Consejos para elegir tu primer amplificador de guitarra
Antes de lanzarte por el equipo más grande y potente, baja un poco el volumen y lee lo que un músico profesional, un profesor y un product manager de una tienda de instrumentos tienen que decir al respecto. Lo mejor no necesariamente suena más fuerte.
Samuel Maquieira lleva más de 20 años azotando la escena musical chilena, con riffs que van desde la pesadez y dureza del metal a la introspección viajera de la psicodelia. Yajaira, The Ganjas, Wild Parade y The Versions son sólo unos de los cuantos proyectos en los que Sam ha desplegado su destreza en la guitarra eléctrica.
Esa versatilidad dentro del rock le exige, por otro lado, contar con equipos que le aporten las distintas sonoridades afines a cada uno de sus proyectos. “Por ejemplo, en Ganjas uso un amplificador Mesa Boogie Mark III, que también ocupo en Yajaira, junto a un Marshall JCM 800 ochentero, para darle un efecto estéreo”, comenta Maquieira.
Pero su amplificador preferido es el setentero Music Man 210 Sixty-Five. “Es mi regalón de la vida. Lo compré el 95, en el Crown Plaza, y por dos chauchas a un cumbianchero que lo dio de baja. Me enamoré de su sonido, tiene una brutal distorsión híbrida que terminó dándole buena parte del sonido a Yajaira”, relata el músico.
Al poco tiempo, un amigo de su padre —el poeta Diego Maquieira—, de nombre Francisco Bullemore y a quien Sam se refiere como su “mentor guitarrístico”, llegó con un obsequio: su primer amplificador. Y aunque no recuerda la marca, sí guarda en la memoria algunos detalles, como que era un “típico” amplificador combo, que incluía tanto amplificador como altavoz.
“Era como de 15 watts, de esos a los que les llamábamos ‘loncheras’. Recuerdo que tenía un sticker de un rockero gritando y la gracia era que tenía distorsión incluida, que era lo único que me interesaba. Tenía 15 años y era thrasher”, describe Maquieira. Así es como Sam encontró un aliado para su guitarra Maxtone negra, tipo Stratocaster, “a lo Kirk Hammett”, y a la que tenía personalizada con dibujos “satánicos”, hechos por él mismo con ayuda de un compás.
¿Qué aprendió Maquieira de ese primer amplificador? “Básicamente, me enseñó a tocar con volumen, lo que es radicalmente diferente a tocar con una guitarra acústica. Me dio ese placer del rock fuerte que andaba buscando, pero al mismo tiempo me obligó a esforzarme a tocar mejor, ya que todo lo que tocas se amplifica y no quieres estar hinchando las pelotas a ese volumen”.
Tipos de amplificador
En cada niña o niño habita un potencial Sam Maquieira, o tal vez un Jimi Hendrix o quizás uno de esos tipos que se cuelga la guitarra para ser el centro de atención en una fogata playera. Da igual, porque este no es un artículo de coaching ontológico, sino uno con consejos para elegir de manera más informada el que será tu primer amplificador o el de tu hijo, hija, sobrino o discípulo musical.
Pero, ¿por qué es tan importante pensar en el amplificador? Responde Maquieira: “Porque puede ser tan importante como la guitarra a la hora de definir el sonido; o sea, puedes tener una guitarra de lujo y sonar como el culo si tienes un mal ampli, o viceversa”.
En definitiva, cada modelo y marca ofrece distintas posibilidades sonoras. Algunos más brillantes, otros más opacos o equilibrados, por mencionar solo algunas variantes. En el caso del guitarrista de The Ganjas, su experiencia lo llevó a descubrir que lo él buscaba era “ese sonido más cálido de los discos setenteros con los que crecí”. Y para eso necesitaba un amplificador a tubos, “que tiene un sonido bien diferente al transistor”.
¿Tubos? ¿Transistores? ¿No estamos entendiendo nada? Revisemos.
