“Pero primero, deja tomar una selfie”, dice una horrorosa canción de The Chainsmokers, tema lleno de estruendos electrónicos que estuvo de moda el 2014, año cuando Ellen Degeneres tomó ese famoso autorretrato junto a otras estrellas en la ceremonia de los Oscar y llevó a este tipo de fotografías a su cúspide de popularidad. La masificación de los teléfonos inteligentes, el desarrollo de lentes cada vez más potentes y la explosión de las redes sociales fueron el cóctel perfecto para que las selfies se convirtieran en el principal formato del mundo: aunque no hay estimaciones concretas, en promedio los europeos se tomarían unas 597 autofotos al año y dos de cada tres fotos publicadas en Instagram el año pasado eran de gente sola (probablemente tomadas por ellas mismas).

El “estuve ahí”, “mira con quién estoy” o “dónde estoy” es en parte el espíritu que empuja a la selfie, concepto que la RAE define como “fotografía de una o más personas hecha por una de ellas, generalmente con un teléfono inteligente y para compartirla”. O sea, que está en su definición que el autorretrato digital se publique en las redes sociales.

Sea Instagram, Twitter o Facebook, se trata de una vitrina en la que compartes tu imagen a cambio de “likes”, un intercambio que produce adrenalina, dopamina y también cierta adicción. Según Mariann Hardey, profesora de marketing en la Universidad de Durham y especialista en redes sociales, la selfie “revolucionó la forma en que recopilamos información autobiográfica sobre nosotros y nuestros amigos”.

“Se trata de reescribirse a sí mismo continuamente. Es una extensión de nuestra construcción natural del yo. Se trata de presentarte de la mejor manera al mundo”, explicaba en una entrevista con The Guardian en 2013, cuando el fenómeno recién despuntaba.

A estas alturas del partido, todos sabemos que no es llegar y tomarse una selfie. Al menos no si queremos que reluzca en nuestras redes, que destaque en los feeds de nuestros seguidores o que deslumbre a esa persona que buscamos sorprender. Aunque hoy los teléfonos y sus softwares hacen buena parte del trabajo por sí solos, acá dejamos algunos datos de especialistas en fotografía y creadores de contenido para que, ya sea en el espejo del ascensor o en el balcón de tu departamento, la próxima sea la mejor selfie que te hayas tomado.

1. Repetir y repetir

Franche Ciudad (@frafractal) es fotógrafa autodidacta desde los 16 años. Por su lente han pasado producciones publicitarias, sesiones de moda, deportistas e ídolos de la escena musical urbana de la talla de Bad Bunny. “Lo que me gusta de la fotografía es poder capturar algunos momentos y después en la postproducción jugar con los colores y crear distintos sentimientos en la foto”, cuenta.

Aunque se dedica a retratar a otras personas, también le gusta “dispararse” a sí misma. “Lo principal es saber cuál es el ángulo que nos favorece y siempre probar sacando muchas fotos”. O sea, que hay que abandonar la ilusión de que salga bien a la primera. “Nunca vas a sacarte una selfie que salga bien al tiro”. El ejercicio que recomienda es “sacarse muchas fotos y jugar con la iluminación o quizás arreglarse un poco el pelo”, hasta encontrar el resultado deseado.

2. Estudiar tu ángulo

Nay Jimenez (@nayjimenez) es fotógrafa publicitaria y cuenta que lo pasa muy bien trabajando con marcas o creativos de la industria. “Soy fotógrafa de la vida. Cuando viajo, ando con mi cámara colgando para todos lados, lo mismo en ocasiones familiares. Y cuando no tengo mi cámara profesional, tengo la de mi teléfono, que está lleno de fotografías que me encantan”, asegura.

A quién no le ha pasado: desbloquear el teléfono, abrir la app de la cámara y encontrarse con tu cara desde un ángulo bajo, la pera pega al cuello, las fosas nasales gigantes, los ojos entrecerrados. Un ángulo, digámoslo así, poco favorecedor. Solo con ver eso se quitan las ganas de hacerse una selfie.

