Por fin, ya se acaba el 2020. Cuando llegue el 2099, y se haga la valoración de cada uno de los cien años de este siglo, será difícil que otro pueda quitarle a éste el galardón a los peores doce meses del XXI. Pero antes de que termine, y poner todas nuestras esperanzas de salud y libertad en el 2021, viene el fin de año: pagar matrículas, comprar regalos, organizar cenas, planificar vacaciones. Gastos, gastos y más gastos, y sin saber aún si vendrá un segundo retiro del 10% —pero sabiendo lo difícil que han sido estos meses económicamente—, a muchos no les alcanzará para costearlos todos sin endeudarse.
Pero los chilenos ya tenemos muchos compromisos financieros como para seguir aumentándolos. Según el último informe de Cuentas Nacionales del Banco Central, publicado en octubre, la deuda total de los hogares del país —calculada como porcentaje del ingreso— aumentó hasta un 76,4%. Es decir, una familia chilena que gana $1 millón mensuales tiene —en promedio— deudas de $764 mil.
Las causas de esto son multifactoriales: bajos ingresos —que durante el segundo trimestre del 2020 se redujeron a nivel de hogares en un 8%—, alto costo de vida y poca educación financiera, entre otras. El problema es que el endeudamiento se ha profundizado con la pandemia y en estos momentos se hace difícil evitarlo.
“En el mundo ideal, uno no debería gastar más de lo que tiene”, dice el ingeniero civil Javier Justiniano, MBA en Harvard, actualmente en una firma de inversiones en Nueva York y editor del blog EjecutivoJoven.com. “Pero eso no es realista, menos en esta época”.
Siendo así, Justiniano y otros dos expertos en el tema —Sebastián Bozzo, decano de la Facultad de Derecho de la U. Autónoma, y especialista en derechos del consumidor; y Francisco Aravena, director del Centro de Economía Aplicada de la U. San Sebastián— entregan algunos consejos para evitar que el 2020 no finalice con las deudas escapándose de nuestras manos.
1. Revisar ingresos y deudas actuales
“Una recomendación general es que, en tiempos de incertidumbre, hay que tomar resguardos”, dice Aravena. “Se vienen las fiestas de fin de año y las vacaciones, pero ha sido un año muy complejo. Hay que ser cautos con el nivel de gastos, tomar mayores precauciones que los años normales y evitar el sobreendeudamiento”.
Para eso, antes de gastar, pedir un crédito o comprar en cuotas, primero conviene revisar cómo están nuestros ingresos. “En estos momentos inciertos, debemos tener en consideración si tenemos o no ingresos permanentes o estables en el futuro”, dice Bozzo. “Porque a veces tenemos métodos de pago que nos permiten seguir comprando a crédito —como tarjetas bancarias o de casas comerciales—, pero no por eso tenemos la posibilidades de endeudarnos”.
O sea, no porque pueda comprar algo a 36 cuotas comenzando a pagar en 3 meses —pero con un 25% de interés— significa que me convenga hacerlo, especialmente si los ingresos no son fijos ni seguros.
Para saber cuánto se puede gastar, o en cuánto es posible aumentar las deudas, Bozza sugiere anotar el dinero que está llegando y el que llegará en los próximos meses y restarle las cuotas de los créditos o tarjetas que ya se están pagando. “Este cálculo es un acto de sinceramiento personal: si el monto de las deudas actuales no supera el 25% de los ingresos, uno podría seguir endeudándose. Pero si mis deudas superan eso, no es recomendable aumentarlas; eso ya significa insolvencia”.
2. Hacer un presupuesto
No debe ser la primera vez que lees esta recomendación, pero hoy, más que nunca, parece importante llevarla a la práctica. “Lo peor que uno puede hacer, cuando las cuentas están apretadas, es salir a comprar sin planificación”, dice Justiniano. “La cabeza es engañosa: se pueden hacer muchos gastos chicos, pensando que son sumas pequeñas, pero uno no los retiene y juntos pueden salirse de la cuenta”.
Él recomienda hacer un presupuesto de gastos lo más completo posible, que incluya gastos fijos como matrículas, útiles escolares, contribuciones y deudas, y también los variables, como regalos o costos de celebraciones. Hay que ser realista y como referencia usar los gastos del año pasado.
