“La perseverancia se convirtió en mi fórmula: lento pero seguro, experiencia de la tortuga”, rapea el grupo chileno Liricistas en su último single, titulado justamente así: “Perseverancia”. Del fraseo se desprende el propósito de este artículo.

Es una palabra que se escucha y se lee con bastante frecuencia, sobre todo en entrevistas y testimonios de personajes que han conseguido salir de situaciones adversas, o también en quienes han llegado a lugares de éxito importantes, y suele formar parte de discursos de premiaciones o recibimiento de trofeos.

Generalmente, se habla mucho de la perseverancia como un medio para lograr los objetivos y metas que uno se propone, pero poco sobre cómo esta puede ser un valor en sí misma. ¿Sobre cómo cultivarla? De eso se habla mucho menos. Pareciera que es algo que se tiene o no se tiene, cuando en realidad se trata de un principio que se desarrolla como un músculo, por medio de la repetición y la creación de hábitos.

Es decir, para perseverar hay que tener perseverancia: no sucede de un día para otro pero, como nos explicarán varios expertos a continuación, es posible ir paso a pasito transformándola en un hábito.

El verbo perseverar

“Debes construir tu vida acción por acción y estar satisfecho si cada una logra su objetivo en la medida de lo posible”, escribió, hace casi dos mil años, el emperador romano Marco Aurelio, también filósofo y referente del estoicismo. “Habrá obstáculos externos, pero no hay obstáculo para actuar con justicia, autocontrol y sabiduría”. Con esas palabras, de alguna manera, estableció las bases del verbo perseverar.

Justamente así, usado como verbo, está una de las claves de esta palabra: para “perseverar” es mejor ver esta virtud como una acción que como un sustantivo abstracto —“perseverancia”—, más ambiguo y menos concreto.

“La perseverancia ha sido un factor clave en mi éxito y para enfrentar muchos desafíos. He trabajado duro, he sido paciente y he perseverado”, dice Mario Montes, gerente general y fundador de la empresa de frutos secos Millantú.

Cuando Montes se decidió a emprender, en 1980, el consumo de frutos secos era muy bajo en Chile, y no tenían la buena fama nutricional que ahora poseen. Empezó con un pequeño negocio en su casa, en la comuna maulina de San Javier, desde donde venía a abastecerse a Santiago: como no contaba con vehículo propio, cargaba los sacos de maní al hombro para luego llevarlos en tren a su ciudad.

Cuarenta y tres años después, encabeza una de las empresas líderes en el mercado de frutos secos en Chile. Sin perseverar, asegura, jamás hubiera llegado hasta ahí.

“La perseverancia es crucial para cualquier situación en la que nos propongamos alcanzar una meta, especialmente si es difícil”, dice. Desde cosas tan complejas como comenzar un negocio hasta otras más personales, como aprender un nuevo idioma. “Siempre hay que que perseverar, a pesar de las dificultades que se nos presenten”.

Sebastián Perry, coach, psicooncólogo y terapeuta motivacional de Upfeel, dice que hay varias áreas en las que el desarrollo de la perseverancia es fundamental:

  • Emprender un nuevo proyecto o negocio: enfrentarás desafíos y obstáculos grandes que requerirán de persistencia para poder superarlos.
  • Alcanzar una meta académica: para completar una carrera universitaria, un posgrado o realizar una investigación rigurosa, es probable que nos encontremos con desmotivaciones o problemas que nos exigirán perseverar.
  • Practicar deporte o actividad física: si queremos mejorar o conseguir ciertos resultados, es necesario ser disciplinado y acudir a los entrenamientos o sesiones, incluso cuando no tenemos tantas ganas.
  • Situaciones personales difíciles: algunas veces, para superar una enfermedad, una pérdida emocional, un problema de adicción o cualquier complicación familiar, hace falta ser pacientes y a la vez persistentes.

Salvador Achondo, docente en Innovación, experto en startups y fundador de GetBack, está seguro de que perseverar lleva a desarrollar otras aptitudes positivas, como aprender de los errores, replantearse los desafíos, afinar detalles y tener suficiente autocrítica para perfeccionar y encontrar la mejor solución para un problema.

