El informe de E-Waste Monitor 2020 nos deja en vergüenza y ojalá en alerta: de toda América Latina, Chile es el país que más desechos tecnológicos produjo en el año 2019: exactamente 168 mil toneladas.

Si la responsabilidad fuera estrictamente individual, que por supuesto no lo es, es como si cada chileno hubiese generado 9 kilos de basura tech en doce meses, lo que equivale a algo así como siete notebooks y un teléfono móvil. Sin embargo, hay otra cifra interesante.

Según la empresa Recycla, dedicada al manejo de excedentes electrónicos, eléctricos e industriales, al año en Chile se tiran a la basura la impresionante cifra de 3 millones de celulares.

Mucho de esto tiene que ver con el concepto de “obsolescencia programada”. Cuenta la historia que en 1924 un grupo de empresarios industriales se juntaron en Ginebra para ponerse de acuerdo y coludirse en disminuir la vida útil de las ampolletas. La razón era simple: si duraban eternamente el negocio se iba a pique.

Las mamás o las abuelas, sin quizá manejar esa evidencia, ya tenían descubierta esta conspiración hace mucho tiempo: seguro alguna vez les escuchaste decir “que ahora todas las cosas las hacen desechables”, para luego contarte la historia de un refrigerador que prácticamente pasó de generación en generación versus uno que ahora dura con suerte un par de años.

Hay un poco de esto y un poco de aquello, sobre todo en lo que a celulares se refiere. Efectiva e indudablemente, hoy un celular es mucho mejor y tiene infinitamente más funciones y usos que uno antiguo, pero el clásico Nokia se te podía caer de un segundo piso y no le pasaba nada, mientras que hoy día si se te cae de la cama y tienes mala suerte puede morir.

Pero también hay un factor de responsabilidad personal. A veces es importante dejar de preguntarse cuánto puede hacer tu celular por ti y darle una vuelta a cuánto puedes hacer por tu celular.

Con una mano en el corazón: ¿qué tanto te preocupas de resguardar la vida útil de tu aparato? ¿Sabes incluso qué tienes o no tienes que hacer para exprimir al máximo la durabilidad de tu querido celular?

Consultamos con personas expertas para que nos dieran un qué hacer y qué no para ser responsable tanto con tu bolsillo —y no tener que andar cambiando de teléfono cada dos años— como con el medio ambiente.

Lo barato cuesta caro

Lo primero parece ser obvio pero no lo es tanto. De hecho es casi una regla de vida que cuando a uno se le pierde el cargador del celular, a modo de emergencia se compra el primero —casi siempre pirata— que encuentra en la calle, con la promesa de adquirir el oficial tiempo después. Pasa el tiempo y uno simplemente se lo queda.

Luis Ignacio López, experto electrónico y cofundador de Celumania, asegura que ese es el más común de los errores que ve respecto al cuidado de la batería del teléfono móvil.

“Comprar elementos periféricos como memoria extendida, Micro SD o un cargador no compatible ni certificados por el fabricante es un error muy habitual. Es malo porque el rendimiento del equipo puede variar significativamente”, advierte Fernando González, Gerente de Marketing OPPO Chile.

¿Qué es lo más típico que ocurre con los cargadores de cuneta o de bazar? Principalmente que no se cargue de la manera adecuada, tenga cargas rápidas “fantasmas” o que el producto se alimente muy lentamente. Pero el mayor riesgo ocurre cuando el cargador alternativo entrega mayor amperaje del necesario, lo que podría generar daños irreversibles en la batería del producto.

Si los accesorios originales están fuera de tu presupuesto, más aún ahora que muchos teléfonos no incluyen cargadores en sus lujosos packagings, acá hicimos una lista con grandes y económicas alternativas —de marcas reconocidas y certificadas— para recargar tus dispositivos con toda confianza.

Tips de poder

Pero si se cuenta con cargadores oficiales o certificados, igual pasa que la batería, después de algo más de un año, comienza a flaquear. ¿Se puede hacer algo al respecto o es parte del plan maquiavélico de la obsolescencia programada?

