Chino mandarín, ¿el idioma del futuro?

chinos
Ilustración: César Mejías.

En un mundo cada día más interconectado y en el que Oriente parece reinar de nuevo, desde hace años se dice que aprender chino será la llave maestra de las nuevas generaciones y que más valdría enseñar a los niños chino que inglés. Saber si esto es verdad es imposible todavía, pero aquí hay algunas pistas para entender por qué el chino podría llegar a ser la solución a las comunicaciones del futuro.




Todos hemos escuchado alguna vez que el chino es el idioma del futuro y que convendría estudiarlo desde ya, y quizás alguna vez te hayas preguntado por qué. Las razones que suelen esgrimirse son: los negocios, basándose en el desarrollo económico de China en los últimos años, y el hecho de que es el idioma más hablado en el mundo (según la Ethnologue de este año, una publicación estadounidense que recopila datos estadísticos sobre lenguas vivas en el mundo, actualmente 917.8 billones de personas son hablantes nativos del chino mandarín y 1.116 billones lo hablan como segunda lengua). Pero tener el idioma más hablado del mundo si ya tienes la más alta población no parece gran mérito, y considerando que una persona occidental promedio no tiene ninguna necesidad vital de visitar el Extremo Oriente Asiático, podría dudarse del lugar común que nos dice que debemos aprenderlo. Después de todo, nadie puede estar seguro de lo que va a pasar en los próximos años y estos argumentos no son inherentes al idioma chino, sino al contexto histórico, que puede cambiar. Así, la pregunta es: ¿qué ventajas tiene el chino para posicionarse como el idioma de nuestro futuro? En su libro Una historia de Asia oriental: de los orígenes de la civilización al siglo XXI (2016, FCE), el norteamericano Charles Holcombe, doctor en Historia por la Universidad de Michigan y experto en historia China, explica algunas razones por las que el chino podría ser el idioma del futuro.

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Un antecedente: la escritura china ya ha sobrevivido siglos

La mayoría de los antiguos sistemas de escritura logográficos originales del mundo —cuneiforme, jeroglífico y maya— desaparecieron por completo. Sin embargo, la escritura china, que apareció en 1200 a. C. aproximadamente (alrededor de la época de la guerra de Troya), sigue utilizándose. Por un lado, dice Holcombe, una de las razones para esto es el hecho de que, a diferencia de otros sistemas de escritura antiguos, que eran logográficos (esto quiere decir que no eran principalmente fonéticos, sino que representaban el significado de las palabras), el chino evolucionó y desde muy temprano la mayoría de los caracteres chinos llegó a tener dos componentes, uno que indicaba su significado aproximado y otro que señalaba cómo se pronunciaba.

Por otro, su prestigio cultural, comparable con el que disfrutó el latín en Europa occidental. En Asia oriental, los sistemas fonéticos de escritura se derivaron de manera similar del chino logográfico, pero a pesar de que japoneses y coreanos idearon sistemas propios para escribir sus lenguas, la palabra escrita en chino siguió teniendo un enorme prestigio en esos lugares. Un distinguido aristócrata japonés del siglo XII, Fujiwara Michinori, por ejemplo, se jactaba de no haber incluido ni un solo texto escrito en japonés en su biblioteca, y en 1894, cuando Japón entró en guerra con China, la mayor parte de la poesía bélica japonesa todavía se escribía en lengua china clásica. Lo mismo pasaba en Corea, donde los miembros de la élite coreana educada siguieron utilizando la escritura china incluso después de la creación de un alfabeto coreano, en 1446. Lo concreto, sin duda, es que la escritura china sigue utilizándose sin grandes variaciones.

Su universalidad

Sin duda, un alfabeto es más fácil de aprender que un sistema logográfico y además es más flexible, pues puede utilizarse para muchos idiomas. Sin embargo, un alfabeto solo reproduce por escrito una fonética que puede significar muchas cosas distintas. Los caracteres chinos, en cambio, aunque son difíciles de aprender, tienden a significar la misma cosa universalmente.

Así, la escritura china puede hacer que la comunicación por escrito sea más sencilla entre dialectos, idiomas y siglos en el tiempo, porque en ella se pueden acuñar nuevas palabras con bastante libertad mediante la combinación de caracteres ya existentes. Lejos de permanecer con un vocabulario de la Edad de Bronce, el chino ha ido evolucionando gracias a que sus caracteres son flexibles para adaptar nuevas ideas.

Por ejemplo, "computador" es "electricidad + cerebro" —电 (dian) + 脑 (nao)—; democracia es "pueblo + jefe" —民 (min) + 主 (zhu)— y comunismo se ha expresado como "colectivo + producción + ismo" —共 (gong) , 产 (chan) , 主 (zhu) , 义 (yi)—.

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Zhang Daqian.[/caption]

Una lengua en la que todos somos iguales

A diferencia del japonés o el coreano, y por el contrario de lo que se podría pensar, el chino no es una lengua de respeto. Esto quiere decir que, mientras en esos otros idiomas se utilizan terminaciones de palabras específicas para marcar la diferencia entre el hablante y el oyente y el grado de formalidad (o la informalidad), en el chino es casi lo opuesto. Asimismo, la lengua china no tiene declinación alguna, pues carece de tiempos verbales, plurales o modificaciones gramaticales al final de las palabras.

Un idioma para los computadores

Aunque la imprenta se inventó en Asia oriental, la escritura china nunca fue adecuada para la imprenta de tipos móviles, por su gran número de caracteres diferentes, y una máquina de escribir conveniente para el chino era imposible de hacer. No obstante, en la era digital de las computadoras la escritura china tiene muchas menos desventajas. Se ha predicho que el chino podría superar al inglés y convertirse en el idioma más usado en computadores, aunque quién sabe. Lo interesante es que la escritura china ya sobrevivió todo este tiempo sin ser apta para nuestras máquinas (incluso para aquellas que ellos mismos inventaron), y hoy sí lo es, así que, si no es el idioma del futuro, al menos está hoy mucho menos amenazado de lo que estaba hace medio siglo.

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Una historia de Asia oriental, de Charles Holcombe.[/caption]

Sobre la autora:

Escritora. Autora de la novela Incompetentes (2014, La Pollera) y el volumen de cuentos Terriers (2017, Hueders).

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