“Tenemos ángulos que no son muy halagadores”, dice Nay. “Por lo mismo, conocer cuál es nuestro mejor lado es muy importante”,. Si no te gusta lo que ves, aconseja “probar con posturas más sueltas de perfil, moviendo un poco el pelo, tratando de ser más espontáneo. Eso ayuda a soltarnos un poquito a la hora de tomar la selfie y quizás volver después al ángulo que más nos gusta. Haberlo intentado un par de veces nos hará sentir mucho más cómodos”.

Para este mismo ejercicio, otra buena idea es la de grabarse. “Si no encuentras tu mejor ángulo, conviene grabarse moviendo la cámara o la cara de lado a lado y luego ver qué ángulo te acomoda más”, apunta Franche.

3. Iluminación

Isa Luengo es periodista, travel blogger y creadora de contenido en plataformas como Instagram y TikTok. Gran parte del material que sube en sus distintos destinos son selfies, las que acompaña con información sobre viajar.

Como las fotos son muy importantes en su trabajo, sabe que un factor fundamental para que resulten bien es la luz. Ella recomienda que las selfies ojalá sean con luz natural. Si esto no es posible, entonces preferir la artificial blanca, idealmente desde un aro de luz.

A couple takes a selfie picture as the US nuclear-powered aircraft carrier USS Harry S. Truman is anchored in front of the city of Split on February 13, 2022. (Photo by DENIS LOVROVIC / AFP)

“Personalmente, no me gusta la luz artificial amarilla o cálida para las selfies. Cuando es blanca sale mejor”, cuenta, más aún si viene de frente. A todo costo, eso sí, llama a “evitar el flash, porque el rostro sale muy brilloso y la luz encandila”. Con ella coincide Nay: “el flash le quita naturalidad a la foto”, y justamente lo que buscamos con este registro es “potenciar lo que conocemos de nosotros mismos”.

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Pero no toda la luz natural es ideal. “A veces el sol directo puede molestar a los ojos y generar mucho contraluz”, dice Franche. El mediodía tampoco es favorable, ya que la luz viene desde muy arriba y genera sombras en la cara. En estas circunstancias, ayuda “apretar el sol que aparece en la pantalla del teléfono, donde uno puede ir regulando más o menos la luz que entra en el lente”. Con eso “puedes mirar cómo se ve mejor tu piel”.

4. Aprovechar la golden hour

“Una de las luces favoritas de los fotógrafos es la de las golden hours: la luz dorada que aparece al amanecer y al atardecer. Como la luz solar llega desde un punto horizontal y sin tanta intensidad, la claridad es más homogénea y los colores más intensos. Por lo tanto, tomar tus selfies en esos momentos favorecerá el resultado.

“Va dependiendo de lo que queramos lograr, pero siempre será interesante jugar con esas tonalidades en las selfies”, relata Nay. Las luces de estas horas son muy suaves para nuestro rostro, de manera que “podemos conseguir un resultado más natural en comparación a una selfie a las doce del día, cuando la luz está arriba de nosotros y completamente dura. Eso puede provocar que nos veamos con ojeras marcadas o que la nariz se nos vea más grande”.

Fíjate entonces a qué hora amanece o atardece en tu localidad y aprovecha esos minutos —que no son muchos— para encontrar tu mejor ángulo.

5. El fondo importa

Este punto es muy importante. Aunque ya tengas tu ángulo definido y estés aprovechando la golden hour o un bacán aro de luz, si atrás de ti hay un papel higiénico sucio o una persona molestando, los esfuerzos no habrán valido de nada. Al revés: hay todo un subgénero de memes con selfies de este estilo, como aquellas donde salen elementos sorpresa o escenas que no vimos a simple vista, pero que cobran protagonismo a través de la selfie.

