Cómo sobrevivir a la alergia estacional (y por qué conviene usar la mascarilla)

Casi el 30% de la población sufre de alergias, un fenómeno que puede despertarse en cualquier momento de la vida y que se detona en primavera. ¿Es posible prevenir sus malditos efectos? Especialistas dan sus consejos.




Las palabras alergia y alegría comparten una importante semejanza: aparte de que se escriben prácticamente igual, ambas tienen en común que pueden aparecer de pronto, en cualquier lugar, en cualquier momento, quizá hasta donde menos lo esperas. La gran diferencia es que una es profundamente desagradable y la otra no.

Recuerdo que a los veintitantos años, y luego de algunos días con un fuerte cuadro de amigdalitis, me inyectaron penicilina. No era un procedimiento poco habitual en mi vida, pero esa vez fue diferente. En cosa de minutos, mi cara se puso roja como un tomate limachino y la garganta se me apretó como si estuviera sujetada por un puño invisible. Terminé en el hospital, donde después de impedir que muriera, el médico me hizo saber que desde ese día era alérgico a la penicilina.

“Las alergias pueden aparecer a cualquier edad o momento de la vida”, explicaba en estas páginas el inmunólogo Pablo Raby. Es una ruleta rusa: no siempre es claro por qué algunas personas desarrollan ciertas alergias cuando antes no las padecían. Lo mismo ocurre al revés: algunas reacciones alérgicas de la infancia luego desaparecen en la adultez.

Como sea, en primavera comienza tanto la temporada de la alegría —con climas cálidos, días más largos y más actividad al aire libre— como de la alergia, con cientos de miles de personas estornudando, tosiendo, rascándose o lagrimeando por culpa de los maravillosos árboles y sus hermosas flores.

El consumo de pañuelos desechables en esta época aumenta un 1267% (cifra aproximada no oficial).

Los desencadenantes más comunes de las alergias estacionales, según un informe de la Mutual de Seguridad, son especies arbóreas como el plátano oriental, el álamo, el aromo y el nogal, además de pastos y malezas que también se reproducen con fuerza en estas fechas.

¿Cómo enfrentar la aparición súbita de una alergia durante estos meses? ¿De qué forma podemos detectarla con premura? ¿Será posible que la mascarilla, que nos quisimos sacar para siempre, sea una improbable aliada?

Un problema genético

Pero partamos desde el principio. ¿Qué es una reacción alérgica? “Es cuando la inmunoglobulina tipo E, un anticuerpo producido por nuestro sistema inmunitario, reconoce a un alergeno —que puede ser una especie vegetal, animal o química— como una amenaza, iniciando un mecanismo de protección”, explica Sofía Matamala, jefa de enfermería de Examedi.

“Si es una alergia respiratoria, una persona puede sufrir de picazón en los ojos, nariz y paladar, también de estornudos o mocos. Lo recomendable es asesorarse profesionalmente para ver qué tipo de tratamiento hay que llevar a cabo, dado que cada sistema inmune es distinto”, agrega.

La inmunóloga de la Clínica Universidad de los Andes, María Pía Zañartu, lo explica como una respuesta exagerada de nuestro sistema inmune frente a un agente externo. “Entre el 20 y el 30% de los chilenos sufre de alergias de tipo respiratoria (rinitis/rinoconjuntivitis alérgica o asma)”, escribió en Qué Pasa.

“En Chile, a fines de agosto, comienza la polinización de los árboles, lo cual dura hasta inicios de octubre, especialmente marcado en Santiago por el plátano oriental, una especie con altas concentraciones en la ciudad. Luego viene la polinización de los pastos, desde octubre a diciembre, y finalmente la polinización de las malezas, que dura hasta febrero”, expone.

Una persona sensible a estos tres tipos de pólenes puede estar fácilmente con síntomas durante todo ese semestre. Mientras el resto lo pasa bien en la playa, la piscina o el campo, ella debe estar preocupada de tener a mano antialérgicos, antihistamínicos y pañuelos desechables.

Una manera eficaz de reducir los síntomas de una alergia es hacerse un test cutáneo de manera preventiva, para así identificar específicamente al “enemigo " y evitar reacciones inflamatorias severas y eventuales sobreinfecciones respiratorias.

María Antonia Guzmán Meléndez, jefa del Servicio Inmunología y Alergias del Hospital Clínico de la Universidad de Chile, dice que este es un problema genético: “los hijos de pacientes alérgicos son más propensos a sufrir de alergias. Estas se presentan en aproximadamente el 25% de la población general, pero si ambos padres son alérgicos, el porcentaje puede elevarse al 70%”.

Pero los hijos de alérgicos no están completamente condenados. Dice Guzmán que el parto vaginal, la lactancia materna y la evitación de antibióticos en los primeros años de vida ayudan a prevenir su desarrollo, puesto que esas tres cosas fortalecen la capacidad del sistema inmune de por vida.

Mascarilla, vieja amiga

Teresa Peralta, inmunóloga del Centro de Alergias de la Red de Salud UC CHRISTUS, agrega que las personas que tengan antecedentes personales de otro tipo de alergias también tienen una mayor predisposición a presentar alergia estacional.

