Consejos para secar (y cuidar) la ropa en invierno

Lavado

El clima no la pone fácil y tampoco ayudan las malas costumbres ni las ganas de salir rápido del problema. Pero basta que la prenda salga encogida o rota para llenarse de lamentos. Acá, tres expertos aconsejan cómo secarlas en la máquina sin estropearlas.




Actualizado el 8 de julio de 2022.

Es curioso: la tecnología avanza a pasos acelerados y es campo de batalla comercial para las marcas que buscan crear las mejores máquinas automatizadas. Así aparecieron las lavadoras, para que dejemos de “perder el tiempo” lavando a mano; la centrifugadora, para que no tengamos que estar estrujando y sacándonos los sesos en el intento de eliminar toda el agua absorbida por la ropa; y la secadora, para que no dependamos del clima ni suframos por los espacios que se necesitan para colgar la carga lavada. Incluso consiguen hacer aparatos tres en uno, y ya no hay que meter tres moles en la pequeña logia.

Pero por más que se avance en la materia, aún no hay tecnología que libere al humano de toda responsabilidad en el lavado y secado de su vestuario. Por más que intentemos negarnos, si queremos conseguir un secado que no implique terminar con la polera regalona como el próximo regalo para el sobrino recién nacido, debemos aceptar que lavar y secar la ropa no es tan simple como parece. No es sólo meterla en la máquina, apretar unos cuantos botones y voilá. Menos en invierno, cuando el frío y la lluvia complican todo el proceso posterior al lavado.

Por suerte, acá tenemos el apoyo de dos mujeres dedicadas al negocio del lavaseco y a un representante de la industria de los electrodomésticos, que nos explican cómo se debe hacer la pega correctamente, obteniendo secados satisfactorios junto a un buen cuidado de la ropa.

Usted no lo haga

La pregunta es: ¿qué hacemos mal? Todo. No, no es verdad. Pero muchos partimos equivocadamente. El lavaseco New England tiene 71 años en la misma esquina de Ñuñoa —Sucre con Villaseca— y Lucía Valenzuela, actual dueña e hija del fundador del local, dice que el primer problema es que la gente “no lee la etiqueta de la ropa”. Algo con lo que concuerda Paula Aliste, dueña de Lavandería Castillo, con más de 20 años de ruedo en Providencia (Eliodoro Yáñez con Pedro de Valdivia).

“Comúnmente, la gente no mira las instrucciones de lavado, que es lo primero que hay que hacer cuando uno compra una ropa”, dice Aliste. De esa forma, las personas pueden saber de entrada qué tipo de cuidados deben tener con cada prenda. “Hay unas, por ejemplo, que dicen que no se pueden planchar ni meter en la secadora, o que no se pueden centrifugar ni lavar a máquina”.

Y así como no se suele fijar en la etiqueta de la ropa, tampoco hay mucho interés en leer el manual del electrodoméstico. Craso error. Ya veremos por qué.

Por otro lado, un equívoco clásico es meter a la lavadora, y luego a la secadora, toda la ropa sucia, sin separarla por los materiales con los que están hechos. Las expertas aseguran que, según éstas sean de algodón, lana, lino, poliéster u otras alternativas, se requerirán de diferentes condiciones de lavado y secado.

“La gente suele mezclar, por ejemplo, el secado de toalla con la ropa de deporte. No hay una separación entre lo que demora más y necesita un secado con mayor temperatura, respecto a poleras y prendas que necesitan menos tiempo y temperatura”, afirma Aliste.

Esto nos lleva de vuelta al manual de la secadora: de leerlo, nos podríamos enterar de las distintas funciones con que cuenta para realizar un secado acorde a lo que requieran los componentes de las prendas. Esta secadora Mademsa, por ejemplo, entre otras cosas tiene una función antiarrugas que ahorra el tiempo de planchado.

Mademsa Solare 9100 9 Kg

Mademsa

“Por ejemplo, no sería correcto lavar y secar en un programa automático de algodón prendas de seda o sintéticas”, asegura Juan Bustos, local category manager de Electrolux.

