Cómo elegir la mejor cama para tu perro
El buen descanso es fundamental para el bienestar de las mascotas pero muchas veces no lo consiguen durmiendo a nuestros pies. Y nosotros tampoco. ¿Cómo distinguir una apropiada o de buena calidad entre la infinidad de alternativas que existen en el mercado? Nos lo explican tres especialistas.
Nada más tierno que ver dormir a tu perro. Hasta pareciera que suena cuando agita sus patitas, como si corriera en busca de un hueso o de algún familiar perdido. Alguno que otro ladrido, más agudo de lo habitual, suelta incluso en esas ensoñaciones. “Parece un niño”, habrá dicho más de algún conmovido corazón.
Poco rato suele pasar para que aparezca su contraste: ronquidos cavernarios, propios de una bestia erguida de dos patas, estremecen el ambiente. Muchas veces perturbando el descanso de los cuidadores, que entre el sueño y la alerta no saben si están ante su cachupín regalón o ante un inesperado roomate que acaba de retornar luego de una larga jarana en la que no dejó ni el agua del florero.
Al menos, dirá uno para consuelo propio, esto es signo de que el perrhijo duerme profundo. Los especialistas sostienen que en su juventud, un perro adulto duerme un promedio de 12 a 14 horas al día, en lapsos distribuidos a lo largo de la jornada y que varían en su duración, pero que tienen su mayor extensión en el transcurso de la noche a la mañana.
Sin embargo, las horas aumentan si la mascota es aún cachorra o ya cuenta con una avanzada edad. En esos casos, la media alcanza entre las 18 y 20 horas. “Durante las primeras semanas de vida, los perros suelen alternar entre fases de sueño profundo y de vigilia. A medida que van creciendo y alcanzando la madurez, pasan más horas despiertos y su sueño no suele ser tan profundo, sino que están mucho más alerta”, explica Camila Hernández, médico veterinario y máster en Etología Clínica.
Por esto y muchas otras razones, el lugar en el que duerma tu perro es importante. Una práctica cada vez más común es permitir que las mascotas duerman en la misma cama que sus tutores. Algo que despierta ciertos mitos y discusiones que puedes revisar en el artículo que publicamos la semana pasada.
El resumen es que no hay ninguna evidencia científica que ampare la idea de que compartir tu cama con tu animal tenga consecuencias físicas o conductuales en ella. Quizá tu sueño resulte perjudicado, pero eso es a conciencia propia. Lo que sí sugieren los especialistas, como Ivana Álvarez —médica veterinaria especializada en etología canina—, es que además de tener abierta la posibilidad de dormir juntos, la mascota cuente con su propio lugar de descanso.
“Personalmente, recomiendo que el perro siempre tenga la alternativa de una cama propia, duerma o no en la cama de sus tutores. De este modo, la cama del humano es un ambiente compartido, pero su cama no, y allí puede ir cuando no quiere ser molestado”, expone Álvarez. Este tipo de dinámicas, agrega, “minimiza conflictos sociales en el hogar, que podrían surgir por el control del valioso recurso del lugar de descanso”. Dime ahora, ¿quién es el rey o la reina de la casa?
Pero elegir una cama apropiada para tu mascota depende de varios factores y condiciones, además del mencionado sobre la edad. Y allí es donde se vuelve fundamental tu nivel de conocimiento sobre ese al que consideras tu perrhijo.
Otros factores
Es tan simple como esto: para las mascotas, tanto como para los humanos, tener un buen descanso nocturno es fundamental. Permite, por ejemplo, reponer energía al reducir la actividad metabólica, también la regeneración celular y un adecuado procesamiento a nivel cognitivo: “Se ordenan los sucesos vividos durante el día, se consolida la memoria y se procesan los datos”, explica Camila Hernández.
Por el contrario, dice Ivana Álvarez, el poco descanso afectará su capacidad de aprendizaje y también la gestión emocional, “fundamental cuando hay problemas de comportamientos”. Si el sueño de la mascota se ve alterado durante un periodo prolongado, “esto puede desencadenar en comportamientos relacionados al estrés, como inquietud, apatía o nerviosismo”, complementa Hernández.
