Tu piel es el reflejo más evidente de tus vacaciones de verano. Este órgano, el más grande del cuerpo, nos protege del calor, la luz y las infecciones. Si pudiéramos dividir al mundo en dos grandes grupos, estarían aquellos que la cuidan con factor 50, buscando sombra para sobrevivir al sol, y quienes persiguen incansablemente ese bronceado fascinante. Es entre estos últimos aficionados donde ha surgido últimamente un recurso popular: consumir suplementos de betacaroteno para lograr ese tono envidiable. Perdón, ¿el betacaroqué?
¿Qué es el betacaroteno?
El betacaroteno es un pigmento natural que se encuentra en frutas y verduras de color naranja, como zanahorias y zapallos. “Es un derivado de la vitamina A”, comenta Francisca Daza, dermatoestética de Clínica Alemana, y agrega que tiene un rol relevante para las células vinculadas con la visión. Si bien esta es una de sus funciones más importantes, no es la única, ya que también tiene incidencia en la piel y en la inmunidad.
“Se cree que tienen propiedades antioxidantes, que ayudan a proteger la piel del daño causado por la radiación UV”, complementa Natacha Quezada, dermatologa de la red de salud UC CHRISTUS. Según explica, al consumirlo oralmente o aplicarlo tópicamente, “se espera que aumenten la concentración de pigmento en la piel, proporcionando cierta protección contra la radiación solar y contribuyendo a un bronceado más saludable”.
¿Funciona el betacaroteno para prolongar o favorecer el bronceado?
“Consumir suplementos con betacaroteno tiene un efecto más limitado en la puel del que realmente se piensa”, asegura Daza. Sí tiene un efecto antioxidante, con el que elimina algunos de los radicales libres que se producen por la radiación ultravioleta o la contaminación. “El betacaroteno neutraliza ciertos radicales libres para que no haya daño en la célula”, profundiza.
Por eso, “los suplementos de betacaroteno pueden contribuir a un bronceado más dorado y prolongado”, afirma Quezada. Sin embargo, la eficacia puede variar entre individuos. “Los resultados pueden no ser tan rápidos o dramáticos como los obtenidos mediante la exposición directa al sol”, señala la dermatóloga de UC CHRISTUS.
Donde sí hay que tener claridad, dice, es en que el betacaroteno no reemplaza la necesidad de usar protector solar. “La protección adecuada contra los daños del sol sigue siendo esencial para la salud de la piel”, asegura.
Usualmente, consumir estos suplementos puede dejar un tono más anaranjado en la piel, “y eso podría dar un efecto de bronceado más parejo en la piel”, analiza Daza. No obstante, no a todas las personas le produce eso. “Y niveles exagerados de betacaroteno pueden dejar las palmas y plantas de los pies más amarillentas”, agrega Daza.
Advertencias de consumo
Como todo suplemento alimenticio, ambas profesionales hacen un llamado a consultar con profesionales en nutrición y dermatología antes de consumirlos deliberadamente.
“Es mejor siempre estar asesorado por un médico nutriólogo y, en algunos casos, si es por la piel, un dermatólogo, para que te guíe en las dosis y en la conducta alimenticia que debes modificar”, dice Quezada. Hay que tener mucho cuidado en situaciones especiales, como pacientes embarazadas, portadores de algún cáncer o de ciertas patologías que necesiten autorización de su médico tratante.
“Consumir betacaroteno puede ser seguro en dosis bajas, siempre y cuando no hayan otros medicamentos que también tengan vitamina A”, dice Daza. Es el caso de personas que están en tratamiento para el acné, con medicamentos como el Roacután, que son capaces de potenciar esa vitamina.
La dermatóloga también menciona que se debe regular el consumo de alimentos que contengan betacaroteno de manera natural, ya que la vitamina A se acumula en la piel “y no se elimina por la orina como otras vitaminas. En dosis muy grandes, puede ser dañino al hígado”, explica.
Respecto al uso de cremas que contengan betacaroteno, Daza explica que “la verdad es que no tiene ninguna evidencia científica que pueda hacer un aporte específico a la piel”.
