Qué saber antes de tu primer piercing: guía de cuidados para principiantes
Aunque parezca superficial, perforarse el cuerpo no es cualquier cosa: implica varias precauciones, tener ciertos conocimientos y luego mucha rigurosidad para mantenerlo. Dos dermatólogos entregan sus consejos para ese coqueto accesorio no se transforme en un problema.
Un piercing —o pirsin— es definido por la RAE como una perforación hecha “en una parte del cuerpo distinta del lóbulo de la oreja, para insertar pendientes, aros u otros ornamentos”. Lo que no dice la Real Academia de la Lengua, aunque también podría ser parte de su definición, es que estas intervenciones siempre tienen un ánimo distintivo, un deseo por llamar la atención —ya sea de los padres como de los pares— y provocar una mirada curiosa en sus cuerpos.
Sin embargo, no es llegar y perforarse a tontas y a locas. Para hacerlo sin consecuencias indeseadas se requiere de una disciplina del cuidado. De otra forma, es fácil que se desencadenen eventos desafortunados, algunos capaces de rayar en lo insólito.
Como el caso de Joey Lykins, un joven norteamericano de 35 años que una noche notó que su septum —como se denomina al piercing que se hace en el medio de la nariz— de pronto ya no estaba. Dio vuelta su casa buscándolo y jamás lo encontró. Pero no se hizo mayor problema y decidió cambiarlo por otro. Cinco años después, volvió a despertar de noche, pero esta vez con una fuerte tos que no paraba.
“Sentí que algo bloqueaba mis vías respiratorias y creí que estaba enfermo”, dijo en una entrevista. Llegó a pensar que tenía neumonía y por lo mismo se apresuró hasta una urgencia. Para saber qué tenía, le tomaron una radiografía torácica y se reveló el misterio: su viejo piercing se encontraba flotando en uno de sus pulmones. Tres días después, fue sometido a una broncoscopía para removerle el septum, situación que para su suerte resultó exitosa, puesto a que no alcanzó a perforarle el órgano respiratorio.
Aunque este es un caso aislado, es importante saber que cosas tan extrañas como estas —y otras más comunes, como infecciones, heridas o desgarros— pueden suceder con los piercings. Para evitar accidentes, le preguntamos a dos especialistas sobre los cuidados y precauciones básicas que toda persona debe manejar antes y después de perforarse el cuerpo.
¿Cuáles son los riesgos de hacerse un piercing?
Según explica Andrés Lehman, dermatólogo de Clínica Dávila, realizarse un piercing tiene algunos peligros. En parte porque “representan una herida en la piel y, por tanto, pueden haber consecuencias”, como “infecciones, alergias al material metálico, queloides a mediano o largo plazo en las zonas lesionadas, o también puede darse un tipo de lesión que se llama granuloma telangiectásico, qué es una alteración de la cicatrización”, apunta.
Carmen Gloria Fuentes, dermatóloga de Clínica Ciudad del Mar, complementa que tras una perforación mal hecha “se puede pinchar un vaso sanguíneo y ocurrir una hemorragia”. También está el riesgo transmisión de enfermedades virales como el VIH o la hepatitis si es que el procedimiento se hace con instrumentos contaminados que no se esterilizan o se comparten con otros.
Por estos motivos, cualquier perforación —ya sea para un aro tradicional o para un piercing en otra parte del cuerpo— debe hacerse sí o sí en un “establecimiento autorizado por la autoridad sanitaria, además de contar con medidas de limpieza y asepsia, además material adecuado al realizar el procedimiento”, dice Lehman, como guantes quirúrgicos.
Fuentes también enfatiza en fijarse que el piercing esté “idealmente en un envase sellado, lo que garantiza que no haya sido usado anteriormente”. Si bien existen líquidos que pueden esterilizar materiales, esto “requiere de cierto tiempo de exposición a esos químicos”. Para asegurarse, mejor optar siempre por un producto nuevo.
¿Qué pasa si el piercing se infecta?
Una vez que te haces el piercing, puedes tener la mala fortuna que en unas horas más o durante los días siguientes se presente una infección en la zona de la perforación. Según Lehman, esto puede pasar tanto por una mala técnica —o por haber usado implementos no esterilizados— como por un inadecuado cuidado posterior. Sea por una, la otra o ambas, el médico advierte que en caso de sospecha de infección hay que dirigirse inmediatamente a centro asistencial.
Una forma de prevenir la infección es fijándonos en el estado de la piel al momento de realizarse el piercing. “La zona debe estar sana, sin irritaciones o enrojecimiento”, dice el dermatólogo de Clínica Dávila. Si se perfora un área que se encuentra dañada, lesionada o irritada, tiene muchas más opciones de terminar infectada.
Cuánto demora en cicatrizarse
No todos los piercings toman la misma cantidad de días en cicatrizar. Esto depende principalmente de la zona en la que se haya realizado la perforación, puesto que no todo el cuerpo tiene la misma velocidad ni capacidad de regeneración. Pero independiente del área, durante los dos primeros meses hay que evitar baños prolongados —especialmente de piscina— y ser muy rigurosos en su cuidado.
Lo primero es evitar tocarlo, pero si es necesario manipularlo hay que hacerlo siempre con las manos limpias, usar productos especiales si hay que limpiarlo y mantener la zona siempre seca y lo más aireada posible. Tampoco conviene usar ropa muy apretada en esas partes y no usar maquillajes, cremas o productos que puedan interferir con la cicatrización.
Estos son los periodos aproximados de cicatrización de las zonas más comunes del cuerpo para realizarse piercings.