“Según ciertos estudios”, añade Mario Montes, “hay una serie serie de factores que pueden contribuir al desarrollo de la perseverancia”, dice. Y enumera:

  • Autoconfianza: lleva a creer que tenemos la capacidad de alcanzar las metas que nos hemos puesto.
  • Alta motivación: crea un fuerte deseo de lograr objetivos y alimenta la perseverancia.
  • El optimismo: gracias a él pensamos que los obstáculos eventualmente se superarán y los objetivos se lograrán.
  • Resiliencia: es importante para no darse por vencidos fácilmente, además ayuda a encontrar formas de superar los problemas.

Perseverar no solo nos ayudará a conseguir aquello que nos propongamos, sino que además mejorará nuestra autoestima y estado de ánimo. Un estudio de la Universidad de Georgia, realizado el 2011, mostró que el cerebro, cuando nos proponemos metas y luego las alcanzamos, libera altas dosis de dopamina, una especie de “molécula de la recompensa” que nos hace sentir bien y nos motiva a seguir persistiendo en aquello, creando un círculo virtuoso.

Perseverancia en perseverar

Pero sabemos que no es tan fácil. Si así lo fuera, todo el mundo sería perseverante y no estaríamos publicando este artículo. Sebastián Perry explica que son varios los desafíos a la hora de cultivar la perseverancia. ¿El principal? Como cualquier otro hábito, que requiere de práctica diaria. No sirve un día sí y al otro no: para ser perseverante hay que serlo siempre.

Entre los factores más comunes que atentan contra la perseverancia, el terapeuta motivacional menciona cuatro:

  • Temor a cometer errores: creer de antemano que no vamos a alcanzar los resultados deseados puede desmotivarnos.
  • Falta de claridad en los objetivos: cuando no se sabe muy bien lo que se quiere lograr, es más difícil mantener el enfoque en el camino, especialmente cuando surgen las dificultades.
  • Ausencia de apoyo y de recursos: lograr grandes objetivos de manera solitaria es mucho más difícil, tanto porque no tendremos contención emocional en los momentos malos ni tampoco un respaldo económico. Todo eso puede generar desmotivación y desgaste.
  • Falta de descanso: el exceso de trabajo puede afectar negativamente la energía y la capacidad de perseverar.

“Perseverar requiere ver la realidad desde un punto de vista distinto”, agrega Achondo, “de valentía, de creer en ti. De no escuchar al resto cuando te dice que no puedes, y de no escucharte a ti mismo cuando el eco de la sociedad empieza a afectarte”.

Un factor clave, según él, para desarrollar este hábito es quitarle importancia al error. “Es muy valioso aprender a equivocarse, ya que ayuda a aprender a levantarse para probar de nuevo y enfrentar el desafío de forma distinta”, dice. Porque una cosa es perseverar y otra, muy diferente, es la obstinación, que es la insistencia en una conducta que puede hacer repetir el error.

Sebastián Perry se la juega con un set de prácticas para perseverar en la perseverancia:

  1. Definir metas específicas y alcanzables que te brinden un sentido de propósito y dirección.
  2. Cultivar una mentalidad positiva: mantén una actitud optimista y enfócate en los avances y aprendizajes, incluso en momentos de dificultad.
  3. Practicar la autorreflexión: identifica tus fortalezas y debilidades, reconoce los patrones de pensamiento o comportamiento que puedan obstaculizar tu perseverancia, y busca formas de superarlos.
  4. Rodearse de personas que te apoyen: vincularte con gente que te motive puede fortalecer tu capacidad de perseverar. Si no la encuentras en tu entorno, considera la posibilidad de buscar un mentor, un grupo de apoyo o un coach que te guíe en el proceso.
  5. Reconocer y celebrar: cada paso, por muy pequeño que sea, te acercan a la meta final. Siempre vale la pena valorarlos.

“Siempre tranquilo pero nunca quieto; estoy reflexionando como Tales de Mileto”, siguen rapeando los Liricistas. La frase resuena y se conecta con una escrita unos cuantos años atrás por Confucio.: “No importa lo lento que vayas, lo importante es que no te detengas”.