Yendo un poco más lejos, la falta de sueño podría tener consecuencias negativas en cuanto a la sensibilidad al dolor de los animales, algo que ocurre también en humanos y que se encuentra bien documentado, como se puede ver en el estudio de la organización estadounidense National Sleep Foundation. El dolor, concluyen, se retroalimenta con la falta de sueño, haciéndose más agudo.
Según Hernández esto no está del todo acreditado en el caso de los perros, pero se estima que se podría dar una situación similar ante el mal descanso. “Podría percibir mayor sensación de dolor, lo cual se evidenciaría en su conducta, con menor tolerancia a la manipulación, disminución de sus actividades diarias e incluso agresividad”, expone la etóloga.
¿Por qué dormiría mal una mascota? Pueden ser diversos los factores. Algunos propios, como la edad, la raza o la presencia de alguna lesión o enfermedad que genere malestar o dolor, pero también otros externos, como también las dinámicas del hogar. Si uno es bueno para el trasnoche, es probable que a la mascota le cueste más conciliar un sueño profundo.
Las rutinas, la calidad de la alimentación, el respeto sagrado a los paseos o el tiempo de juego son otros factores externos preponderantes que tendrán incidencia en el descanso del animal. “Existen hábitos en la vida de nuestra mascota que afectan su gasto energético y, por ende, facilitan un buen descanso. Por ejemplo, aquellos animales que están más activos durante el día, ya sea por ejercicio o paseos, habitualmente duermen con mayor facilidad”, sostiene Rodrigo Morales, médico veterinario diplomado en Ética, Legislación y Protección Animal de la Universidad de Chile.
De ahí que el lugar en el que duerma tu mascota y cómo lo haga es tan importante. Una cama adecuada, instalada en el lugar apropiado, puede propiciar la sensación de seguridad y confort que ella necesita para conseguir un buen descanso.
A mimir
Una búsqueda casual de camas para perros en Google arroja cerca de 15.600.000 resultados en 0,62 segundos. Resulta común, también, que ante la enorme cantidad y la poca información específica que se maneja respecto al tema, se cometan ciertos errores en la elección.
Un traspié clásico tiene que ver con los materiales con los que está fabricada. “Yo evitaría las telas delicadas que, aunque toleren el uso, no soportarán lavados sucesivos. Las fundas de las camas deben lavarse al menos 1 vez al mes y hay que aspirarlas regularmente”, dice Ivana Álvarez. La limpieza es clave para evitar la proliferación de parásitos y enfermedades que puedan afectar al perro y, también, a los cuidadores. Lo que se recomienda, entonces, es consultar en la tienda respecto a las características de los componentes. De no tener respuestas, mejor buscar un lugar en el que sí te las puedan dar.
Por otro lado, ¿a quién no le ha pasado que la emoción con la que se llega a casa a ofrecer la nueva cama al regalón contrasta con la absoluta apatía de éste por ella? Ni las mañanas de este invierno se esperan tan frías como su actitud desalmada. Pero, ya sabes, no es que realmente se trate de un animal malcriado, sino más bien que la cama que elegiste no capta su atención ni le ofrece lo que su instinto y cuerpo demanda para un descanso como el que merece.
Para evitar este tipo de momentos dolorosos —sobre todo para la billetera— es primordial considerar algunos aspectos propios de la mascota:
1. De qué porte debe ser la cama
La clave es medir a tu mascota, desde la punta de la cola hasta la de la nariz. Con eso tendrás una idea del tamaño de la cama que necesitará. Parece obvio que para un perro de raza pequeña, tipo poodle toy, una cama chica —tamaño small o S— podría ser adecuada, y que para uno gran danés, por ejemplo, las colchas XL serán más apropiadas.
Ojo, que generalmente los perros prefieren una cama más grande que ellos mismos, por lo que se recomienda agregar algunos centímetros extra a la medición.