Se podría pensar que esto, además de complejizar las cosas —lo que va contra la lógica de automatizar todo—, significa más lavados, más secados y por ende, más energía consumida y cuenta de luz más alta. Pero Paula Aliste asegura que separar la ropa por materiales ayuda a la eficiencia energética y al bolsillo.

No sobrecargues la secadora

En invierno usamos mayor cantidad de prendas y de mayor densidad por las bajas temperaturas. “Uno de los errores que cometemos es llenar la secadora por sobre la capacidad establecida, haciendo que no funcione correctamente y que al final del secado las prendas aún se encuentren húmedas”, sostiene Juan Bustos. No sobrecargarla permite que exista el espacio suficiente para que la ropa gire dentro del tambor con facilidad.

“Hay que considerar que más allá de los kilos, también es un tema de volumen”, dice Paula Aliste. “Se pueden echar dos juegos de sábanas y la máquina se va a llenar, pero se pueden poner 100 pares de calcetines y habrá suficiente espacio para un buen lavado y secado”.

Otro ejemplo: un plumón relleno —con fibras naturales o sintéticas— no se puede meter a cualquier lavadora y secadora. Por lo general, no debieran lavarse en máquinas caseras, mejor llevarlas a una lavandería.

No meter a la secadora

La triste imagen de una polera saliendo completamente encogida de la secadora tiene relación, justamente, con el mal manejo de la prenda y el aparato. Y probablemente, a la alta temperatura y el prolongado tiempo al que fue sometida.

El encogimiento de la ropa, “principalmente en algodón o lana, puede llegar a suceder si se exponen las prendas a tiempos de secado muy extensos, en máquinas que no cuenten con sensores de humedad”, explica Juan Bustos.

Esta secadora Fensa cuenta con ellos, lo que le permite ajustar automáticamente el tiempo que necesita para secar la ropa en su interior.

Fensa Reverplus 6470 7 kg

Fensa

Los expertos aseguran que las telas 100% algodón se achican con la secadora. Ni el lino ni la lana son telas que soporten bien el secado a máquina, tampoco las prendas que tengan relleno: las chaquetas se suelen deteriorar con facilidad cada vez que pasan por la secadora. En el caso de estas últimas, según Aliste, “hay que ponerlas a secar a temperatura muy baja, para alargarles la vida útil”.

La goma, el cuero, la espuma y el plástico tampoco debieran pasar por la secadora, a menos que quieras liquidar esas prendas y, tal vez, tu electrodoméstico. Aliste cuenta, además, que últimamente se está fabricando mucha ropa de origen vegetal, la cual tiene cuidados especiales, entre los cuales se encuentra el secado al aire libre y no en secadora.

Pero, ¿qué hacen las secadoras?

Según Juan Bustos, hoy existen tres tecnologías sobre las cuales se basa el funcionamiento de las secadoras: las de ventilación, de condensación y las que poseen una bomba de calor. “Las primeras funcionan a través de resistencias que calientan el aire, con las mismas se secan las prendas y durante el proceso se expulsa el aire con la humedad residual al exterior”. Por eso, las de este tipo deben instalarse en exteriores o en interiores con ducto de salida, explica el hombre de Electrolux.

Secadora Bosch con bomba de calor 9 kg

Bosch

Las secadoras de condensación, por su parte, “tienen un sistema similar, pero el aire caliente no se envía al exterior sino que pasa por un intercambiador donde se condensa la humedad convirtiéndola en agua”.

Por último, las secadoras del tercer tipo aprovechan el aire del ambiente exterior, el cual calientan mediante una bomba de calor para luego pasar por un evaporador que se encarga de quitar la humedad.

“La diferencia entre estas tres tecnologías es que las de bomba de calor y condensación son más eficientes y consumen menos energía, pero su tecnología hace que su precio inicial sea más alto que las secadoras de ventilación”, apunta Bustos.

Recomendaciones para el secado de invierno

Las temperaturas han caído drásticamente y la lluvia también se ha hecho más frecuente en la zona central. Así, secar la ropa parece una tarea compleja si no es por medio de una secadora. Más aún para aquellas prendas que, como hemos visto, no están hechas para recibir el calor artificial de un electrodoméstico.

