La idea detrás de las lentes de contacto se le podría atribuir a Leonardo da Vinci, quien en un manual de 1509 señaló que podía alterar su visión metiendo la cara en un recipiente con agua. Fue esta idea la base para que, en siglos siguientes, se desarrollaran ideas como “tubos ajustados a los párpados” o “cápsulas llenas de gelatina animal”.
Pero hoy son una solución común para quienes tienen problemas visuales y deben ajustar su visión. “La decisión de usar uno u otro tipo de lentes, ya sea de contacto o con marco, depende de la comodidad y preferencias de cada persona”, plantea María Josefina Fry, oftalmóloga de UC CHRISTUS.
Ambos tipos de lentes tienen ventajas y desventajas. “Los de contacto pueden ser más cómodos de usar en personas que practican ciertos deportes, donde los anteojos pueden ser molestos o riesgosos, también en aquellos pacientes con graduaciones muy altas, para quienes los cristales resultan muy pesados o en personas con algunas enfermedades específicas de la córnea”, explica.
¿Es más conveniente usar lentes de contacto?
Yasmín Eltit, oftalmóloga de Clínica Dávila, dice que “la idea de los lentes de contacto es que sean utilizados de forma paralela a las gafas, y no como único elemento”. Para ella es muy importante cuidar el tiempo máximo de uso, la forma en que se cuidan y utilizan, el riesgo de complicaciones y sus síntomas de alerta.
“Los lentes de contacto se usan para corregir errores refractivos, astigmatismos irregulares, ectasias corneales y alteraciones de la superficie de la córnea”, explica Darío Vásquez, oftalmólogo de Clínica Ciudad del Mar. Para Rony Figueroa, tecnólogo médico en oftalmología y optometría en Óptica NexGen Visión, representan una buena opción para personas con alta anisometropía, que es la diferencia de potencia en los ojos. “Así se puede compensar el desbalance por el distinto peso de sus lentes ópticos”, aborda.
En términos económicos,usar lentes de contacto suele estar relacionado a un mayor costo, dice Figueroa. No solo por el costo inicial, sino además por las siguientes razones:
- Requieren renovarse con más frecuencia que las gafas
- Constantemente se debe invertir dinero en líquidos de limpieza
- Requieren de mayor cuidado
Duración del lente de contacto
“Existen lentes de contacto blando con distintos niveles de vida úitl: hay de uno, de quince y de treinta días de duración”, plantea Fry, sin embargo, la duración de cada lente tiene que ver con la capacidad que tenga para permitir una buena oxigenación de la córnea y mantenerse hidratado.
“Si bien es cierto que el lente sigue siendo útil por un periodo mayor a su duración, no se recomienda extender su uso, ya que al hacerlo aumentamos el riesgo de presentar infecciones (ya que partículas y microorganismos se pueden adherir al lente), y la comodidad del lente suele ser menor”, asegura la profesional UC CHRISTUS.
Desde la vereda de los lentes duros, sus duraciones son mucho mayores: entre 6 meses a 1 años. “Independiente de la duración o dureza de cada lente, nunca es recomendable dormir con lentes de contacto”, advierte.
Por ejemplo, tomando el caso de un lente que tiene una duración de treinta días, Figueroa explica que, una vez que se abre, el lente dura 30 días. Luego de eso comienza a perder sus propiedades, “acumula proteínas y desechos oculares, pierde nitidez en la imagen y se vuelve más susceptible a albergar algún microorganismo y generar una infección”, asegura.
Tipos de lentes de contacto
Lentes de contacto blandos
Los lentes de contacto blandos están hechos de materiales flexibles y permeables al oxígeno. “Generalmente son de hidrogel de silicona, con harto porcentaje de agua, lo que los hace más permeables al oxígeno, más maleables y otorgan mayor humectabilidad y confort hacia el ojo, además de que sus tiempos de adaptación son muy breves en la mayoría de los casos”, explica Figueroa. Son una excelente alternativa para quienes tengan sensibilidad ocular.
“Existen lentes de contacto blando de 1, 15 y 30 días de duración. La duración de cada lente tiene que ver con su capacidad de permitir una buena oxigenación de la córnea y de mantenerse hidratado”, señala Fry. Aunque el lente sigue siendo útil por un periodo mayor a su duración, la recomendación profesional es clara: no extender su uso. “Al hacerlo aumentamos el riesgo de presentar infecciones (ya que partículas y microorganismos se pueden adherir al lente), y la comodidad del lente suele ser menor”, explica Fry.
Lentes de contacto duros
“Se prefiere utilizar lentes duros en pacientes con astigmatismos muy altos, que no logran ser corregidos con lentes blandos, o en algunos pacientes con enfermedades de la córnea”, comenta Fry sobre este tipo de lente. Su desventaja, además de una leve incomodidad a causa de la rigidez, es que son más caros y el periodo de adaptación es un poco más lento. “Sin embargo, tiene una duración mucho mayor que los lentes blandos”, puntualiza la especialista.