Amplificador a transistores
Son los más populares del mercado. Son, también, más económicos que los amplificadores a tubos. En Audiomusica, por ejemplo, se pueden encontrar en un rango de precios que va desde los 39 mil hasta los 600 mil pesos. Para Andrés Ferreira, product manager de este ítem en la multitienda de instrumentos, la ventaja de este tipo de amplificadores está en su peso, más liviano y más sencillo de transportar. Al contar con un sistema más simple, “no requiere de mantenimiento, más allá de limpiar el polvo y la suciedad que se puede acumular por el exterior”. Además, consumen menos energía.
Sin embargo, entre sus desventajas está que la calidad sonora es menor a la que ofrecen los amplificadores a tubos —la brecha aumenta o disminuye según los modelos a comparar— y la distorsión que incluyen no suele ser tan cálida ni definida.
Amplificadores a tubos
Conocidos también como amplificadores valvulares, suelen ser los preferidos por los músicos profesionales, porque “ofrecen una calidad sonora superior”, asegura Ferreira. Su sonido se caracteriza por un “muy buen tono, más natural y definido”, y su distorsión es “más potente, pero a la vez cálida y definida”.
Entre sus desventajas se cuenta su peso, mayor que los a transistores, lo que muchas veces vuelve su traslado una tortura. También funcionan con voltajes “muy altos”, por lo que consumen más energía eléctrica y requiere de mayores cuidados y mantenimiento, ya que los tubos son muy delicados y fáciles de quemar. Por ejemplo, un mínimo golpe durante un traslado puede significar la muerte de una válvula. “Y puede que o no suene o lo haga con una deficiencia muy notoria”, explica Ferreira.
El nivel de cuidado que necesita este tipo de amplificadores se percibe también durante su uso. Estos necesitan de un tiempo de calentamiento, por lo que a diferencia de los equipos con transistores, no se pueden utilizar inmediatamente después de encenderlos.
Su precio puede ser, también, un obstáculo en relación a otras alternativas. En Audiomusica, por ejemplo, su rango de precio va desde los 280 mil hasta los 2,5 millones de pesos.
Amplificadores híbridos
Estos amplificadores funcionan a partir de la fusión de transistores y tubos, de ahí su nombre. “En la etapa de amplificación, su funcionamiento es a través de transistores y, en la etapa de salida del audio, su funcionamiento es a tubo”, detalla Ferreira. Al ser híbridos, mezclan las ventajas y desventajas de los dos mundos y, como tal, su rango de precios es intermedio. En Audiomusica se encuentran entre los 39 mil y 180 mil pesos.
En busca del sonido…
Óscar Ojeda comenzó a tocar guitarra acústica a los 10 años. Por distintas razones, la dejó de lado un tiempo, “pero después conocí a Stevie Ray Vaughan, un guitarrista de blues que me abrió los ojos y me devolvió el amor por el instrumento. Así fue como a los 17 años tuve mi primera guitarra eléctrica que tenía incluido el amplificador en el combo”, cuenta.
A sus 32 años, Ojeda es profesor de guitarra y coordinador de la escuela Estación Rock, ubicada en Puerto Varas, y que ofrece clases online para niñas, niños, adolescentes y adultos.
Para él, el primer amplificador debiese uno “carne de perro”. Es decir, que sea versátil, “que permita probar distintos estilos musicales, ya sea rock, jazz o metal para que luego podamos definir qué estamos buscando como sonido”. Por eso, dice, “es tan importante saber cuáles son nuestros gustos musicales, así podremos conocer los equipos que ocupan los artistas que nos gustan y nos servirán de referencia”.
En ese sentido, aconseja guiarse por un presupuesto prudente, “porque no es necesario gastarse una millonada si no estamos seguros de cuál es el sonido que queremos. Es importante partir de a poco y con el tiempo ir incrementando el presupuesto, tanto en el amplificador como en el instrumento”.
Samuel Maquieira opina parecido: “No creo que haya marca o modelo específico para partir. Siempre hay que hacerlo con humildad, con uno barato, como con la guitarra de palo, y de a poco ir descubriendo hacia dónde uno quiere ir en el sonido”.
