Es la melancolía hecha mes. La última semana de febrero es el domingo del año, y marzo el lunes. Con ello, para quienes tienen la bendición divina de contar con descendencia, salen mil cosas: matrículas, uniformes, zapatillas para el colegio y la desafiante tarea de volver a la rutina de acostarse y levantarse temprano.
Cuidar los ciclos de descanso y alimentación de la familia entera, pero sobre todo de las niñas y niños del hogar, es clave para que el sistema doméstico funcione de la manera más armónica posible.
En un artículo sobre la importancia del sueño adolescente, la psicóloga Karla Donoso explica lo fundamental del buen dormir: “La capacidad de razonar, de calcular, de prestar atención, concentrarse e incluso de gestionar las emociones; todo ello está totalmente ligado al buen dormir”, aseguraba.
Pablo Brockmann, pediatra y médico del Centro del Sueño de la Red de Salud UC Christus, nos explicaba entonces que los procesos hormonales y de crecimiento ocurren en buena parte durante el sueño.
Pero todo esto puede desequilibrarse si de un día para otro, tras dos meses de trasnoches y levantadas cerca del mediodía, comenzamos a despertar a los niños a las seis y media de la mañana, cuando aún está oscuro y sus cuerpos solo piensan en dormir cuatro horas más.
Así como los equipos de fútbol hacen una pretemporada antes de iniciar un nuevo campeonato, una familia también debe hacer un período de ajuste de horarios antes de volver con todo a la rutina.
¿Cómo podemos hacer que este fin de las vacaciones sea lo menos abrupto posible? ¿Qué errores se deben evitar al momento de volver a los horarios escolares? Consultamos con una psicóloga, una pediatra, una nutricionista y profe de educación física e influencer para armar un set multidisciplinario de consejos.
Anticiparse y programarse
El viejo adagio habla de predicar con el ejemplo: en esa frase se pueden resumir casi todos los dilemas de la crianza y la paternidad. Incluido este: el de la rutina y la disciplina. Así lo cree Natalia Perez Astudillo, psicoterapeuta y coach: el principal error que cometen los padres, dice, es no gestionar de buena forma su propio retorno a la rutina.
“La gran mayoría lo vive de mala forma, sin programación, y a veces tan estresados como antes de salir de vacaciones. Esto se transmite directamente a los niños, quienes reflejan y actúan nuestra forma de sentir. Así que si tu hijo o hija no está manejando bien el retorno a clases, pregúntate si tú lo estás haciendo bien”.
Cristina Caamaño, pediatra de Dreamoms, identifica como un problema muy común que los padres quieran que sus hijos se adapten a la rutina escolar de la noche a la mañana, sin previo aviso. “Es muy importante explicarles y anticiparles este cambio”, explica. “Los adultos tendemos a tomar decisiones sin hacerlos partícipes, y esta no es la excepción”.
Una persona de 30 o 40 años ya sabe lidiar con estos cambios bruscos de rutina, y la experiencia, seguramente, le ha dado las herramientas para soportar una mañana con sueño. Pero como dice Andrea Aninat, profesora de educación física e influencer, “retomar la rutina requiere de bastante esfuerzo, paciencia y tiempo. Por esta razón, es fundamental designar un tiempo para acomodarse, ojalá algunos días previos al primer día de clases”.
Un proceso en el que toda la familia debe participar, ya que funciona mucho mejor “cuando se vive en conjunto”, agrega Aninat.
De a poco
La clave, como indica Natalia Pérez, es que los adultos procuren que el ajuste de los niños y niñas sea “paulatino y amable”. Eso, en otras palabras, significa que debe ser planificado con algunos días de anticipación. ¿Por qué? El cerebro de los chicos, tras más de dos meses de vacaciones, posiblemente haya dejado de estar expuesto al estrés diario. Al contrario, lo que más ha experimentado es relajo, entretención y tranquilidad. Interrumpir de golpe ese estado cerebral paradisiaco con alarmas, despertadas a oscuras y apuros no es la mejor idea.
