Cómo usar correctamente un tampón (y qué hacer si se queda atrapado)
Son el producto de higiene menstrual que más mitos asociados tiene. Y algunos escándalos recientes han vuelto a abrir la discusión. ¿Es peligroso usarlo? Dos profesionales de la salud aclaran todas estas dudas.
Hace pocos días, la influencer Naya Fácil volvió a llamar la atención en redes sociales. Esta vez, porque le mostró a sus miles de seguidores, a través de una transmisión en vivo por Instagram, que un tampón se le había quedado atrapado en su vagina, tanto así que luego tuvo que acudir a un servicio de urgencia para que se lo removieran.
Esta explícita historia, además de escandalizar a unos y atraer morbosamente a otros, relanzó el antiguo debate sobre este método de higiene menstrual, quizá el que más opiniones encontradas provoca entre las mujeres. Hay quienes los aman y los defienden, y otras que son acérrimas detractoras. ¿Por qué tanta discordia?
El objetivo de un tampón, un artículo cilíndrico que se introduce en la vagina, es absorber el flujo menstrual y así evitar que caiga a la ropa. Generalmente están fabricados con algodón y otros componentes, que los hacen ultra absorbentes. Se encuentran en diferentes tamaños y niveles de absorción, para adaptarse a las necesidades individuales de cada mujer y a diferentes flujos menstruales.
El problema está en que no a todas les acomoda, como también que a veces, si se utiliza incorrectamente o no se remueve a tiempo, se corre el riesgo de que quede introducido, lo que puede causar diversos problemas, como infecciones o shocks tóxicos.
¿Cómo se usa un tampón?
Carolina González, ginecóloga infanto-juvenil de Clínica Alemana, dice que los tampones, al igual que las toallas higiénicas, se pueden utilizar desde la primera regla. “Muchas veces las madres no han usado nunca un tampón, entonces tienen varios temores al respecto y se los traspasan a sus hijas, con lo que se dificulta que la adolescente se sienta segura al usarlo”, explica.
Para estas primeras veces ella sugiere usar tampones pequeños “y ojalá con aplicador plástico, que es mucho más fácil la introducción”, aclara.
Macarena Moreno, matrona de decidoinformada.cl, comparte un paso a paso de cómo usar correctamente un tampón:
- Lavarse bien las manos con agua y jabón.
- Sacar el tampón de su envoltorio.
- Buscar un lugar y una posición cómoda: la mayoría de las mujeres prefieren poner un pie sobre la taza del baño, pero también puede ser acostada.
- Ya sea con o sin aplicador, debes tomar el tampón entre los dedos pulgar e índice.
- Si no se usara aplicador, colocar el tampón con la punta redondeada en la apertura de la vagina. Empujar suavemente hacia dentro, sin sentir molestias. El cordón de extracción debe quedar por fuera.
- Si se usara aplicador, ubicar la parte redondeada por la apertura de la vagina. Deslizar suavemente el tubo exterior y luego empujar el tubo interior hasta que esté completamente dentro. Después retirar el aplicador, de esta manera el tampón queda inserto en la vagina. Fíjate que el hilo extractor siempre quede fuera.
“El tiempo de uso del tampón debe ser entre 4 y 8 horas, no más que eso, y no se recomienda usarlo para dormir”, dice González. Hay que mantenerse muy alerta respecto a los horarios, y estar atentas para no tener algún tipo de accidente, como introducir un tampón por encima de otro o olvidarse de que el tampón estaba ahí.
¿Qué pasa si el tampón queda atrapado?
Es algo poco frecuente, aunque sin embargo —y como lo contó Naya Fácil en sus redes hace unos días— puede pasar. Si llega a ocurrir, la matrona Macarena Moreno explica que lo primero es mantener la calma, para así “evitar contraer los músculos de la vagina y que de esta manera cueste más sacarlo”.
Luego, debes lavar muy bien tus manos con agua y jabón. “Lo mejor es ponerse en una posición de cuclillas, agachada flectando las piernas, y pujar para tratar de llegar al tampón y tirar de la cuerda suavemente”, señala.
Si a pesar de eso removerlo se hace imposible, entonces la solución más segura es acudir de inmediato a un servicio de salud y pedir ayuda profesional para extraerlo y así evitar consecuencias mayores, como un shock tóxico.
El shock tóxico
Hace no tanto tiempo, era muy común relacionar los tampones con el shock tóxico, una reacción corporal que es más infrecuente en estos días, según la ginecóloga Carolina González. Sin embargo el riesgo existe, y cuando ocurre “puede ser muy grave, incluso mortal”.
Uno de los casos más conocidos es el de la supermodelo Lauren Wasser, quien el 2012, cuando tenía 24 años, en el peak de su carrera, fue diagnosticada oficialmente con el síndrome de shock tóxico. Eso ocurrió tras un día de malestares, en el que además le había llegado la regla, por lo que fue a una farmacia y compró los tampones Kotex que hasta entonces había usado desde hace once años. Ella asegura habérselos cambiado en la mañana, en la tarde y luego en la noche.
