Hace unos días, diversos medios del mundo hicieron eco de una tendencia en pleno crecimiento: padres, madres, cuidadores y cuidadoras han optado por dejar de lado el transporte público y sus vehículos motorizados, para organizarse y llevar en masa a niñas y niños a sus escuelas, nada más y nada menos que en bicicleta.
Como no podía faltar la etiqueta, los gringos denominaron a la tendencia como bike bus o cycle train, lo que en castellano vendría siendo algo así como un tren de bicicletas o, como prefirieron adoptar en España, bicibus. Términos que hacen referencia a la masa que se organiza, estableciendo rutas y horarios, para llevar adelante la cruzada.
No sería raro que en Chile algunos sectores adopten la actividad prontamente. ¿Moda? Puede ser, pero también hay otros factores que hacen de la bicicleta un medio de transporte idóneo. Uno tiene relación con la actividad física que presupone su uso y, por ende, los beneficios para la salud que esto trae como consecuencia. Y, otro, el ahorro de tiempo que puede significar en una ciudad – como Santiago– cada vez más colapsada de automóviles y otros tipos de vehículos, que han transformado un viaje de 10 minutos en uno de media hora o más.
La venta de bicicletas en el país va al alza – en el mercado se esperaba un crecimiento cercano al 30%–, lo que también da a entender que cada vez más personas están optando por este tipo de vehículos como medio de transporte, sea para hacer bicibus, para andar a lo llanero solitario, o para mandarse largas travesías deportivas durante los fines de semana. La construcción de más ciclovías implica, también, un fomento a esta tendencia – a pesar de que muchas veces la calidad de dichos caminos deja bastante qué desear.
Este crecimiento del mundo bicicletero lleva a preguntarse, ¿cuánto sabemos del cuidado de este vehículo? Porque si lo vamos a ocupar a diario, para ir al trabajo, para hacer bicibus, o esporádicamente para hacer paseos o visitar a un amigo, algo debiéramos saber de la bicicleta. Tal como los automovilistas saben algo de mecánica – ¿no es así?
“Las claves para una buena mantención y cuidado de la bicicleta, tienen que ver con la comprensión de que ésta es una máquina, que es especialmente afectada por los factores externos – como el clima y la suciedad–, y como toda máquina requiere de mantenimiento periódico. Pocos dejarían un automóvil sin sus mantenciones”, expone Bastián Contreras, de Overlap Workshop, un taller especializado en este tipo de vehículos, que se ubica en la comuna de Providencia.
Contreras dice que un buen trabajo de mantenimiento “tiene como clave el atacar” los factores externos que le son dañinos a la bicicleta. Pero además – y “por sobre todo”– “ser pulcros en ese trabajo, tanto desde el punto de vista del buen uso de herramientas para no destruir las piezas, como desde el punto de vista de la limpieza”.
El factor ambiental
El verano de 2023 está causando todo tipo de estragos debido a sus altas temperaturas. La amenaza de que el termómetro llegue a los 40 grados no sólo tiene en vilo a la zona norte y central del país. En Pucón, por ejemplo, hay pronóstico de 38 y 39 grados en los próximos días.
Este tipo de ambientes puede ser fatal para una bicicleta, en especial, si se deja en un lugar en el que el sol le dé directamente. “Si bien la bicicleta está hecha para su uso en distintas condiciones climatológicas, el dejar las bicicletas estacionadas y expuestas directamente al sol, puede deteriorar las piezas fabricadas de gomas, plásticos o cauchos”, detalla Contreras.
Neumáticos, sillines y los puños de los manillares, son algunas de estas piezas bajo amenaza. ¿Han conducido con los puños derretidos, pegoteándose en las palmas y dedos? No tiene nada de divertido. La pintura de la bicicleta está, también, bajo amenaza a causa de los rayos UV. Lo más probable es que ésta termine decolorada.
Si bien hay bicicletas que cuentan con componentes – como la fibra– que poseen cierta protección contra los rayos del sol – a través de un lacado–, éstas no estarían del todo inmunes a sus efectos. Así, al menos, lo asegura Felipe Pineda, mecánico del taller ñuñoíno Copenhague Store, con 12 años de experiencia: “Me ha tocado ver casos en que éstas se colocan de un color amarillento”.