Hay varias recomendaciones muy sencillas para hacer que la batería del celular no se agote de sobremanera. No es necesario ser un experto, sino simplemente ser un poquito más consciente y quizá “considerado” con esa pobre maquinita que usamos desde que nos levantamos hasta que nos acostamos.

Entre tanto ajetreo, es común olvidar la importancia de mantener lo que se llama una “higiene digital”: tomarse el tiempo de hacer las actualizaciones que el equipo sugiere hacer; borrar las aplicaciones que no se usen, usar el modo “ahorro de energía” cuando se pueda, no exponerlo a temperaturas extremas —ni mucho frío ni directo al sol en el verano—, acordarse de desactivar el wifi cuando no se esté usando, no usar la pantalla al máximo del brillo salvo estrictas excepciones y, quizá lo más importante, cargarlo de manera correcta.

Foto: Markus Winkler.

“Las recomendación para que dure la batería es completar los ciclos de carga”, explica López. ¿Qué quiere decir esto? Desenchufar el teléfono o dispositivo una vez alcanzado el 100% de su batería, porque estas tienen vida útil según la cantidad de ciclos de carga”.

Acá hay dos corrientes de pensamiento (sí, dije corrientes): hay quienes, como López, sugieren que lo mejor es cargar el celular hasta que esté al 100%, línea que también comparte Daniel Steingart, profesor de la Universidad de Princeton e ingeniero mecánico aeroespacial, que asegura que lo mejor es mantenerlo cargado al máximo la mayor cantidad de tiempo.

Pero hay otros que siguen la ideología del “entre 20% y 80%”. Esta tendencia asegura que el celular nunca debe llegar ni a su máxima ni a su mínima carga, sino mantenerse en el sano equilibrio de los números 20 y 80. Venkat Srinivasan, director del Instituto de Energía Colaborativa de Almacenamiento ubicado en Argonne, Francia, asegura que cargar el celu hasta el 100% exige mucho a la batería y la termina dañando.

Lo mismo sucede si se mantiene bajo el 20%: la batería se exige mucho para seguir funcionando con tan poca carga y esto podría acortar su vida útil. De hecho, hace unos años el mismísimo Elon Musk twitteó en qué márgen conviene mantener cargadas las baterías de sus famosos autos eléctricos Tesla: entre un 30% y un 80%.

Donde ambas escuelas están de acuerdo es que es poco recomendable usar el celular mientras se está cargando y que es buena idea, al menos una vez al mes, dejar que se descargue totalmente y luego cargarlo completamente.

Otro punto donde hay bastante consenso es que la costumbre de dejar el celular cargando toda la noche no es del todo recomendable: aunque no necesariamente le va ocasionar un daño inmediato al equipo —las nuevas baterías de litio simplemente desconectan el flujo de entrada cuando están al 100%—, lo necesario para una carga completa nunca es más de 2-3 horas.

Finalmente, la aristotélica pregunta: ¿Por qué? ¿Por qué debería preocuparme de algo tan trivial como la batería del celular mientras están pasando tantas cosas mucho más relevantes en la vida que requieren de mi total atención?

Lo primero es que seguramente el 95% de las cosas relevantes que requieren de tu atención necesitan también de tu celular encendido, así que la contradicción es evidente.

Luego, explica Luis Ignacio López de Celumania, “la importancia de cuidar los aparatos en vez de cambiarlos es principalmente para evitar seguir fomentando la basura electrónica. Estamos en un período crítico de crisis climática y es una buena forma de disminuir este contaminante”, agrega. En su negocio, por ejemplo, recibe teléfonos usados y dañados en parte de pago, para después arreglarlos y venderlos como teléfonos reacondicionados.

En ese sentido, es importante preocuparse de ese punto desde el comienzo. Es decir, elegir un equipo que, como dice Fernando González de OPPO, sea a la vez un compañero y un recurso todo terreno. “Es importantísimo considerar aquellos aspectos de funcionamiento o diseño que extiendan no sólo su vida útil funcional sino que también la de aspecto”.