Y aunque evitar las alergias no siempre es posible, “el uso de mascarillas en pandemia, al dificultar el paso de distintas partículas a las vías respiratorias, contribuyó a una menor exposición a los pólenes”. Por lo tanto, llevarla puesta “puede ser útil en pacientes alérgicos a pólenes de la estación, como son los del plátano de sombra y principalmente los de los pastos”.

O sea que justo cuando ya les habíamos dicho adiós para siempre a las mascarillas, estas sueltan otra carta para mantenerse útiles y vigentes. Para que funcione, eso sí, hay que usarla como corresponde: no cubriendo solo el mentón ni colgando como un corbatín, sino que tapando bien la nariz y la boca, tal como lo supimos aprender durante estos traumáticos años.

Si tienes alergia estacional, mejor no botes la mascarilla. Ilustración: César Mejías.

Recomendaciones

Si se sufre de reacciones alérgicas fuertes, que afectan demasiado la respiración y la calidad de vida, hay ciertas cosas que se pueden hacer para eludirlas.

  • “Evitar salir de casa en días soleados y ventosos”, plantea Peralta. Una lástima, pero los lindos días primaverales son los más intensos en cuanto a partículas. Si se sale, que sea con mascarilla y lentes de sol, para evitar que los pólenes tengan contacto con nuestras mucosas.
  • “Hay que evitar abrir las ventanas de la casa”, agrega, “en especial a las horas de mayor carga polínica, que son entre las 7 y las 10 de la mañana, y las 5 y las 10 de la noche”. ¿Cuándo ventilamos, entonces? Lo más recomendable es hacerlo al mediodía y durante periodos cortos, ya que de otra forma puede ingresar mucho material alergeno a la vivienda.
  • “Colgar la ropa para que se seque al mediodía”, dice Matamala. En la tarde la concentración de polen es mayor y este se puede quedar impregnado en las prendas o sábanas que luego tendrán contacto directo con la piel. Peralta es más drástica, y cree que derechamente no hay que colgarla afuera.
  • Si se hace deporte o ejercicio al aire libre, realizarlo con lentes. En eso coinciden todas las especialistas entrevistadas.
  • “Evitar situaciones que nos puedan generar alergia, como cortar pasto”, aconseja Matamala. Lo mismo se puede decir de tenderse sobre él en un parque o plaza, podar árboles o barrer la vereda. Y si no hay manera de eludirlo, entonces usar mascarilla y lentes.

Familias de medicamentos

Pero el problema no viene solo de los árboles. “Las alergias al pelo de las mascotas, sobre todo de gatos o perros, pueden agravarse en esta época e intensificarse”, dice Marlene Rubio, dermatóloga de Medismart.live. Como es cambio de temporada, muchos animales modifican también su pelaje, soltando más cabello que en otros meses.

Aparte de eso, las mascotas —en especial los perros— también pueden ser transportadores de partículas alérgenas: después de un paseo a la plaza o el parque, de seguro traerán en sus pelos o patas elementos que luego pueden afectar a los alérgicos.

El veterinario Cristian Boccher recomienda al respecto que “limpiar sus patitas con champú o bien con agua después de una de estas salidas, y mantener un aseo constante de nuestras mascotas”.

“Los pacientes alérgicos a especies que polinizan en primavera y verano suelen repetir el patrón de síntomas año a año, o incluso empeorarlo con el tiempo”, dice Elianny Sánchez, médico general de Medismart. En esos casos más severos se recomienda consultar con un especialista “y así prescribir un tratamiento farmacológico que puedan controlar los síntomas y además plantear la posibilidad de inmunoterapia”.

El objetivo principal, agrega, es disminuir los malestares y el consumo indiscriminado de medicamentos, además de prevenir la aparición de asma bronquial en pacientes riníticos.

Ahora bien, en situaciones de emergencia, o cuando la alergia molesta mucho pero no hay tiempo para ir a un médico pronto, hay remedios que ayudan a aliviarla. “Para alergia clásica por aeroalergenos se recomiendan los antihistamínicos de segunda generación, como la loratadina y desloratadina. Lo más importante es tomárselos antes de que aparezcan los síntomas”, recomienda María Antonia Guzmán.

“La idea, eso sí, es que sea siempre un médico el que los prescriba”, enfatiza Matamala. “Los antihistamínicos más nuevos, de segunda generación, son los más apropiados, en especial porque no se asocian a la somnolencia (como la clorfenamina). Estos antihistamínicos, además de actuar contra los efectos de la histamina —sustancia que produce el cuerpo en las reacciones alérgicas—, pueden inhibir a otros mediadores de las alergias, lo que potencia su efecto”, apunta.

Aunque muchos de estos medicamentos puedan comprarse sin receta médica en las farmacias, siempre es mejor que sean prescritos por un especialista. Así se previene un consumo equivocado que sea contraproducente con los síntomas, y se fomenta una primavera con más alegría que alergias.

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