A pesar de eso, lo siguiente que recuerda, según le contó a la revista Vice, es despertar con el ruido de la policía golpeando la puerta: su madre, preocupada porque Wasser no se comunicaba, pidió que la fueran a ver. Ella les dijo que se sentía mal pero que no pasaba nada. Al día siguiente, tras no contestar el teléfono, la mamá mandó a una amiga para que averiguara qué pasaba con Lauren. La encontraron inconsciente, boca abajo en su cama, con 41 grados de fiebre.
Los paramédicos de la ambulancia dijeron que estaba a diez minutos de haber muerto. Que sus órganos, uno a uno, estaban dejando de funcionar tras un intenso ataque al corazón. Nadie sabía qué pasaba hasta que llegó un infectólogo y preguntó si tenía puesto un tampón. Así era, y tras un rápido examen comprobaron que se trataba de un síndrome de shock tóxico.
Se trata de una complicación por infecciones bacterianas, que con frecuencia involucra a las bacterias estafilococos o Staphylococcus aureus, las que pueden crecer y reproducirse con mayor facilidad en el ambiente sintético y húmedo que produce un tampón que se mantiene mucho tiempo en la vagina. El caso de Wasser escaló hacia una aguda gangrena, por lo que con el tiempo debieron amputarle sus dos piernas. Es así como se transformó en una activista frente al tema.
Eso sí, el tampón por sí solo no es suficiente para causar el síndrome de shock tóxico, sino que la persona debe tener esta bacteria en su cuerpo, y cerca del 20% de la población es portadora de ella.
“Desde hace ya varias décadas, y tras varios sucesos trágicos, se regularon los ingredientes que se ocupan en los tampones para que sean bastante seguros”, señala González. “Con eso, más la preocupación de cambiarse el tampón a tiempo, se reduce bastante el riesgo de shock tóxico”.
Los síntomas de un síndrome del shock tóxico son alta fiebre, malestar general, escalofríos, diarrea o hipotensión. Sin embargo, la dermatóloga reitera que los casos “son muy infrecuentes hoy en día, y la mejor manera para evitarlo es sacándose el tampón al menos cada 8 horas”, y ojalá no dormir con él.
“Si llegas a tener alguno de estos síntomas, es importante que acudas a un servicio de urgencia”, señala Moreno. Para evitar cualquier tipo de infecciones “conviene elegir tampones con una mínima capacidad de absorción y cambiarlos frecuentemente”. Además, su manipulación debe ser siempre con las manos muy limpias y comprarlos en lugares establecidos. “Teniendo un buen uso del tampón, y más con las regulaciones actuales de salud, la verdad es que hay muy bajo riesgo de shock tóxico”, refuerza González.
Desmitificando
Como bien dijimos en un comienzo del artículo, existen varios mitos asociados al uso de tampones. Son casi como leyendas urbanas, que revolotean entre grupos de amigas o compañeras de curso, pero que siempre es bueno contrastar científicamente. A continuación, las profesionales aclaran algunas de las más comunes.
- Tampón y virginidad: más de alguna vez habrás escuchado que los tampones pueden arrebatarte la virginidad, o que solo debes usarlos una vez que iniciaste tu vida sexual. Esto es falso. “Está bien demostrado que no tienen nada que ver”, asegura González. “Hay mitos respecto a que el himen es una membrana completa, que tapa la vagina, y que solo después de que se ha perdido la virginidad puede entrar un tampón. Esto no es así, porque el tampón es del tamaño de un dedo delgado, bastante más pequeño que el orificio de la vagina”, analiza. “Es necesario educar a las adolescentes que pueden usar tampón sin riesgo y no hay ningún problema”, comenta.
- Usar tampón duele: también es algo falso. González explica que si el tampón llega a doler es porque está mal puesto, ya que uno que se usa correctamente no debiera doler nunca. “A veces por el susto se pone muy afuera, y en esas circunstancias puede molestar”, plantea. Su sugerencia es que en estos casos se empuje hacia adentro con el dedo, suavemente.
- Se sale haciendo ejercicio: otra idea equivocada. “Un tampón no se va a salir si haces ejercicio, bailas o tienes cualquier otra actividad de movimiento. No se debería salir con nada”, dice la ginecóloga, ya que “solo tirando el cordón” es la forma en la que se retira. “El tampón está hecho para que se acomode en tu cuerpo y, si está bien puesto, no debiese salirse”, refuerza Moreno.
Libertad de elección
El tampón es uno más de los muchos métodos de higiene menstrual, por lo que es una decisión únicamente personal optar o no por él. “Hay que conocer todas las alternativas que existen como aliados durante la menstruación, que permiten estar cómoda y no restarse de las actividades que haces normalmente”, comenta la matrona de decidoinformada.cl.
Entre las diferentes opciones, la copita menstrual es una de las que más se ha popularizado en estos últimos años, principalmente porque es más amigable con el medio ambiente —los tampones o las toallas higiénicas pueden tardar hasta 800 años en descomponerse, según estimaciones— y a la larga más económica para el bolsillo.
A pesar de su negativo impacto ambiental, la ginecóloga dice que los tampones “son una excelente herramienta, ya que ayudan a sentirse cómoda, a hacer ejercicio, a que la menstruación no nos limite en la vida habitual”. Lo importante, concuerdan ambas, es que siempre hay que escoger estos productos basándose en la comodidad propia y no en las presiones externas.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.