Autoengaño: ¿Cómo ser conscientes de nuestros propios errores y solucionarlos?

¿Cuántas veces hemos dicho que vamos a empezar a ir al gimnasio, por lo menos dos veces a la semana, pero al final la suscripción termina siendo una pérdida de plata? ¿O que dejaremos de lado, por lo menos por algún tiempo, un hábito poco sano para enfocarnos mejor en nuestro trabajo o los estudios? ¿O que cambiaremos nuestra forma inadecuada de relacionarnos con la familia y/o amigos, o que nos alejaremos de una persona que nos produce daño?

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Tiempo después de esos cuestionamientos y de un posible cambio de actitud, lo normal es tender a bajarle el perfil a la situación, o simplemente olvidamos esos fugaces momentos de iluminación. Ahí es cuando surgen las excusas y los monólogos internos: "que no tengo tiempo", "igual funciono de esa forma", "tampoco estoy tan mal" o que tal persona "no es mala, sólo necesita amor".

El autoengaño nos mantiene cómodos y siempre resultará más fácil convencernos a nosotros mismos que no hay nada que mejorar. Un mecanismo que, según la teoría psicoanalítica, es un proceso inconsciente que intenta defender nuestro ego y alejar la ansiedad que produce el acercarnos a nuestros problemas.

Ser conscientes de nuestras falencias no es una tarea fácil. Puede implicar dolor e incomodidad. Una cosa es tener confianza sana en uno mismo, pero otra es dejarse llevar por ideas falsas que nada contribuyen a construir una mejor versión de nosotros.

"Para algunos, el admitir que han cometido un error es tan amenazante que puede provocar vergüenza e incluso puede desafiar el carácter y las propias creencias", dice la psicóloga clínica estadounidense, Kate Kaplan, quien añade que lo que hacen finalmente estas personas es evadir la responsabilidad de los propios errores.

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El coach organizacional Pablo Riccheri aborda en su libro de autoayuda Hacerse el weón este mismo tema. Se pregunta: ¿Cómo podemos resolver un problema desde el mismo estado de conciencia que permitió su aparición? Riccheri habla de pasos necesarios: cuestionarse, tomar conciencia y desafiarse.

El autor explica que el desafío es darnos cuenta que el problema es propio y no de las circunstancias en las que se produce. En otras palabras, enfatiza en el deber de hacernos cargo y dejar de lado el autoengaño en tres pasos: "cuestionarse representa la mente, tomar conciencia es el corazón y desafiarse corresponde al deseo de construir una mejor versión de nosotros", afirma.

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Ilustración: Dane Mark.[/caption]

Lo primero, recalca Riccheri, es identificar el deseo por cambiar, reconocer qué es lo que hace no sentirte orgulloso. Puede ser en cualquier ámbito de la vida, ya sea personal, social y laboral. No es necesario apurarse, puedes tomarte el tiempo que necesites, sean horas o días.

Según el neuropsicólogo de Nueva York, Sanam Hafeez, el admitir errores sólo habla bien de las personas: "Ese acto puede mostrar que eres compasivo, empático, un buen oyente", afirma el profesional, quien añade que al hacer esto somos más objetivos con nosotros mismos.

Explica también que todos nacen con la habilidad de auto-reflejarse, sólo que hay quienes la tienen menos desarrollada, sin embargo, la práctica puede hacer que no cueste tanto admitir los errores.

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Estos consejos pueden ser de utilidad para que el proceso sea más fácil:

-Adopta un mantra: el doctor Hafeez recomienda repetir una afirmación positiva en el momento que niegues haber cometido un error: "puedo admitir que me equivoqué porque soy humano y todos cometemos errores. A pesar de esto, igual voy a ser querido", ejemplifica.

-Sé abierto a la crítica: el doctor explica que hay ver la situación desde una mirada objetiva, sin emoción y de tratar de ponerse en la perspectiva de la otra persona.

-Pide ayuda a cercanos: mantén cerca tuyo a personas que son valiosas para ti que puedan apoyarte y escucharte. "Quizás te puedas sentir vulnerable, pero puede llevar a lo que necesitas, que es la aceptación y la conexión emocional", analiza.

-Acude a un profesional de la salud: un psicólogo o terapeuta puede ayudarte a desarrollar la habilidad de introspección, que es la capacidad de observar los propios sentimientos y estados mentales, algo importante para el crecimiento personal.

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