- Lóbulo de la oreja: de 6 a 8 semanas.
- Ceja: de 6 a 8 semanas. El entrecejo suele tardar más en cicatrizar que los laterales de la ceja.
- Fosas nasales: de 6 a 8 semanas. El septum suele tardar menos y el puente nasal suele tardar algo más que el cartílago.
- Ombligo y barriga: de 2 meses a 1 año (varía de persona a persona).
- Labios y alrededor: de 4 a 5 semanas.
- Lengua: 4 semanas.
- Frenillos bucales (labio superior e inferior): a partir de un mes, aunque suelen tardar menos.
Una vez que la perforación haya cicatrizado, “es importante cuidar la piel dónde se realizó el piercing, utilizando productos de limpieza como los syndet”, dice Lehman. Ese término corresponde a la sigla en inglés de Synthetic Detergent en inglés, y hace referencia a los jabones cosméticos elaborados con detergentes sintéticos tensoactivos.
Un jabón o limpiador syndet son productos con materias primas suaves, que respetan el manto lipídico de la piel y evitan que ésta se dañe con el uso diario. Estos productos suelen sugerirse a pieles sensibles con tendencia a irritarse, pero son recomendables para cualquiera que se realice una intervención como la de un piercing. El dermatólogo también destaca que es positivo “humectar con crema adecuada, para mantener en buenas condiciones la zona”.
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Si la piel cicatrizó pero de forma traumática —con costras, roturas o dolores—, Fuentes señala que hay que tratarla “como cualquier otra herida”. Es decir, manteniéndola limpia y utilizando cremas cicatrizantes. Ahora bien, si la mala cicatrización se debe a una alergia al material del piércing, entonces es necesario contar con una opinión médica.
En qué parte del cuerpo no conviene perforarse
Según comparte Lehman, “todas las zonas del cuerpo son susceptibles de presentar complicaciones”. Sin embargo, con las que hay que tener más cautela aún son las que tienen mucosas, la que él aconseja no perforar. Estamos hablando de superficies el interior de la boca, nariz o la zona genital, porque “presentan mayor riesgo de presentar complicaciones”.
En un artículo de Andrea Cárdenas (odontopediatra) y Maite Souyet (periodoncista), ambas de la Escuela de Odontología de la Pontificia Universidad Católica, se mencionan los siguientes riesgos asociados a los piercings en distintas partes de la boca, como labios, lengua o mejillas:
- Fracturas, fisuras, erosiones y desprendimientos de esmalte en dientes.
- Riesgo de infección, edema o inflamación al momento de colocarlo, pudiendo llegar a ser grave debido a su cercana ubicación a espacios vitales.
- Recesiones gingivales causadas por la erosión continua que produce el aro sobre la encía.
- Gingivitis —o enfermedad de las encías—, ya que el mismo piercing podría, en algunos casos, provocar un mayor acumulo de placa bacteriana.
- Alergias a los materiales usados en la fabricación del piercing.
- Riesgo de obstrucción de vía área o inhalación de cuerpo extraño.
- Riesgo de lesiones en la mucosa gastrointestinal si es tragado
En cuanto a las orejas, Fuentes menciona la zona del cartílago, “porque son riesgosas a una infección grave. Hay pacientes que han llegado a perder la oreja por ese motivo”, asegura. Otra zona que desaconseja es la cercana al escote, en el pecho, y también en los hombros, porque allí " hay más riesgos de queloides”
¿La zona más segura? Donde tradicionalmente se han hecho —y se siguen haciendo— las perforaciones para aros, aretes o pendientes: “la parte blanda del lóbulo de la oreja”, ya que “reviste muchos menos riesgos”.
Qué material es más seguro
A pesar de que el uso de un piercing se vea como algo espontáneo y juvenil, la elección de la joya a relucir no debiese ser improvisada. Lehman recomienda inclinarse por el acero quirúrgico, el oro o la plata, materiales que “van a tener menores reacciones que los productos de fantasía”.
Para quienes son alérgicos al níquel, “es preferible que ocupen solo oro”, aunque en ocasiones pueden toleran el acero quirúrgico”.
Otras recomendaciones
Ojo con los queloides
Según explica el dermatólogo de Clinica Dávila, es común que se presenten queloides en las zonas donde se usan los piercing. Para evitarlos, “es bueno observar si se tiene alguna de estas lesiones en otras zonas del cuerpo”. La típica es el hombro: si donde te han puesto vacunas te quedó inflamado para siempre, entonces es probable que con un piercing te suceda algo parecido.
No perforar hasta que sea una decisión propia
Muchos padres y madres suelen perforar las orejas de sus hijas en sus primeros días de vida. Frente a esto, Lehman dice que “perforar las orejas de un niño o niña es doloroso. Por lo tanto, la opción más acorde a los tiempos sería esperar a que cada persona lo haga de forma voluntaria”. Desde su opinión médica, “es razonable esperar a que los niños lo hagan cuando ellos quieran”.
¿Mala cicatrización? Mejor que no
Si cuando te pegas, raspas o cortas en una parte del cuerpo tardas muchos días en cicatrizar o te suelen quedar marcas en a piel, entonces los piercings no son lo tuyo. Al menos es lo que sugiere Fuentes, ya que con esos antecedentes “es probable que pueda hacerse un queloide en la zona o que se infecte, dejando secuelas antiestéticas y muchos malestares”. En vez de aportarle estilo o personalidad a tu cuerpo, lo único que agregará será un problema.
*Los precios de los productos en este artículo están actualizados al 26 de septiembre de 2022. Los valores y su disponibilidad pueden cambiar.
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