequeñas personitas llamadas meeples”. Según Ketty, es un juego simple en su reglamento y a la vez muy estratégico. Cuenta con una versión junior —simplificada— que está pensada para niños entre 5 y 10 años. A partir de esa edad se puede jugar con el tablero tradicional.

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Juegos de mesa para mayores de 6 años

A esta edad los niños y niñas también tienen sus primeras responsabilidades y hábitos en la casa. “Los niños más grandes pueden empezar a buscar juegos relacionados con temáticas de su interés”, explicita Daniel Guzmán, en cuyo proyecto Diluvio Lúdico hace reviews y conversa sobre diversos juegos de mesa. Para niños que gusten de los dinosaurios, por ejemplo, sugiere Draftosaurus. Y para el público amante de los zombis recomienda el Zombie Kidz Evolution. “Hay muchas opciones, pero también es bueno preguntarles directamente qué tipo de juego les gusta más”, explica.

Doctor Eureka (Blue Orange)

Este un juego desde los ocho años, de uno a cuatro jugadores, donde cada uno tendrá tres tubos de ensayo con 16 bolitas de ocho colores. “Luego aparece una carta que tendrá una combinación de los tres tubos de ensayo con diferentes colores mezclados”, relata Gloria Cárdenas, y “lo que tienes que hacer es, sin tomar las pelotitas, ir pasando tubo a tubo las bolitas para poder formar lo que pide la carta”. La persona que logre antes la secuencia indicada por la carta, gana. “Es un juego rápido y entretenido”, dice. Según ella los, pequeños con dedos más finos corren con ventaja, porque es más fácil deslizarse entre lo tubos.

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Aventureros al tren (Days of Wonder)

Aventureros al Tren “es para mí el mejor juego familiar”, define Ketty, quien es madre de dos niñas, de seis y ocho años. “Con prácticamente tres reglas —pero un gran tablero y hermosos materiales— ofrece un juego simple de entender”. En su simplicidad “es apto para todos, tanto para familias sin mucha experiencia en estos títulos como para jugones más avanzados. Con estos últimos las partidas pueden ser realmente competitivas.” Un clásico que para Ketty tiene un encanto permanente.

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Vía mágica (Hurricane)

Este juego tiene una mecánica muy similar al bingo, comenta Gloria Cárdenas. “Cada jugador tiene ciertas cartas de misión, con algunos elementos que deben ir completando para que esta carta te entregue puntos de victoria y/o una habilidad”. Es recomendado para niños a partir de los 6 años y se puede jugar desde 2 hasta 6 personas. Las partidas duran aproximadamente 30 minutos y “todos juegan simultáneamente mientras se van sacando estas fichitas desde la bolsa”.

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The Game

The Game un juego de cartas cooperativo para jugadores de 8 años en adelante. “Todos en equipo debemos intentar jugar todas las cartas del mazo en cuatro filas, de las cuales dos se llenan de manera ascendente y dos de manera descendente”, afirma Kathy. Hay ciertos giros que te permiten saltarte un poco esas reglas, por lo que a este juego lo define como “desafiante, entretenido y adictivo”.

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Sin picarse: qué hacer cuando un niño pierde en un juego

No es tema fácil y aquí puede haber hartos padres o tutores que han experimentado la frustración en carne propia. Daniel Guzmán dice que, en primer lugar, hay que “entender que la derrota es parte natural del proceso de casi todos los juegos, y es habitual frustrarse si no se gana en algo”.

“Es bueno acompañar la derrota e invitar a jugar otra vez, intentando hacerlo mejor”, sugiere. Pero en caso de que “la frustración sea muy grande o involucre llanto u otras reacciones intensas, lo mejor sería probar otro tipo de juegos antes de lanzarse de lleno a los juegos competitivos”.

El terapeuta ocupacional sugiere intentarlo con juegos cooperativos, “donde jugamos en un gran equipo y existe la noción de ‘todos ganamos o todos perdemos’”.

Just One es el mejor ejemplo, porque “todos somos un equipo e intentamos adivinar el mayor número de palabras posibles”. Otro juego que ayuda a manejar la frustración a través de su rapidez es el Dobble, mencionado anteriormente, donde “cada ronda es tan corta que prácticamente el niño o niña no tienen tiempo de darse cuenta si ganaron o perdieron, porque ya están concentrados para empezar la siguiente dupla de cartas”.

“Una vez yo estaba jugando y mi hija me vio frustrada/enojada”, relata Ketty, “y ella me mira y me dice: ‘mamá, a ti se te olvida que lo importante es divertirse’. Ella me llamó la atención a mí”.

Es que a los adultos, a veces, se nos olvida el objetivo principal de un juego: pasarlo bien y disfrutar de la partida. Generalmente, lo que ella hace es jugar con sus hijas, las ayuda con estrategias o participaciones, y cuando están terminando el juego, de vez en cuando lo remata o simplemente las deja a ellas finalizarlo.

La creadora de Umatu también tiene una perspectiva similar, ya que ella se enfoca en “valorar el hecho de seguir intentándolo, aprendiendo y divirtiéndose. Es lo que como adultos podemos fomentar por sobre celebrar en exceso el triunfo o reírse de las derrotas”.


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