Si nos anticipamos, y durante los días previos nos vamos levantando —y acostando— cada vez un poco más temprano, cuando llegue el día D, no solo será más fácil sino que además los niños y niñas estarán menos estresados y más descansados.
De todas formas, Pérez sugiere siempre prestar atención a posibles alteraciones en la conducta de nuestros hijos. “Es fundamental mantener una comunicación fluida con respecto a lo que están viviendo y sintiendo. Lo más importante recae en nosotros y en cómo estamos gestionando nuestra propia vuelta a la rutina. ¿Estamos molestos, estresados, complicados o lo estamos tomando de forma positiva?”, dice.
Esto toma especial relevancia, enfatiza, en el caso de las y los adolescentes, que por un lado están sujetos a más presiones y también tienen una mayor autonomía respecto al uso de las pantallas, algo que incide directamente en sus horas de sueño y descanso.
Las comidas son clave
Una buena estrategia de adaptación, según Caamaño, es ajustar los horarios de comida. “Es bueno que los niños no cenen tan tarde, de modo que puedan acostarse y dormirse más temprano”, dice. “La alimentación influye en el sueño, en cómo pensamos, cómo rendimos y cómo nos sentimos”, explica.
“Una alimentación equilibrada y balanceada trae beneficios en todos los ámbitos de la vida”, afirma María Jesús Zepeda, nutricionista de Examedi. “Incluido en el sueño y el descanso. Al dormir ocurren varios procesos: la digestión se hace más lenta, los músculos descansan y se regeneran, el cuerpo comienza a almacenar y ahorrar energía, y la memoria se organiza y se prepara, pues recibirá nueva información el próximo día de clases”.
“En las vacaciones, por lo general, se come más chatarra y más desordenado”, añade Caamaño, algo que no beneficia mucho al descanso ni a las rutinas escolares. “Es importante ir reordenando y volver a una alimentación basada en frutas, verduras, legumbres y agua, para que concilien mejor el sueño y tengan más energía”.
Zepeda aconseja disminuir los alimentos ultraprocesados, ricos en azúcares simples y colorantes, como las bebidas colas: al ser estimulantes pueden aumentar la sensación de ansiedad. “Siempre es importante recordar que al colegio se va a estudiar, a jugar y a disfrutar, pero no a comer. No es necesario llevar una colación para cada recreo: con algunas porciones de fruta y agua es más que suficiente”, asegura.
Tomen nota: tips y recomendaciones
Natalia Pérez explica en forma de lista una serie de recomendaciones esenciales:
- Comienza ajustando tus propios horarios de manera gradual, manteniendo alguna actividad que te genere entretención o relajo.
- Días antes de la primera jornada de colegio, despierta a tus hijos más temprano. Puedes programar un desayuno o una actividad entretenida por la mañana, para que les sea más fácil incorporarse.
- Restringe paulatinamente el consumo de pantallas: así será más fácil incorporar nuevas actividades en esos tiempos libres. El objetivo es establecer una rutina desde el comienzo, incorporando los tiempos de estudio de a poco y sin presión.
- Agrega actividades colectivas o al aire libre. Esto ayudará a que los niños y niñas gasten más energía, mejorará la regulación de sus emociones y facilitará la conciliación del sueño por la noche”
- Procura no despertarlos apuradamente ni estresarlos demasiado camino al colegio. Lo mismo cuando llegue la hora de dormir: ellos no tienen por qué dormirse regañados o tristes. Si estás ansioso, ellos también lo estarán.
Andrea Aninat suma otros tres consejos:
- El objetivo es que el primer día de clases no sea difícil despertarlos, sino que puedan tener suficiente energía para pasen un buen día. Por eso es fundamental que se acostumbren a su rutina un poco antes, y que el primer día de clases solo les genere emoción y alegría, y no sea algo estresante y traumático.
- A la hora de acostarlos, conviene asegurarse de que la temperatura no sea muy alta ni muy baja. Yo, además, uso una luz de noche y ruido blanco para facilitarle el sueño a mis niños.
- Una buena idea para combatir el estrés y la ansiedad es buscar motivaciones para volver a clases, como reencontrarse con sus compañeros y/o retomar las actividades extraprogramáticas que disfrutaban.