Por otro lado, “si se vive en un departamento, no queda otra que tener secadora, porque no hay dónde colgar la ropa”, estima Lucía Valenzuela. Sin embargo, pese a lo que se pueda creer, los expertos recomiendan combinar el secado natural con el artificial para lograr mejores y más eficientes resultados.

“Nosotros aireamos la ropa primero, aunque haga frío. Se puede dejar todo el día secando fuera y, luego, meter un rato a la secadora”, sugiere la dueña del lavaseco New England.

Esto puede ser muy útil también con la ropa de cama. Y el secado al aire libre se puede reforzar con el uso de uno o más ventiladores eléctricos, aunque dispare aire helado, tal como hace Paulina Aliste en su lavandería.

Juan Bustos aconseja seguir siempre los programas disponibles en la secadora. “Si bien se puede en cierta medida mezclar tipos de prendas, no se recomienda juntar prendas delicadas. La rapidez del ciclo de secado siempre va depender de la cantidad de prendas y de la densidad de las mismas. Por ejemplo, la seda y prendas de algodón livianas van tener un tiempo de secado más rápido que las chaquetas y las toallas”, explica.

En el caso del algodón y el poliéster —dos de los materiales más comunes en el uso diario—, Bustos dice que son posibles de mezclar, “mientras no sea con prendas delicadas como la lana, que requiere ser secada en programas especiales”.

Utilizar la secadora dos o más veces seguidas —considerando que se deben separar las prendas según su composición— es también una práctica recomendada, pues permite aprovechar el calor que queda en la máquina de los procesos anteriores, haciendo más cortos los siguientes y, con ello, un uso más eficiente de energía.

Finalmente, limpiar el filtro de la secadora con cierta frecuencia es también de suma importancia para su buen funcionamiento. Cuando lo hagas, podrás ver cuánto se han deteriorado tus prendas, pues las pelusas que haya en éste son justamente restos de ellas.

Cómo leer (y qué significan) los símbolos de la ropa

A continuación te dejamos una guía para identificar los símbolos que pueden aparecer en las etiquetas de tu ropa.

Símbolos etiquetas

En la primera fila está la cubeta, uno de los símbolos más comunes. Se refiere al tipo de lavado que debe tener la prenda. Si esta aparece tachada, significa que no se puede lavar en agua; si no aparece tachada, entonces sí se puede. Ahora, si la cubeta incluye un número, éste indica la temperatura a la que debe ser lavada. Algunas veces, la cubeta aparece con dos líneas bajo ella, lo que quiere decir que la prenda debe ser lavada con extremo cuidado.

El triángulo hace referencia al uso del cloro. Si este aparece tachado, no se debe usar. El cuadrado es el símbolo del secado. Si este aparece tachado, entonces no se puede meter a la secadora. Si el cuadrado tiene un círculo con un punto al medio, es que debe secarse a temperatura baja. Si son dos, a temperatura media. Y tres, es que puede resistir alto calor.

En ocasiones, el cuadrado tiene una línea por debajo, lo que quiere decir que se trata de ropa suave, que necesita temperatura media de secado. Si salen dos líneas debajo del cuadrado, entonces requiere de secado delicado.

En otros casos, el cuadrado incluye líneas en su interior en vez de un círculo. Esto quiere decir que debe ser secado de manera natural.

Los símbolos en base a un círculo indican que la prenda debe ser lavada en seco. Según la letra y variaciones que contenga el dibujo, dependerá el tipo de producto que puede ser utilizado para estos efectos.

El rectángulo que tiene una especie de jabón sobre él, y que aparece tachado, es para advertir que la prenda no debe ser estrujada, porque el proceso puede deformarla y/o romper la tela.

Finalmente, los símbolos basados en la plancha indican si la prenda puede recibir este tratamiento y en qué condiciones. La cantidad de puntos que aparezcan al interior de ella señalan si la temperatura a la que debe estar el artefacto es menor o mayor.


*Los precios de los productos en este artículo están actualizados al 8 de julio de 2022. Los valores y disponibilidad pueden cambiar.

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