“Los lentes rígidos se diferencian de los blandos porque los primeros conservan su forma, lo que permite ‘corregir’ la curva de la córnea en enfermedades como el queratocono y el astigmatismo, sobre todo irregulares”, analiza Eltit. Y continúa, “los lentes blandos son los más frecuentes por ser más cómodos, ya que se adaptan a la forma del ojo”.
Lentes de contacto desechables
Fry explica que los lentes desechables, o de uso diario, son lentes de un día de duración, que se ponen en la mañana y se desechan en las noches. “Tiene la gran ventaja de que no requieren todos los cuidados de los lentes de mayor duración, ya que no hay que almacenarlos y por lo tanto no se usa estuche ni solución desinfectante para limpieza. Al tener menos manipulación también se asocian a menor riesgo de infecciones”, comenta. Son una buena opción para aquellas personas que sólo los necesitan para actividades esporádicas, como algún deporte o situación puntual, y que el resto del tiempo usan anteojos.
“Siempre están estériles y no requieren de líquidos de mantención o limpieza. Suelen encontrarse en una amplia gama de graduaciones, por lo que representan una buena opción de uso”, profundiza Figueroa.
Qué considerar al escoger un lente de contacto
- La opinión de tu médico: en primer lugar, consulta con un o una oftalmóloga para obtener una receta precisa de tus lentes de contacto, que incluya información sobre tu graduación y expresión de problema.
- Comodidad y afinidad: tal como cenicienta, debes probar diferentes tipos y marcas de lentes de contacto hasta encontrar aquellos que te proporcionen la máxima comodidad y ajuste adecuado, siempre de la mano de un profesional.
- Costo y disponibilidad: ¿te proyectas con tu elección? Si es así, lo más aconsejable es considerar el costo a largo plazo de tus lentes de contacto, incluyendo anexos como soluciones de limpieza y estuches. Lo otro es tener mapeadas las tiendas donde puedes conseguir los productos. Si son escasos o difíciles de conseguir, cada vez que quieras abastecerse podría ser un problema.
Instrucciones y aprendizajes de usuario
Una vez que hayas decidido qué tipo de lentes de contacto usarás, es importante seguir la pauta de cuidados de forma segura y efectiva.
“Los lentes de contacto deben ser usados de manera responsable y siguiendo las indicaciones de su oftalmólogo o contactólogo. Un mal uso se asocia a infecciones que pueden tener consecuencias permanentes en la visión, y a algunas alteraciones en la córnea por uso prolongado”, advierte Fry.
Para evitar complicaciones con los lentes de contacto, ella plantea las siguientes diez consideraciones generales:
- No usar lentes de contacto por más de 8-10 horas al día.
- Retirarlos todas las noches. Nunca dormir con los lentes puestos.
- Jamás bañarse con los lentes puestos (ni en la ducha, la piscina, un lago o el mar)
- Lavar los estuches de los lentes con solución desinfectante una vez a la semana, y lavar los lentes en la palma de la mano con la misma solución, siempre antes de usarlos.
- Nunca lavar los lentes con agua de la llave.
- No usar los lentes por un periodo mayor a su duración.
- Idealmente, no guardar los lentes de contacto en el baño.
- Utilizar lágrimas artificiales sin preservantes cuando se necesite lubricar los ojos al estar con lentes.
- Lavarse bien las manos antes de manipular los lentes de contacto.
“Al llegar a casa, lo ieal sería sacarse los lentes de contacto y usar gafas”, sugiere Eltit. “Si no van a salir de casa tampoco usarlos, e intentar descansar algunos días a la semana”. Advierte que “ante síntomas de riesgo, como ojo rojo, fotofobia, lagrimeo, dolor o visión borrosa, retirar los lentes, desecharlos y consultar con un especialista”.
¿Cómo ponerse un lente de contacto?
El siguiente paso a paso es una descripción que sugiere Vásquez, oftalmólogo de Clínica Ciudad del Mar. La idea es poder hacerlo siempre frente a un espejo bien iluminado y con una toalla sobre el tocador, especialmente las primeras veces, cuando pueden haber algunos tambaleos y deslices de lentes por torpeza natural.
1. Lávate las manos con un jabón suave: enjuágalas por completo y sécalas con una toalla sin pelusas antes de tocar los lentes.
2. Asegúrate de que el lente esté del lado correcto: para eso, coloca el lente en la punta del dedo índice y verifica su perfil. El lente debe tener una forma cóncava, similar a un cuenco.
3. Usa tu mano más coordinada: con ella, sostén el lente en el dedo índice y con la otra mano levanta el párpado superior, para así evitar parpadear.
4. Lleva el lente de contacto hacia el ojo con estabilidad: mira hacia arriba al colocar el lente en el ojo, suelta despacio el párpado y cierra el ojo para permitir que el lente se acomode.
Se deben repetir los pasos con el ojo contrario. En el siguiente video puedes ver toda la secuencia en acción.