“Mucha gente no se preocupa del fondo, siendo que a veces ocupa el mayor espacio en una fotografía”, analiza Nay. “Si el fondo está sucio, nuestra fotografía se va a ver sucia o contaminada por esos elementos distractores”.

El foco a seguir es “buscar fondos limpios, que no estén llenos de información, para no distraer la mirada del espectador. Quizá enfocarse en alguna paleta de color cercana a tu vestuario o maquillaje”.

“Casi siempre son buenos los fondos lisos”, añade Franche. “Si hay algún fondo muy imponente, como naturaleza o una muy buena vista, entonces mejor ocupa el gran angular”.

Isa hace un llamado a vivir la experiencia y relajarnos. O sea, que no siempre es momento de tomarse una selfie. Es más, siempre se nota cuando la foto es muy forzada o el entorno no es el apropiado (como la famosa selfie en el incendio forestal).

El cuidado es que “no se vea un tremendo desorden atrás”, pero si estamos en un lugar bonito, tranquilo y queremos destacar el fondo, aconseja “tomar la foto desde abajo, con la cámara trasera y el efecto de gran angular. Así se destaca el paisaje, si es que es eso lo que queremos mostrar”.

6. No es necesario usar tu brazo

Este consejo va directo a quienes tengan el brazo largo, habituales encargados de las selfies laborales, familiares o de amigos. “No es fundamental sacarse selfies con la mano y el brazo estirado”, opina Franche. A veces, los resultados pueden parecer extraños e incómodos. “Mejor es sacarla con temporizador: dejas el celular quieto y posas un poquito más lejos”, sugiere.

7. RAW

“Cuando tomo selfies que sé que para mí son importantes, me voy a la opción de ajustes de formato de la cámara y la pongo en RAW (crudo). Así la foto sale mayor calidad que un JPEG”, recomienda Nay. También ocupará más espacio en tu teléfono, por lo que hay que estar atentos y desactivarlo cuando corresponda.

La gracia del RAW es que de esta forma la foto tiene mucha más información. Por ejemplo, “si la imagen sale sobreexpuesta —con mucha luz— pero a mí me gustó, como tiene más calidad yo puedo editarla y rescatar igual la textura de la imagen”, explica.

Al momento de tomar la foto, siempre regula la exposición —es decir, cuánta luz va a entrar al sensor de la cámara. “Haciendo un clic en la pantalla cuando tengo abierta la cámara, aparece el ícono de un sol. Eso lo regulo hacia arriba o hacia abajo según la cantidad de luz que quiero que reciba”.

8. Abraza a la espontaneidad

“Un rico ejercicio de la selfie es aprender a aceptar y a querer nuestro cuerpo y nuestras facciones”, acuña Nay. No se trata, entonces, de parecerse a la celebridad de moda o de calzar en la tendencia del momento. Al seguir los consejos mencionados antes, “conoceremos mejor nuestros ángulos y podremos estar con más soltura, relajo y espontaneidad. Todo eso nos va a ayudar a sentirnos más a gusto con una misma”, puntualiza.

9. Seguridad ante todo

¿Puede una selfie transformarse en un accidente mortal? Lamentablemente sí. Según una investigación por Rhino Safety, firma de evaluación de riesgos y seguridad, los hombres tienen más del doble de probabilidades de morir en la búsqueda de una selfie que las mujeres.

Desde 2011 que existe registro de muertes asociadas a selfies. India tiene la mayor cantidad, con 100, seguido por Estados Unidos con 38 y Rusia en tercero con 33. Las caídas son la causa más común de estas tragedias, seguidas por los accidentes de tránsito y los ahogamientos.

Recientemente, seis de 15 miembros de una familia inglesa que vacacionaba en India murieron ahogados: dos de las personas fueron arrastradas por la corriente de agua y cinco familiares intentaron rescatarlas; solo una pudo sobrevivir. El origen del accidente fue el intento de registro de una selfie bajo una cascada Ramdaha en Chhattisgarh, asegura The Mirror. Una imagen puede valer más que mil palabras, pero no más que la vida.


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