Pineda dice que, así como el calor y los rayos UV, la humedad es también un factor ambiental dañino para la bicicleta. “Afecta directamente a los componentes metálicos, ocasionando óxido en la transmisión – que incluye al volante, la cadena, los piñones, sistema de cambios y desviador–, en piolas de fundas y frenos, etcétera”. Contra eso, el mecánico dice que el uso de “una buena grasa”, garantiza una protección efectiva contra influencias externas como la humedad o sustancias extrañas, lo que “alargará la vida útil de los rodamientos”. También ofrecerá protección contra la fricción y el desgaste natural del uso de la bicicleta.
¿Dónde y cómo guardar tu bicicleta?
Pero no basta con un buen engrasante. Elegir un buen lugar en el que mantener la bicicleta mientras no se usa, es fundamental. “Lo ideal es guardar nuestras bicicletas lo menos expuestas posible a la intemperie”, sintetiza Bastián Contreras. El tema es que, en el invierno, la humedad afectará “gravemente” al vehículo, “aunque esté bajo techo”.
Entonces, si el cuarto o la bodega en el que dejas tu bicicleta no tiene una buena aislación frente a la humedad, lo mejor que puedes hacer es comprar una funda cobertora. “Actualmente existen algunas que incluso tienen filtro UV, para quienes necesariamente tienen que guardar la bicicleta fuera del hogar”, sugiere Contreras.
Funda protectora para bicicletas
Frenos y neumáticos
Estas son, comúnmente, las piezas que más rápido se tienden a deteriorar en una bicicleta. En el caso de los neumáticos, utilizarlos por debajo de la presión sugerida, es tan fatal como usual. Eso los hace más proclive a los pinchazos, incluso a causa de objetos y elementos que no representan peligro alguno cuando los neumáticos están con la presión adecuada.
¿Cómo saber cuál es la presión que le corresponde a cada neumático? A un costado de cada rueda de caucho se puede encontrar, dibujado, las especificaciones de cada modelo.
Los frenos también deben tener nuestra atención, ya que de estos depende gran parte de nuestra seguridad. Si bien existen distintos tipos de frenos, su funcionamiento depende, generalmente, de un sistema compuesto por zapatas o pastillas que se colocan al interior de pinzas que, cada vez que frenamos, son presionadas por pistones. Esa presión lleva a que las pastillas o zapatas friccionen hasta detener el movimiento. Lo recomendable es revisar cada seis meses o un año – dependiendo del nivel de uso– el estado de los frenos.
Y la cadena, los cambios, la alineación
La cadena es otra pieza susceptible al deterioro. Contreras aclara que, contrario a lo que suele pensar mucha gente, las cadenas no son eternas. Éstas tienen una vida útil cuyo deterioro se expresa, generalmente, en su estiramiento. “Una cadena estirada comenzará a deformar paulatinamente los dientes de los platos y piñones de nuestra bicicleta, y si estos componentes se deforman, no podrán funcionar correctamente con una cadena nueva, ya que esta al no tener estiramiento, no engranará correctamente en ellos”, expone el experto. Y concluye: “Claramente es más barato cambiar las cadenas a tiempo, que tener que cambiar todos los componentes”.
Mucho más frecuente que el estiramiento de la cadena, son sus problemas de lubricación. Y estos se manifiestan con una mayor oposición a la fuerza que se busca hacer a través del pedaleo y, también, con un ruido que puede ser bien desagradable, además de acusador. El buen estado de la cadena es esencial para el funcionamiento de las bicicletas, porque – como explica Contreras– es una de las piezas encargadas de transmitir la fuerza que generará el movimiento de la bicicleta. Respecto a esto, el fundador de Overlap Workshop advierte que no se debe ocupar grasas sobre la cadena, sino que lubricantes – los que se pueden elegir según las diferentes necesidades que se pueden presentar por el tipo de uso y ambiente en el que se utiliza la bicicleta.
Ahora, si vas a aplicar lubricante a la cadena por tu cuenta, debes tener ciertas precauciones. Felipe Pineda asegura que es común que la gente eche demasiado producto, lo que provoca que “atraiga mucha suciedad y manche toda superficie que toque, además de juntar tierras y polvo”. Eso, dice el experto, provocará que se desgaste más rápido la transmisión.
