¿Compartir la mascota? Qué hacer con los animales cuando las parejas se separan
La custodia compartida de perros y gatos tras el quiebre de sus tutores ya es una realidad. ¿Pero cómo llevarla a la práctica? Veterinarias, etólogas y un nuevo podcast sobre el tema muestran el camino.
El 1 de julio del 2022, la entonces privada historia de Nicolás Baeza, su expolola y dos perros shih tzu —Igor y Bambú— saltó de los tribunales de justicia a los medios de comunicación: ese día, el 8º Juzgado Civil de Santiago determinó que ambos, aunque estuvieran separados, debían cuidar a sus mascotas mediante una tuición compartida.
Antes, el 2015, Baeza vivía junto a su entonces pareja y compró a Igor, que quedó al cuidado de ambos. Tiempo después, el perro se cruzaría con una shih tzu hembra. Entre los cachorros que nacieron, se quedaron con uno y le pusierón Bambú.
Pero tres años después la familia se separaría: Baeza y la mujer terminaron su relación, aunque acordaron compartir la custodia de Igor y Bambú. Por más de un año dividieron gastos y se turnaron mensualmente en su cuidado. Hasta que ella decidió terminar el acuerdo.
“Con mis perros generé un lazo súper cercano, eran parte de mi familia, contó entonces Baeza a La Tercera. “Cuando pensé que no los iba a volver a ver, obviamente me angustié y me sentí súper frustrado”, .
Entonces decidió recurrir a la justicia, a pesar de que quien figuraba en el Registro Nacional de Mascotas como tutora de los animales era su expareja. La legislación chilena, a través de la Ley Cholito o de Tenencia Responsable, no contempla este tipo de situaciones, como sí ocurre en España, por ejemplo, a través de la Ley de Protección Animal.
“Así como existe la custodia compartida de hijos en casos de divorcio o separación, no existe una regulación parecida para cuando esto ocurre con las mascotas. En términos legales, las mascotas aún se consideran bienes muebles —es decir, un objeto—, y no se les otorgan los mismos derechos y consideraciones que a las personas”, explica Alejandra Santelices, veterinaria, etóloga y directora de la Fundación EMA.
Pero contra todos los pronósticos, la sentencia falló a favor de Baeza, por lo que Igor y Bambú quedaron bajo una tuición compartida. “Esto sentó un precedente, ya que el juez consideró que los animales sienten, lo que va más allá de la normativa”, reflexiona Santelices.
Desde la abogacía sostienen que recurrir a tribunales debe ser la última instancia en este tipo de casos, los que se resuelven en juzgados civiles y no de familia. Lo ideal es que las personas lleguen a un acuerdo simple, y de no ser posible, que se acuda a un mediador.
Cuando se acaba el amor, ¿qué pasa con el amor a las mascotas? ¿Cómo lograr una tuición compartida, que considere el bienestar de los animales y también de las personas? ¿Es posible conseguir una anhelada armonía?
Compartiendo al perro
La integración de las mascotas al núcleo familiar, y la consideración de los animales como seres sintientes, abrieron la necesidad de hablar del concepto “familia multiespecie”, uno que no solo incluye a humanos sino también a las mascotas.
Alejandra Santelices explica que lo que se busca es generar una normativa que considere a los animales como miembros de la familia, con atribuciones legales y derechos. “Uno de los aspectos a regular es este: qué pasa al momento en que los tutores se separan”, expone la etóloga.
Como resultaba ser un fenómeno creciente, a fines de julio, Mall Vivo lanzó “Compartiendo el perro”, un podcast conducido por Werne Núñez, en cuyos seis capítulos se relatan diversas historias de parejas y familias que, tras el fin de una relación, se han visto en la encrucijada respecto al destino de sus mascotas.
“Hay un interés genuino por compartir este tipo de historias, de las que poco se habla: qué pasa con las mascotas cuando las parejas se separan. De predicar con el ejemplo sobre algo de lo que se sienten orgullosos: haber superado las diferencias humanas pensando en la calidad de vida de los animales”, describe Núñez.
Entre las historias que han llamado la atención de Núñez se encuentra la de Luis y Paula, una pareja que se conoció en Chile pero al poco tiempo se fue a vivir a España, donde adoptaron a Elvis, un bulldog francés. Cuando la pareja volvió a nuestro país, terminaron. “Esto le afectó tanto a Elvis que se enfermó a niveles heavy: quedó mal de la cadera e incluso, en algún momento, no pudo caminar”.
En paralelo, Luis creó la Fundación Nora, dedicada al rescate de perros galgos maltratados y abandonados por dueños tras utilizarlos en carreras clandestinas. A pesar del quiebre amoroso, Paula también se sumó a la iniciativa, lo que volvió a reunir a la pareja. La nueva situación provocó una mejoría notable en Elvis, que pudo caminar nuevamente, y se terminó transformando en un elemento clave de la terapia de rehabilitación de los perros rescatados. “Algo tiene la personalidad del bulldog que irradia tranquilidad a los galgos y les hace muy bien su compañía. Hoy sigue ayudando en la recuperación y camina feliz”, cierra Núñez.
Tuición compartida: ¿es siempre beneficiosa?
La reacción de Elvis a la separación de sus tutores no es de extrañar. De acuerdo a los especialistas, este tipo de situaciones puede generar confusión, trastornos de ansiedad generalizado, cambios en el comportamiento e, incluso, problemas de salud física en los animales.