Laney LX10 (10 watts)
La finalidad que tendrá
De todas maneras, hay ciertos factores que pueden ayudar a tu elección. Por ejemplo, el uso que planeas darle al amplificador. Distinto es si lo quieres para tocar por hobby en tu pieza, si vas a tirarte directamente a ensayar con una banda y tocar en vivo, o si lo necesitas para reforzar tus estudios sobre la guitarra eléctrica.
“Considerar dónde y cómo utilizará el amplificador —en una habitación, en una sala de ensayo, en un escenario junto a otras personas con otros instrumentos como batería, bajo, teclados, etc— sirve para determinar su potencia y tamaño”, expone Ferreira. Y en esta línea aparece un error clásico de novato: creer que mientras más grande y potente es el amplificador, mejor será. Lo único que se garantiza, dice Ojeda, “es terminar escandalizando a los vecinos”.
Empezar de a poco. Esa es la ley. En ese sentido, un amplificador pequeño con potencia suficiente para su uso basta. Ferreira cuenta que hoy existen equipos compactos de sólo 3 watts, “ideales para el aprendizaje, porque son pequeños, transportables. Los hay con Bluetooth, aplicaciones de música, efectos incorporados y a un precio muy conveniente”.
Eso sí, no servirán de mucho si ya estás planeando juntarte con una banda, donde deberás compartir con la potencia de una batería y un bajo, entre otros. En ese caso, el hombre de Audiomusica aconseja tener un amplificador a transistores de al menos 50 watts de potencia, y de al menos 15 watts si es a tubos.
Orange Crush Mini 3W
De esa manera se vela para que el tamaño y el peso no se transformen en un problema para transportarlo ni para encontrarle un espacio donde sea que se instale. Seguramente pensarás que con esa potencia no da para tocar en vivo, pero Ojeda asegura que sirve hasta para tocar en estadios. Esto porque se puede recurrir a otros refuerzos, como la microfonía —instalar micrófonos apuntando al parlante del amplificador— y con eso bastará para demoler los oídos de cualquiera que esté presente.
Otros detalles
Por otro lado, Ferreira recomienda que el primer amplificador posea dos canales: uno limpio y otro con distorsión. “Esto dará la opción de obtener los dos sonidos más utilizados en la guitarra eléctrica”, dice. Ojeda, en tanto, sugiere buscar uno que además cuente con mayor variedad de efectos, como el reverb, el chorus, o delay. “Para explorar así los sonidos que se pueden obtener en la guitarra y con el tiempo ir definiendo el que queremos obtener”.
Considerar o no la marca del amplificador genera debate. Ojeda opina que dejarse llevar por ella es un error, porque lo más importante es encontrar el sonido que nos acomode. Por eso, recomienda ir hasta las tiendas, probar los equipos y así tener la experiencia sonora de primera mano. Esto además se puede complementar buscando reseñas sobre los productos en internet, de manera de estar “lo más informados posibles”.
Fender Champion 20W
Ferreira, por su parte, sostiene que “al igual que en cualquier otro tipo de producto, existen marcas con modelos que tienen mejores prestaciones, lo que por lo general aumenta su precio”. Aunque una marca reconocida pueda ser más cara, el product manager de Audiomusica asegura que constantemente hay ofertas en amplificadores para principiantes, por lo que llama a estar atentos y aprovecharlas.
La tienda en la que compres puede ser, también, un factor relevante. Lo mejor es considerar aquellas que te ofrezcan la mejor asistencia y asesoría, y que además te garanticen una respuesta en caso de requerir un servicio técnico. Sobre todo si tienes ADN de explorador y te dé por experimentar al más puro estilo de Dave Davies, de The Kinks, quien a comienzos de los sesentas rasgó su amplificador con una hoja de afeitar para conseguir un sonido más crudo. ¿Quién sabe si así tenemos una nueva Really Got Me? O, tal vez, un verdadero desastre…
Boss Katana 50
*Los precios de los productos en este artículo están actualizados al 13 de abril de 2022. Los valores y su disponibilidad pueden cambiar.
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