Pero ese no es el único error que ha observado el mecánico de Copenhague Store cuando se trata de aplicar lubricante en las cadenas. Muchas veces, dice, el producto salta en su aplicado a los discos o pista de frenado “lo que ocasiona que no frene y chille demasiado, pudiendo provocar un accidente”. La única solución, en esos casos, es el reemplazo de dichos componentes.
Por otro lado, el desconocimiento tiene como evidencia común el mal uso de los cambios. “Las distintas combinaciones de cambios de nuestra bicicleta están pensados para funcionar con la cadena lo más recta posible. El cruce excesivo de nuestra cadena va a deteriorar más rápidamente los componentes de la bicicleta, llevándonos a necesitar reemplazarlos más seguido”, explica Bastián Contreras.
Una combinación de cambios incorrecta sería, por ejemplo, usar el plato grande junto al piñón más grande. “Ahí estamos llevando el cruce de la cadena al extremo, funcionando de manera forzada”, dice el especialista.
Lavados que deterioran
A veces los problemas vienen del esmero con que se muestra preocupación. Alguien puede ser, en teoría, un buen usuario de la bicicleta, porque incluso se preocupa de lavarla todas las semanas – como esos automovilistas que lavan con devoción sus vehículos. Pero, si bien la limpieza es crucial para una buena mantención, no se puede dejar de lado un aspecto igual de relevante y que lo apunta Bastián Contreras: “El agua es un tremendo enemigo de las bicicletas”.
En ese sentido se suelen dar dos errores muy comunes en el lavado. Uno tiene que ver con la presión del agua que se utiliza. “El aplicar agua a presión en sectores donde tenemos rodamientos, es bastante nocivo para la bicicleta”, advierte Contreras. Las mazas de las ruedas, el juego de dirección de la bicicleta y el eje de motor son puntos sensibles a estos efectos.
El segundo error está en el secado. Ocurre que hay ciertos sectores en que el agua puede quedar alojada, sin que un paño seco pueda hacer su tarea. Esa acumulación puede derivar en el deterioro de los rodamientos y en la oxidación de otras piezas. ¿Cómo secar estas zonas? “Un pedaleo corto inmediatamente después del lavado puede ayudar, gracias al viento”, aconseja Contreras.
Hora de una mantención
Lo otro fundamental en el cuidado de las bicicletas es realizar con regularidad su mantención. Generalmente en los talleres se pueden encontrar tres tipos de servicios que apuntan a este objetivo: la mantención básica, la media y la completa. Las dos primeras son relativas en cuanto a que el trabajo que incluyan depende de cada local. El valor de estas fluctúa entre los 15 y 30 mil pesos.
Pero es la mantención completa la que no puede faltar cada seis meses o un año, dependiendo del nivel de uso que se da a la bicicleta. Una de estas incluso, podría salvar a esa bicicleta que lleva tirada por meses o años en el patio, a merced del sol y la humedad. Su valor ronda los 35 y 45 mil pesos. ¿Qué suele incluir?
- Desarme completo de la bicicleta
- Limpieza parte por parte, tanto del cuadro como de las piezas en general y sus ruedas
- Cambio del cableado de la bicicleta
- Centrado de ruedas
- Revisión de los rodamientos de la bicicleta para determinar el estado de estos para su limpieza y engrase, o su reemplazo en el peor de los casos (esto en las mazas, juego de dirección y eje de motor).
- Armado de la bicicleta, montando todo con sus grasas y productos específicos para cada parte, y con los aprietes de torques específicos pedidos por el fabricante para cada una de sus piezas.
- Regulación de los cambios y frenos.
Kit de herramientas que no pueden faltar
Finalmente, no te puedes olvidar de tener un kit de herramientas para casos de emergencias. ¿Qué recomiendan tener a mano los entrevistados? Un bombín, una cámara de repuesto, lubricante de cadena, un manojo de llaves allen y un corta cadenas para emergencias. Contreras sugiere, también, tener un repuesto de postiza o hanger. “Prácticamente nadie lo tiene, pero su función es absorber el impacto de una caída para evitar que se rompa el cambio o cuadro de la bicicleta”. Pero ojo, que el tipo de postiza puede variar según la marca de bicicleta.
De todas maneras, más vale tener un repuesto de postiza a mano, en caso de que rompas el original. De lo contrario, tendrás que hacerte el ánimo de continuar el camino a pie. Y no habrá bicibus que te acompañe.