Desde la Sociedad Estadounidense del Cáncer destacan que, si bien la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA) ha aprobado algunos de estos aditivos para colorear alimentos, no están aprobados para su uso en agentes bronceadores.
“El ingrediente principal de la mayoría de las pastillas bronceadoras sin sol, la cantaxantina, puede aparecer en los ojos en forma de cristales amarillos, que pueden causar lesiones y afectar la visión. También ha habido informes de problemas hepáticos y cutáneos”, señalan en su sitio.
“La FDA ha prohibido las pastillas bronceadoras que contienen cantaxantina, debido a sus importantes efectos adversos cuando se ingieren en grandes cantidades”, enfatizan en un paper donde revisan los métodos de bronceado más comunes. Algunos de los efectos secundarios que mencionan incluyen trastornos gastrointestinales, urticaria, hepatitis, retinopatía y anemia aplásica, que es potencialmente mortal. En el mismo documento comentan otro punto preocupante: “se ha demostrado que altas dosis de betacaroteno sintético se asocian con un mayor riesgo de cáncer de pulmón entre quienes fuman, lo que pone en duda su potencial uso como antioxidante”.
Veredicto: contribuye, pero no a todos por igual
“Puede potenciar el bronceado en personas que tienen tendencia a broncearse”, asegura Daza. Por lo tanto, este podría ser un recurso más compatible con pieles morenas que claras. Para garantizar resultados, lo mejor es consultar siempre con tu dermatólogo y/o nutriólogo sobre dosis y periodicidad. Los especialistas, a su vez, deben analizar que no haya interacciones indeseadas con otros fármacos o con el mismo consumo de alimentos.
“Hay otras sustancias que ayudan a potenciar más el bronceado y que son más seguras, porque de verdad dan un efecto de protección: ellas son la astaxantina y el polidorium leucotomos”, señala la dermatóloga de Clínica Alemana. Este último proviene de una planta de la familia de los helechos, y se ha usado por siglos por diferentes civilizaciones de centro y Sudamérica para tratar enfermedades de la piel y quemaduras solares.
Comparando estas dos opciones de suplemento en contraste con el betacaroteno, la especialista explica que su efecto no tiene tal poder. “Es como comer mucha zanahoria, zapallo o naranjas, todos alimentos altos en betacaroteno. La piel se pone de ese color”.
“Mantener un cuerpo humano saludable requiere de una alimentación y una dieta variada, de distintos colores, en horarios fijos y cantidades correctas”, ahonda Quezada. Es la forma de asegurar los nutrientes y vitaminas necesarias para el organismo.
Como lo hemos dicho en otras oportunidades, con una dieta balanceada la gran mayoría de las personas no necesita de suplementos ni vitaminas extra. “Ojo con la sobre medicación y la automedicación de vitaminas: muchas de ellas no son inofensivas y a veces hay muchas ventas de marcas con dosis inadecuadas”, advierte.
¿Quieres un buen bronceado? No te despegues del factor solar
El uso diario de factor solar es una de las grandes reglas de la dermocosmética, y que se debe respetar a rajatabal.
Si no lo sabes, el número que suele estar en los protectores solares, y que en Chile normalmente va del 15 al 50, indica la fracción de rayos ultravioleta, específicamente los rayos UVB, que el producto consigue retener. “Por ejemplo, un FPS 50 permite que sólo 1/50 de los rayos UVB lleguen a la piel”, explicaba Consuelo Cárdenas, instructora adjunta de la Facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Católica, en un artículo pasado sobre protectores solares.
Independientemente del FPS, la eficacia del protector solar disminuye con el tiempo, y la mayoría de las veces se diluye cuando nos sumergimos en el agua o nos secamos con toalla. Por eso, es esencial aplicarlo correctamente 20-30 minutos antes de la exposición al sol y repetir su uso cada 2-3 horas, así como después de nadar o sudar. No volver a aplicarlo reduce su efectividad y puede llevar a un nulo nivel de protección.
No olvidar: debemos preferir siempre productos que nos ayuden a proteger la piel, no para aumentar la exposición al sol. “No están hechos para que uno se tienda al sol. Echarse al sol, incluso con un buen filtro solar, es un error, ya que en poco tiempo va a ser superada su capacidad de protección”, advertía la especialista en ese momento.