“Así es más fácil decidir en qué cosas se pueden reducir”, explica el editor de EjecutivoJoven.com. “Si el 2019 gastaste $200 mil en regalos, hay que tratar de que este año sea menos. Nunca es sencillo tomar estas decisiones, hay muchas expectativas con las fiestas, pero en lo posible hay que cortar todo el consumismo, aunque duela”.
Si así y todo las cuentas no alcanzan, antes de endeudarse Justiniano sugiere pensar si vale o no la pena hacerlo. Para eso, él divide los gastos en dos, dependiendo de si producen felicidad de corto o de largo plazo. “Si es por cosas efímeras, como pagar dos años por ropa que estará de moda solo 6 meses, a mí no me cierra. Pero si es para comprar un computador, por ejemplo, que te va a permitir trabajar o estudiar mejor, es una deuda que puede traer frutos en el futuro”.
3. Cumplir el presupuesto
A quién no le ha pasado: aprovechando un flujo de orden y disciplina, abrimos una planilla —o un cuaderno los más análogos— y nos ponemos a anotar con distintos colores nuestros ingresos y gastos esperados. Todo calza y los números dan, pero una vez que cerramos el archivo y salimos a comprar, rápidamente las cuentas se descuadran y el excel queda tristemente olvidado.
“Solo haber hecho y pensado un presupuesto puede ayudar mucho a manejar los gastos”, dice Justiniano con ánimo de consuelo. Pero para seguirlo al pie de la letra, sugiere conseguirse varios sobres, anotar en ellos los gastos que haremos estas fechas —matrículas, regalos, cena de Navidad, etc.— y colocar dentro de cada uno la suma en efectivo que destinaremos a ese objetivo.
“Así no es necesario tener excels ni planillas ni cuadernos”, cuenta. “Hay gente a la que le funciona, aunque puede ser riesgoso al tenerla en efectivo”.
También hay existen varias aplicaciones para el celular que ayudan a registrar, controlar y ordenar los gastos. Según nuestro testeo, la mejor es Wallet.
4. Comparar
Si pedir un préstamo o pagar con tarjetas de crédito es inevitable, los expertos coinciden en que no hay que dejar de comparar las distintas opciones en el mercado. “Es súper bueno informarse respecto a las tasas de interés y las condiciones que existen y ofrecen las instituciones financieras”, dice Francisco Aravena, de la USS. “Esta es la primera gran recomendación para poder tener un buen acceso a crédito si es que es necesario endeudarse”.
Hay dos principales indicadores que sirven para conocer el costo de un crédito y que son fácilmente contrastables entre una tarjeta —o banco— y otra. La primera es la Carga Anual Equivalente (CAE), un porcentaje que indica el costo del crédito en un año. Siendo así, si una casa comercial ofrece un CAE de 22% para pagar en 12 cuotas, y la competencia tiene un CAE de 15% con la misma cantidad de pagos, entonces es más conveniente la segunda.
“El otro indicador es el Costo Total de Crédito (CTC), que también hay que considerar”, dice Sebastián Bozzo. En este caso, se trata del monto completo que un cliente pagará una vez que cancele todas las cuotas dentro del plazo. Ambos incluyen, además de dinero solicitado como préstamo, las tasas de interés, los cargos asociados —administrativos y comisiones— y los seguros o servicios extra.
Bozzo sugiere, siempre que se pueda, optar por las opciones de pago sin interés que algunas tiendas o tarjetas ofrecen. Normalmente, eso sí, estas tienden a ser en pocas cuotas. “Sino, revisar bien el monto, el CAE y el CTC, y comparar. Para algunas personas, puede ser más beneficioso que el costo total sea mayor pero en cuotas menores, lo que les permitirá tener más liquidez mes a mes”.
Javier Justiniano recomienda pedir créditos de consumo antes que pagar con tarjetas de casas comerciales. “Son un poco más baratos —las tasas de interés están entre el 1,8% y el 2,3%—, en cambio las tarjetas, además del costo de mantención mensual, tienen tasas mucho más altas. Además, las casas comerciales son súper hábiles con sus tarjetas: te ofrecen facilidades, pero finalmente lo hacen por negocio. Si lo hacen, es porque al final ganarán más plata”.
Para facilitar la tarea de comparar préstamos o tarjetas, existen varias herramientas online. El SERNAC tiene un comparador de créditos de consumo, muy fácil de ocupar, y el sitio ComparaOnline permite contrastar distintos productos financieros, desde tarjetas hasta seguros, créditos hipotecarios y cuentas corrientes.