Ana Francisca Soto, etóloga clínica y secretaria de la Comisión de Tenencia Responsable de Mascotas del Colegio Médico Veterinario de Chile (Colmevet), dice que esto suele darse cuando se rompe la rutina rutina diaria de los animales y se les “separa de su figura de apego”.
A ello se suma la posibilidad de un “contagio emocional”. “En los cerebros humanos y animales existen neuronas espejo, que se activan al observar a otro individuo realizar una actividad. Esta estimula al sistema nervioso tal como lo haría si la propia persona hubiera realizado dicha actividad: es decir, si el tutor se deprime, es probable que por reflejo la mascota lo haga también”, explica Alejandra Santelices.
En ese sentido, la tuición compartida puede tener beneficios para el animal, como pasar tiempo con ambos tutores. Sin embargo, Soto dice que pasar de un hogar a otro, “si no se realiza de forma correcta”, también puede generar estrés.
La tuición compartida, de hecho, se puede tornar sumamente compleja cuando el animal posee alguna condición médica que no le permita adaptarse rápidamente a los cambios. “Puede ser con mascotas muy mayores o con algún problema de comportamiento. O también es frecuente con los gatos, que son muy reticentes a los cambios de territorio. En esas situaciones es mejor recurrir a algún especialista médico veterinario que evalúe la situación y guíe el proceso”, aconseja Soto.
“El cambio en la estructura social y en el ambiente son estímulos altamente estresantes para los gatos”, agrega Santelices, “lo que puede derivar en una serie de afecciones que van desde cambios en la conducta higiénica hasta alteraciones hepáticas o renales, entre otras”.
¿Cómo ayudar a las mascotas a adaptarse a dos hogares?
Cuando se establece un acuerdo de tuición compartida, se debe considerar que la habituación de las mascotas a uno o dos nuevos hogares debe ser de forma paulatina.
Hay que ir de a poco. Ana Francisca Soto sugiere “comenzar con que la persona que se fue de casa vaya a visitar al perro y lo saque a pasear. Que luego lleve al animal a conocer su nuevo hogar, por períodos breves, y posterior a eso ir aumentando su estadía en esta casa”.
Algo que puede ayudar en esa materia es el uso de cajas de transporte, las cuales pueden dar al animal un espacio seguro y tranquilo. “Es muy importante que tengan uno”, dice Santelices. “Se trabaja para que el animal esté cómodo en su caja y la vea como un refugio donde estar seguro y tranquilo, algo así como su dormitorio”. Un error grave sería utilizarla para castigar a la mascota, por ejemplo, encerrándola o dejándola “más tiempo del que pueda tolerar en calma”.
Intentar mantener rutinas similares en ambos hogares también es fundamental para la adaptación de las mascotas. “Si en una casa el perro recibe tres paseos al día pero en la segunda no lo sacan a pasear, eso lógicamente será una causal de ansiedad y malestar en la mascota”, asegura la etóloga.
Ambas especialistas recomiendan, además, apoyarse en el uso de feromonas sintéticas de apaciguamiento, las que se basan en sustancias químicas liberadas por animales y que pueden influir en su comportamiento y respuesta fisiológica. En este caso, el objetivo es reducir el estrés y prevenir la ansiedad producida por un ambiente al cual no están familiarizados.
Las feromonas se pueden encontrar en diversos formatos, como espray, difusores y collares. El uso de aromaterapia, de acuerdo a Soto, puede ir en esta misma línea.
El uso de juegos cognitivos rellenables con comida, camas cómodas o mantas con olor familiar pueden servir de complemento al trabajo adaptativo, el que además puede ser reforzado con un entrenamiento “enfocado en la calma”, dice Santelices.
Por otro lado, es fundamental mantenerse atentos al comportamiento que presentan las mascotas durante los primeros meses; cualquier cambio repentino podría ser indicio de malestar. Soto, además, advierte que en una primera etapa “no conviene dejar al animal solo en el nuevo hogar. Hay que hacerle compañía y reforzar las conductas de exploración y de calma”.
Otras consideraciones
Como mencionamos, la tuición compartida puede ser muy beneficiosa para las mascotas, siempre y cuando los tutores —cada uno por su lado— puedan cubrir las necesidades básicas de los animales. Con esto nos referimos a alimento, salud, refugio, compañía y tiempo de juego.
Por lo demás, Soto dice que es aconsejable que desde el inicio se establezcan las responsabilidades de cada parte, en relación a los gastos y cuidados, “y asegurarse de que sean cumplidas, para no perjudicar a la mascota”.
Pero así como la tuición compartida podría ser beneficiosa para los animales, también podría ser contraproducente para su bienestar. Santelices dice que este formato no sería recomendable si uno de los tutores está muy poco en casa, por ejemplo, ya que “los perros y gatos requieren del contacto social para tener una vida plena”. Tampoco si el animal presenta demasiada ansiedad por separación de una de sus figuras de apego. En ese caso, sería necesario el apoyo de un tratamiento que le permita superar las crisis.
Como dice Werne Núñez, “las mascotas no tienen ninguna posibilidad de sobrevivir a este mundo si los humanos que se hicieron cargo no los cuidan, no los quieren ni sobreponen su bienestar por sobre la ruptura y los problemas que hayan tenido”.
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