Tiendas online, como Ambient Lounge, ofrecen guías de tamaño de camas según la raza del perro. En ella podrás encontrar desde alternativas para animales muy pequeños a muy grandes, con precios que varían entre los 40 mil y los 250 mil pesos.
Cama grande de lujo Dog Lounge (117x97x26cm)
2. Tener en cuenta peso, edad y raza
El tipo de cama importa según la edad, el peso y también la raza del perro, debido a que ésta debe ajustarse a las necesidades específicas de la mascota. Camila Hernández recomienda que, cuando se trata de cachorros que recientemente se están incorporando al hogar, las camas cuenten con contención lateral o incluso tengan techo. Además que posean texturas blandas, suaves y mullidas. “Estas crean sensación de madriguera y dan seguridad”, dice la etóloga.
Cama para perros Club (46x46x43cm)
Cuando se trata de un perro adulto, las contenciones dejan de ser necesarias. Se puede optar, entonces, por colchones sobre el suelo. “No necesitan ser de gran altura, más bien bajo pero principalmente denso”, apunta Hernández.
Cama para perros Rosen (100x80x12cm)
Más cuidadosos aún hay que ser al momento de elegir una cama para un perro que está en su últimos años o que sufre de alguna enfermedad que le genere dificultades de movimiento y dolor de cuerpo, como la artrosis. Lo importante aquí, dicen los especialistas, es que la cama sea de fácil acceso, le propicie buen aislamiento térmico y los materiales se adapten a sus necesidades específicas.
Esta cama Zeedog, por ejemplo, es de tipo ortopédica, cuenta con un colchón con memoria que se ajusta al cuerpo del animal, además de poseer una funda de microfibra suave e hipoalergénica removible para su lavado.
Cama ZeeDog Hawkins Stranger (81x71x14cm)
Otros aspectos que podrías tomar en consideración tienen que ver con la postura con la que preferentemente duerme tu perro. Cambia la necesidad si éste duerme compacto, en forma de rosquilla, o si lo hace estirado de punta a punta, casi como pidiendo una cama super king. Los materiales también son relevantes: que sean idealmente suaves, hipoalergénicos, de lavado fácil y resistentes, pues es común que las mascotas rasquen su cama antes de dormir —esto puede tener variadas explicaciones, como que tiene las uñas muy largas o que es su manera de marcar territorio—, además de darle uno que otro mordisco.
Cambia, también, la necesidad de la mascota si su lugar de descanso nocturno está al interior o exterior de la casa.
3. Dónde instalar la cama
Según datos del Programa Mascota Protegida, de la Subsecretaría de Desarrollo Regional (Subdere), un 77,5% de los perros con un hogar duerme al interior de la vivienda. De estos, un 52% lo hace en la misma cama de sus cuidadores. Si tu mascota está entre el 12,5% que duerme en el exterior de la casa, es importante que consideres, primero, que lo haga bajo techo, en un espacio que le brinde cierta aislación térmica: que el frío del invierno o el calor del verano no afecten la calidad de su descanso.
Este punto también es relevante al momento de elegir un espacio al interior de la casa en el cual instalar la cama. El lugar debiera estar libre de humedad así como también de mucho tránsito. “Sugiero elegir esquinas de ambientes, donde el perro pueda acceder fácilmente pero no sea molestado en los movimientos normales de la casa”, dice Ivana Álvarez. A la vez, recomienda fijarse en los lugares que el mismo perro suele preferir para echarse a descansar.
Que cuente con un lugar libre de otros estímulos es primordial. Como explica Rodrigo Morales, el ciclo de descanso de los perros jóvenes-adultos incluye una vigilia que les mantiene alerta, por lo que reaccionan a cualquier estímulo. Por eso, no se aconseja que la mascota duerma con vista a la calle.
Si pese a haber tenido todas las precauciones mencionadas, tu perro no se relaja ni logra un buen descanso, lo recomendable es visitar a un especialista, como Camila Hernández (rellenando un formulario en @etologiach) o Ivana Álvarez.
*Los precios de los productos están actualizados al 23 de junio de 2022. Los valores y su disponibilidad pueden cambiar.
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